¡°Tard¨¦ mucho tiempo en darme cuenta de que era una esclava¡±
Ex miembros del Opus Dei relatan su proceso de captaci¨®n siendo menores, describen t¨¦cnicas de manipulaci¨®n y trastornos mentales. Una psic¨®loga con 15 a?os de experiencia con estos pacientes advierte a la sociedad del peligro que supone. La organizaci¨®n niega las acusaciones
¡°A todas las personas que quise ah¨ª dentro, las sigo queriendo. La mayor¨ªa est¨¢n ya fuera del Opus Dei, pero una de ellas sigue. Cuando hice la denuncia, la enviaron a hablar conmigo. Le dije: ¡®Estoy denunciando a la organizaci¨®n. Esto no tiene nada que ver contigo, que no sabes qu¨¦ es el Opus Dei¡¯. Yo tampoco lo supe hasta que sal¨ª. Tard¨¦ mucho tiempo en darme cuenta de que era una esclava¡±.
Luc¨ªa Gim¨¦nez es una de las pioneras en la denuncia que ha provocado que ...
¡°A todas las personas que quise ah¨ª dentro, las sigo queriendo. La mayor¨ªa est¨¢n ya fuera del Opus Dei, pero una de ellas sigue. Cuando hice la denuncia, la enviaron a hablar conmigo. Le dije: ¡®Estoy denunciando a la organizaci¨®n. Esto no tiene nada que ver contigo, que no sabes qu¨¦ es el Opus Dei¡¯. Yo tampoco lo supe hasta que sal¨ª. Tard¨¦ mucho tiempo en darme cuenta de que era una esclava¡±.
Luc¨ªa Gim¨¦nez es una de las pioneras en la denuncia que ha provocado que la fiscal¨ªa argentina, tras dos a?os de investigaci¨®n impulsada por la Procurador¨ªa de Trata y Explotaci¨®n de Personas (Protex), haya acusado por ambos delitos a cuatro responsables del Opus Dei. La organizaci¨®n atraviesa un momento clave, ya que el Vaticano revisa sus estatutos y un investigador brit¨¢nico, Gareth Gore, acaba de publicar un volumen de casi 500 p¨¢ginas acus¨¢ndoles del ¡°secuestro¡± del extinto Banco Popular y manipulaci¨®n de personas.
¡°Sal¨ª gracias a mi mam¨¢¡±, relata Gim¨¦nez a EL PA?S por videollamada desde Buenos Aires. ¡°Ella enferm¨® de c¨¢ncer y dije que iba a ir a cuidarla. Para entonces me hab¨ªa alejado mucho de mi familia. Cuando me preguntaban si iba a ir a verlos les dec¨ªa que no, porque la Obra era ahora mi familia y no ten¨ªan dinero para mi viaje. Te vuelven una fan¨¢tica. Cuando mi mam¨¢ muri¨®, se me cay¨® el mundo encima. Ve¨ªa a mis hermanos felices con sus hijos, con su casa... A m¨ª apenas me conoc¨ªan, era una extra?a. No ten¨ªa nada ni a nadie. Me quer¨ªa morir. Pero algo hizo click en mi cabeza¡±.
Gim¨¦nez ten¨ªa entonces 32 a?os. Hab¨ªa sido reclutada a los 13 en un pueblo rural de Paraguay, Loreto. ¡°Ven¨ªan a por mi hermana mayor, de 16, pero ella no quiso ir y fui yo. O¨ª c¨®mo les contaban a mis padres que pod¨ªan ofrecerme una educaci¨®n, una vida mejor. Les enga?aron, como a m¨ª. ?ramos muchos en casa, pero no ¨¦ramos pobres. Ten¨ªamos animales, huertas, leche, verduras, queso¡ mi mam¨¢ nos hac¨ªa la ropa. A ella le dijeron que me iban a cuidar¡±, cuenta, emocion¨¢ndose. Primero, relata, la trasladaron a Asunci¨®n y a los 16, a Buenos Aires. Durante a?os, denuncia, custodiaron su documentaci¨®n. ¡°Un d¨ªa me empezaron a decir que pod¨ªa ser del Opus Dei, que era mi vocaci¨®n. Dijeron que supernumeraria [los miembros que no hacen promesa de celibato] no, que mejor numeraria auxiliar porque era muy joven y pura. Yo no sab¨ªa qu¨¦ significaba eso. Cuando me dieron el cilicio y la disciplina [una especie de cuerda para azotarse la espalda] y me explicaron que ten¨ªa que usarlo para no caer en la tentaci¨®n y no abandonar a Dios, me asust¨¦, pero te insisten tanto¡ Me llevaron a una casa de varones del Opus. Hab¨ªa bastantes chicas trabajando y pens¨¦: ¡®Esto debe ser as¨ª¡¯. Nadie te explica de entrada que vas a ser sirvienta. Al principio me pusieron a cocinar para 15 hombres. Una numeraria me ense?aba con un libro. Tambi¨¦n recib¨ªa clases sobre el esp¨ªritu del Opus Dei. Por las noches ca¨ªa destruida, agotada. Nos levant¨¢bamos a las seis de la ma?ana, y a las siete menos cuarto ya est¨¢bamos limpiando. Ten¨ªas tantas cosas que hacer que no te dejaban pensar. Tard¨¦ mucho en preguntarme a m¨ª misma: ?por qu¨¦ fueron a buscarme a un pueblo de Paraguay? ?Por qu¨¦ no iban a por la gente de su ciudad? Y en responderme: Porque en la ciudad ten¨ªan televisi¨®n, sab¨ªan muchas m¨¢s cosas de las que sab¨ªamos en nuestra casa¡±.
Nunca le pagaron por su trabajo. ¡°Cuando sal¨ª, ten¨ªa la espalda destrozada y estaba muy mal psicol¨®gicamente. Me daban ataques de p¨¢nico en la calle porque yo no sab¨ªa qu¨¦ era la calle. Mi primera relaci¨®n la tuve a los 40 a?os. Me cost¨® mucho cambiar el disco, comprender que nada del cuerpo de una mujer es pecado¡±. Con el paso del tiempo, entr¨® en contacto con otras mujeres con un relato similar, como Claudia Carrero: ¡°Conoc¨ª el Opus Dei en 1979, a los 13 a?os. Fueron a la casa de mis padres y dijeron que hab¨ªa un sorteo para ver si ingresaba en el Instituto de Capacitaci¨®n en Estudios Dom¨¦sticos¡±, relata a este diario. ¡°Me dieron una estampita de Escriv¨¢ de Balaguer y me dijeron que rezara para poder ingresar. En la escuela estuve tres a?os, luego pas¨¦ por diferentes residencias hasta que me fugu¨¦ en 2002. Me desilusionaron mucho. Pienso que solo les importa el dinero y el poder¡±, a?ade.
La portavoz de la Obra en Argentina: ¡°El Opus Dei es una organizaci¨®n compuesta por personas, y como tal, no est¨¢ exenta de cometer errores¡±
No fue f¨¢cil encontrar a un abogado que las ayudara. ¡°Yo soy exnumerario¡±, cuenta desde Nueva York Sebasti¨¢n Sal, el letrado que asumi¨® su defensa, ¡°y no ten¨ªa ni idea de que esto ocurr¨ªa. Lo primero que hice fue pedirles perd¨®n. Es imposible que Dios te pida que durante toda tu vida seas empleada dom¨¦stica del Opus Dei¡±. Sal pas¨® diez a?os en la organizaci¨®n, que abandon¨® en 1998. ¡°Cuando me fui, me dijeron que iba a enfermar de c¨¢ncer¡±. ¡°El n¨²mero 43 [por las denunciantes, aunque la mayor¨ªa de esos casos est¨¢n ya prescritos seg¨²n la legislaci¨®n argentina] qued¨® como una referencia¡±, a?ade, ¡°pero se han puesto en contacto con nuestro despacho mujeres de Espa?a, Paraguay, Bolivia, Ecuador, Per¨², M¨¦xico, Guatemala, Inglaterra... con una experiencia similar¡±.
A preguntas de EL PA?S, una portavoz del Opus Dei en Argentina niega las acusaciones de trata y explotaci¨®n y afirma que los padres de estas mujeres daban autorizaci¨®n para que sus hijas fueran formadas en la escuela ICES, creada en 1973 y ¡°fiscalizada por todas las autoridades competentes durante m¨¢s de 40 a?os [entre ellos, los de la dictadura]¡±. Por esa escuela pasaron hasta 2016 [a?o en que una nueva ley estableci¨® que no estaba justificado que las alumnas residieran en centros educativos fuera de su ¨¢mbito familiar] 1.080 alumnas. Afirma que ¡°solo el 10% pidi¨® la admisi¨®n al Opus Dei¡±. Preguntada por las 43 denunciantes, asegura que ¡°eligieron libremente ser miembros¡± de la Obra. En cuanto al trabajo que realizaban, responde: ¡°Las formas de materializar esos pagos y organizar el trabajo fueron variando a lo largo de las d¨¦cadas, acompa?ando a la legislaci¨®n y los cambios culturales propios de cada ¨¦poca¡±. La portavoz admite ¡°inconsistencias en los aportes durante algunos periodos de tiempo¡± y afirma que ¡°se han emprendido acciones de reparaci¨®n¡±. ¡°No negamos que [las denunciantes] hayan podido sufrir experiencias negativas a nivel personal y nos hemos disculpado p¨²blicamente por ello. El Opus Dei es una organizaci¨®n compuesta por personas, y como tal, no est¨¢ exenta de cometer errores¡±, a?ade. Finalmente, preguntada por qu¨¦ solo mujeres forman parte de ese cuerpo de numerarias auxiliares que limpian y cocinan, responde: ¡°Es una cuesti¨®n de car¨¢cter fundacional. San Josemar¨ªa [Escriv¨¢ de Balaguer] se dio cuenta de que su madre y su hermana estaban generando el clima que buscaba para los centros de la Obra. Tras considerarlo en la oraci¨®n, decidi¨® pedirles esta ayuda insustituible. Se trata de una llamada espec¨ªfica, que surge entre las primeras mujeres del Opus Dei¡±. El fundador, en efecto, lleg¨® a escribir: ¡°Las numerarias sirvientes me parecen el mayor milagro que nuestro Se?or ha hecho por su Obra. Antes solo pelaban patatas. Ahora se est¨¢n santificando pelando patatas¡±.
Tratamiento psiqui¨¢trico por miembros del Opus Dei
Laura, (nombre ficticio), espa?ola, accede a compartir su experiencia como numeraria auxiliar, pero pide ocultar su identidad porque ha llegado a un acuerdo econ¨®mico con el Opus Dei. ¡°Entr¨¦ en 1975, con 18 a?os, y sal¨ª en 2001, a los 44. Me dijeron que iba a tener formaci¨®n profesional, que iba a ser santa y servir a Dios. Nadie me explic¨® que servir a Dios era servir a los numerarios y a las numerarias que viv¨ªan en un centro. La supuesta formaci¨®n profesional era religiosa, clases del esp¨ªritu de la Obra, del fundador¡nada realmente ¨²til para la vida civil y tampoco nada sobre la doctrina de la Iglesia Cat¨®lica. Hablaban exclusivamente del Opus Dei. Cuando ya dabas el ¨²ltimo paso, la ¡®fidelidad¡¯, hac¨ªas testamento y te compromet¨ªas a entregar todo lo que tuvieras a la Obra. Eso, y los papelitos que te entregaban cuando ped¨ªas dinero para comprar unas medias, fue lo ¨²nico que firm¨¦ hasta que, en 1990, vino una inspecci¨®n de Trabajo al colegio mayor donde trabaj¨¢bamos y nos hicieron un contrato por una temporada. Luego me enviaron a un centro de varones, donde viv¨ªan entre 10 y 12 hombres, y ah¨ª volv¨ª a trabajar sin contrato¡±.
Pablo Gal¨¢n, exnumerario: ¡°Cada a?o ten¨ªas que hacer una lista de amigos que ibas a intentar que pitaran. Pitar es como llaman unirse a la Obra¡±
¡°Cuando me dieron el cilicio y las disciplinas¡±, prosigue Laura, ¡°pens¨¦ que no iba a ser capaz de usarlos, pero luego terminabas acostumbr¨¢ndote, sobre todo al cilicio, que hab¨ªa que llevar dos horas al d¨ªa, mientras limpiabas, nunca durante el tiempo de oraci¨®n. Te preguntaban si lo estabas usando y si dec¨ªas que no, de penitencia te pon¨ªan una hora extra al d¨ªa siguiente. Nos dec¨ªan que el fundador, a veces, despu¨¦s de usar las disciplinas, ten¨ªa que limpiar la sangre que saltaba a la pared y que nosotras ten¨ªamos que ser igual de fuertes. Un d¨ªa a la semana, dorm¨ªamos sobre el suelo o en una tabla de madera¡±. Laura describe, en Madrid, los mismos m¨¦todos y largas jornadas de trabajo que Luc¨ªa Gim¨¦nez en Buenos Aires y el mismo nivel de ocupaci¨®n para evitar que se hicieran preguntas. ¡°Una vez me fui a casa de mi madre, vinieron a buscarme y me dijeron que hab¨ªa traicionado a Dios. Te dec¨ªan que ellos eran tu familia y que la Obra era lo primero. En 26 a?os, deb¨ª ir a casa de mis padres tres veces y siempre acompa?ada por una numeraria. A mis sobrinos los empec¨¦ a conocer cuando sal¨ª de la Obra¡±. Antes de eso, describe un calvario. ¡°Cuando empec¨¦ a encontrarme mal, porque estaba muy angustiada, me llevaron a una psiquiatra del Opus Dei que me empastill¨®. Yo quer¨ªa ser santa, pero la lucha interior era terrible, cada d¨ªa juzgaba m¨¢s cosas. Empezaron a medicarme en 1988. Me ingresaron tres veces en la cl¨ªnica universitaria de Pamplona. Los dos primeros ingresos fueron porque me tom¨¦ dos cajas de pastillas, pero yo no quer¨ªa morirme, quer¨ªa salir de all¨ª. El ¨²ltimo, porque dijeron que estaba muy cansada. En los ingresos no ven¨ªa nadie a verte y luego volv¨ªas al centro como si nada. Cuando sal¨ª, estaba machacada por dentro. Ahora soy feliz, sigo san¨¢ndome, entendiendo que no es que yo hiciera mal, es que aquellas cosas eran anormales¡±.
Blanca (nombre ficticio), exnumeraria: ¡°El Opus Dei no deber¨ªa tener contacto con menores¡±
Una portavoz del Opus Dei en Espa?a afirma que todas las personas que trabajan en el mantenimiento de las residencias ¡°est¨¢n dadas de alta en la Seguridad Social desde el momento en el que existe una regulaci¨®n legal de su trabajo, en los a?os ochenta¡±. A la pregunta de si han llegado a acuerdos econ¨®micos por reclamaciones de estas mujeres responden que s¨ª. Preguntada por si existe una plantilla para que los numerarios cedan todos sus bienes en testamento a la Obra, responde: ¡°Como ocurre en toda la Iglesia Cat¨®lica, las iniciativas y labores del Opus Dei se financian con la aportaci¨®n de sus miembros y de otros que no lo son. No hay ninguna obligaci¨®n de donar a la Obra los bienes no procedentes de su trabajo. En su testamento, como cualquier ciudadano, determinan el destino que desean para sus bienes¡±. Y niega que se impida el contacto con sus familias: ¡°Tienen total libertad¡±. Media docena de exmiembros del Opus Dei de distintas ciudades y edades consultados por este peri¨®dico aseguran lo contrario. La portavoz de la organizaci¨®n en Argentina admite que ¡°en d¨¦cadas pasadas, las dificultades materiales y econ¨®micas para viajar eran mayores, lo que pudo haber ocasionado que, en alguna ocasi¨®n, alg¨²n miembro del Opus Dei no haya podido asistir a alg¨²n evento familiar¡±.
Tambi¨¦n pide ocultar su identidad otra mujer de 34 a?os, en este caso, universitaria y exnumeraria, no auxiliar, pero por motivos diferentes. ¡°Yo estuve 11 a?os en el Opus Dei, hasta 2017. Durante todo ese tiempo no me habl¨¦ con mi padre, porque no acept¨® que me fuera de casa para vivir en un centro. Quiero hacer una denuncia p¨²blica de todo lo que sufr¨ª, pero sin que la exposici¨®n vuelva a abrir esa herida en mi familia¡±. Blanca (nombre falso) relata que fue ¡°captada¡± en el colegio. ¡°El m¨ªo es un modelo muy com¨²n: padres que no son del Opus, pero que te mandan ah¨ª porque el nivel acad¨¦mico es bueno y creen que en los colegios no hay labor de captaci¨®n, pese a que es el principal foco. Del colegio pasas a lo que llaman clubes juveniles, donde hay actividades deportivas, culturales¡ y donde viven las numerarias. En mi caso se acerc¨® una chica unos seis a?os mayor que yo. Parec¨ªa una amistad genuina. Con el tiempo te das cuenta de que todo lo que te dicen, en la forma y en el tiempo, est¨¢ premeditado, responde a un plan y es progresivo, para que tu vayas asimilando cosas de forma muy lenta. La captaci¨®n, el lavado de cerebro empieza antes de los 14 a?os. Si para ti es s¨²per normal, desde peque?o, meterte en una habitaci¨®n con un adulto y que te pregunte por tus padres, tus amigos, las pel¨ªculas que ves y cuestiones cada vez m¨¢s ¨ªntimas, es muy f¨¢cil que esa persona termine manipul¨¢ndote. El Opus no deber¨ªa tener contacto con menores de edad¡±.
¡°Aparentemente¡±, prosigue Blanca, ¡°eres un adolescente normal, pero cuando tienes 18, te vas y una vez dentro, el control es total. Cuando empiezas a trabajar, te piden tu sueldo cada mes. Si necesitas una chaqueta, tienes que pedirles dinero. Yo he cotizado porque trabajaba fuera de la residencia, pero me fui sin nada porque hab¨ªa entregado todo. Cualquier cosa fuera de tu rutina tienes que consultarla y si te dicen que no, obedeces porque al entrar te comprometes a eso, a obedecer. Tampoco te permiten que te apegues a la gente dentro, porque si lo haces es mucho m¨¢s f¨¢cil que te desahogues con esa persona, que os hag¨¢is preguntas, que os empec¨¦is a cuestionar cosas. Si ven que tienes m¨¢s intimidad con alguien te lo afean, hacen que te separes¡±.
Blanca relata que del mismo modo que no hubo un detonante para entrar, tampoco lo hubo para salir. En ambos casos fue algo progresivo. ¡°Yo ten¨ªa depresi¨®n, pero no lo sab¨ªa. Mis ¨²ltimos dos a?os all¨ª fueron un infierno. Cuando dices que no est¨¢s bien, te responden que est¨¢s pensando demasiado en ti misma, que no rezas lo suficiente, que no eres generosa¡±. La psic¨®loga Laura Merino, especializada en ¡°grupos de manipulaci¨®n o sectas¡±, lleva 15 a?os tratando a pacientes del Opus Dei y advierte: ¡°Una forma de detectar que una secta es una secta es si cuando haces preguntas sobre algo que te genera dudas, te hacen sentir culpable. Es una bandera roja. Se?al de que est¨¢s ante un grupo manipulador¡±. Cuando Blanca perdi¨® la confianza del todo, se fue, pero con muchas dudas. ¡°El lavado de cerebro es tan grande que aunque parezca tonto, yo pensaba que me iba a condenar, que ir¨ªa al infierno. Tuve que recomponer mi vida, sin dinero y con much¨ªsima culpa. No sab¨ªa pagar la luz, alquilar un piso. Nunca en mi vida hab¨ªa tomado una decisi¨®n y era una desconocida para mi familia. Ni yo misma me conoc¨ªa porque hab¨ªa construido mi identidad en base a lo que me hab¨ªan dicho que ten¨ªa que ser¡±.
Estr¨¦s post-traum¨¢tico
Merino explica que sus pacientes del Opus Dei, al salir, ¡°tienen un problema de adaptaci¨®n porque han vivido en un lugar donde todo estaba protocolizado y guionizado, y cuando abandonan el grupo, se sienten muy solos. A veces los padres han muerto, o se han roto los v¨ªnculos... Tambi¨¦n son frecuentes los s¨ªntomas del estr¨¦s post-traum¨¢tico: miedos, ansiedad a la hora de c¨®mo abordar las relaciones sexuales, por ejemplo. En el caso de las auxiliares sirvientas a las que he tratado, se ven sin nadie a quien servir. He visto a algunas de ellas ponerse a estudiar y hacer en un a?o lo que otros hacemos en cinco. En general suelen ser personas muy v¨¢lidas y trabajadoras. El tiempo de recuperaci¨®n depende de si tienen familia, recursos..., pero el esfuerzo que tienen que hacer en todos los casos es enorme¡±.
El Opus Dei cuenta actualmente con 41.500 miembros en Espa?a, el 70% de ellos supernumerarios, seg¨²n responde la portavoz en Espa?a a EL PA?S. Si bien hay registro de altas, no lo hay de bajas. Preguntada por qu¨¦, responde: ¡°Al hacer la admisi¨®n, la persona completa un impreso autorizando su inclusi¨®n en la base de datos de la Prelatura. Conforme a ley de protecci¨®n de datos, al desvincularse, esta informaci¨®n es eliminada¡±. La mayor parte ingresa entre los 18 y los 28 a?os. La organizaci¨®n tampoco dispone del tiempo medio de pertenencia a la organizaci¨®n de los actuales miembros. La portavoz afirma que, seg¨²n sus estatutos, la edad m¨ªnima para ¡°comprometerse formalmente¡± son los 18 a?os, ¡°tras al menos un a?o y medio de preparaci¨®n y discernimiento¡±. ¡°Si alguien m¨¢s joven siente una llamada vocacional¡±, a?ade, ¡°puede solicitar ser ¡®aspirante¡¯, con el consentimiento expreso de sus padres y siempre que sea mayor de 14 a?os y medio. Los ¡®aspirantes¡¯ no empiezan un itinerario de incorporaci¨®n, reciben acompa?amiento espiritual y pastoral adaptado a su edad. Una vez alcanzada la mayor¨ªa de edad, pueden incorporarse a la Obra¡±.
A Pablo Gal¨¢n, odont¨®logo, de 39 a?os, tambi¨¦n lo ¡°captaron¡± en uno de esos centros juveniles. Desde Sevilla relata, como otros antiguos numerarios consultados por EL PA?S, que cuando cumpli¨® 18, le pidieron que se fuera a vivir a un centro del Opus Dei y le sugirieron que pidiera un cr¨¦dito para costear ¡°la pensi¨®n¡±. ¡°El centro estaba en la misma ciudad donde viv¨ªan mis padres, y yo entonces estaba estudiando, es decir, que no ten¨ªa ingresos, pero te dicen que eso es lo que Dios te pide, te hacen sentir un privilegiado, un elegido, y te recomiendan que solicites un cr¨¦dito y pagarlo en cuotas cuando empieces a trabajar. Yo ped¨ª 25.000 euros al banco y mis padres tambi¨¦n pusieron dinero. Mi padre dec¨ªa: ¡®He pagado la boda de mi hija y esto es lo mismo¡¯, porque yo me estaba casando con Dios. Ellos eran supernumerarios y les hac¨ªa mucha ilusi¨®n que yo fuera numerario¡±. Hoy ning¨²n miembro de la familia sigue en el Opus Dei.
Pablo no sali¨®, le invitaron a salir. ¡°Yo nunca fui feliz, pero estaba resignado. Cuando ya me tocaba dar el ¨²ltimo paso, el de la fidelidad, me dijeron que esto no era lo m¨ªo porque vieron que no pod¨ªan exprimirme m¨¢s, que yo no les llevaba a nadie. Cada a?o ten¨ªas que hacer una lista de amigos que ibas a intentar que pitaran. Pitar es como llaman unirse a la Obra. Es decir, una lista de gente que ten¨ªas enfilada para hacer proselitismo o apostolado. Yo no lo hac¨ªa porque no me parec¨ªa natural. Pensaba: ¡®Si esto es una vocaci¨®n divina, la gente la descubrir¨¢ por s¨ª misma, ?no?¡¯. Yo estuve en la lista de alguien y una vez que pit¨¦, mi relaci¨®n con esa persona cambi¨® totalmente, ya no era una amistad, porque un numerario no tiene amigos, tiene objetivos. Con el tiempo, hablando con otros exmiembros, te das cuenta de que, dependiendo de la edad a la que te captaban te propon¨ªan una cosa u otra: de 25 para arriba supernumerario, y de 25 para abajo, numerario. Cuando me dijeron que no era lo m¨ªo, pens¨¦: ¡®Pod¨ªais hab¨¦rmelo dicho antes de reventar mi juventud, todos esos a?os en la facultad, donde el 90% de las alumnas eran chicas, y lo pasaba fatal porque no pod¨ªa ni mirarlas, porque aquello era como ponerle los cuernos a Dios, que era con quien estabas comprometido. Y poco a poco vas viendo las contradicciones: ?Qu¨¦ compromiso de pobreza puede tener alguien que tiene sirvientas, mujeres que le cocinan, le lavan y le planchan la ropa? Yo he vivido con jueces, m¨¦dicos, profesores¡ que donaban su sueldo ¨ªntegro a la Obra. ?Para qu¨¦ quer¨ªan tanto dinero? En el parto de mi hermano peque?o, el quinto hijo, casi mueren ¨¦l y mi madre. Al principio, cuando mis padres explicaron que les hab¨ªan dicho que mi madre no pod¨ªa tener m¨¢s cr¨ªos, que era peligroso, les dijeron que ten¨ªan el hospital al lado de casa, y despu¨¦s, que separaran las camas, es decir, que no volvieran a tener relaciones. Eso con 37 a?os que ten¨ªan¡±.
La psic¨®loga Laura Merino aclara: ¡°El problema no es la creencia religiosa, sino las t¨¦cnicas de abuso que este grupo usa para dominar a las personas, pese a que no concebimos lo religioso con lo manipulador¡±. Cuenta que su inter¨¦s por el Opus Dei empez¨® mucho antes de terminar la carrera. ¡°Ten¨ªa una vecina que tuvo 14 hijos, con graves riesgos para su salud. Eso me llam¨® mucho la atenci¨®n y desde muy joven empec¨¦ a leer sobre el tema¡±. ¡°Hoy tengo tambi¨¦n consulta online, lo que me ha permitido tener pacientes de Argentina, de M¨¦xico¡ y relatan las mismas experiencias. El opusino que sali¨® hace 50 a?os y el que acaba de salir cuentan lo mismo: la trayectoria desde el colegio, convencerte de que puedes hacer un camino de santidad¡ La realidad es que es un camino de sacrificio en beneficio exclusivo del Opus Dei, con la aceptaci¨®n del adepto, pero desde la manipulaci¨®n. Las vocaciones son provocadas¡±.
Merino compara la incomprensi¨®n social hacia los adeptos de este tipo de grupos con la que sufr¨ªan las mujeres maltratadas. ¡°Se dec¨ªa: ¡®Est¨¢ con ¨¦l porque quiere¡¯, y no, estaba con el maltratador porque era una mujer manipulada. El adepto tampoco est¨¢ ah¨ª porque quiere, sino porque le han hecho creer que ponerse un cilicio en la pierna beneficia al mundo. Con el tiempo ha cambiado la percepci¨®n social sobre el maltrato machista, pero no sobre el Opus Dei. La sociedad no es consciente de lo que supone. El foco deber¨ªa estar en la gente que queda afectada por un grupo como este, pero de lo que no se habla, no existe¡±.