¡®The Undoing¡¯: un ¡®thriller¡¯ como de los a?os noventa
La nueva serie del guionista de ¡®Big Little Lies¡¯ trata de seguir burdamente los pasos de aquella con una Nicole Kidman entregada al clich¨¦ interpretativo
El tono ¨¢spero de realismo gris de lo ¨²ltimo de David E. Kelley (Ally McBeal, Big Little Lies), la esperada y, pese a su condici¨®n de thriller entregada a los rebuscados giros de guion, predecible The Undoing (HBO Espa?a), es cosa de su directora, Susanne Bier. La cineasta danesa, curiosamente poco conocida internacionalmente ¨Cal menos no lo suficiente como para acabar al frente de una producci¨®n con Nicole Kidman y Hugh Grant¨C, form¨® parte a mediados de los noventa del vanguardista y crudo movimiento Dogma 95 que impulsaron Lars Von Trier y Thomas Vinterberg y que ...
El tono ¨¢spero de realismo gris de lo ¨²ltimo de David E. Kelley (Ally McBeal, Big Little Lies), la esperada y, pese a su condici¨®n de thriller entregada a los rebuscados giros de guion, predecible The Undoing (HBO Espa?a), es cosa de su directora, Susanne Bier. La cineasta danesa, curiosamente poco conocida internacionalmente ¨Cal menos no lo suficiente como para acabar al frente de una producci¨®n con Nicole Kidman y Hugh Grant¨C, form¨® parte a mediados de los noventa del vanguardista y crudo movimiento Dogma 95 que impulsaron Lars Von Trier y Thomas Vinterberg y que pretend¨ªa acabar con todo tipo de artificio cinematogr¨¢fico e impulsar una nueva naturalidad post nouvelle vague.
No puede decirse que The Undoing est¨¦ exenta de artificio. M¨¢s bien todo lo contrario. Es una historia pensada como una mu?eca rusa de mentiras que necesitaba un pie en la realidad y, por una vez, esa realidad es una cruda y no idealizada Nueva York y que por otro lado, se acerca al cine de los noventa, esa ¨¦poca en la que crec¨ªa la desconfianza social en la tecnolog¨ªa, y se tem¨ªa que el sistema nos apagara, como ocurre en la pel¨ªcula La red, donde Sandra Bullock, como aqu¨ª la vida perfecta de Nicole Kidman, es borrada de la faz de la tierra delante de sus narices sin que pueda hacer nada por evitarlo.
Y he aqu¨ª el mayor logro art¨ªstico de una serie que, pese a estar, desde el inicio, secuestrada por la trama y por una peque?a colecci¨®n de giros aparentemente rocambolescos consigue construir al menos un personaje, el del doctor Jonathan Fraser, un reputado onc¨®logo infantil, padre de familia amable pero distante. Esos giros provienen de Jean Hanff Korelitz, la autora de T¨² ya lo sab¨ªas, la novela en la que se basa el guion de Kelley, y que parece de la escuela John Verdon: parte de una premisa que no es m¨¢s que la punta de un maquiav¨¦lico iceberg para sumergirse luego en un misterio repleto de capas.
Pero no son los trazos del personaje los que encumbran a Fraser sino un Hugh Grant en estado de gracia que borda una interpretaci¨®n en la medida de lo posible memorable en tan arquet¨ªpica historia, una interpretaci¨®n que esquiva, por momentos, la imposici¨®n de la trama y permite dibujar, con una naturalidad admirable ¨C tanto como la que imprimi¨® al protagonista de A Very English Scandal ¨C, al personaje que la mantiene en jaque. Ha llevado Fraser una doble vida, como el protagonista de El adversario, de Emmanuel Carr¨¨re, y una que ha acabado en aparente crimen machista.
Pero, puesto que de las apariencias trata, de la ¡°burbuja¡± de la que habla Grace Fraser, una Nicole Kidman irreconocible interpretativamente hablando, tan simple que ninguno de sus gestos parece escapar al clich¨¦ de un melodrama insulso que ya parec¨ªa extinguido, lo que vemos o creemos ver es casi siempre espejismo. La v¨ªctima es una madre reci¨¦n llegada al exclusivo colegio al que los Fraser llevan a su ¨²nico hijo. Proven¨ªa claramente de una clase social que nada ten¨ªa que ver con la suya. Y parec¨ªa obsesionada ¨C incluso sexualmente ¨C con Grace, que, a todo esto, trabaja como psicoanalista.
La profesi¨®n del personaje de Kidman no es tampoco banal en una trama en la que todo ¨C hasta la falsa alergia a los perros de Grant ¨C funciona como un reloj suizo, y casi cada comentario parece una pista que alguien deja caer como dejar¨ªa caer un guante. La sociedad hiperanal¨ªtica de hoy parece sobreanalizar m¨¢s lo que parece que lo que es, y he aqu¨ª el principal disparo cr¨ªtico de un, por otro lado, thriller que coquetea con la idea de seguir los pasos de Big Little Lies ¨Ccon Lily Rabe en el papel de una Reese Whiterspoon sin matices ni inter¨¦s¨C pero se queda a vergonzosos a?os luz de aquella.
Artificiosa y, en muchos sentidos, plana, la propuesta de Kelley, aunque parece despegar en un primer cap¨ªtulo que guarda el mejor as en la manga de la serie, se desinfla en cuanto nos lo muestra. En cuanto se produce el desequilibrio ¨Cel asesinato y, sobre todo, el hallazgo del m¨®vil del falsamente siempre ocupado marido en el caj¨®n¨C y la vida perfecta de Kidman se desmorona. El que todos guarden secretos o le oculten informaci¨®n de una forma un tanto burda, hasta el detective Mendoza ¨Cun ?dgar Ram¨ªrez convertido para la ocasi¨®n en una suerte de it man¨C, no hace sino agravar el problema.
Y as¨ª, la intriga se sustenta en el trato, por completo marciano ¨C ante el sinsentido del retraso, el goteo de datos ¨C, que el marido, la polic¨ªa, los excompa?eros del marido, y todo lo que rodea al caso, dan a Grace, en una versi¨®n informativa de aquel otro cl¨¢sico del drama de las apariencias de los noventa, Durmiendo con su enemigo, en el que el enemigo no es ¨²nicamente el que propina el golpe sino una sociedad que ha ca¨ªdo en su propia trampa: la de juzgar antes de conocer. Y al hacerlo, al limitar la intriga a eso, da un enorme paso atr¨¢s en la concepci¨®n del thriller moderno.