Viejo corsario

Ahora mismo deber¨ªa estar en Nueva York, paseando por sus calles sola, disfrutando del ajetreo de la ciudad que visit¨¦ hace seis a?os acompa?ada de mi padre y de mis hermanos y que tanto me gust¨® a pesar de que iba predispuesta para la decepci¨®n despu¨¦s de lo que pas¨® en Par¨ªs. Al contrario que los franceses, los neoyorquinos me parecieron amables, educados y dulces. Incluso en las colas de los comercios, la gente entablaba conversaci¨®n por el simple hecho de estar compartiendo espacio vital y no porque quisieran obtener algo. Entonces, me pareci¨® que los neoyorquinos carec¨ªan de ese deje mezq...

Ahora mismo deber¨ªa estar en Nueva York, paseando por sus calles sola, disfrutando del ajetreo de la ciudad que visit¨¦ hace seis a?os acompa?ada de mi padre y de mis hermanos y que tanto me gust¨® a pesar de que iba predispuesta para la decepci¨®n despu¨¦s de lo que pas¨® en Par¨ªs. Al contrario que los franceses, los neoyorquinos me parecieron amables, educados y dulces. Incluso en las colas de los comercios, la gente entablaba conversaci¨®n por el simple hecho de estar compartiendo espacio vital y no porque quisieran obtener algo. Entonces, me pareci¨® que los neoyorquinos carec¨ªan de ese deje mezquino tan europeo que, en el caso m¨¢s extremo se convierte en odio y en el m¨¢s leve adquiere formas diversas y compartidas por la mayor¨ªa en las cuales subyace siempre la desconfianza en el otro.

Deber¨ªa estar repasando viejos cuadernos, tomando notas, investigando, decidiendo qu¨¦ incluir en la novela y qu¨¦ descartar, prepar¨¢ndome para coger un tren que me dejar¨ªa en la estaci¨®n de Hudson, a 124 millas de la estaci¨®n de Penn, donde un desconocido estar¨ªa esper¨¢ndome para llevarme en coche a una organizaci¨®n internacional sin ¨¢nimo de lucro que ofrece residencias art¨ªsticas. Tendr¨ªa que estar chequeando en mi m¨®vil todos los sitios en los que sirven ¡°la mejor hamburguesa de Nueva York¡± y apuntando todas las cosas que querr¨ªa hacer en la ciudad antes de irme a la residencia para despu¨¦s quedarme en el hotel leyendo una novela, mordi¨¦ndome las u?as, mirando Twitter y sinti¨¦ndome culpable. O al menos, deber¨ªa estar algo apenada por no estar haciendo todo esto. En cambio, siento un profundo alivio, despu¨¦s culpa por sentir alivio y finalmente, ganas de abrazar a mi padre, que se ha dejado una barba que a ¨¦l le parece de ¡°viejo corsario¡± y a m¨ª solamente de viejo. Pienso mucho en los viejos, pero sobre todo pienso en el m¨ªo y en que por favor, por favor, no lo mate el virus. No antes de que podamos pasear juntos por la playa y meternos en el mar helado, no antes de que probemos las croquetas del Izenbe, no antes de que le prepare un plato complicad¨ªsimo que hice hace poco y que me sali¨® bastante bien. El 1 de abril cumpl¨ª 32 a?os y no se acord¨®, pero no se lo tuve en cuenta. 16 d¨ªas despu¨¦s, ¨¦l cumpli¨® 76.

¡ªZorionak, aita.

¡ª Gracias, hija. Tengo muchas ganas de dar un paseo por la playa.

¡ªYa lo s¨¦.

¡ª?Y de verte!

¡ªYa lo s¨¦. Te quiero mucho, aita.

¡ª?Ya lo s¨¦!

A¨²n no me han llamado de la red de cuidados de mi barrio, lo cual significa que hay tanta gente apuntada que no hago falta. Desde que empez¨® el confinamiento, compro flores todas las semanas. Aunque no sustituyen al j¨²bilo que me invade cada vez que me ba?o en el mar, s¨ª hay regocijo en ese capricho y en el ritual que lo acompa?a: el paseo hasta la tienda, la elecci¨®n de las flores, desenvolverlas al llegar a casa, cortarles parte del tallo y sumergirlas en un jarr¨®n de motivos marineros. Contemplarlas y pensar que los viejos de mi barrio est¨¢n bien y que el corsario me espera.

Luc¨ªa Baskaran es escritora. Su ¨²ltima novela es Cuerpos malditos (Temas de Hoy, 2019).

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