Griter¨ªo
Sospechas que mogoll¨®n de gente est¨¢ tocada en su esp¨ªritu durante esta peste que parece inacabable. O ante la ruina que les espera no ya ahora, sino cuando el bicho se largue
Es di¨¢fano apreciar desde el exterior los s¨ªntomas de la depresi¨®n. Los gestos se hielan, las palabras se arrastran, el movimiento m¨¢s trivial supone un esfuerzo ¨¦pico, hay oc¨¦anos de tristeza en la mirada. Cantaba Manolo Tena: ¡°Todos me preguntan, ?qu¨¦ te pasa? Y yo no s¨¦ qu¨¦ contestar¡±. Los volc¨¢nicos Stones tambi¨¦n se preguntaron alguna vez: ¡°?Qu¨¦ es lo que pasa que lo veo todo negro?¡±. Y en esa par¨¢lisis f¨ªsica y abismo mental existen causas palpables. O no. El monstruo tambi¨¦n ataca sin avisar. Solo se quiere dormir, es el ¨²nico refugio, el ¨²nico descanso.
Sospechas que mo...
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Es di¨¢fano apreciar desde el exterior los s¨ªntomas de la depresi¨®n. Los gestos se hielan, las palabras se arrastran, el movimiento m¨¢s trivial supone un esfuerzo ¨¦pico, hay oc¨¦anos de tristeza en la mirada. Cantaba Manolo Tena: ¡°Todos me preguntan, ?qu¨¦ te pasa? Y yo no s¨¦ qu¨¦ contestar¡±. Los volc¨¢nicos Stones tambi¨¦n se preguntaron alguna vez: ¡°?Qu¨¦ es lo que pasa que lo veo todo negro?¡±. Y en esa par¨¢lisis f¨ªsica y abismo mental existen causas palpables. O no. El monstruo tambi¨¦n ataca sin avisar. Solo se quiere dormir, es el ¨²nico refugio, el ¨²nico descanso.
Sospechas que mogoll¨®n de gente est¨¢ tocada en su esp¨ªritu durante esta peste que parece inacabable. O ante la ruina que les espera no ya ahora, sino cuando el bicho se largue. Una miseria que por supuesto no afectar¨¢ a la clase pol¨ªtica, tan encabronados entre ellos por todo tipo de cuestiones, pero desvergonzadamente fraternales en cuanto a sus sueldos actuales y futuros. Por ello, en medio de tanto miedo y de un tono an¨ªmico ¨ªnfimo (excluyo a los botelloneros, tan j¨®venes, colegas, vitalistas, sensuales y divertidos ellos), me pregunto de d¨®nde sacan la energ¨ªa, el entusiasmo oral, el griter¨ªo, los que transmiten incansablemente desde las televisiones el sombr¨ªo estado de las cosas, los continuos partes de guerra con las cifras de infectados y de muertos. ?Van de anfetas, de farlopa, o son esp¨ªdicos por naturaleza? O tal vez solo reciben ¨®rdenes de los altos mandos en la seguridad de que el griter¨ªo y el terror enganchan a los receptores.
Y si no es suficiente con certificar todo el rato el apocalipsis, tambi¨¦n poseen la combinaci¨®n de sangre y sexo para animar el ambiente. La historia de la libertina viuda negra, la muy folladora y calculadora Maje, y la de la dama que tal vez intent¨® cargarse a su rico y diab¨¦tico marido inyect¨¢ndole sobredosis de insulina, es un c¨®ctel irresistible para alimentar el morbo de sus queridas audiencias. Que no pare la fiesta.