Inteligencia artificial, las dos caras de la revoluci¨®n m¨¢s trascendente del mundo
Los gigantes del capitalismo de plataforma tratan de controlar la industria de los datos, la tecnolog¨ªa m¨¢s prometedora de los pr¨®ximos a?os. Pero hace falta una inteligencia artificial de base ¨¦tica, respaldada por una regulaci¨®n estatal que anteponga el inter¨¦s com¨²n al beneficio econ¨®mico
La innovaci¨®n debe mejorar el mundo. Es su prop¨®sito. Tambi¨¦n debe estar guiada por la Administraci¨®n. La crisis financiera de 2008, o la pandemia, han evidenciado lo que sucede cuando un sector estrat¨¦gico se autorregula. Caos, inequidad, sufrimiento. En la inteligencia artificial, critica Francisco Mart¨ªn, consejero delegado de BigML ¡ªque lleva d¨¦cadas trabajando en este campo en Oreg¨®n, Estados Unidos¡ª, hay mucho de artificial y muy poco de inteligente. El famoso ChatGPT fue una ¡°histeria¡± tecnol¨®gica. ¡°Pero solo muestra cu¨¢n lejos estamos realmente de construir algo que incluso pueda tener la inteligencia de un gato o de un perro. Se han necesitado miles de millones de d¨®lares para desarrollar un sistema que, a veces, simula tener conocimiento, pero que no entiende absolutamente nada de lo que dice¡±, reflexiona. Imaginen una m¨¢quina que cada d¨ªa ofreciera c¨¢lculos distintos para una id¨¦ntica ra¨ªz cuadrada. Esto es ChatGPT. ¡°Uno de los mayores enga?os que ha generado Silicon Valley¡±, advierte. ¡°Su motivaci¨®n es crecer r¨¢pido y morir lento¡±. Antes era ¡°crecer deprisa y romper cosas¡±. ?Reconocen la voz de Zuckerberg?
El famoso ChatGPT solo muestra cu¨¢n lejos estamos realmente de construir algo que incluso pueda tener la inteligencia de un perro o un gato. A veces simula conocimiento, pero no entiende absolutamente nada de lo que diceFrancisco Mart¨ªn, consejero delegado de BigML
Esta tecnolog¨ªa no solo afecta a la industria sino a los pupitres y a la educaci¨®n. Ninguna broma. Es una carrera, claro, por ese dios de ne¨®n que es el dinero. La consultora Frost & Sullivan estima que el mercado europeo de inteligencia artificial sumar¨¢ 9.800 millones de d¨®lares (unos 9.100 millones de euros) durante 2027. En Espa?a, la Administraci¨®n habla de mil millones de euros este a?o. Profetas digitales como Elon Musk han despedido a parte de su personal de moderaci¨®n de contenidos para sustituirlo por inteligencia artificial; Google (que tambi¨¦n prescindir¨¢ de 12.000 empleados) invirti¨® 300 millones de d¨®lares en la empresa emergente del sector Anthropic y Microsoft (tras deshacerse de 10.000 trabajadores) destinar¨¢ 10.000 millones de d¨®lares a OpenAI, la firma que desarroll¨® el omnisciente bot conversacional ChatGPT. Google, sin duda, dar¨¢ la r¨¦plica en su buscador. En Shenzhen, China, los funcionarios usan gemelos virtuales (simulaci¨®n digital) de miles de dispositivos m¨®viles conectados a tecnolog¨ªa 5G para controlar el flujo de personas, el tr¨¢fico y el consumo en tiempo real. Y la ¨²ltima versi¨®n pretende eliminar los trabajos escolares. ¡°No podemos dar la espalda a esta inteligencia. Pero hay que evitar que se emplee para plagiar y hacer trampas en los ex¨¢menes¡±, matiza Mauro Guill¨¦n, decano de la Escuela de Negocios de la Universidad de Cambridge.
En 1950, el matem¨¢tico brit¨¢nico Alan Turing (1912-1954) se hizo una pregunta: ¡°?Pueden pensar las m¨¢quinas?¡± No. Al igual que los androides, jam¨¢s sue?an con ovejas mec¨¢nicas. La inteligencia artificial naci¨® en un taller cient¨ªfico de verano en New Hampshire, durante 1956, que reuni¨®, entre otras grandes mentes, a John McCarthy, Marvin Minsky y Claude Shannon. Pero, entonces, sin capacidad de computaci¨®n y grandes vol¨²menes de datos, la ficci¨®n jam¨¢s fue ciencia. Si uno abre el Diccionario de Ingl¨¦s Oxford por su acepci¨®n de inteligencia artificial, se lee: ¡°Es la teor¨ªa y el desarrollo de sistemas inform¨¢ticos capaces de efectuar tareas que normalmente requieren inteligencia humana, como la percepci¨®n visual, el reconocimiento del habla, la traducci¨®n entre idiomas y la toma de decisiones¡±.
Empecemos por el final
Ning¨²n consejero delegado del Ibex 35 est¨¢ adoptando ¡ªde acuerdo con diversas fuentes¡ª decisiones importantes basadas en la inteligencia artificial. Decide el ser humano. Tiene aplicaciones, claro, positivas. Pero veamos en qu¨¦ se usa. Un experto de un gigante financiero ¡ªque pide el anonimato¡ª, lo cuenta con sencillez. ¡°Se emplea como m¨¦todo predictivo¡±. ?Qui¨¦n tiene m¨¢s riesgo de insolvencia o qui¨¦n est¨¢ cerca de abandonar (churn, en el argot) el banco? Y como es un sistema caro, se ¡°vigila¡± a quienes poseen saldos o deudas elevadas. Pero la inteligencia se aplica, sobre todo, para identificar a los que planean irse. La luz roja. Otra entidad, CaixaBank, utiliza, entre otras opciones, esta herramienta para ¡°mejorar la experiencia del cliente y especialmente las devoluciones de los recibos domiciliados¡±, detallan en el banco. Un modelo con el que han conseguido una precisi¨®n del 99%. Igual que una persona.
Luego viene la narrativa oficial. Que no tiene por qu¨¦ ser c¨ªnica. Son buenos prop¨®sitos, que cada entidad sabr¨¢ hasta d¨®nde arraigan, de verdad, al igual que las ra¨ªces profundas del nogal. ¡°El uso de la anal¨ªtica avanzada y la inteligencia artificial son procesos del banco imparables¡±, sostiene Jon Ander Beracoechea, responsable global de Advanced Analytics en BBVA. Ayuda a los clientes a cuidar la salud financiera a trav¨¦s del control de sus gastos ¡ªapunta en una nota el banco¡ª, mide su huella de carbono y aconseja c¨®mo llegar a final de mes. Unos 2.700 profesionales se dedican a la ingenier¨ªa y ciencia de datos. Eso s¨ª, aguarda una guerra. ¡°Europa no puede perder la competici¨®n frente a Estados Unidos; los algoritmos que se desarrollen aqu¨ª deben pertenecer a las compa?¨ªas del Viejo Continente¡±, defiende. Aunque parece dif¨ªcil, por ejemplo, que la programaci¨®n avanzada de los coches aut¨®nomos no llegue de Estados Unidos, aventura Enrique Dans, profesor de Innovaci¨®n en IE Business School.
Cat¨¢logo de bondades
Esa es una contienda que tendr¨¢ que esperar en la retaguardia. Un hombre puede derrumbarse de muchas maneras. La inteligencia artificial deber¨ªa imped¨ªrselo. Aumenta la resiliencia frente a los desastres naturales, garantiza la seguridad alimentaria, despliega tecnolog¨ªas verdes, ayuda a entender el comportamiento de los clientes, dise?a mejores productos y edificios y anticipa la protecci¨®n y detecci¨®n de incendios. E incluso acierta diagn¨®sticos m¨¦dicos con la supervisi¨®n de un especialista.
Los expertos de BBVA Research estiman que el 8% de las empresas espa?olas no financieras de m¨¢s de diez empleados ha adoptado la inteligencia artificial. Aunque estamos lejos de Dinamarca (24%) o Portugal (17%). La Agenda Espa?a Digital se ha marcado un objetivo del 25% en 2025. Quiz¨¢ llega tarde, al igual que el Conejo Blanco de Alicia en el Pa¨ªs de las Maravillas. O no. Por ahora, los fondos de Nueva Generaci¨®n han aportado 500 millones de euros (300 en 2021, 114 durante 2022, y 86 este ejercicio), que se a?aden a los 600 millones presupuestados por el Gobierno para el periodo 2020-2023.
Minsait (filial de Indra) es creyente de esta inteligencia, desde un lenguaje t¨¦cnico que cuesta, a veces, seguir. ¡°La base es la automatizaci¨®n de tareas de razonamiento que lleven a la toma de decisiones¡±, relata Silvano Andreu, director de Innovaci¨®n y Estrategia. Y agrega: ¡°El algoritmo es mejor cuantos m¨¢s datos tenga y de mayor calidad. Desde luego, exige tiempo de an¨¢lisis¡±. En una empresa puede anticipar los errores de una cadena de montaje, identificar productos defectuosos y ajustar el stock para que exista un m¨ªnimo de roturas. ¡°Pero el ser humano debe saber d¨®nde quiere llegar; el infinito no es una respuesta¡±, alerta Enrique Dans. En el sector de Defensa, por ejemplo, Indra dota de inteligencia artificial el mantenimiento de los cazas Eurofighter y sus sistemas cr¨ªticos de avi¨®nica.
La urgencia de concienciar a los programadores
Las implicaciones éticas de la inteligencia artificial son abismales. Quizá, por eso, a veces se apliquen sobre el vacío y la oscuridad. ¿Quién es el responsable del error en un algoritmo? ¿Dónde se levantan los muros de la privacidad? Uno puede ceder sus datos para contribuir a un estudio médico que salve vidas y una aseguradora podría usarlos y denegar una póliza a un paciente de alto riesgo. ¿Puedo prohibir su uso? El objetivo de cualquier tecnología es el bien común. Pero es nuestra responsabilidad. “Somos los seres humanos quienes las desarrollamos, usamos, vetamos, si procede, o quienes las aceptamos”, resume Itziar de Lecuona, directora del Observatorio de Bioética y Derecho de la Universidad de Barcelona. Y su relato regresa a la medicina, quizá la ventana a través de la que se puede mirar, sin reflejos, el futuro. La combinación —narra la experta— entre tecnologías genéticas e inteligencia artificial ilumina el desafío social. Medicina personalizada y predictiva. “Pero resulta necesario ceder nuestra información personal. Debemos proteger los datos personales para proteger a las personas”, defiende. No todo lo tecnológicamente posible tiene que admitirse.
Quizá a los médicos de atención primaria esto les suene lejano. O tal vez, un alivio. En principio es una tecnología vieja. Lo novedoso es la cantidad de datos que la alimentan, aunque “tampoco” —indica Itziar de Lecuona— “son sistemas tan avanzados como para sustituir a la inteligencia humana”. Hay demasiados mesías de lo tecnológico y pocos académicos de la ética. Las amenazas científicas son igual que las riñas familiares. Carecen de reglas. No son como dolores o heridas; son como grietas de la piel que no se curan porque no existe suficiente materia física. La amenaza de la discriminación algorítmica a través de los sesgos, la falta de transparencia e ininteligibilidad de los sistemas: “Tenemos que decidir qué umbral de riesgo se quiere aceptar ante los posibles beneficios”, ahonda Lecuona. Y el anonimato no existe. Ir más allá. No sirven solo unos principios éticos o derechos sobre inteligencia artificial reconocidos legalmente. Itziar resalta una página que se escribe de izquierda hacia la derecha. Al igual que Leonardo. La famosa alfabetización digital. ¿Quién enseña y alfabetiza a los que programan estos códigos y algoritmos? “Porque todos sabemos de qué forma evitar otra crisis producida por el laissez-faire. Necesitamos una inteligencia artificial cuya base sea la ética, que esté respaldada por una regulación sólida y gobiernos que trabajen para dar forma a esta revolución tecnológica en el interés común, en lugar de solo el interés de los accionistas”, escriben la economista Mariana Mazzucato y la politóloga Gabriela Ramos. Viejas tecnologías, nuevos ámbitos.
Turbinas al centro de la tierra
La empresa est¨¢ transformando su mundo. El futuro debe ser un cielo verde. En Repsol se han puesto en marcha 450 iniciativas digitales y unas 200 se refieren a inteligencia artificial. El impacto, asegura la empresa, es de 300 millones de euros. El rotor gira. La perforaci¨®n atraviesa los estratos. Esta tecnolog¨ªa ¡ªseg¨²n Juan Manuel Garc¨ªa, Chief Information Officer y Chief Technology Officer de la energ¨¦tica¡ª¡±monitoriza de forma remota y mejora su ejecuci¨®n¡±. Adem¨¢s se optimiza la producci¨®n de hidrocarburos. El coraz¨®n es lo que llaman ARIA, el ¡°cerebro digital¡±. La plataforma que permite el acceso a los datos.
Los datos son el polvo de oro. El transbordador a trav¨¦s de las arenas aur¨ªferas del r¨ªo Yuk¨®n en Alaska. En Cepsa ¡ªque tambi¨¦n, paso a paso, abandona los combustibles f¨®siles¡ª la ¡°inteligencia artificial est¨¢ basada en las personas. Esta tecnolog¨ªa no las reemplazar¨¢, sino que las ayudar¨¢ a ser m¨¢s eficientes¡±, describen. Una epifan¨ªa ¡ªcomo la conversi¨®n de San Pablo en el camino de Damasco¡ª es su uso para acelerar la transici¨®n energ¨¦tica. En los parques energ¨¦ticos de la firma (Energy Parks) se generan 150 millones de datos diarios; o sea, unos 54.000 millones anuales. ¡°Este gran volumen es un activo estrat¨¦gico que, a trav¨¦s del gobierno y la democratizaci¨®n de la informaci¨®n, generan soluciones basadas en la inteligencia artificial¡±, subrayan.
Aunque sin normas efectivas, resulta probable que la inteligencia artificial cree nuevas desigualdades y aumente las que ya existen. No solo son los sesgos sociales injustos. Es la relaci¨®n entre el espacio y el tiempo. La velocidad. Espa?a tiene ese lugar com¨²n de ser un pa¨ªs donde el 99% de su tejido productivo son pymes. Quiz¨¢ la frase m¨¢s incesantemente escrita de su econom¨ªa. Los profesionales de datos son caros, los costes elevados, hace falta informaci¨®n que no est¨¢, siempre, al alcance de esa compa?¨ªa peque?a o sistemas incompatibles con los que ya tiene instalados la organizaci¨®n. Una inteligencia a dos velocidades o someterse al capitalismo de plataforma. Entre 2015 y 2021 ¡ªde acuerdo con la Universidad de Georgetown¡ª las firmas estadounidenses invirtieron 40.200 millones de d¨®lares (37.800 millones de euros) en compa?¨ªas chinas de inteligencia artificial. A contrapelo de la estrategia europea de la soberan¨ªa digital. Los gigantes tecnol¨®gicos han llegado y ahora cae una tempestad.
Los planes de Espa?a
Espa?a ha trenzado una Estrategia Nacional de Inteligencia Artificial (ENIA) y una Agencia Espa?ola de Supervisi¨®n de Inteligencia Artificial (AESIA) para evitar, entre otras estrategias, que los competidores chinos o las big tech estadounidenses entorpezcan la democratizaci¨®n de esta tecnolog¨ªa, que debe ser inclusiva. La Administraci¨®n espera que en 2030 el 75% de las firmas espa?olas ya tenga programas que apliquen inteligencia artificial. Desde luego, las grandes de Silicon Valley quieren abrir con blancas, y su primer movimiento es de libro: ¡°Somos aliados, no competidores¡±, repiten. El ajedrez es un arte del enga?o. La reina AWS (Amazon Web Services), y su espacio en la nube, han estrenado una regi¨®n de infraestructura en Espa?a. Un punto de partida. ¡°La pyme Spherag usa el Internet de las cosas y la inteligencia artificial de la mano de AWS en sus cultivos agr¨ªcolas¡±, resume un portavoz del gigante. La soluci¨®n y el problema. Sus almacenes est¨¢n robotizados y gran parte de la gesti¨®n se basa en inteligencia artificial. ¡°La tecnolog¨ªa, la innovaci¨®n de base, pertenece al capitalismo de plataforma y aqu¨ª, como mucho, se adapta¡±, avisa Enrique Dans. En Europa, el peligro es perder la relevancia ¡ªrefrenda Jos¨¦ Luis Fl¨®rez, presidente de Dive, una startup experta en esta tecnolog¨ªa¡ª y no utilizar nuestros propios modelos. Sin embargo, lo hemos visto, a la vez hay que hacerlos accesibles a las pymes. ¡°Evitar esa doble velocidad¡±, alerta Fl¨®rez. Europa y Estados Unidos han acordado ¡°trabajar juntos¡± para mejorar la agricultura, el sistema sanitario o combatir el cambio clim¨¢tico. ?El ed¨¦n de las buenas intenciones?
BBVA Research estima que el 8% de las empresas espa?olas no financieras de m¨¢s de diez empleados ha adoptado la inteligencia artificial, lejos de Dinamarca (24%) o Portugal (17%). La Agenda Espa?a Digital se ha marcado un objetivo del 25% en 2025
Siri o un iPhone comunican m¨¢s que Apple. ¡°La inteligencia artificial hace posibles funcionalidades fant¨¢sticas¡±, comentan a trav¨¦s de una nota. Su procesador de voz ser¨ªa una mejor fuente de informaci¨®n. Google (perdi¨® en febrero m¨¢s de 100.000 millones de d¨®lares en Bolsa, frente a la posibilidad de que exista un sistema mejor para hacer b¨²squedas) compite a toda velocidad con Microsoft porque el agujero en el parqu¨¦ que le podr¨ªa hacer OpenAI a¨²n ser¨¢ m¨¢s grande.
Hacia el 600 a. de C, el fil¨®sofo Anax¨ªmenes le pregunt¨® a Pit¨¢goras: ¡°?Por qu¨¦ motivo tendr¨ªa que ocuparme en buscar los secretos de las estrellas si tengo continuamente ante mis ojos a la muerte y a la esclavitud?¡±. La inteligencia artificial no es la revoluci¨®n de los claveles, pero somos seres curiosos desde hace 400.000 generaciones.
El trenzado inteligente en Espa?a
Desde los tiempos del ensayo La España invertebrada (1921), de Ortega y Gasset, obra escrita hace un siglo, arraiga una idea de tristeza y de atraso que ha perdurado en el país. Representaba un tiempo pasado. Hoy, el extraordinario filósofo se sorprendería de la tierra que habría encontrado.
En la vanguardia acompasamos las modas que atraviesan los meridianos y paralelos del mundo: tecnología digital, computación en la nube, inteligencia artificial. Si hubiera viajado en AVE a Barcelona —contemplando pasar las catenarias y el paisaje a 250 kilómetros por hora— habría quedado impresionado por el Centro Nacional de Supercomputación-Barcelona Supercomputing Center (BSC). Más aún al enterarse de que se instalará allí el primer ordenador cuántico del sur de Europa. “Su función” —explica Josep María Martorell, director adjunto de este espacio— “es que cualquier investigador tenga acceso a tecnologías de supercomputación. Ahí cabe la inteligencia artificial”. Hace falta paciencia. El tiempo académico, asegura, “se mide en décadas, no en segundos”. La academia jamás ha tenido la calma de la empresa. Ni una cuenta de resultados que presentar.
En los últimos años, analiza Esteban Almirall, profesor de Data Sciences de Esade, se ha vivido un proceso de descentralización de hubs de I+D+i por parte de firmas multinacionales. Entre Madrid y Barcelona ya se han establecido unos 100 hubs de investigación de grandes corporaciones que buscan captar talento local a un precio inferior al de Londres o Estados Unidos. Y junto a ellas, un ecosistema de startups dedicadas a la inteligencia artificial. “Aunque a veces introducir esta tecnología en una compañía exige contratar especialistas, desarrollo de soluciones y reorganizar todos los circuitos. Y solo pueden hacerlo las firmas que se enfrentan a una dura competencia”, argumenta el docente. Será así. Pero esa España orteguiana ha desaparecido. El filósofo ya no escribiría: “La rebelión sentimental de las masas, el odio, y la escasez, a los mejores. He aquí la razón verdadera del gran fracaso hispánico”. El pasado es otro país a través de un tren que circula a 250 kilómetros por hora.