Mientras, en Soria

El 2 de marzo me vine a trabajar a mi casa diminuta en el pueblo min¨²sculo de Soma¨¦n, municipio de Arcos de Jal¨®n, en Soria. ¡°Teletrabajo¡± y ¡°distancia social¡± ya eran el plan y aqu¨ª me he quedado.

Me preguntan a veces: ?Pero est¨¢s all¨ª solo? En el all¨ª y en el solo hay pudor: parece turbio, triste, vivir solo y por gusto m¨¢s de 10 d¨ªas ¡°en el campo¡±. Me gusta Madrid y ver mundo, claro. Pero solo aqu¨ª o en Asturias, de donde era mi padre, cunde un silencio mental durante meses seguidos tan necesario como el jaleo urbano.

He ido muchas veces de Barcelona a Madrid en ...

El 2 de marzo me vine a trabajar a mi casa diminuta en el pueblo min¨²sculo de Soma¨¦n, municipio de Arcos de Jal¨®n, en Soria. ¡°Teletrabajo¡± y ¡°distancia social¡± ya eran el plan y aqu¨ª me he quedado.

Me preguntan a veces: ?Pero est¨¢s all¨ª solo? En el all¨ª y en el solo hay pudor: parece turbio, triste, vivir solo y por gusto m¨¢s de 10 d¨ªas ¡°en el campo¡±. Me gusta Madrid y ver mundo, claro. Pero solo aqu¨ª o en Asturias, de donde era mi padre, cunde un silencio mental durante meses seguidos tan necesario como el jaleo urbano.

He ido muchas veces de Barcelona a Madrid en el tren regional que pasa por el pueblo. Ese trayecto u otro parecido deber¨ªa ser prueba de Selectividad (perd¨®n, EBAU). Tarda nueve horas. Para cada 20 minutos. Es incre¨ªblemente placentero. Llegas como nuevo. Lo entiendes todo. Va casi vac¨ªo y cuesta 30 euros. Ideal para la ¡°nueva normalidad¡±. Lo han suprimido. Y a ver si vuelve, porque ya le ten¨ªan ganas.

Aqu¨ª hay mala cobertura. El 3G no da para zooms y yo me alegro aunque no lo digo. Ojal¨¢ no me sintiera tan ego¨ªsta y culpable por estar aqu¨ª, y Soria no sonase de pronto como las Maldivas. Muchos sue?an con ese ¡°campo¡±, esa ¡°Madre Naturaleza¡± inalcanzable que el verano pasado era ¡°el co?azo¡± del pueblo de los abuelos, lo marr¨®n sobrevolado o atravesado a 140 antes de la playa. Ojal¨¢ esto ¡°hubiera pillado¡± a m¨¢s gente en el pueblo de los abuelos. No a escondidas y salt¨¢ndose el confinamiento, sino viviendo a gusto ya de antes. Y con los abuelos, de paso. Ojal¨¢ en ¡°la nueva normalidad¡± puedan hacerlo quienes sigan queri¨¦ndolo ¡°cuando esto pase¡±. Para nuestra vieja anormalidad es imposible o indeseable. Entre vivir en el campo y vivir del campo est¨¢ el abismo que separa 2020 de 1960. Por supuesto. Pobrezas e injusticias traum¨¢ticas cristalizan en Espa?a en un discurso dominante terrible: ¡°el campo¡± es para monter¨ªas, golfistas o fracasados, un secreto de familia vergonzoso y reprimido al que agredimos casi freudianamente. Con qu¨¦ terapia nos lo haremos ver.

Hacia el 5 de marzo fui a hacer una gesti¨®n al Ayuntamiento de Arcos. La encargada, muy agradable, me pregunt¨® si quer¨ªa empadronarme. Yo no pod¨ªa, claro. Lo tom¨¦ a broma y no lo era. ¡°?Claro?¡± No paro de acordarme.

Aqu¨ª no aplaudimos en los balcones: no hacemos masa cr¨ªtica. Dos de cada tres casas est¨¢n vac¨ªas o en ruinas. La vida sigue igual: se saluda y pregunta a diario y a dos metros, se hacen y piden peque?os favores. Como era antes y ser¨¢ ¡°cuando esto pase¡±. En los pueblos hay una ley t¨¢cita de cortes¨ªa inquebrantable que es tambi¨¦n instinto de supervivencia colectiva. No son Arcadias de bondad (aunque es un h¨¢bitat m¨¢s propicio, ojo): son grupos solidarios y eficientes, amortiguadores de soledad, entre la familia y ¡°el Estado¡± que con las prisas impone normas pensadas para las ciudades que aqu¨ª son de locos (se cumplen igual). En esta red social, postureos, liantes y bronquistas no tienen likes porque son peligrosos para todos. ¡°Hoy por ti, ma?ana por m¨ª¡±, ¡°estamos todos en esto¡±¡­ no se dice de boquilla ni hubo que desempolvar tan rompedor concepto.

Por misteriosa ¨®smosis rural, todos estamos al d¨ªa de lo bueno y lo malo: las muertes de gente del pueblo en Madrid o Zaragoza; la residencia de Arcos (un diez: cero contagios por ahora); los guardias parando al que iba a su huerto. En alguna subsecretar¨ªa de ¡°soberan¨ªa alimentaria¡± ven m¨¢s sano, seguro y sostenible comer pi?as de s¨²per que borrajas de casa ¡°mientras dure la crisis¡±.

La casa da a las huertas, y por ah¨ª ha ido pasando lo que pasa siempre sin que nadie se fijara mucho antes y menos ahora, ¡°con la que est¨¢ cayendo¡±. Pues lo que cae es vital, literalmente. Dos nevadas en marzo y diluvios todo abril. El Jal¨®n baja crecido. Dicen que la laguna de Judes rebosa tras muchos a?os seca, que las cascadas de Velilla y de Chaorna se oyen a kil¨®metros. Ahora tocar¨ªa ya sol y se quejan mis vecinos, as¨ª solo lucen las ortigas. Han enjambrado las colmenas pero la lluvia lav¨® el n¨¦ctar de los frutales. Por orden de aparici¨®n florecieron sucesivamente almendros, perales, membrillos y manzanos entre la maleza de los huertos abandonados hace d¨¦cadas. Se fueron los p¨¢jaros invernantes y han llegado los nidificantes. Los socios locales de la SEO llevan la cuenta y anotan cuidadosamente los avistamientos, lo sigo por internet. Mi padre, Miguel ?ngel Garc¨ªa Dory, fue de los primeros miembros, y un pionero del movimiento ecologista y el desarrollo sostenible que nos ense?¨® a mi hermano Fernando y a m¨ª, a base de puro placer y felicidad infantil, la curiosidad por todo lo del ¡°campo¡±, los nombres de los ¨¢rboles y los animales. A casi todos mis amigos y colegas les parece una fricada inofensiva.

Una vez le¨ª algo (Doris Lessing, creo) que no olvido: las cuestiones que desde?a una generaci¨®n son las cruciales para la siguiente.

?Que qu¨¦ tiene todo esto que ver con el coronavirus? Si hace falta explicarlo, ¡°con la que est¨¢ cayendo¡±, no vale la pena, porque ya no lo entenderemos nunca. ¡°Desescalar¡±: otra palabra fea y cursi y necesaria. Desescalaremos por las buenas o seremos desescalados por las malas. Ni el virus es un villano malvado que nos odia, ni la ¡°Madre Naturaleza¡± nos quiere particularmente. Demasiado Disney. Nosotros tambi¨¦n somos naturaleza, aunque se nos olvide. A ella no.

Javier Montes es escritor. Su nueva novela, Luz del Fuego (Anagrama) est¨¢ prevista para junio

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