Verviers, el agujero negro del coronavirus en Europa
B¨¦lgica se ha convertido esta semana en el pa¨ªs de la UE m¨¢s afectado por la covid. Una ciudad empobrecida y con gran presencia de migraci¨®n lidera las estad¨ªsticas de contagios
En la farmacia de la esquina hablan franc¨¦s, ingl¨¦s, turco, ¨¢rabe, bereber y definen as¨ª a la poblaci¨®n del barrio: ¡°Empobrecida¡±. Dicen que ya no les quedan existencias de ox¨ªgeno, que las personas mayores han arramplado con ellas y dan alguna explicaci¨®n de las p¨¦simas cifras: ¡°La gente no hace caso de las medidas de distanciamiento. Y hay muchos j¨®venes¡±. Fuera, se ve un edificio en ruinas con las ventanas reventadas junto a un solar desnudo. Tras un cartel que advierte a los peatones de que ¡°el uso de mascarilla es obligatorio¡± nace una bulliciosa calle que parece sacada de la otra orilla del Mediterr¨¢neo, pero pasada por agua. Se funden los comercios de aire oriental con viejas mansiones resquebrajadas.
Un poco m¨¢s all¨¢, un chico hace rodar un cogollito de marihuana entre los dedos. ¡°?Te gusta el sexo?¡±, pregunta con sorna cuando el periodista se acerca. ?l y sus amigos tendr¨¢n unos 18 o 20 a?os. Solo uno lleva mascarilla y enganchada bajo la barbilla. Estos gatos mojados y callejeros, cubiertos con gorras y capuchas, siguen con el cachondeo. ¡°?Preguntas por la covid 18 o la 19?¡±. Uno graba la escena con el m¨®vil, con su rostro en primer plano, para subirla a la redes sociales. Otro amaga con cogerle la c¨¢mara al fot¨®grafo. ¡°Aqu¨ª no le tememos al virus. Solo a Dios¡±, zanja uno mientras levanta el ¨ªndice derecho al cielo de mercurio, con ese gesto que resume que no hay m¨¢s Dios que Al¨¢.
Bienvenidos a Verviers, epicentro europeo del coronavirus.
B¨¦lgica, con una tasa acumulada de 1.600 casos por cada 100.000 habitantes, se convirti¨® esta semana en el pa¨ªs m¨¢s afectado por la covid de la Uni¨®n Europea. Dentro del pa¨ªs, la zona m¨¢s tocada es la regi¨®n franc¨®fona de Valonia. En su interior, la provincia de Lieja resulta la m¨¢s golpeada. Y en el extremo este de la provincia, a un pasito ya de Alemania, esta ciudad centroeuropea de unos 55.000 habitantes y glorioso pasado industrial, hoy consumida por la deslocalizaci¨®n, la inmigraci¨®n y la miseria, lidera las muy oscuras estad¨ªsticas nacionales. En Verviers rondan los 3.900 positivos por cada 100.000 habitantes, seg¨²n la agencia p¨²blica Sciensano, y los hospitales, repletos y con tasas alarmantes de ingresos, han empezado a evacuar pacientes a Alemania. Verviers es la m¨¢s tocada de entre las grandes urbes del pa¨ªs.
¡°La situaci¨®n es terrible¡±, dice St¨¦phane Lefebvre, director del Hospital de Verviers, mientras se adentra en la carpa para pacientes covid que est¨¢n a punto de concluir, una especie de hospital de campa?a anexo con el que pretenden aguantar el nuevo embate. El hospital ha ido recibiendo pacientes en oleadas estos ¨²ltimos d¨ªas y suma 153 ingresados con coronavirus. ¡°El doble que en la primera ola¡±, dice Lefebvre. ¡°Y el problema van a ser las pr¨®ximas dos semanas¡±.
En la carpa auxiliar un traj¨ªn de operarios enganchan tubos de ox¨ªgeno entre las camas y las enfermeras colocan filas y filas de medicamentos en las estanter¨ªas. Los ordenadores, nuevos, a¨²n tienen el pl¨¢stico protector de las pantallas. Han tardado una semana en levantarla. Tiene capacidad para 34 pacientes covid con afecci¨®n ligera y pretende ser un desahogo para un centro al borde del colapso: un 15% de su personal m¨¦dico se encuentra de baja por covid; se han suspendido la mayor¨ªa de servicios urgentes; ya suman 17 pacientes en cuidados intensivos (tienen 22 huecos disponible, todos ocupados) y hace un par de d¨ªas trasladaron a un primer paciente UCI a Alemania, para poder aliviar la situaci¨®n. En los pr¨®ximos d¨ªas, seg¨²n Lefebvre, Alemania acoger¨¢ hasta 15 pacientes de la zona.
Aunque las cifras son ya rotundas y los hospitalizados en B¨¦lgica superaron esta semana a los de la primera ola, el director del hospital a¨²n tiene esperanza: la mortalidad, dice, a¨²n se mantiene por debajo. Pero le asusta porque los n¨²meros siguen subiendo y sus pacientes tiene una edad media de 65 a?os, la misma que en primavera. ¡°Estamos desamparados. Con m¨¢s casos y menos personal¡±. A¨²n les sobra presupuesto para contratar m¨¢s enfermeras, pero no las encuentran.
Lefebvre no logra explicarse del todo la extraordinaria incidencia en Verviers. En parte, dice, se debe a los estudiantes: muchos viven de lunes a viernes en las ciudades universitarias de Lieja o Lovaina, donde comparten piso; en fin de semana regresan a casa, quiz¨¢ sin s¨ªntomas, pero infectados, y propagan el virus .
En el Ayuntamiento de la ciudad, la concejal de Salud, Sophie Lambert, piensa que lo de los estudiantes ¡°no es determinante¡±. Aporta otra de las explicaciones: la densidad de poblaci¨®n. ¡°Aqu¨ª vivimos unos sobre otros¡±. En Verviers, que fue un imperio de la lana en los a?os dorados de la revoluci¨®n industrial, las casas se?oriales se han ido dividiendo en infinidad de apartamentos para familias de clase media cada vez m¨¢s baja: donde viv¨ªa una ahora viven cuatro o cinco. A eso, la concejal a?ade las m¨¢s de 100 nacionalidades que conviven en la urbe. ¡°Hay una poblaci¨®n de origen extranjero muy importante y depauperada¡±, se?ala la pol¨ªtica socialista. Los extranjeros suponen el 12%, un dato similar al del resto del pa¨ªs, aunque crece cuando se tiene en cuenta a los belgas de origen for¨¢neo. Y la tasa de paro supera el 20%, m¨¢s del doble que la media del pa¨ªs. La comunicaci¨®n de lo que aqu¨ª llaman gestos barrera (mascarilla, distancia social...) resulta, seg¨²n Lambert, complicada en determinados barrios.
De Madrid a Nueva York, pasando por Verviers, la desigualdad social resulta determinante en la brecha sanitaria. Olivier Gillis, director del Observatorio de la Salud y de lo Social de Bruselas, considera, por ejemplo, la ¡°densidad de la poblaci¨®n y la precariedad¡± como dos de los factores determinantes en esta pandemia.
En Verviers, seg¨²n el Ayuntamiento, tambi¨¦n han resultado clave el fluido movimiento transfronterizo con Holanda y Alemania, ambas a tiro de piedra, y la falta de armonizaci¨®n de las medidas en el pa¨ªs, dictadas por un complejo laberinto de Administraciones de diferentes niveles. Con la intenci¨®n de poner orden y revertir una espiral aterradora e imparable, el primer ministro, Alexander de Croo, compareci¨® este viernes para endurecer a¨²n m¨¢s el confinamiento decretando en toda B¨¦lgica el teletrabajo obligatorio, el cierre de comercios no esenciales, la clausura de los colegios y la reducci¨®n del contacto social a una ¨²nica persona ajena al hogar por semana.
¡°Estamos cansados. Nos asfixiamos¡±.
En un pol¨ªgono industrial a las afueras de Verviers, el Ayuntamiento ha instalado una carpa a la que pueden llegar los coches y sus ocupantes para hacerse la prueba PCR de forma gratuita sin bajarse del veh¨ªculo. El pasado lunes realizaron cerca de 550 test, cuentan los sanitarios embutidos en trajes protectores. Este viernes a mediod¨ªa llevan ya 141. La media ronda los 400 diarios. Y eso que ahora, para tratar de ganar algo de tiempo al colapso en los laboratorios, solo permiten realizar la prueba a aquellos que acuden con s¨ªntomas, como esta mujer kurda, que ha llegado acompa?ada de su hija: la madre, con gesto agotado, siente fatiga e incapacidad para respirar; la hija no nota nada salvo que ha perdido el olfato. La menor traduce a su progenitora: llegaron en 2012 a B¨¦lgica y se instalaron en Verviers; el padre trabaja de camarero en un caf¨¦. Un hombre le introduce un bastoncito por la nariz a cada una. Contraen el rostro. Se vuelven a subir la mascarilla. Y las mujeres se marchan de all¨ª caminando.
Mientras tanto, a media hora de all¨ª, arranca en Lieja, la capital de la provincia m¨¢s afectada de B¨¦lgica, una manifestaci¨®n a las puertas de uno de sus grandes centros sanitarios, la cl¨ªnica Montl¨¦gia. Rita Melissa, una enfermera de 29 a?os que ha acudido con un brazalete negro en el que se lee ¡°cuida a los que te cuidan¡±, habla de un 35% de enfermeros ausentes por enfermedad en su hospital, donde ya suman un centenar de pacientes en la UCI. ¡°Es un desastre¡±. Los manifestantes reclaman al Gobierno que cumpla las promesas de incrementos salariales y mejora de condiciones que llegaron tras la primera ola. Pero en medio del golpe de la segunda, apenas queda esperanza. ?De ¨¢nimo como van? ¡°Mal. Estamos cansados. Nos asfixiamos¡±, dice Melissa.
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