Ibsen Mart¨ªnez, el intelectual que pegaba a las mujeres: ¡°Est¨¢s solo, huev¨®n, porque eres un maltratador¡±
Durante d¨¦cadas, este escritor y columnista de referencia en Iberoam¨¦rica ha ejercido su prestigio p¨²blico acompasado por el silencio social sobre las palizas a sus parejas
¡°Esta interpelaci¨®n de la prensa era inescapable. Iba a ocurrir. No te voy a decir la pendejada de que te agradezco [la llamada]. Pero genera un gran alivio en m¨ª, ?o¨ªste? Un gran alivio [¡] Y yo me imagino que tiene que ver con la edad, cuando ya no te puedes enga?ar: est¨¢s solo, huev¨®n, porque eres un maltratador¡±. El intelectual Ibsen Mart¨ªnez admiti¨® as¨ª, en conversaci¨®n con EL PA?S, lo que era un secreto a voces en ciertos c¨ªrculos intelectuales venezolanos: que a lo largo de su vida ha agredido f¨ªsicamente a varias mujeres siendo su pareja. Durante d¨¦cadas, ha ejercido su prestigio p¨²blico acompasado con el silencio social sobre sus agresiones machistas.
Ibsen Mart¨ªnez (Caracas, 1951) ha sido un intelectual de peso en Iberoam¨¦rica. Dramaturgo de culto, guionista de uno de los culebrones venezolanos m¨¢s c¨¦lebres (Por estas calles), articulista de prensa durante a?os, novelista reconocido en varios pa¨ªses latinoamericanos y ensayista autoexiliado del r¨¦gimen chavista, vive desde hace una d¨¦cada en Bogot¨¢ y desde hace nueve a?os colaboraba con este diario, adem¨¢s de con influyentes revistas como El Malpensante (Colombia) y Letras Libres (M¨¦xico). A sus 72 a?os, el pasado 23 de noviembre respond¨ªa p¨²blicamente, por primera vez, por las palizas de las que tambi¨¦n es autor y que ¨¦l mismo hab¨ªa admitido ya en una entrevista en el a?o 2000, sin que desde entonces nadie le hubiera preguntado al respecto. Mart¨ªnez no seguir¨¢ colaborando con EL PA?S.
En dos conversaciones mantenidas por videollamada, Mart¨ªnez admiti¨® al menos tres agresiones: confirm¨® los nombres de dos v¨ªctimas identificadas por este diario, en agresiones ocurridas a principios y finales de la d¨¦cada de los noventa, y relat¨® una tercera, la primera de todas, seg¨²n ¨¦l, ocurrida en los a?os setenta. ¡°Ten¨ªa 24 a?os, eso no es una excusa, pero s¨ª, no me import¨® tanto¡±, dijo. La fecha de su ¨²ltima agresi¨®n la fue cambiando en funci¨®n de las preguntas planteadas, desistiendo finalmente de fijarla. ?Sigue siendo un maltratador? ¡°No lo s¨¦ si lo sigo siendo, porque me retraje de toda vida amorosa¡±. ?Recuerda al menos el nombre de las mujeres a las que ha pegado? ¡°S¨ª, en muchos casos, pero no veo la necesidad de cont¨¢rtelo¡±, a?adi¨® Mart¨ªnez.
Silencio social
En los mismos c¨ªrculos intelectuales que acogieron e impulsaron al hombre p¨²blico en Venezuela se conoc¨ªan las agresiones a sus parejas, seg¨²n confirman ocho fuentes, adem¨¢s de mensajes y correspondencias de otras tres a los que ha tenido acceso este peri¨®dico.
Sin embargo, la escritura y las agresiones conviv¨ªan disociadas gracias al biombo que en esos ambientes a¨²n separa la opini¨®n p¨²blica y las palizas en casa. El silencio social se mantuvo incluso despu¨¦s de que en 2019 una de las agredidas, Sandra Caula, publicara en un medio digital venezolano un art¨ªculo titulado Secreto a voces, en el que contaba la agresi¨®n sufrida a manos de Ibsen, aunque sin nombrarlo.
Unos en persona y otros por tel¨¦fono, los seis intelectuales que primero atendieron a este diario ¡ªcuatro mujeres y dos hombres que en 2019 viv¨ªan en Caracas¡ª sab¨ªan que el se?alado en ese art¨ªculo era Ibsen Mart¨ªnez. Una ¡°obviedad¡± que solo aceptaron comentar desde el anonimato.
¡°El secreto no son las frecuentes y distintas formas de violencia contra las mujeres. Eso lo sabe todo el mundo. El secreto es qui¨¦nes somos nosotros: seres a quienes no les perturba convivir con ese horror¡±, conclu¨ªa Caula su art¨ªculo. La violencia machista es ¡°una de las violaciones de los derechos humanos m¨¢s extendidas del mundo¡±, seg¨²n la ONU.
Sandra Caula, la autora del art¨ªculo publicado en Cinco8, es escritora, traductora, editora y profesora de filosof¨ªa. Venezolana, vive en Madrid desde hace cinco a?os, donde a finales de septiembre pasado dio la primera pista sobre el caso Ibsen para este reportaje. A diferencia del resto, Caula no solo trat¨® de romper el silencio en 2019 con aquel art¨ªculo, sino que una vez que supo que se iba a publicar este, ha querido figurar con nombre y apellidos. EL PA?S conoce el nombre de otra agredida, pero no cuenta con su autorizaci¨®n para publicarlo.
Preguntado si a Sandra Caula la golpe¨® a pu?etazos con su beb¨¦ reci¨¦n nacido al lado, como ella relataba en el art¨ªculo, Ibsen Mart¨ªnez respondi¨®: ¡°Ciertamente, as¨ª fue¡±. Mart¨ªnez era el padre de aquel ni?o, Guillermo, que muri¨® a los nueve a?os por un problema card¨ªaco.
La ¡°doble moral¡±
El silencio tampoco se explica por la dificultad de verificar la historia. En parte, bastaba con introducir ¡°Ibsen Mart¨ªnez¡± y ¡°maltratador¡± en Google para avanzar. El buscador devuelve una entrevista del a?o 2000 en El Gatopardo en la que ¨¦l mismo lo reconoc¨ªa. La entrevista, en forma de cuestionario, inclu¨ªa esta pregunta n¨²mero 27: ¡°?De qu¨¦ se sigue arrepintiendo?¡±
¡ªDe haber sido durante a?os un maltratador dom¨¦stico y no haber hecho nada al respecto.
Y la n¨²mero 41: ¡°?Qu¨¦ tema elude recurrentemente?¡±
¡ªEl de la violencia dom¨¦stica, el de los celos.
No fue la ¨²nica vez. Aquel a?o, al hilo de la publicaci¨®n de su primera novela, El mono aullador de los manglares, protagonizada por un maltratador, en el diario Tal Cual tambi¨¦n le preguntaron por lo mismo. Y tambi¨¦n admiti¨® que ¡°golpeaba a las mujeres¡±, seg¨²n recordaba la autora de esa entrevista en una correspondencia a la que ha tenido acceso este diario.
En ninguna de aquellas entrevistas se destac¨® su respuesta ni se repregunt¨® nada. ¡°No era un tema¡±, resume la historiadora In¨¦s Quintero, especialista en la historia de la mujer en Venezuela, sobre aquellos a?os del cambio de siglo. Ella misma era entonces pareja de Mart¨ªnez y ni siquiera recuerda haber le¨ªdo esas confesiones, aunque conoc¨ªa su conducta violenta: ¡°?l mismo me lo cont¨®¡±, recuerda. Mantuvieron una relaci¨®n entre 1997 y 2007.
Mart¨ªnez nunca peg¨® a Quintero, seg¨²n coinciden ambos. ¡°No lo fue frente a m¨ª, pero ¨¦l es un tipo violento¡±, matiza Quintero. ¡°Un d¨ªa rompi¨® un televisor en la casa. Otro, rompi¨® a martillazos su reloj¡±, cuenta. En una tercera ocasi¨®n, durante una reuni¨®n de la historiadora con sus alumnos en su casa, Mart¨ªnez agredi¨® a uno de ellos. Desde que se divorciaron, no han vuelto a tener contacto.
A juicio de Quintero, frente a la enorme proyecci¨®n p¨²blica de Mart¨ªnez, ¡°las mujeres que se vieron violentadas por ¨¦l, en vista de su propia invisibilidad, prefirieron callar¡±. ¡°La fama era la coartada¡±, resume Caula, que decidi¨® escribir su art¨ªculo a rebufo del caso de Pl¨¢cido Domingo.
Lo que pasa en casa, en casa se queda. Esa ¡°doble moral¡±, en palabras de Quintero, sigue conformado en Venezuela ¡°un espacio no admitido o invisible de complicidades¡±. Hist¨®ricamente, ¡°ha habido una omisi¨®n c¨®mplice, pacata, de no pisarle la manguera al vecino¡±, seg¨²n Quintero, autora de La palabra ignorada. La mujer: testigo oculto de la historia de Venezuela, que contiene un cap¨ªtulo dedicado a una v¨ªctima de maltrato en el siglo XVIII.
En Colombia, el director de la revista El Malpensante, Andr¨¦s Hoyos, tuvo noticias en 2019 de la conducta violenta de su colaborador Ibsen Mart¨ªnez. La propia Sandra Caula le escribi¨® advirti¨¦ndoselo. Hoyos, que en un primer momento dud¨® de que fuera verdad lo que Caula contaba, se comprometi¨® a preguntar a conocidos suyos en Venezuela. As¨ª lo hizo y escribi¨® de vuelta a Caula: ¡°Tienes raz¨®n [¡]. Hay suficiente ilustraci¨®n. Siento mucho que hayas pasado por lo que hayas pasado. Un saludo, Andr¨¦s¡±.
Cuatro a?os despu¨¦s, Mart¨ªnez sigue siendo colaborador y miembro del consejo editorial de El Malpensante, seg¨²n confirma su director. Preguntado por los maltratos, Hoyos responde: ¡°Yo sobre eso, la verdad, no te puedo decir. Yo he o¨ªdo ruidos. No es mi funci¨®n andar verificando asuntos de ese estilo¡±.
Si quiere contactar al autor de este art¨ªculo, escriba a bgarcia@elpais.es
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