La pol¨ªtica se convierte en f¨²tbol
La vida de los fontaneros de los partidos es tan discreta que, cuando saltan a la fama, nadie tiene fotos para ilustrarla
Hasta el jueves, Alberto Casero no exist¨ªa. Hab¨ªa que estar muy metido en la cosa pol¨ªtica y alternar mucho en los bares de al lado del Congreso para saber qui¨¦n era. La vida de los fontaneros de los partidos es tan discreta que, cuando saltan a la fama, nadie tiene fotos para ilustrarla, mientras los reporteros rastrean a la presa por los campos de Trujillo, como perros truferos. A la espera de que el interfecto salga de su escondite, las teles tienen que llenar ...
Hasta el jueves, Alberto Casero no exist¨ªa. Hab¨ªa que estar muy metido en la cosa pol¨ªtica y alternar mucho en los bares de al lado del Congreso para saber qui¨¦n era. La vida de los fontaneros de los partidos es tan discreta que, cuando saltan a la fama, nadie tiene fotos para ilustrarla, mientras los reporteros rastrean a la presa por los campos de Trujillo, como perros truferos. A la espera de que el interfecto salga de su escondite, las teles tienen que llenar horas y horas hablando de un fantasma.
Resolvieron este vac¨ªo con una filmaci¨®n en bucle de la bancada parlamentaria popular donde se?alaron con un circulito la figura nerviosa, tr¨¢gica y enmascarada de Casero, que se mov¨ªa en la tercera fila como un jugador de f¨²tbol en busca del bal¨®n, como si quisiera salvar la honrilla con un regate, despu¨¦s de haber hundido al equipo. ?A m¨ª, a m¨ª!, parece que grita Casero desde ese circulito que recorre la pantalla una y otra vez, mientras los tertulianos de los plat¨®s discuten si hay que anular el gol o no.
Esta semana, la pol¨ªtica ha hecho del todo suya la l¨®gica del deporte. Hasta el ministro F¨¦lix Bola?os hablaba, jocoso, de goles y victorias. En la psicomagia charlatana de Jodorowski, las cosas se transforman cuando el inconsciente acepta las met¨¢foras. Eso ha hecho la pol¨ªtica: aceptar la met¨¢fora del f¨²tbol. La tele lleva tantos a?os narrando la vida parlamentaria con el estilo de Carrusel deportivo, que ya no se distingue un debate o una votaci¨®n de la retransmisi¨®n de un partido de f¨²tbol de Segunda donde el realizador marca con circulitos a los jugadores protagonistas porque el p¨²blico no sabe qui¨¦nes son.
Ahora nos re¨ªmos mucho. C¨®mo no re¨ªrse. Ya tendremos tiempo de llorar cuando descubramos el da?o incurable que le hemos causado a la democracia parlamentaria.
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