Deberes lejanos
Resulta desesperante comprobar que en esta nueva situaci¨®n muchos de nuestros conciudadanos no son capaces de medir los riesgos que contraen. Es como si no supieran vivir en un mundo de probabilidades
El ser humano est¨¢ dise?ado para no ver m¨¢s all¨¢ de sus narices. Nos pasamos la vida luchando contra la cortedad que nos hace sentirnos el centro del mundo y para superar ese sesgo de proximidad que seg¨²n Kahneman estrecha nuestro mundo. La psicolog¨ªa evolutiva nos ense?a que los ni?os tardan un tiempo en entender la relaci¨®n de causalidad. L¨¦vi-Strauss contaba de cierta tribu en la que no sab¨ªan que hubiera una relaci¨®n entre el coito y el embarazo. Todo el progreso moral consiste en ampliar el per¨ªmetro de quienes consideramos que nos incumben y en articular las obligaciones respecto de los ...
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El ser humano est¨¢ dise?ado para no ver m¨¢s all¨¢ de sus narices. Nos pasamos la vida luchando contra la cortedad que nos hace sentirnos el centro del mundo y para superar ese sesgo de proximidad que seg¨²n Kahneman estrecha nuestro mundo. La psicolog¨ªa evolutiva nos ense?a que los ni?os tardan un tiempo en entender la relaci¨®n de causalidad. L¨¦vi-Strauss contaba de cierta tribu en la que no sab¨ªan que hubiera una relaci¨®n entre el coito y el embarazo. Todo el progreso moral consiste en ampliar el per¨ªmetro de quienes consideramos que nos incumben y en articular las obligaciones respecto de los m¨¢s pr¨®ximos con los deberes que nos vinculan a los m¨¢s lejanos. Los deberes hacia nuestros semejantes no deber¨ªan impedir la hospitalidad hacia los extra?os; el afecto por lo propio es compatible con una tensi¨®n cosmopolita.
En las sociedades complejas esta relaci¨®n entre el comportamiento propio y los efectos finales es dif¨ªcil de advertir. La solidaridad es m¨¢s visible en los actos de donaci¨®n y caridad que cuando la burocracia del estado se hace cargo de las tareas tributarias; no podemos seguir la cadena causal que vincula nuestras decisiones en materia de consumo o movilidad con el calentamiento global del planeta; la conexi¨®n entre nuestro endeudamiento personal y la crisis financiera no es inmediata¡ Hemos configurado un tipo de sociedad en la que son m¨¢s decisivas las interacciones entre sus elementos que sus comportamientos aislados. Todo se relaciona con todo, dec¨ªa Leibniz hace ya unos cuantos siglos y desde entonces las cosas no han hecho m¨¢s que complicarse. Los seres humanos tenemos que aprender a vivir en medio de causalidades no lineales, fen¨®menos emergentes, efectos cascada, reverberaciones y contagios.
El confinamiento pudo hacernos pensar que el mundo se reduc¨ªa a la proximidad y las relaciones de causalidad inmediata. Bastaba con no salir de casa, con no hacer pr¨¢cticamente nada y relacionarse con el menor n¨²mero posible de personas para cumplir con nuestras obligaciones. La normalidad que se recupera paulatinamente con el desconfinamiento es la de una sociedad de interacciones y riesgos, una vez que abandonamos el arca¨ªsmo de los espacios clausurados y las relaciones exclusivas con nuestros semejantes. Resulta desesperante comprobar que en esta nueva situaci¨®n muchos de nuestros conciudadanos no son capaces de medir los riesgos que contraen. Es como si no supieran vivir en un mundo de probabilidades, del mismo modo que cuando acab¨¢bamos de nacer tampoco sab¨ªamos manejarnos en un mundo de causalidades. Podemos denunciar su irresponsabilidad, pero me temo que hay un problema m¨¢s grave, un problema de ininteligibilidad.
La probabilidad de que un comportamiento singular provoque un contagio que pueda expandirse es tan baja que muchos la consideran inveros¨ªmil. En t¨¦rminos de percepci¨®n subjetiva la improbabilidad est¨¢ muy cerca de la imposibilidad. Los seres humanos hemos salido de la era industrial con un cerebro de la prehistoria, es decir, gen¨¦ticamente programado para pensar linealmente, en cadenas causales aisladas y con una tendencia a ignorar los riesgos latentes y los efectos de agregaci¨®n fatal que se pueden producir cuando se encadenan determinados acontecimientos. Esto no se arregla con la producci¨®n legislativa ni con la represi¨®n sino mediante un cambio en nuestro modo de pensar que contradice nuestros h¨¢bitos y sesgos. Nos ha costado mucho pensar sist¨¦micamente y afrontar la crisis ecol¨®gica con una visi¨®n que deje de considerar las externalidades negativas como un desecho inevitable del progreso.
No estaremos preparados para afrontar este tipo de crisis mientras no seamos capaces de pensar de otra manera y concebir nuestras obligaciones tambi¨¦n de otra manera. Me atrevo a sugerir que si Kant viviera actualmente habr¨ªa formulado as¨ª el imperativo categ¨®rico, ligeramente adaptado a la situaci¨®n de la pandemia: act¨²a de tal manera que tu comportamiento no contribuya a aumentar la posibilidad de que se produzca esa cat¨¢strofe que no es evidente a tu percepci¨®n inmediata. Nietzsche lo hab¨ªa planteado, corrigiendo nuestra focalizaci¨®n sobre el pr¨®jimo, como una ¨¦tica de las cosas m¨¢s lejanas.
Daniel Innerarity es catedr¨¢tico de Filosof¨ªa Pol¨ªtica e investigador ¡®Ikerbasque¡¯ en la Universidad del Pa¨ªs Vasco. Acaba de publicar el libro ¡®Pandemocracia. Una filosof¨ªa de la crisis del coronavirus¡¯ (Galaxia Gutenberg).
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