Por qu¨¦ cuidar el planeta es cosa de todos (y no solo de los ecologistas)
Hasta hace poco tiempo, el concepto de sostenibilidad se atribu¨ªa a una m¨ªnima parte de la poblaci¨®n muy concienciada con el medio ambiente. Eso es cosa del pasado. Hoy se imponen nuevas carreras, nuevos h¨¢bitos de consumo y la propia industria avanza para comportarse de forma responsable con el planeta
Imaginemos un futuro no tan lejano en el que las olas de calor duren meses y se alcancen temperaturas pr¨®ximas a los 50 grados. En el que la subida del nivel del mar inunde zonas emblem¨¢ticas de nuestras ciudades y el agua potable sea motivo de guerras en el mundo. Lejos de ser un argumento de cine de cat¨¢strofes, esta distop¨ªa es una amenaza real en este siglo XXI. Los cient¨ªficos avisan: el tiempo para atajar esta pesadilla se acaba y los peores efectos del cambio clim¨¢tico a¨²n est¨¢n por llegar si no le ponemos remedio.
Por eso es importante concienciar y formar a las generaciones del futuro lo antes posible. La educaci¨®n en colegios e institutos resulta b¨¢sica para que los ni?os y ni?as sepan los retos que les aguardan por delante. Tambi¨¦n el sistema universitario y la formaci¨®n profesional se est¨¢n adaptando a este nuevo contexto, con una oferta casi ilimitada de nuevas titulaciones relacionadas con los desaf¨ªos clim¨¢ticos como el doble grado en Ciencias Ambientales y Geograf¨ªa y Ordenaci¨®n del Territorio, o m¨¢steres en Ciencias Marinas y Cambio Clim¨¢tico, en Medio Ambiente Urbano o en Sostenibilidad Rural.
Un estudio de la ONU advierte que alrededor de un mill¨®n de especies animales y vegetales (el 25% de todas las que habitan el planeta), est¨¢n en amenaza real de extinci¨®n. La contaminaci¨®n por pl¨¢sticos se ha multiplicado por 10 desde 1980. Y la productividad de los suelos de la Tierra ha ca¨ªdo el 23%. El planeta, lejos de estar en una situaci¨®n estable, cada vez se deteriora m¨¢s, aunque muchos lo nieguen o no lo quieran ver. ¡°Consumimos los recursos muy por encima de su tasa de renovaci¨®n. Necesitamos vivir en un planeta ordenado y en equilibrio para dej¨¢rselo a las siguientes generaciones tal y como lo hemos heredado. Para eso, debemos cambiar de modelo¡±, afirma el catedr¨¢tico de Ecolog¨ªa de la Universidad Aut¨®noma de Madrid (UAM), Javier Benayas.
Es ah¨ª donde aparece con todo su peso la palabra sostenibilidad, un concepto que hasta hace no tanto tiempo se sol¨ªa vincular a una minor¨ªa de la poblaci¨®n m¨¢s concienciada con las cuestiones medioambientales. La realidad ha demostrado que aquellas pocas personas no se equivocaban. La receta m¨¢s eficaz para combatir el calentamiento global y revertir lo que trae consigo pasa, precisamente, por adoptar un comportamiento y unas actitudes m¨¢s respetuosas con el mundo que habitamos. Y eso ata?e tanto a los individuos como a la sociedad y a los pa¨ªses en su conjunto.
Tambi¨¦n a las empresas y a la industria, que poco a poco va adaptando su modelo de negocio a este nuevo contexto. Ocurre, por ejemplo, en el sector textil, responsable del 8% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero y del 9% de los micropl¨¢sticos que llegan a los oc¨¦anos. Cada vez m¨¢s dise?adores, fabricantes y productores de ropa son conscientes de que es necesario replantearse el modelo para contribuir de una manera activa a la supervivencia del planeta.
¡°Lo m¨¢s importante es ser capaz de mostrar de manera transparente c¨®mo es tu cadena de producci¨®n¡±, se?ala la dise?adora Gema G¨®mez, responsable de Slow Fashion Next. Esta plataforma de formaci¨®n y divulgaci¨®n sobre moda sostenible naci¨® hace diez a?os. Consciente de que era necesario apostar por otro tipo de producci¨®n textil, G¨®mez se puso manos a la obra y comenz¨® a concienciar y a explicar c¨®mo llevar a cabo ese cambio.
Ropa que no se vende
El mastod¨®ntico volumen de prendas que se fabrican cada a?o (100.000 millones en 2015) ha puesto a esta industria en el punto de mira. Millones de estas telas son directamente recicladas, porque ni siquiera se venden. Por eso es importante ofrecer informaci¨®n real y clara a los consumidores, para que a partir de todos esos datos, elijan d¨®nde y a qui¨¦n comprar. ¡°Hay que mostrarles el origen y la producci¨®n de las telas que se usan, su durabilidad, los criterios de ecodise?o, si se pueden o no reciclar, c¨®mo afectan al consumo de agua y la contaminaci¨®n, los salarios de las personas que emplean en su elaboraci¨®n a lo largo de toda esta cadena de producci¨®n y, por supuesto, las cuentas de la empresa a final de a?o¡±, enumera G¨®mez.
En Espa?a, cerca del 80% de los recursos que se consum¨ªan a finales de los a?os 50 se renovaban. Hoy ese porcentaje se ha invertido, es decir, es un capital que deber¨ªa permanecer en la biosfera para llegar a las pr¨®ximas generaciones y que no se est¨¢ restableciendo. ¡°Los negocios deben basarse en que los recursos que utilizan sean renovables¡±, insiste Benayas. Consciente de estos retos, la ONU estableci¨® los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en su Agenda 2030, con el fin de garantizar un mundo m¨¢s pr¨®spero, erradicar la pobreza y protegernos de ese cambio clim¨¢tico que nos acecha.
Una de las medidas establecidas en estos ODS es acabar con el hambre en el mundo. Hoy, uno de cada nueve habitantes del mundo tiene problemas para alimentarse. La situaci¨®n es particularmente dram¨¢tica si tenemos en cuenta que un tercio de los alimentos que se producen acaban directamente en la basura, en muchas ocasiones por meras razones est¨¦ticas. Aunque no seamos conscientes, un acto tan rutinario como comprar comida puede generar impacto social y ambiental. Cuestiones como pensar qu¨¦ alimento compramos, c¨®mo se ha cultivado, cu¨¢nto pagamos por ¨¦l o qu¨¦ tipo de envoltorio lo cubre ayudan a mejorar la salud del planeta.
Estos peque?os detalles llevaron hace tres a?os a Gonzalo ?rculo a fundar CrowdFarming, una plataforma online en la que m¨¢s de 200 agricultores venden sus productos ecol¨®gicos por toda Europa. El objetivo, adem¨¢s de aumentar la producci¨®n ecol¨®gica, es eliminar intermediarios de la cadena de suministro y reducir la huella de carbono. ¡°Debemos reeducar al consumidor, quitar la est¨¦tica de fruta aparentemente perfecta como argumento de compra, conectar m¨¢s a agricultores y consumidores para que haya una producci¨®n acorde a la demanda real¡±, explica ?rculo.
Todo ello ayuda a evitar el desperdicio de la sobreproducci¨®n de alimentos y a promover el cambio a un cultivo ecol¨®gico que sea responsable con el uso de la energ¨ªa y los recursos naturales, el mantenimiento de la biodiversidad, la conservaci¨®n de los equilibrios ecol¨®gicos regionales, la mejora de la fertilidad del suelo y el mantenimiento de la calidad del agua. ¡°Llevar una vida m¨¢s sostenible no implica tener que ser hippie. La sociedad en su conjunto lidera esta revoluci¨®n agrisocial que vivimos¡±, opina ?rculo, un graduado en Econom¨ªa en Berl¨ªn que se recicl¨® hacia sus inquietudes.
Ciudades a favor de la salud
En este planeta m¨¢s sostenible y respetuoso con la biodiversidad, las ciudades deben jugar un rol decisivo. En una d¨¦cada, alrededor del 60% de la poblaci¨®n mundial vivir¨¢ en ¨¢reas urbanas. Aunque apenas ocupan el 3% de la superficie terrestre, las ciudades representan entre el 60% y el 80% del consumo de energ¨ªa, y el 75% de las emisiones de carbono. Motivos m¨¢s que suficientes para abordar con urgencia un cambio de mentalidad en la planificaci¨®n y movilidad urbana.
Una ciudad saludable ser¨¢ una ciudad sostenible, ya que tambi¨¦n priorizar¨¢ elementos como la econom¨ªa circular y una correcta gesti¨®n de los residuos, promocionar¨¢ el comercio de proximidad y el consumo kil¨®metro cero y pilotar¨¢ una verdadera transici¨®n energ¨¦ticaNacho Guilera, experto en sostenibilidad urbana
Los expertos en urbanismo coinciden en que es prioritario dise?ar ciudades que pongan la salud y el bienestar de sus vecinos en el centro de sus pol¨ªticas. Las f¨®rmulas pasan, por ejemplo, por apostar por una movilidad activa (a pie y en bicicleta), bien comunicada con una red de transporte p¨²blico de calidad para los desplazamientos interurbanos. Sus consecuencias directas sobre la salud son incuestionables: mejora la calidad del aire, reduce la contaminaci¨®n ac¨²stica, favorece el uso social del espacio p¨²blico, promociona la biodiversidad y las infraestructuras verdes...
¡°Una ciudad saludable ser¨¢ una ciudad sostenible, ya que tambi¨¦n priorizar¨¢ elementos como la econom¨ªa circular y una correcta gesti¨®n de los residuos, promocionar¨¢ el comercio de proximidad y el consumo kil¨®metro cero y pilotar¨¢ una verdadera transici¨®n energ¨¦tica¡±, opina el experto en sostenibilidad urbana Nacho Guilera.
Aqu¨ª, las administraciones p¨²blicas tienen un reto importante a la hora de apostar por pol¨ªticas que realmente permitan un cambio de modelo. En contra de lo que muchos piensan, Guilera cree que las ciudades forman parte de la soluci¨®n al cambio clim¨¢tico. De eso se encarga en Anthesis Lavola, una empresa que ayuda a las diferentes administraciones a definir estrategias de sostenibilidad urbana y de adaptaci¨®n al cambio clim¨¢tico.
Pese a que el planeta se deteriore cada un d¨ªa un poquito m¨¢s, tambi¨¦n es verdad que se dan pasos firmes y eficaces para garantizar la supervivencia de las futuras generaciones. El impulso a los coches el¨¦ctricos, el autoconsumo de energ¨ªa renovable o la progresiva descarbonizaci¨®n de sectores como el transporte son acciones correctas que dar¨¢n resultado.
¡°Hay que ser m¨¢s ambiciosos. Y si queremos, somos capaces de hacerlo. No solo debemos enviar mensajes negativos¡±, argumenta el catedr¨¢tico Javier Benayas. De ah¨ª la importancia de educar a la gente y de ofrecerle realmente opciones de consumo m¨¢s respetuosas y responsables. ¡°Hay que ser optimistas por obligaci¨®n. Quedan nueve a?os para cumplir los 17 ODS, que son de alguna manera las enfermedades m¨¢s importantes que padece el planeta¡±, insiste. Poco tiempo, pero suficiente para alejarse definitivamente del abismo.