Gis¨¨le P¨¦licot: ¡°?Tengo la sensaci¨®n de que la culpable soy yo, y que los 50 detr¨¢s son las v¨ªctimas!¡±
La v¨ªctima de las violaciones estalla y asegura sentirse humillada por algunas de las preguntas y declaraciones el d¨ªa que el tribunal tambi¨¦n escuch¨® a Jean Pierre Mar¨¦chal, disc¨ªpulo de P¨¦licot
Gis¨¨le P¨¦licot, v¨ªctima de un centenar de hombres con los que su marido contactaba por Internet ofreciendo violarla mientras se encontraba sedada, sigui¨® el juicio por la ma?ana del mi¨¦rcoles desde su asiento en el tribunal de Avi?¨®n que se ocupa del caso. No dijo nada. Acompa?ada por su hija, observaba y escuchaba la declaraci¨®n de uno de los acusados: el ¨²nico entre los 50 sentados en la sala que no la viol¨®. Jean-Pierre Mar¨¦chal, considerado el disc¨ªpulo de su marido, se neg¨® a participar en las agresiones sexuales que organizaba Dominique P¨¦licot en su domicilio. Sin embargo, s¨ª lo hizo con su propia esposa aplicando los mismos m¨¦todos e invitando a quien le hab¨ªa instruido en la sumisi¨®n qu¨ªmica a participar en hasta 12 violaciones. Gis¨¨le no dijo nada. Por la tarde, sin embargo, estall¨® y su declaraci¨®n termin¨® envuelta en gritos.
La v¨ªctima, convertida ya un s¨ªmbolo de la lucha feminista en Francia, subi¨® al estrado al reanudarse la audiencia despu¨¦s de comer. Estaba prevista la difusi¨®n de fotos y v¨ªdeos de las violaciones, pero Gis¨¨le se opuso a que se mostraran en la sala anexa (donde parte del p¨²blico sigue el proceso). ¡°Son pruebas de las violaciones que he sufrido. Pero no se debe impactar al p¨²blico. No voy a exhibir estos v¨ªdeos en p¨²blico, son insoportables.¡± Tambi¨¦n hab¨ªa solicitado que sus hijos no estuvieran presentes en la sala principal durante la difusi¨®n. El mi¨¦rcoles solo la acompa?aba su hija, que sali¨® de la sala cuando se mostraron dichos documentos. Veintisiete fotograf¨ªas en las que se mostr¨® a la v¨ªctima siendo penetrada por un juguete sexual o mostrando sus genitales. En algunas se ver¨ªa a Gis¨¨le con los ojos abiertos, un dato utilizado por algunas defensas para justificar que estaba consciente. ¡°Est¨¢ perfectamente despierta, en algunas se la ve sonre¨ªr¡±, se?al¨® respecto a unas fotos que podr¨ªan no pertenecer a las secuencias de las violaciones.
Gis¨¨le P¨¦licot estall¨® en c¨®lera al escuchar estas palabras y respondi¨® a todas las insinuaciones a las que hab¨ªa asistido hasta el momento: ¡°En ning¨²n momento di mi consentimiento al se?or P¨¦licot, ni a estos hombres que est¨¢n detr¨¢s de m¨ª. ?En qu¨¦ momento un hombre decide por su mujer? Desde que llegu¨¦ a esta sala de audiencias, me siento humillada. Me han llamado alcoh¨®lica, c¨®mplice del se?or P¨¦licot. He o¨ªdo de todo, se necesita un grado de paciencia muy alto para soportar todo lo que tengo que escuchar.¡± Incluso el propio Dominique P¨¦licot pidi¨® que no se sospechara m¨¢s de ella.
El tono fue alz¨¢ndose a medida que avanzaba la declaraci¨®n, especialmente cuando se habl¨® de la corta duraci¨®n de las grabaciones que el ex marido de Gis¨¨le realiz¨® de su mujer siendo violada. La v¨ªctima lleg¨® a encararse con uno de los abogados de los acusados a prop¨®sito de lo que pod¨ªa o no considerarse una violaci¨®n en funci¨®n de lo que pueda durar, tal y como insinu¨® este letrado la semana pasada. ¡°?Es la violaci¨®n una cuesti¨®n de tiempo? ?Tres minutos? ?Una hora? No importa cu¨¢nto tiempo pasaron, ?vinieron a violarme!¡±, exclam¨® con fuerza. ¡°?Tengo la sensaci¨®n de que la culpable soy yo, y que los 50 detr¨¢s son las v¨ªctimas!¡±, protest¨® Gis¨¨le muy indignada.
La v¨ªctima tambi¨¦n se refiri¨® al ¨²nico de los acusados que no la viol¨®. ¡°Jean-Pierre Mar¨¦chal, en esta sala, es el ¨²nico que supo decir no. No juzgo lo que hizo con su esposa, pero es el ¨²nico aqu¨ª que ha sabido decir no. Pero hay 50 hombres detr¨¢s que ni siquiera se plantearon la pregunta. ?Qu¨¦ tienen en el cerebro? Para m¨ª, son degenerados.¡± Uno de los acusados en la sala, seg¨²n los medios presentes, se irrit¨® por el uso de la palabra y el tono utilizado. Pero Gis¨¨le P¨¦licot volvi¨® a levantar la voz. ¡°?S¨ª, son degenerados! ?No estoy acostumbrada a enfadarme, pero, sinceramente, ya basta!¡±
Jean-Pierre Marechal, alias Rasmus en los foros sexuales que frecuentaba cuando ten¨ªa 53 a?os, es el hombre al que se refer¨ªa la v¨ªctima. Mar¨¦chal, sin embargo, fue una suerte de disc¨ªpulo de P¨¦licot. Suministr¨® los mismos ansiol¨ªticos a su esposa, con la que llevaba 30 a?os casado y hab¨ªa tenido cinco hijos, y la viol¨® hasta 12 veces con su instructor. El mi¨¦rcoles, como el propio P¨¦licot hab¨ªa hecho el d¨ªa anterior, se declar¨® culpable sin minimizar sus actos, pero busc¨® atenuarlos desmenuzando una biograf¨ªa plagada de abusos, incestos y experiencias traum¨¢ticas que, seg¨²n su relato, le habr¨ªan impedido discernir entre el bien y el mal en algunos momentos. Un argumento complicado de defender. Ni siquiera la v¨ªctima quiso compartirlo: ¡°Todos los hombres no habr¨ªan actuado de la misma manera, no hay que meterles a todos en el mismo saco¡±.
¡°Solo quer¨ªa violar a mi mujer¡±
La defensa de Mar¨¦chal busca demostrar que fue un artilugio de P¨¦licot. Pero ¨¦l no asumi¨® del todo el argumento este mi¨¦rcoles: ¡°Soy responsable de lo que hice¡±, dijo. Dej¨® claro, sin embargo, que si no hubiera frecuentado Coco.fr, nada de todo esto hubiera ocurrido. Seg¨²n su relato, una vez establecido el contacto con el principal acusado, Pelicot intent¨® primero convencerle para violar a su esposa, tal y como hizo con los otros 51 imputados. Mar¨¦chal, decidi¨® no hacerlo. ¡°Solo quer¨ªa violar a mi mujer¡±, explic¨® el mi¨¦rcoles en la sala. A cambio, acept¨® que P¨¦licot le revelase todos los secretos sobre c¨®mo lograba que su esposa no fuera consciente de las violaciones y le convenci¨® para que Mar¨¦chal los aplicase.
Mar¨¦chal, que fue los ¨²ltimos a?os de su vida conductor en una cooperativa agr¨ªcola, era el pen¨²ltimo de diez hermanos. Jubilado cuando se descubrieron los hechos, creci¨® en una familia muy pobre que ten¨ªa una granja en el sur de Francia. Su madre, explic¨® su abogado, era alcoh¨®lica y su padre extremadamente violento. ¡°Los ni?os recib¨ªan palizas muchas noches atados a alg¨²n ¨¢rbol de la propiedad. Se refugiaban en las jaulas de los conejos para escaparse del padre¡±.
La defensa del alumno de P¨¦licot se basa en buscar alguna atenuante en los traumas que, seg¨²n su abogado, se encontrar¨ªan en la base de unos actos que jam¨¢s hab¨ªa cometido antes de conocer a P¨¦licot. ¡°Fue violado por su padre, como sus hermanos y hermanas. Una de ellas, de hecho, nunca lo soport¨® y se suicid¨®. Es verdad que vivi¨® 45 a?os sin manifestar una reacci¨®n a esos problemas, pero hubo un catalizador que provoc¨® que todo saliera a flote: el encuentro con P¨¦licot. Fue as¨ª c¨®mo cay¨® en la perversi¨®n que hab¨ªa visto en su casa, porque jam¨¢s hab¨ªa hecho algo as¨ª¡±, apunta Gontard. ¡°Entr¨® en un contexto en que no solo quer¨ªa hacer lo mismo que P¨¦licot, sino hacerlo con ¨¦l. Y eso hace pensar que P¨¦licot ten¨ªa un papel muy importante en sus actos. Los expertos dicen que Mar¨¦chal era muy influenciable y yo considero que lo manipul¨®¡±.
Las violaciones con P¨¦licot duraron hasta que Cilia M., que no ha denunciado a su marido, se despert¨® un d¨ªa en plena agresi¨®n. Una noche de junio de 2020, abri¨® los ojos y sorprendi¨® a un desconocido corpulento en su habitaci¨®n, junto a su marido. P¨¦licot hab¨ªa huido y su esposo trat¨® de justificar aquello explicando que aquel extra?o quer¨ªa ver su ropa interior (Mar¨¦chal es bisexual). ¡°No le cre¨ª, pero de ah¨ª a sospechar que era por violaciones...¡±, explic¨® el d¨ªa que le toc¨® declarar.
Dominique P¨¦licot volvi¨® a testificar este mi¨¦rcoles por la ma?ana. Y, precisamente, record¨® aquella noche en la que la esposa de Jean-Pierre Mar¨¦chal se despert¨® mientras ellos abusaban de ella. ¡°Confieso que cuando encendi¨® la luz, me qued¨¦ impactado y me fui¡±, relat¨® en un tono grave que contrasta con el que utiliz¨® entonces por mensaje. ¡°No se los trag¨® [se?alaba Mar¨¦chal a prop¨®sito de los ansi¨®liticos que le hab¨ªa suministrado y que no le causaron el efecto esperado]. Pregunta qu¨¦ hac¨ªas aqu¨ª¡±. Y P¨¦licot le respondi¨®: ¡°Me mir¨® fijamente, espero que no digas mi nombre¡±. [...] Mar¨¦chal sigui¨®: ¡°No me crey¨®¡±. Y su instructor termin¨® entre risas: ¡°Es verdad que encontrarse a un desconocido en su habitaci¨®n, jajaja¡±.