Los pol¨ªticos no son humanos
No aguantar¨ªa ni una semana sin echarme a llorar y dimitir, pero precisamente por eso nunca me postular¨ªa para un cargo como el que ocupa Irene Montero
Como vi el v¨ªdeo tarde y estaba ya empachado de plantos por Maradona, me cost¨® entender a qu¨¦ se deb¨ªan las l¨¢grimas. Vi el discurso varias veces, y cada vez entend¨ªa menos que la anterior. Comprend¨ªa las palabras de la ministra Irene Montero, su discurso institucional en el D¨ªa Internacional de la Eliminaci¨®n de la Violencia contra la Mujer y su llamamiento a la unidad del feminismo. Lo que no entend¨ªa eran las...
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Como vi el v¨ªdeo tarde y estaba ya empachado de plantos por Maradona, me cost¨® entender a qu¨¦ se deb¨ªan las l¨¢grimas. Vi el discurso varias veces, y cada vez entend¨ªa menos que la anterior. Comprend¨ªa las palabras de la ministra Irene Montero, su discurso institucional en el D¨ªa Internacional de la Eliminaci¨®n de la Violencia contra la Mujer y su llamamiento a la unidad del feminismo. Lo que no entend¨ªa eran las l¨¢grimas. Alguna mala lengua dice que son falsas. Yo me las creo.
Dirigir un ministerio no es un trago f¨¢cil ni siquiera en una ¨¦poca de bonanza. En estos tiempos, no s¨¦ de d¨®nde sacan fuerzas para levantarse cada ma?ana. No quisiera verme en su pellejo, con energ¨²menos a las puertas de mi casa, puyas diarias sobre m¨ª en todos los medios, disparos de la oposici¨®n, disparos del propio gobierno y disparos de mis compa?eros. Yo no aguantar¨ªa ni una semana sin echarme a llorar y dimitir, pero precisamente por eso nunca me postular¨ªa para un cargo como el que ocupa Irene Montero.
No es la primera vez que un l¨ªder de Unidas Podemos llora en p¨²blico. Hay en su cultura ideol¨®gica una inclinaci¨®n al desborde emocional. No quiero banalizar una angustia que no le desear¨ªa ni a los p¨¦rfidos creadores de Gambito de dama, pero hacer pucheros en un discurso institucional, que es el grado cero de la inanidad pol¨ªtica (muy lejos del calor de un debate parlamentario), s¨ª que banaliza las razones del acto. Sabemos que los pol¨ªticos son humanos y que, si les pinchas, sangran, pero en un discurso solemne, la salud democr¨¢tica y la dignidad de las instituciones que representan exigen que creamos que no son humanos y que no saldr¨¢ sangre de sus venas si las pinchas. De lo contrario, todo debate ser¨¢ banal, infantil e intratable.