La soledad de Maz¨®n
Los lectores escriben sobre la gesti¨®n de la dana, las tierras raras de Ucrania, la precariedad del estudiante universitario y los problemas de concentraci¨®n en el aula
Carlos Maz¨®n no acudi¨® a la Crida, que es el acto que anuncia el comienzo de las Fallas, como han hecho todos los presidentes de la Generalitat. En su lugar, prefiri¨® irse a Madrid para participar en un desayuno informativo, lejos de los insultos y las pitadas que ¨²ltimamente le acompa?an all¨ª donde va, incluso en Orihuela, donde el PP gobierna con mayor¨ªa absoluta. Tras cargar contra el Gobierno de Pedro S¨¢nchez y eludir cualquier responsabilidad, Maz¨®n afirm¨® que era un da?o colateral de las mentiras del presidente. O¨ªrle hablar de mentiras cuando ha dado diferentes versiones sobre d¨®nde estuvo la tarde del 29-O es cuanto menos un insulto a todas las v¨ªctimas de la dana. Debe dar las explicaciones oportunas en el Parlamento y no en Madrid. Alberto N¨²?ez Feij¨®o no puede destituirle, pero s¨ª puede convocar una gestora. La jueza de Catarroja que investiga penalmente la dana ha sido muy clara al afirmar que la gesti¨®n de la misma era competencia auton¨®mica. La responsabilidad pol¨ªtica recae en el presidente de la Generalitat. La penal, si la hubiera, la determinar¨¢n los tribunales.
Patricio Sim¨® Gisbert. Valencia
Tierras raras
Las tierras raras ni son tierras ni son raras, son ciertos materiales que, como muchos otros, se usan para diversas industrias y deber¨ªan negociarse en mercados abiertos con beneficios para todos. Su relevancia pol¨ªtica y medi¨¢tica actual parece funcionar como los macguffins de las pel¨ªculas de Hitchcock; hacen avanzar las tramas sin ser lo esencial para el argumento. Las tramas en este caso son las injerencias e imposiciones de un pa¨ªs fuerte sobre los m¨¢s d¨¦biles. Mientras sea as¨ª, solo queda esperar que no haya muchas tierras raras en los jardines de mi urbanizaci¨®n.
Manuel Gamella Bacete. Majadahonda
Vivir y no sobrevivir
Trabajo para pagarme la universidad. Sin este sueldo no podr¨ªa seguir estudiando. Pero parece que eso no le importa a mi jefe, que me escribe a cualquier hora, cambia mis turnos sin avisar y espera que siempre est¨¦ disponible. Si no acepto, hay cientos esperando para ocupar mi lugar. No s¨¦ qu¨¦ es peor, la falta de sue?o o la sensaci¨®n de que mi vida no me pertenece. Voy a clase agotado, rindo menos, pero no puedo dejar el trabajo. La universidad nos dice que luchemos por nuestro futuro; el trabajo nos deja sin fuerzas para hacerlo. Queremos derechos, no favores. Queremos dejar de sobrevivir y empezar a vivir.
Mateo Basanta Mart¨ªnez. Almer¨ªa
Desidia en las aulas
Soy profesor de secundaria y estoy cansado de encontrarme siempre lo mismo en las aulas. Los alumnos parece que a¨²n no han descubierto el uso del reloj y su impuntualidad es algo constante. El uso del m¨®vil es el pan de cada d¨ªa porque su adicci¨®n a las redes sociales parece no tener fin. Durante las clases, el silencio es una fantas¨ªa al alcance de los elegidos. Sienten indiferencia por la mayor¨ªa de las asignaturas. A?o tras a?o la esperanza de que esto mejore es m¨¢s baja. Veo con resignaci¨®n que las sucesivas leyes educativas no van a poner soluci¨®n a estos problemas.
Jos¨¦ ?ngel Manzano. Alcal¨¢ de Henares
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.