Antonio de Lacy: ¡°Soy un animal de hospital, opero cinco d¨ªas a la semana en tres ciudades¡±
El cirujano, de 66 a?os, eminencia de la cirug¨ªa rob¨®tica no invasiva, se jubil¨® en 2022 como jefe del ¨¢rea gastrointestinal del Clinic, pero sigue operando en la privada y proyecta crear un hospital centrado en el paciente
Cita en el encopetado hotel Wellington, su ¡°casa¡± cuando opera en Madrid. ¡°Oper¨¦ a alguien de la casa y me hacen superprecio¡±, aclara, preventivamente, plantado en el lobby vestido de punta en blanco esperando a la visita a la una de la tarde. Antonio de Lacy Fortuny, hijo de la burgues¨ªa mallorquina de toda la vida, es una eminencia, no solo m¨¦dica. Entre su c¨ªrculo social y los notables a los que ha operado a lo largo de su vida se podr¨ªa llenar una revista ?Hola! y un diario ...
Cita en el encopetado hotel Wellington, su ¡°casa¡± cuando opera en Madrid. ¡°Oper¨¦ a alguien de la casa y me hacen superprecio¡±, aclara, preventivamente, plantado en el lobby vestido de punta en blanco esperando a la visita a la una de la tarde. Antonio de Lacy Fortuny, hijo de la burgues¨ªa mallorquina de toda la vida, es una eminencia, no solo m¨¦dica. Entre su c¨ªrculo social y los notables a los que ha operado a lo largo de su vida se podr¨ªa llenar una revista ?Hola! y un diario Cinco d¨ªas juntos. Pero tambi¨¦n ha intervenido a miles de pacientes de la sanidad p¨²blica de toda condici¨®n social y econ¨®mica en el hospital Cl¨ªnic de Barcelona, en cuyos quir¨®fanos empez¨® a practicar desde estudiante. En contraste con su vistosa cabellera blanca, el doctor tiene pocos pelos en la lengua mientras la grabadora est¨¢ encendida. Apagada, ninguno.
?Puedo ver sus manos?
[Las muestra: manicura cuidada, dedos fuertes y largos]. Tengo los pies horribles, y las manos deber¨ªan serlo, pero no, porque las ejercito operando. Tambi¨¦n tengo el brazo derecho cent¨ªmetro y medio m¨¢s largo que el izquierdo, por el tenis.
?Cu¨¢ndo oper¨® la ¨²ltima vez?
Ayer. Opero cuatro o cinco veces a la semana en tres ciudades distintas: Barcelona, Madrid y Palma de Mallorca.
Y eso que est¨¢ jubilado.
Solo del Cl¨ªnic. En la sanidad p¨²blica hay una tendencia a quitar cargos de gesti¨®n cuando cumples 65, aunque la ley lo permite hasta los 68. As¨ª que, puesto en el brete, prefer¨ª irme y tratar de montar mi proyecto, mi sue?o. Soy ambicioso, en el mejor sentido, no un trepa que va dando cuchilladas y dejando detr¨¢s cad¨¢veres. A los 40, te domina m¨¢s la testosterona de querer firmar a toda costa. A los 66, mi ambici¨®n es pausada y madura.
?Es adicto al trabajo?
Lo he sido siempre. Ahora, adem¨¢s, soy viudo. Mi mujer [Catalina Oliver, ginec¨®loga, con la que llevaba casado 30 a?os y tiene dos hijos] muri¨® de c¨¢ncer de pulm¨®n hace cuatro a?os y no lo he superado. Mis hijos son mayores. Estoy solo. Mi vida es el trabajo y quiero seguir trabajando.
?Qu¨¦ supone para un m¨¦dico no haber podido salvar a su esposa?
Te podr¨ªa contar cosas de pena, terribles, pero el cirujano es un t¨ªo optimista por definici¨®n, ve el vaso medio lleno. Tengo que verlo para poder operar. Pero con mi mujer me di cuenta de lo que sufre el paciente y el familiar. Cuando la diagnosticaron, el c¨¢ncer estaba avanzado. Le dieron meses de vida y dur¨® cuatro a?os, porque se iban abriendo l¨ªneas de investigaci¨®n. Me levantaba a las tres de la madrugada y me pon¨ªa a estudiarlo todo. Tanto, que algunos creen que soy onc¨®logo. Claro que us¨¦ mi privilegio de m¨¦dico. No soy una palomita blanca. Pero dur¨® lo que la estad¨ªstica dec¨ªa que iba a durar. Eso es demoledor. Un d¨ªa, estando ya muy mal, Catalina me dijo: ¡°T¨² que operas tanto c¨¢ncer, no puedes salvarme¡±. Lo llevo clavado en la frente.
Dicen que sus colaboradores le temen, digo respetan, pero que sus pacientes lo quieren.
Siempre me han querido los pacientes, pero ahora me quieren m¨¢s, porque soy mejor m¨¦dico y mejor persona. Y en eso consiste mi sue?o. En hacer un hospital donde el paciente sea realmente el centro. Lo he llamado We deserve, ¡°nos merecemos¡±, en ingl¨¦s, porque nos merecemos un hospital donde no haya m¨¢s esperas que las necesarias, donde, si es posible, se salga con un diagn¨®stico y un tratamiento y un escenario probable, y se estudie a toda la familia si es preciso.
Eso es car¨ªsimo.
Eso es barat¨ªsimo. Lo caro es que en cinco a?os vengan esos familiares con c¨¢ncer avanzado y necesiten tratamientos car¨ªsimos, o se mueran. Cara ha sido la covid, que ha retrasado diagn¨®sticos y terapias y ha costado muchas vidas. La covid ha dado lecciones que no estamos aplicando.
?Y qui¨¦n paga ese hospital? ?Y qui¨¦n podr¨ªa ser atendido all¨ª?
Lo pagar¨ªan fondos de inversi¨®n, gente con dinero, estoy dedic¨¢ndome a captar posibles inversores y todo el mundo lo ve clar¨ªsimo. Yo creo en la colaboraci¨®n p¨²blico-privada. Es alucinante que se critique a Amancio Ortega por donar equipamientos, por ejemplo. Se trata de que el modelo se expanda y cualquiera pueda ser paciente. Es dif¨ªcil, pero posible, me doy dos a?os para lograrlo.
Usted y yo sabemos que la calidad asistencial en Espa?a depende del c¨®digo postal del enfermo.
S¨ª. Y tambi¨¦n hay sitios en ?frica donde te cortan las manos si roban, o el cl¨ªtoris si eres mujer. La cualidad m¨¢s importante de la sanidad en Espa?a es su universalidad. He operado a mendigos y a magnates, en la p¨²blica y en la privada. Por dentro, somos todos iguales. Tenemos el mismo intestino lleno de mierda y los mismos jugos horribles y preciosos, como la sangre, que es preciosa y maravillosa. Somos bellos por dentro. La justicia absoluta es la muerte.
?Confirma o desmiente el legendario ego del cirujano? ?C¨®mo va el suyo?
Fenomenal. Siempre digo que tengo ego con hache, solo por debajo de los artistas. Date cuenta de que t¨² operas a una persona hecha un asco y al d¨ªa siguiente est¨¢ fant¨¢stica. Y despu¨¦s est¨¢ el rollo del quir¨®fano, que en ingl¨¦s, se dice ¡°theater¡±. Durante una estancia aburrid¨ªsima en Cambridge, ped¨ª hacerme socio de un club privado, para entretenerme. Me dijeron que era solo para artistas. Dije que era cirujano y me olvid¨¦. Al tiempo, me escribieron con que me admit¨ªan. Me hizo ilusi¨®n y gracia. A los que no soporto es a los que se creen Dios. En el quir¨®fano, si acaso, hay dos jefes, y uno es el o la anestesista. Si me dice que pare, paro: estoy a sus ¨®rdenes.
En operaciones largas, ?se sonda para aguantar sin ir al aseo, como dicen que hacen algunos colegas?
No. Pero s¨ª que alguna vez he estado interesado en analizarme la orina durante la operaci¨®n para hacer un estudio sobre el estr¨¦s del cirujano. Y una vez me sond¨¦ yo mismo. Me operaron de la espalda y qui¨¦n mejor que uno para eso.
?Es m¨¢s vergonzoso o peor enfermo el hombre o la mujer?
Las mujeres son menos vergonzosas, quiz¨¢ porque est¨¢n acostumbradas a ir al ginec¨®logo. Enfermo, no s¨¦, pero lo que es el hombre es peor cuidador. Cuando voy a visitar a alguien de madrugada y hay un t¨ªo de acompa?ante, siempre me lo encuentro roncando. Si es mujer, est¨¢ despierta y fresca.
Dice ser yonqui del quir¨®fano. ?Hay metadona para eso?
El amor, los afectos. Mira, a los pocos d¨ªas de nacer mi hijo, me fui a Estados Unidos y dej¨¦ a mi mujer sola con ¨¦l. Al volver, dije que eso nunca m¨¢s. Mi mujer era ¨²nica, por eso la echo tanto a faltar. Nunca le fui infiel. Y mira que tuve oportunidades. Si acaso, le hubiera sido infiel con el Cl¨ªnic, que fue mi casa 47 a?os. Soy un animal de hospital. Ahora leo que las mejores notas del MIR prefieren especialidades sin guardias y con m¨¢s calidad de vida, veo que ellos quieren trabajar para vivir y yo he vivido para trabajar.
?Se siente desperdiciado por la sanidad p¨²blica?
Probablemente, la mejor etapa del cirujano para operar es la d¨¦cada de sus 50 a?os. Me apetecer¨ªa seguir entrenando gente, pero me encuentro en forma para operar y para ense?ar. Adem¨¢s, tengo una agenda de contactos en todo el mundo que no ten¨ªa a los 30 y que podr¨ªa estar a disposici¨®n. Por eso me apasiona mi proyecto. Me divierte el trabajo porque no lo considero un trabajo.
Saca intestinos por el ano y tumores por la vagina. Cualquiera le lleva la contraria...
Una vez, bromeando con un presidente del Gobierno, le dije que, si le hac¨ªa falta, podr¨ªa sacarle la ves¨ªcula por la boca. Dijo que prefer¨ªa invitarme a comer. [r¨ªe]
Desciende del general Lacy. Su abuelo fabricaba coches en Mallorca. ?Se considera un privilegiado?
No me quejo. Me lo he pasado bomba en mi trabajo. En mi familia ha habido m¨¢s don que din. Mi abuelo se arruin¨® con los coches. A¨²n conservo uno de ellos, un Loric con matr¨ªcula hist¨®rica que todav¨ªa se pone a 120. Yo pude estudiar Medicina en Barcelona, siendo de Mallorca, gracias al esfuerzo de mis padres. Pero tambi¨¦n he perdido a mi ¨²nico hermano en un accidente de coche, y a mi mujer y, el verano pasado, a mi padre. Me enter¨¦ estando en una comida con amigos y no la suspend¨ª. Ellos me consolaron. Creo mucho en ellos. Me han salvado la vida.
?Y en Dios, cree?
Cre¨ªa. Hasta lo de Catalina. El otro d¨ªa, en el funeral de mi querid¨ªsima amiga Cristina Macaya, una gran se?ora de Mallorca, comentaba con el cura: ¡°Vaya con tu jefe¡±. ¡°Mi jefe es un fil de puta¡±, me respondi¨®. Estoy de acuerdo. Si existiera, habr¨ªa sido infinitamente mejor que me hubiera llevado a m¨ª en vez de a mi mujer.
?Lo dice en serio?
Absolutamente, ahora mismo.
Vocaci¨®n precoz
De pequeño, Antonio de Lacy Fortuny, (Palma, 66 años) jugaba a rajar y coser los pollos que se sacrificaban en su casa familiar de Palma de Mallorca, adelantándose a la vocación de cirujano que ha guiado su vida. Estudiante de Medicina en Barcelona, empezó sus prácticas antes incluso de acabar la carrera en el Hospital Clínic de Barcelona, donde ha ejercido durante toda su carrera y donde ha sido jefe del Servicio de Cirugía Gastrointestinal hasta su jubilación, no exactamente del todo voluntaria, el pasado año 2022. En ese tiempo, su trabajo ha sido referencia mundial en cirugía robótica no invasiva a través de los orificios naturales del cuerpo. Desde su jubilación, opera en la sanidad privada y preside la Plataforma AISChanel, desde donde forma a cirujanos de todo el mundo. Viudo de su esposa, Catalina Oliver, ginecóloga, fallecida de cáncer de pulmón hace cuatro años, De Lacy tiene dos hijos. Uno de ellos, Borja, ha seguido los pasos de su padre y es cirujano gastrointestinal en el Clínic.