Una vacunaci¨®n desigual lastra la contenci¨®n de la covid-19 en Am¨¦rica Latina
A las dificultades de algunos pa¨ªses para acceder a los viales se suma el escepticismo de parte de la poblaci¨®n a las campa?as de inmunizaci¨®n
La batalla contra la pandemia en una de las regiones donde m¨¢s golpea se parece a tratar de vaciar un globo de agua cerrado: cuando aprietas por un lado y los casos bajan all¨ª, suben en otra parte. No ha habido ni un solo mes desde marzo de 2020 en la que al menos un pa¨ªs de la regi¨®n no estuviera sufriendo su particular ola de contagios, con el subsiguiente coste en muertes. La perspectiva de la vacunaci¨®n masiva ha mejorado notablemente las expectativas para lo que queda de 2021 y 2022, pero su avance irregular supone que las esperanzas no est¨¢n igualmente repartidas en el continente.
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La batalla contra la pandemia en una de las regiones donde m¨¢s golpea se parece a tratar de vaciar un globo de agua cerrado: cuando aprietas por un lado y los casos bajan all¨ª, suben en otra parte. No ha habido ni un solo mes desde marzo de 2020 en la que al menos un pa¨ªs de la regi¨®n no estuviera sufriendo su particular ola de contagios, con el subsiguiente coste en muertes. La perspectiva de la vacunaci¨®n masiva ha mejorado notablemente las expectativas para lo que queda de 2021 y 2022, pero su avance irregular supone que las esperanzas no est¨¢n igualmente repartidas en el continente.
Per¨² es el pa¨ªs del mundo con mayor exceso de muertes per c¨¢pita en el periodo pand¨¦mico, en comparaci¨®n con a?os anteriores. Ecuador, tambi¨¦n en el top mundial, sufri¨® una de las primeras olas en el mundo con miles de fallecimientos en la provincia de Guayas que nunca fueron confirmados como v¨ªctimas de la covid-19. Brasil y M¨¦xico, con pandemias persistentes, acumulan m¨¢s de un mill¨®n de exceso de muertes entre ambos. Y a¨²n as¨ª, al virus a¨²n le quedan fuerzas en la regi¨®n para producir nuevas olas de contagio, muchas veces impulsadas por variantes del original que tienen su origen precisamente en Am¨¦rica Latina (lambda, en Per¨²; mu, en Colombia).
Estas olas se cuelan incluso en pa¨ªses que hab¨ªan resistido el embate durante un a?o entero. Es el caso de Uruguay, que registr¨® el pico per c¨¢pita m¨¢s alto de la regi¨®n (teniendo en cuenta que es uno de los pa¨ªses que mejor detecta casos en el mundo). O de Costa Rica, que lleva en una ola de doble pico desde mayo de este a?o. En Cuba, que jugaba con la ventaja de ser una isla relativamente aislada del exterior (en ausencia de turismo), julio y agosto han sido los meses m¨¢s duros.
A 18 meses de la primera cuarentena general impuesta en Am¨¦rica Latina, y nueve de la primera vacuna, los datos dejan poco lugar a dudas sobre el poder de ¨¦stas ¨²ltimas por encima de las restricciones a la movilidad para combatir el virus de manera sostenible. Esto es especialmente cierto en una regi¨®n con amplias capas de la poblaci¨®n viviendo de los ingresos diarios, en situaciones de informalidad que las t¨ªmidas ampliaciones de los sistemas de bienestar producidas por la pandemia no han logrado solucionar. Pero estas mismas dificultades estructurales son las que delimitan los cauces por los que fluye la vacunaci¨®n en la regi¨®n.
Desigualdad entre pa¨ªses
El m¨¢s determinante de estos cauces es la diferencia entre pa¨ªses. Uruguay, el m¨¢s vacunado de la regi¨®n, multiplica por 20 la tasa de inmunizaci¨®n de Nicaragua, a la cola de la clasificaci¨®n regional.
El orden no es casual: como sucede en el resto del mundo, la riqueza de cada pa¨ªs es un determinante clave de su tasa de vacunaci¨®n. A mayor PIB per c¨¢pita (que normalmente implica mejor sistema de salud, m¨¢s capital humano, mejores infraestructuras), m¨¢s alta es la tasa de vacunaci¨®n en todo el continente americano.
Ahora bien: dentro de este orden estructural, hay pa¨ªses que han maximizado sus capacidades de partida. Uruguay y Chile constituyen los casos m¨¢s claros, pero ¨²ltimamente los ascensos de Ecuador y El Salvador tambi¨¦n se?alan impulsos muy por encima de lo que parece dictar la relaci¨®n media entre ingresos y vacunas. Los grandes de la regi¨®n (Argentina, Brasil, Colombia, M¨¦xico) est¨¢n en el punto que les corresponde o algo por debajo. Con una notable excepci¨®n: Estados Unidos lleva semanas vacunando por debajo de su potencial, hasta el punto de que la brecha que hay entre donde est¨¢ y donde se supone que podr¨ªa estar seg¨²n su nivel de renta es proporcionalmente equivalente la que presentan pa¨ªses mucho m¨¢s pobres (y menos vacunados) como Honduras, Guatemala o Venezuela.
De hecho, estos pa¨ªses llevan un ritmo hoy d¨ªa mayor que el de EE UU. En los ritmos cambiantes de cada pa¨ªs tambi¨¦n se expresan estas diferencias de acceso y capacidad. Uruguay, Cuba o Ecuador, con situaciones de partida bien distintas, han sido capaces de aplicar estrategias que han producido crecimientos r¨¢pidos. Algo que, al parecer, ha quedado fuera del alcance de pa¨ªses no particularmente pobres, sino de ingreso medio, como Colombia, M¨¦xico o Per¨².
Desigualdades dentro de los pa¨ªses
Dentro de los grandes cauces nacionales existen subdivisiones igualmente profundas. De nuevo, ¨¦stas correlacionan con los ingresos, pero al acercar el foco otras causas revelan su importancia. El caso de Colombia es iluminador. El pa¨ªs tiene una de las orograf¨ªas m¨¢s complejas de Am¨¦rica Latina, sumada a una presencia estatal y de infraestructura dispareja a lo largo y ancho de su territorio. El resultado es un coraz¨®n andino m¨¢s vacunado que la periferia de las llanuras o las costas. Los territorios poco densos (Vichada, Guain¨ªa, Vaup¨¦s) o de presencia estatal d¨¦bil (Choc¨®, Cauca, Putumayo) presentan tasas de vacunaci¨®n mucho menores a las ciudades de referencia, o a territorios con mejor articulaci¨®n urbana y p¨²blica como la zona cafetera o Boyac¨¢.
Este mapa, as¨ª como las diferencias observadas en tasas de vacunaci¨®n entre entornos rurales y urbanos en la pr¨¢ctica totalidad del continente, confirma la sospecha mantenida desde el principio del proceso de que el trecho desde el vial hasta el brazo de la persona que debe recibirlo no es igual para todos.
Escepticismo que planea
Aunque Am¨¦rica Latina presenta unos niveles de voluntad para vacunarse notablemente elevados, el escepticismo se ha hecho un hueco: en Argentina, Bolivia, Colombia o Nicaragua m¨¢s del 20% de los adultos presenta dudas. Estos datos de disposici¨®n a vacunarse vienen de la Global COVID-19 Trends and Impact Survey, mantenida por la Universidad de Maryland. Los ¨²ltimos datos son de junio de 2021, se?alando el estado de la confianza en un momento crucial para los planes de vacunaci¨®n del continente. Cabe matizar, eso s¨ª, que en los pa¨ªses con r¨¢pidos avances en vacunaci¨®n (como Chile o Uruguay) es probable que el porcentaje haya descendido porque muchos de los que responden a la encuesta ya est¨¢n vacunados
Los efectos secundarios se han mantenido durante toda la primera mitad de 2021 como el principal motivo para el temor. De igual manera, casi la mitad del total de esc¨¦pticos en Argentina, Bolivia, Brasil, Chile y Colombia declaraban una preferencia por ¡°esperar para ver si [la vacuna] es segura¡±. Todo ello a pesar de que las vacunas empleadas en la regi¨®n, con la excepci¨®n de las cubanas, llevan siendo empleadas en todo el mundo desde hace casi un a?o.
Estos datos, y su estabilidad relativa en el tiempo, sugieren la existencia de un n¨²cleo de duda que puede dificultar la implementaci¨®n de los planes de vacunaci¨®n. Especialmente si se localizan en zonas espec¨ªficas, como estar¨ªa sucediendo a tenor de los datos recogidos por esta misma encuesta: dentro de Argentina, por ejemplo, la voluntad de vacunarse var¨ªa del 78% en Buenos Aires al 60% en la m¨¢s apartada provincia de Misiones, o 64% en la de R¨ªo Negro. Una combinaci¨®n de escepticismo y peor acceso por menor presencia institucional podr¨ªa ser letal para estas zonas, marcando una salida de la pandemia en varias velocidades.
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