¡®Fauda¡¯ contra el Estado de Derecho
En la cuarta temporada de esta serie, la unidad de ¨¦lite del ej¨¦rcito israel¨ª se enfrenta al enemigo m¨¢s formidable que ha encontrado: el Estado de Derecho
Netflix ha soltado la cuarta temporada de Fauda como se suelta a los toros el 7 de julio en Pamplona: los personajes salen con tanta bravura, que el espectador se echa para atr¨¢s en el sof¨¢. Para los desinformados, Fauda es una serie israel¨ª sobre una unidad de ¨¦lite del ej¨¦rcito encargada de las misiones antiterroristas m¨¢s chungas. Podr¨ªa pasar por un placer culpable, un Rambo en hebreo y ¨¢rabe, pero contiene demasiadas trazas de sutileza y elude el manique¨ªsmo. Retrata a la sociedad israel¨ª desprote...
Netflix ha soltado la cuarta temporada de Fauda como se suelta a los toros el 7 de julio en Pamplona: los personajes salen con tanta bravura, que el espectador se echa para atr¨¢s en el sof¨¢. Para los desinformados, Fauda es una serie israel¨ª sobre una unidad de ¨¦lite del ej¨¦rcito encargada de las misiones antiterroristas m¨¢s chungas. Podr¨ªa pasar por un placer culpable, un Rambo en hebreo y ¨¢rabe, pero contiene demasiadas trazas de sutileza y elude el manique¨ªsmo. Retrata a la sociedad israel¨ª desprotegida de coartadas y eso perturba incluso al espectador m¨¢s elemental, el que solo quiere ver c¨®mo se zurran unos tiarrones y no pocas tiarronas.
En esta temporada, la unidad se enfrenta al enemigo m¨¢s formidable que ha encontrado nunca: el Estado de Derecho. La trama los saca de Israel y los lleva a Bruselas, donde las cosas funcionan de otro modo. Funcionan bien, vaya, pero estos tipos no est¨¢n acostumbrados a los remilgos democr¨¢ticos. Mientras intentan liberar a un compa?ero secuestrado por Hezbol¨¢ en Molenbeek, el gueto belga donde pacen los islamistas, tienen que someterse a la disciplina de una comisaria que les explica que no se puede asaltar una mezquita por una sospecha ni tampoco irrumpir a tiros en un vecindario musulm¨¢n. Doron, el protagonista israel¨ª, acusa a los belgas de no hacer nada, amparados en melindres legalistas. Y esto, que podr¨ªa plantearse con la simpleza filofascista de Harry el Sucio, en Fauda deviene tragedia y mide la distancia entre un pa¨ªs encerrado en su propia psicosis violenta y una democracia europea afianzada en el imperio de la ley y sus l¨ªmites.
Acostumbrado a una Espa?a donde estas cuestiones se omiten o se simplifican hasta niveles de segundo de primaria, alucino con la hondura de una serie que, en esencia, no es m¨¢s que un entretenimiento de polic¨ªas y ladrones.
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