Anfield
Hace un a?o y medio le diagnosticaron un melanoma incurable. Ha conseguido que estos 18 meses se nos hayan pasado volando a base de hacernos re¨ªr
Llevabas veinte a?os sin pisar Anfield cuando, camino del puesto de comentaristas, alguien dijo entre la multitud: ¡°He¡¯s Robbo; is Michael¡±. El tipo sorte¨® a unos cuantos aficionados que se pusieron a estrecharte la mano y abri¨® un gran ¨¢lbum de fotos con recortes de prensa de los ochenta. Hab¨ªa dos tuyas reclamando un aut¨®grafo. Aquel perseverante hincha acud¨ªa al estadio cada partido con la esperanza de cazar la firma de los protagonistas de sus sue?os. All¨ª estaban, dos d¨¦cadas esperando. Mientras yo alucinaba, t¨² me dijiste: ¡°This is Anfield¡±.
As¨ª que por fin descubr¨ª ...
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Llevabas veinte a?os sin pisar Anfield cuando, camino del puesto de comentaristas, alguien dijo entre la multitud: ¡°He¡¯s Robbo; is Michael¡±. El tipo sorte¨® a unos cuantos aficionados que se pusieron a estrecharte la mano y abri¨® un gran ¨¢lbum de fotos con recortes de prensa de los ochenta. Hab¨ªa dos tuyas reclamando un aut¨®grafo. Aquel perseverante hincha acud¨ªa al estadio cada partido con la esperanza de cazar la firma de los protagonistas de sus sue?os. All¨ª estaban, dos d¨¦cadas esperando. Mientras yo alucinaba, t¨² me dijiste: ¡°This is Anfield¡±.
As¨ª que por fin descubr¨ª de d¨®nde proced¨ªa esa fortaleza para defender tus principios, esa necesidad de dar la talla, de afrontar lo que venga de pie, de no hacer nada que obligara a tu padre a mandarte a la cama sin cenar, como siempre me dec¨ªas. A esa buena gente no se la puede defraudar.
Nunca te vi presumir de haber sido campe¨®n de Europa con el equipo de Souness y Dalglish y eso que, en sus gradas de madera, aprendiste a cantar You¡¯ll Never Walk Alone antes que a meter goles.
A la televisi¨®n, tu otra vida, llegaste con hechuras de delantero centro. Hay que haber llevado muchas tardes el nueve en la espalda para sentarte en la silla que hab¨ªa ocupado Valdano y estar seguro de que con tus 100 palabras de castellano, 30 de ellas tacos, ibas a salir a hombros. No solo lo hiciste sino que descubriste otra pasi¨®n tan adictiva como los goles: contar historias.
Las primeras, en El D¨ªa Despu¨¦s, ten¨ªan sobre todo que ver con tus chascarrillos, tu humor ingl¨¦s, tu proverbial iron¨ªa, pero madurabas entrar en los salones de los hogares para tocar las fibras m¨¢s sensibles del personal. Llegaron Informe Robinson en la tele y, algo despu¨¦s, Acento Robinson, en la radio. Historias duras, divertidas, de grandes ¨¦xitos y de fracasos, historias plenas; la vida real con el deporte como excusa. Pocos oficios obligan m¨¢s a detectar lo esencial que el de 9, as¨ª que al periodismo te trajiste esta virtud; al fin y al cabo se trataba de seguir llegando al coraz¨®n de los espectadores.
Hace un a?o y medio, camino del Bernab¨¦u, nos contaste a Maldini y a m¨ª que te hab¨ªan diagnosticado un melanoma incurable. Has conseguido que estos 18 meses se nos hayan pasado volando a base de hacernos re¨ªr. No te he dicho lo suficiente el privilegio que ha sido verte disputar este partido as¨ª.
Nuestra ¨²ltima transmisi¨®n fue en Anfield. Esta vez has llevado condenadamente lejos tu obsesi¨®n por cerrar emotivamente todos los reportajes.
Carlos Mart¨ªnez es periodista y fue, desde 1992, compa?ero de retransmisiones de Michael Robinson en Canal + primero y luego en Movistar +.