Savile: el marqu¨¦s de Sade en la BBC
La democracia y la ley no reg¨ªan en el mundo feudal de la industria del entretenimiento, en la que Savile o Weinstein ejerc¨ªan su poder absoluto
Si algo une a personajes como Harvey Weinstein y Jimmy Savile, adem¨¢s de su condici¨®n monstruosa, es el poder inmenso e indiscutido que acumularon, m¨¢s propio de se?ores feudales que de ciudadanos de Estados de derecho. En ambos casos, su depravaci¨®n era casi vox populi ¡ªo, al menos, vox patricia, es decir, conocida entre las ¨¦lites¡ª, pero viv¨ªan en unos castillos de muros tan altos y fosos tan hondos que ninguna insti...
Si algo une a personajes como Harvey Weinstein y Jimmy Savile, adem¨¢s de su condici¨®n monstruosa, es el poder inmenso e indiscutido que acumularon, m¨¢s propio de se?ores feudales que de ciudadanos de Estados de derecho. En ambos casos, su depravaci¨®n era casi vox populi ¡ªo, al menos, vox patricia, es decir, conocida entre las ¨¦lites¡ª, pero viv¨ªan en unos castillos de muros tan altos y fosos tan hondos que ninguna instituci¨®n de justicia llegaba ni a acercarse. La impunidad con la que se entregaron a sus cr¨ªmenes se parece mucho a la trama de Las 120 jornadas de Sodoma, del marqu¨¦s de Sade, donde unos nobles se encierran en una fortaleza y esclavizan sexualmente a cientos de personas.
Jimmy Savile: una historia brit¨¢nica de terror (Netflix) es un documental magn¨ªfico que se pregunta, con una honestidad desarmada de certezas, c¨®mo el monstruo pudo perpetrar tant¨ªsimos cr¨ªmenes y morir en olor de multitudes, sin sufrir castigos. Sin ning¨²n efectismo, como el polic¨ªa que acumula pruebas delante del acusado sin comentarlas, la pel¨ªcula demuestra que Savile mismo cont¨® muchas veces qui¨¦n era. ¡°?Qu¨¦ haces en la caravana?¡±, le pregunta un reportero, junto al veh¨ªculo con el que recorr¨ªa Inglaterra. ¡°Me har¨¦ a la chica¡±, responde, provocando las risas de todos. Hay much¨ªsimos cortes en los que bromea con su gusto por las chicas j¨®venes, e incluso menciona la idea de secuestrarlas para violarlas. Hoy, los periodistas que compart¨ªan plat¨® y re¨ªan aquello, observan los v¨ªdeos con pasmo: ?c¨®mo diablos pudo parecerme normal?, se dicen, avergonzados.
La conclusi¨®n de los casos Weinstein y Savile es que la democracia y la ley no reg¨ªan en el mundo feudal de la industria del entretenimiento, en la que ellos ejerc¨ªan su poder absoluto. Por mucho menos que eso, el pueblo de Par¨ªs montaba barricadas en las calles. Y con raz¨®n.
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