El lanzamiento de adoquines como deporte de riesgo
As¨ª se van mordiendo las colas las pescadillas tertulianas, entre bloque y bloque de publi, mientras relacionan las broncas barcelonesas con el ¡®Areopag¨ªtica¡¯ de Milton
La inercia es una fuerza poderosa. Cuando ya ni los manifestantes se acuerdan de qui¨¦n es Pablo Has¨¦l, las tertulias y los programas siguen llenando horas con debates sobre la libertad de expresi¨®n. Son discusiones tediosas donde casi todo el mundo concuerda en que el borborigmo adolescente no merece c¨¢rcel. Quienes creen que las injurias y celebraciones de tiros en la nuca reclaman la intervenci¨®n de un juez y quienes niegan que haya reproche penal han ido acerc¨¢ndose conforme han trascendido m¨¢s raps y tuits del susodicho. Ahora...
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La inercia es una fuerza poderosa. Cuando ya ni los manifestantes se acuerdan de qui¨¦n es Pablo Has¨¦l, las tertulias y los programas siguen llenando horas con debates sobre la libertad de expresi¨®n. Son discusiones tediosas donde casi todo el mundo concuerda en que el borborigmo adolescente no merece c¨¢rcel. Quienes creen que las injurias y celebraciones de tiros en la nuca reclaman la intervenci¨®n de un juez y quienes niegan que haya reproche penal han ido acerc¨¢ndose conforme han trascendido m¨¢s raps y tuits del susodicho. Ahora, los segundos dicen que c¨¢rcel no, pero una colleja de su madre no habr¨ªa estado de m¨¢s.
As¨ª se van mordiendo las colas las pescadillas tertulianas, entre bloque y bloque de publi, mientras relacionan las broncas barcelonesas con el Areopag¨ªtica de Milton. Se abordan las t¨¦cnicas para extraer y romper adoquines como si fueran noticias pol¨ªticas. Son expresiones del malestar, dicen, y s¨ª lo son, pero en el mismo sentido que el running, el puenting o el barranquismo. Quien arroja adoquines contra un escaparate no est¨¢ haciendo un alegato, sino qued¨¢ndose a gusto, como los deportistas de riesgo. Tratarlo de antifascista o de sujeto pol¨ªtico es tan vacuo -o hip¨®crita- como buscar la influencia del simbolismo franc¨¦s en los versos de Has¨¦l.
En el cl¨¢sico La traici¨®n de los intelectuales, Julien Benda retrat¨® a quienes jaleaban, comprend¨ªan y aplaud¨ªan la violencia en nombre de la pol¨ªtica como tontos ¨²tiles de movimientos totalitarios. Era 1927 y asomaban la patita los Hitler y los Stalin. La frivolidad con que muchos intelectuales se calentaban las manos en las hogueras callejeras era para Benda una traici¨®n a su deber de iluminar y trascender. Dieron cobertura pol¨ªtica al matonismo y prepararon el camino del desastre. Benda tiene hoy el prestigio triste de los profetas. Su libro est¨¢ agotado. Animo a reeditarlo y repartirlo en las tertulias.