Confinados en las calles del Carmen
¡°Viva la vida¡±, grita a los ocho un vecino del barrio de Valencia, a unos metros de lo que era un campamento de personas sin techo, desterradas o presas de sus adicciones
Cuando cae la noche sobre las calles vac¨ªas del confinamiento se pueden o¨ªr las pezu?as de los perros sobre el asfalto. Tambi¨¦n el ocasional crujido de un contenedor de la basura. E incluso el cambio de disco de un sem¨¢foro. Sonidos que sol¨ªan pasar desapercibidos en la vida antes de la pandemia. Tampoco se...
Cuando cae la noche sobre las calles vac¨ªas del confinamiento se pueden o¨ªr las pezu?as de los perros sobre el asfalto. Tambi¨¦n el ocasional crujido de un contenedor de la basura. E incluso el cambio de disco de un sem¨¢foro. Sonidos que sol¨ªan pasar desapercibidos en la vida antes de la pandemia. Tampoco se reparaba mucho en el deambular de las personas sin hogar, desterradas, marginadas, presas o exconvictas de sus adicciones, que se mezclaban con el bullicio de las terrazas y los bares del Carmen. Siempre hab¨ªan estado ah¨ª, pero en estas ¨²ltimas semanas se han hecho m¨¢s visibles y son m¨¢s numerosas. Buscando compa?¨ªa y atenci¨®n en plena cuarentena, se concentran en este hist¨®rico barrio de Valencia. Por el d¨ªa, reciben su raci¨®n de caf¨¦ con leche y bocatas de los servicios sociales y se pegan una ducha en el polideportivo municipal. Dejan pasar las horas aletargados en las plazas. Por la noche, tras los aplausos de las ocho sobre los que se alza el grito ¡°?Viva la vida!¡± que profiere diariamente un vecino franc¨¦s, duermen al ras, algunos en tiendas de campa?a, otros en un chamizo dentro de un solar o pululan sin rumbo por las calles estrechas del c¨¦ntrico distrito.
Los vecinos se enojan. No pueden pasear de noche al perro por parejas para paliar el temor de la calle vac¨ªa porque son advertidos o multados por la polic¨ªa, pero s¨ª se permite el campamento. ¡°Campan a sus anchas¡±, dice un mensaje reenviado de WhatsApp de un grupo de vecinos Un apu?alamiento y un intento de robo a unas chicas que bajaron a tirar la basura caldea el ambiente. Las quejas y las denuncias del vecindario por el trapicheo de drogas, la suciedad que se acumula y las trifulcas nocturnas entre los sintecho se suceden. Tambi¨¦n cunde un cierto alarmismo. La polic¨ªa local patrulla y act¨²a de vez en cuando. Explica a los vecinos que si no se comete ning¨²n delito no se puede hacer nada, que no se puede obligar a nadie a quedarse en un albergue, que si uno viene a vivir al Carmen ya sabe a lo que se expone, que lo m¨¢s pr¨¢ctico es tener mano en el Ayuntamiento¡
¡°Yo estaba en un albergue pero solo porque ol¨ªa a cerveza me tiraron¡±, dice un hombre, sentado con una litrona, tras desayunar. ¡°Y como se fue ¨¦l, me fui yo¡±, agrega una joven a su lado, que se qued¨® en la calle ¡°por culpa de la droga¡± y se march¨® de Andaluc¨ªa para que no la vieran sus padres. ¡°Ahora estoy bien. Oye, ?es verdad que en Estados Unidos lo del coronavirus es ahora la hostia?¡±, pregunta. ¡°A m¨ª me ech¨® de casa mi padre solo por fumar porros. Llevo seis meses en la calle. Estuve en un albergue pero por jugar al ajedrez por la noche me tiraron, de verdad¡±, comenta un joven de un pueblo pegado a Valencia, sentado en la grada de una plaza, con los pies sobre su monopat¨ªn. Un chico magreb¨ª se lo pide y le responde con un gesto negativo con la cabeza y otro con la mano que puede significar que m¨¢s tarde. ¡°No hay sitio en los albergues y no hay trabajo y yo tengo familia en Marruecos a la que tengo que ayudar¡±, dice el inmigrante, que lleva un a?o en la ciudad. Tambi¨¦n hay en los grupos dispersos personas de pa¨ªses europeos del Este y subsaharianos. ¡°Yo soy espa?ol y me dan lo mismo que a los marroqu¨ªes¡±, apunta otro hombre de mediana edad. ¡°?Y d¨®nde quieren que nos metamos, en las alcantarillas, como las tortugas ninja?¡±, contesta cuando se le pregunta por el confinamiento. Una problem¨¢tica social que se repite en otras ciudades.
La asociaci¨®n Amics del Carme requiere a la Concejal¨ªa de Bienestar Social soluciones y alternativas para la gente. Desde esta delegaci¨®n aseguran a este peri¨®dico que hay plazas en los albergues abiertos durante la pandemia, pero que algunos no quieren entrar. Destacan que la casu¨ªstica de las personas que viven en la calle es amplia y que las atenciones sociales se han multiplicado, as¨ª como su seguimiento. Desde la Concejal¨ªa de la Polic¨ªa Local se incide en que se han habilitado espacios para que pasen la cuarentena. Finalmente, el Ayuntamiento y la Polic¨ªa Local act¨²an.
Hace unos d¨ªas desmontaron el campamento y dispersaron en la ciudad algunos servicios concentrados en el barrio. Urbanismo cerr¨® el solar en el que est¨¢ proyectado desde hace a?os un edificio de viviendas sociales. All¨ª, un grupo de j¨®venes se drogaba y dorm¨ªa entre las ratas. Un vecino se muestra impactado ante el deterioro de uno de ellos, inmigrante marroqu¨ª, al que reconoce. Lo ve¨ªa por el barrio en la vida mucho antes de la pandemia. Entonces parec¨ªa menor. Ahora, su edad es indeterminada. En la calle, los meses cuentan como a?os.
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