Contra la perfecci¨®n
Como tantas otras ficciones inglesas, ¡®Los cr¨ªmenes de Essex¡¯ tiene una calidad tan alta que no se le puede poner peros. Sin embargo, nos gusta lo imperfecto
Como seres de las cavernas que a¨²n no se han acostumbrado a caminar erguidos y llevar zapatos, desconfiamos de las simetr¨ªas y de la belleza absoluta y sin matices. Los animadores de Pixar descubrieron hace tiempo que la perfecci¨®n perturba. Los planos y las secuencias perfectas que consegu¨ªan mediante el ordenador daban repel¨²s. Para eliminar esa sensaci¨®n, incorporaron peque?os fallos intencionales: temblores de c¨¢mara, leves correcciones de foco, sonidos que saturan¡ Es decir, todos esos ruidos que hacemos las personas imperfe...
Como seres de las cavernas que a¨²n no se han acostumbrado a caminar erguidos y llevar zapatos, desconfiamos de las simetr¨ªas y de la belleza absoluta y sin matices. Los animadores de Pixar descubrieron hace tiempo que la perfecci¨®n perturba. Los planos y las secuencias perfectas que consegu¨ªan mediante el ordenador daban repel¨²s. Para eliminar esa sensaci¨®n, incorporaron peque?os fallos intencionales: temblores de c¨¢mara, leves correcciones de foco, sonidos que saturan¡ Es decir, todos esos ruidos que hacemos las personas imperfectas y que las m¨¢quinas perfectas desconocen.
Comentando el ¨²ltimo policial brit¨¢nico que ha llegado a Espa?a (Los cr¨ªmenes de Essex, en Filmin), varios amigos ¡ªentre ellos, la muy sabia Rosa Belmonte¡ª le han reprochado su perfecci¨®n. Lo peor de la serie es que no hay nada malo que decir de ella. Como tantas otras ficciones inglesas, tiene una calidad tan alta que no se le puede poner peros. Han alcanzado tal excelencia en ese g¨¦nero que es banal comentar los detalles. ?Los actores? Perfectos. ?El guion? Elegante y discreto hasta en las acotaciones. ?La composici¨®n de los planos? Mejor que Vermeer y Rembrandt juntos. ?El ritmo? M¨¢s preciso que un electrocardiograma. No hay nada que comentar, solo cabe aplaudir. Pero no con un aplauso de ponerse en pie, como los que se escuchan en las viejas grabaciones de Maria Callas donde el p¨²blico, en ¨¦xtasis, no puede aguantarse la ovaci¨®n hasta que la diva termina el aria, sino con unas palmas ordenadas y lentas, tirando a rob¨®ticas.
Debe de ser muy frustrante alcanzar lo perfecto ¡ªcon el trabajo y el dinero que supone eso¡ª para descubrir que lo que nos gusta en verdad es lo imperfecto, lo inacabado, lo que no termina de decir lo que quiere decir. Compadezco a los creadores perfectos, su tristura perfecta y sus l¨¢grimas sim¨¦tricas, que resbalan perfectamente por sus mejillas pulidas.
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