Un infierno de pederastia en los colegios jesuitas: ¡°Ten¨ªa que orinar con ¨¦l, dec¨ªa que eran cosas de mayores¡±
La Compa?¨ªa de Jes¨²s es la orden que m¨¢s acusaciones de abusos ha recibido en Espa?a en los ¨²ltimos a?os: 130 religiosos se?alados, un 15,4% de los 840 cl¨¦rigos acusados contabilizados por EL PA?S
Es inevitable. Cada vez que Bautista (nombre ficticio) pasa por delante del colegio jesuita de Sant Ignasi de Sarri¨¤, en Barcelona, siente c¨®mo su est¨®mago se le revuelve. Este antiguo alumno afirma que no ha pasado una semana en los ¨²ltimos 50 a?os en la que no recuerde c¨®mo el hermano Emilio Benedetti le hac¨ªa llamar a su despacho para agredirle sexualmente o le llevaba consigo a la casa de colonias que el colegio ten¨ªa en Ribes de Freser, donde los abusos ¡°eran m¨¢s serios¡±. La denuncia de Bautista no es la ¨²nica. EL PA?S comenz¨® a investigar el caso de Benedetti en 2018 y desde entonces ha recabado m¨¢s testimonios. En total, Benedetti est¨¢ acusado por abusar de al menos 13 menores en ese colegio entre 1969 y 1973. El exalumno Alejandro de Gregorio afirma que fue testigo de tales hechos: ¡°Hac¨ªa ir a algunos al colegio los s¨¢bados por la tarde, para explicarte cosas. Todos tembl¨¢bamos, porque sab¨ªamos lo que ocurr¨ªa. A m¨ª no me llam¨® nunca, pero todos contaban lo mismo: sacaba un libro de anatom¨ªa y te explicaba el aparato reproductivo, y entonces aprovechaba para hacer tocamientos¡±.
Durante las vacaciones de verano del curso de 1969 y 1970, De Gregorio fue a Salard¨² (Lleida), en los Pirineos, a un curso de ingl¨¦s organizado por los jesuitas, donde el acusado impartir¨ªa varias clases. ¡°Cada noche, Benedetti se levantaba a tocar a algunos ni?os. Todos lo sab¨ªamos. Yo no quer¨ªa seguir all¨ª y llam¨¦ a mis padres para volver, con la excusa de preparar los ex¨¢menes. Al llegar a casa se lo cont¨¦. Luego supe que fueron al colegio a protestar, pero [los sacerdotes] no hicieron nada¡±, relata. A?os despu¨¦s, en 1973, Benedetti fue trasladado al colegio Joan Peler¨ª, en el barrio barcelon¨¦s de Hostafrancs (1974-1985), y a la Escuela Nacional Mallorca (labor que compagin¨® con el centro de la capital catalana entre 1983 y 1985). Entre 1985 y 1998 se mud¨® a Bruselas para trabajar en los centros Foyer Catholique Europ¨¦en y Arbeitstelle der Jesuiten im Bistum Aachen. Volvi¨® a Catalu?a y desde 1998 hasta su muerte en 2019 colabor¨® con varias entidades, como C¨¢ritas, la Biblioteca regional de la Misi¨®n Rusa y asociaciones de antiguos alumnos de los colegios jesuitas de Sant Ignasi y Joan Peler¨ª, entre otras.
El caso Benedetti no es el ¨²nico al que hace frente la Compa?¨ªa de Jes¨²s. En total, 130 miembros de la orden (religiosos y laicos que trabajan en la instituci¨®n) est¨¢n acusados de haber abusado de menores en las ¨²ltimas d¨¦cadas. M¨¢s de la mitad (67 de ellos) forman parte de los dos dosieres que este diario entreg¨® al Vaticano y a la Conferencia Episcopal Espa?ola en 2021 y el pasado junio. El n¨²mero de v¨ªctimas se eleva a 160, seg¨²n datos recabados por este diario durante la investigaci¨®n sobre la pederastia en la Iglesia que inici¨® hace casi cuatro a?os. La Compa?¨ªa de Jes¨²s es la orden que m¨¢s acusaciones de abusos ha recibido hasta la fecha, un 15,4% de los 840 cl¨¦rigos espa?oles se?alados por abusos que este diario ha contabilizado en su base de datos.
La Compa?¨ªa de Jes¨²s fue una de las primeras ¨®rdenes en realizar una investigaci¨®n interna sobre los casos de pederastia cometidos dentro de sus muros. La contabilidad de la orden, recogida en dos informes publicados a comienzos de 2021 y mediados de 2022, cifra en 84 las v¨ªctimas que sufrieron abusos por parte de 68 jesuitas y cuatro laicos que trabajaban para la orden. No obstante, m¨¢s all¨¢ de dar estas cifras, la Compa?¨ªa se ha negado a informar de datos relevantes sobre cada caso, como las iniciales de los acusados o el lugar donde tuvieron lugar los hechos.
La Compa?¨ªa explica que en estos dos informes a¨²n no se han incluido los casos que este diario recopil¨® en sus dosieres, pero que estar¨¢n presentes en su pr¨®xima publicaci¨®n. No obstante, la orden explica que dichos casos se encuentran ¡°en proceso de investigaci¨®n¡±. Pese a ello, la congregaci¨®n ha precisado que de los 67 casos publicados por EL PA?S al menos 50 de los acusados jesuitas ya han fallecido y cuatro siguen con vida ¡ªde los 15 restantes la Compa?¨ªa explica que a¨²n no dispone de la informaci¨®n suficiente para conocer su paradero: ocho son seglares, de dos de ellos no conocen el apellido, otros dos est¨¢n sin identificar y uno de los cl¨¦rigos acusados de abusar en uno de sus centros no es jesuita¨D.
El caso m¨¢s antiguo data de 1927 y el m¨¢s reciente es de 2012. Si se tienen en cuenta que, desde esa primera fecha, seg¨²n datos de la orden, 8.782 jesuitas han pasado por la congregaci¨®n, puede extraerse que en torno a un 1,4% de los religiosos de la compa?¨ªa est¨¢n acusados de haber cometido abusos.
La mayor¨ªa de los abusos denunciados se cometieron en centros educativos. Concretamente en 25 centros repartidos en 19 provincias. La compa?¨ªa dirige actualmente 68 centros en toda Espa?a. En algunos hay varios acusados, como el colegio de Sant Ignasi de Sarri¨¤, donde Benedetti imparti¨® clases de Esp¨ªritu Nacional, religi¨®n e ingl¨¦s. All¨ª hay otros seis jesuitas se?alados: Jos¨¦ Soler, el padre Cabanach, Pere Sala, Josep Antoni Gar¨ª, Antoni Roig¨¦ y Luis To. Estos dos ¨²ltimos fueron los sacerdotes a los que acudieron los padres de Gregorio para alertar del comportamiento de Benedetti. El sufrimiento de los abusos se entremezcla con la frustraci¨®n que Bautista y De Gregorio sienten al pensar que el resto de los profesores jesuitas no hac¨ªan nada ante lo que, seg¨²n afirman, ¡°era un secreto a voces¡±.
En cuanto a los casos del colegio de Sarri¨¤, los jesuitas de Catalu?a informaron que To fue condenado en 1992 a dos a?os de c¨¢rcel por abusar de un menor y la orden le envi¨® ese a?o a Bolivia, donde residi¨® hasta su muerte. Pere Sala fue apartado en 2019, despu¨¦s de que dos v¨ªctimas pusieran una denuncia can¨®nica y una querella en los tribunales civiles. Ese mismo a?o, la orden tambi¨¦n tom¨® medidas cautelares con Roig¨¦ y le abri¨® un procedimiento eclesi¨¢stico. Gar¨ª dej¨® la orden en 1971, aunque la instituci¨®n admite que hab¨ªa ¡°rumores¡± de que abus¨® de menores durante los a?os sesenta, seg¨²n inform¨® El Peri¨®dico de Catalunya en 2019.
Sobre Benedetti, explic¨® que abri¨® un proceso despu¨¦s de que EL PA?S le informase a finales de 2018 que estaba investigando este caso, pero que lo cerr¨® tras la muerte del acusado en febrero de 2019. Para Bautista, esta respuesta es insuficiente. ¡°Ya no tengo pesadillas, pero las recuerdo con un detalle estremecedor. Lo que el colegio Sant Ignasi de Barcelona hizo, no solo a m¨ª sino a muchos otros, deber¨ªa ser suficiente para cerrar ese establecimiento para siempre¡±, dice.
¡°Me dec¨ªa que no dijera nada, que me quer¨ªa mucho¡±
Otra historia de abusos es la de Jos¨¦ Luis Blanco. Con 15 a?os empez¨® a trabajar en la sede de la Federaci¨®n Espa?ola de Religiosos de Ense?anza (FERE) en Madrid. Corr¨ªa 1960 y Blanco trabajaba en turno de tarde, a partir de las 16.00, cuando ya no quedaba mucha gente en las oficinas. Entre sus responsabilidades diarias estaba repartir el correo. Cada tarde, relata, acud¨ªa al despacho del entonces director de la federaci¨®n, el jesuita Luis Fern¨¢ndez, para que le indicara a qui¨¦n deb¨ªa entregar la correspondencia. Durante los primeros meses no hubo ning¨²n comportamiento anormal.
No fue hasta el s¨¦ptimo mes, denuncia Blanco, que el jesuita empez¨® a sobrepasarse con ¨¦l. ¡°Al sentarse en su sill¨®n y yo a su lado para recibir la correspondencia, comenz¨® a pasarme el brazo de forma disimulada por la entrepierna. Al principio, al notar mi rechazo, autom¨¢ticamente cesaba en su intento¡±, relata.
Pero cierto d¨ªa, a?ade la v¨ªctima, Fern¨¢ndez fue m¨¢s all¨¢. ¡°Cerr¨® la puerta con llave, se aposent¨® en su sill¨®n y me arrim¨® hacia ¨¦l. Baj¨® la cremallera de mi pantal¨®n y se entretuvo sobando y besando mi miembro¡±. Blanco cuenta que, a partir de aquel d¨ªa, el padre Fern¨¢ndez abus¨® de ¨¦l cada tarde durante dos a?os. ¡°Al terminar me dec¨ªa que no dijera nada, que me quer¨ªa mucho, d¨¢ndome una copa de vino de consagrar, caramelos y obleas¡±, describe.
¡°Fue un contratiempo tremendo que, por mi corta edad, no sab¨ªa c¨®mo afrontar¡±, dice. Esta v¨ªctima, ahora con 77 a?os, padec¨ªa los tocamientos como una contradicci¨®n enorme: por las ma?anas, dice, ve¨ªa al padre Fern¨¢ndez consagrar en la capilla de la FERE y, unas horas m¨¢s tarde, ese mismo jesuita abusaba de ¨¦l en el mismo piso, a tan solo unas puertas de la capilla. Atrapado en una espiral de confusi¨®n y sin saber c¨®mo salir de ella, Blanco pidi¨® ayuda al segundo al mando de la FERE, el sacerdote salesiano Luis Bl¨¢zquez. ¡°Le indiqu¨¦ que quer¨ªa confesarme. Le coment¨¦ el problema y su contestaci¨®n rotunda y autoritaria fue que como se me ocurriera decir a alguien algo de este asunto, autom¨¢ticamente me excomulgar¨ªa. Que me atuviera a las consecuencias. Nadie me iba a creer¡±, afirma la v¨ªctima.
Blanco explica que su situaci¨®n all¨ª ¡°no ten¨ªa arreglo¡± y que lo ¨²nico que pod¨ªa hacer era marcharse de ese lugar. Les dijo a sus padres que ya no quer¨ªa trabajar en aquella oficina, aunque no les explic¨® el porqu¨¦. Cuenta que tuvo que ¡°aguantar las broncas y reproches¡± de su familia y que su padre le hizo ir al despacho del padre Fern¨¢ndez ¡°a pedirle disculpas¡± por su decisi¨®n de abandonar su puesto en la FERE. El jesuita, dice Blanco, le dijo que sus puertas siempre estar¨ªan abiertas para cuando el joven quisiera regresar. Los jesuitas han declarado a EL PA?S que en 1971 una v¨ªctima denunci¨® a Fern¨¢ndez por abusos y fue apartado de su puesto. ¡°Se le impusieron medidas cautelares de prohibici¨®n de la docencia y tambi¨¦n de contacto con menores. Desde entonces y hasta su fallecimiento, estuvo dedicado a la investigaci¨®n hist¨®rica¡±, informa una portavoz.
¡°Me rob¨® la dignidad¡±
Cuando D. M. ten¨ªa seis a?os, a mediados de la d¨¦cada de los setenta, su madre limpiaba el colegio jesuita San Jos¨¦ de M¨¢laga. El ni?o y su hermana, tres a?os mayor que ¨¦l, iban cada tarde con su madre al colegio. Mientras ella limpiaba, dice D. M., ¨¦l se iba solo con el padre Mond¨¦jar. Ahora, con 53 a?os, afirma que recuerda perfectamente la ubicaci¨®n del despacho donde el jesuita le llevaba: entrando al colegio a la derecha. Era grande, con una mesa delante de un ventanal. ¡°A m¨ª me llamaban mucho la atenci¨®n los cajones [de la mesa], algunos de ellos ten¨ªan cerraduras y cuando se quedaba conmigo a solas me daba las llaves para que los abriera. Dentro de uno hab¨ªa Sugus y en otro, Huesitos. Me acuerdo mucho de eso, porque los Huesitos eran un dulce nuevo y poco conocido. Estaban muy buenos¡±, narra.
Pero no son los caramelos lo que D. M. retiene en sus recuerdos con m¨¢s nitidez, sino lo que el sacerdote hac¨ªa con ¨¦l cuando se quedaban solos: los rozamientos del sacerdote contra ¨¦l mientras ¨¦l dibujaba sobre la mesa, el olor del aliento y el ruido de los labios secos del religioso que se pegaba en su nunca. ¡°En la comisura ten¨ªa restos de saliva seca, blanca¡±, describe.
La v¨ªctima cuenta que no entend¨ªa lo que pasaba. ¡°Tambi¨¦n ¨ªbamos los dos al ba?o y yo ten¨ªa que orinar con ¨¦l en la misma taza del v¨¢ter. ?l dec¨ªa que eso eran cosas de mayores y en varias ocasiones me hizo que le tocara el pene. A partir de ah¨ª, yo estuve hasta los 13 a?os haci¨¦ndome pip¨ª en la cama sin saber por qu¨¦¡±, cuenta. Los abusos duraron tres a?os.
D. M. tambi¨¦n sent¨ªa p¨¢nico ante la idea de contar lo que estaba sufriendo. ¡°Mi madre le ten¨ªa idealizado, para ella era un Dios. Era un intocable y muy querido por la comunidad. Recuerdo que tuve que acompa?ar a mi madre a su entierro en 1992¡å, dice. ¡°El padre Mond¨¦jar fue la primera persona que me rob¨® la dignidad, la inocencia. Me lo rob¨® todo¡±, lamenta. La orden ha comunicado que ha revisado toda la documentaci¨®n de la que dispone del acusado en sus archivos y no ha encontrado ¡°ninguna se?al que invite a pensar que cometi¨® alg¨²n delito de abusos¡±. No obstante, invita a la v¨ªctima a que contacte con la compa?¨ªa ¡°para poder ampliar la informaci¨®n y por tanto la investigaci¨®n¡±.
Si conoce alg¨²n caso de abusos sexuales que no haya visto la luz, escr¨ªbanos con su denuncia a abusos@elpais.es. Si es un caso en Am¨¦rica Latina, escr¨ªbanos a abusosamerica@elpais.es.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.