Dentro de la prisi¨®n: ¡°Algunos ni?os juegan al f¨²tbol, mis amigos y yo rob¨¢bamos coches¡±
¡®Muros¡¯, serie documental de Movistar Plus+, se adentra en el d¨ªa a d¨ªa de las c¨¢rceles a trav¨¦s de la vida de 10 reclusos con los que han rodado durante cuatro meses
Entrar en una c¨¢rcel por primera vez, incluso si es de visita, impresiona. Impresionan los sistemas de seguridad y las puertas met¨¢licas que se van cerrando detr¨¢s de ti haciendo un ruido muy fuerte. Es el sonido que simboliza el encierro, que te muestra que est¨¢s a punto de dejar la vida normal para pasar a un universo aislado con reglas propias. Un universo, adem¨¢s, del que apenas se conoce nada. La sociedad no tiene inter¨¦s en mirar hacia ese lado complicado de la vida, y nadie sabe c¨®mo es una prisi¨®n hasta que no est¨¢ en una. Salir de esa oscuridad es lo que propone Muros, u...
Entrar en una c¨¢rcel por primera vez, incluso si es de visita, impresiona. Impresionan los sistemas de seguridad y las puertas met¨¢licas que se van cerrando detr¨¢s de ti haciendo un ruido muy fuerte. Es el sonido que simboliza el encierro, que te muestra que est¨¢s a punto de dejar la vida normal para pasar a un universo aislado con reglas propias. Un universo, adem¨¢s, del que apenas se conoce nada. La sociedad no tiene inter¨¦s en mirar hacia ese lado complicado de la vida, y nadie sabe c¨®mo es una prisi¨®n hasta que no est¨¢ en una. Salir de esa oscuridad es lo que propone Muros, una serie documental de cuatro cap¨ªtulos de Movistar Plus+ en colaboraci¨®n con Buend¨ªa Estudios cuyo primer episodio se estren¨® este lunes (con uno nuevo cada semana hasta completar los cuatro que tendr¨¢). Acercarnos a lo inc¨®modo y observarlo de frente.
La serie sigue la vida de 10 presos, recluidos en cuatro c¨¢rceles (Soto del Real, Alcal¨¢-Meco, Teixeiro y Almer¨ªa), a lo largo de varios meses. No son los m¨¢s violentos. No hay asesinos ni grandes narcos. Hay tr¨¢fico de drogas, estafas, robos... y mucha pobreza, adicciones, patolog¨ªas mentales y exclusi¨®n social detr¨¢s. Es ese tipo de delincuencia de la que se habla poco pero que es la que llena las c¨¢rceles. Feli, Mari, Eugenio, Isidoro, Culopato, Diego, Medhi, Cata, Yago y Barbara se abren en canal ante la c¨¢mara. Hablan de su pasado, de su presente, y de su futuro. Y de historias de vida como estas:
- He vivido en la calle. Luego tuve un piso, pero una vida muy desordenada. Vender, putear y follar. Ese era mi mundo. Cuando entr¨¦ en la c¨¢rcel pens¨¦ en mam¨¢. Acab¨¦ donde ella me dijo que iba a acabar.
- Mi padre muri¨® de la droga. Mi madre muri¨® de la droga. Nos dej¨® tirados. Luego lo prob¨¦ yo, y me gust¨®. Tomaba todos los d¨ªas dos gramos de hero¨ªna y cuatro de coca¨ªna. Por culpa de la droga he perdido a mis hijos. Solo le pido a dios que me quite esto de la cabeza.
- Mi marido me ha roto la mand¨ªbula, me ha hecho de todo durante muchos a?os. Yo empec¨¦ a necesitar comprar compulsivamente y eso me llev¨® a hacer peque?as estafas para pagar las compras. Mi vida era un enga?o.
- Estamos cinco de mi familia aqu¨ª. Estuvo mi abuela. Estuvo mi madre. Ahora yo. Y dios quiera que no est¨¦ mi hija.
- Los porros, la hero¨ªna, la coca¨ªna. Desde bien peque?o he visto eso. Con mi padre. Con mi madre.
- Yo me crie con chavales conflictivos. Para pasar la tarde, rob¨¢bamos un coche y luego lo dej¨¢bamos tirado por ah¨ª. Algunos ni?os van a jugar al f¨²tbol. Otros a patinar. Nosotros rob¨¢bamos.
- Me acuerdo como si fuera ayer de la primera vez que jugu¨¦. Despert¨® en m¨ª una sensaci¨®n que no hab¨ªa conocido. Los ¨²ltimos a?os de mi vida b¨¢sicamente han sido jugar y estafar.
El director de la serie, David Miralles, se acerc¨® al mundo de las prisiones hace unos a?os. Una amiga suya trabajaba como educadora social en la c¨¢rcel de Valdemoro, y pusieron en marcha un proyecto de paseos con perros para presos que llevaban muchos a?os encarcelados; ese tipo de reclusos que est¨¢n tan institucionalizados que es dif¨ªcil que retomen luego la vida en libertad. Sal¨ªan tres horas a caminar. Miralles se uni¨® a los paseos y empez¨® a relacionarse ¡°con un mundo totalmente desconocido¡±. Y empez¨® a interesarse por retratarlo. ¡°Cuando los conoc¨ª, pens¨¦ que podr¨ªa ser yo. A cualquiera se le puede torcer la vida¡±. La serie muestra alg¨²n perfil al que efectivamente se le torci¨® la vida en un momento dado. Y muchos otros con vidas tan duras que casi llevan escrito que acabar¨ªan presos.
Miralles ha estado casi tres a?os trabajando en el proyecto. Un a?o y medio investigando, cuatro meses y medio rodando y ocho meses m¨¢s editando. ¡°Busqu¨¦ distintas edades, distintos delitos, distintas fases de la condena¡±, explica. ¡°Emocionalmente ha sido muy intenso para todo el equipo. No nos interesaba el delito, sino c¨®mo hab¨ªan llegado hasta all¨ª. Quer¨ªamos entender su vida y su contexto. Que el espectador les mirara a la cara y los entendiera. Y la verdad es que hemos encontrado una generosidad que yo no esperaba. Las entrevistas est¨¢n llenas de verdad. Retratan lo que es la c¨¢rcel: un lugar duro no por las condiciones materiales, que en Espa?a son buenas, sino por el encierro, por la soledad. Es una realidad inc¨®moda que nos devuelve un reflejo de lo que somos. Es un fracaso colectivo¡±.
Muros muestra el d¨ªa a d¨ªa de la prisi¨®n, los m¨®dulos, los abrazos imposibles en las comunicaciones a trav¨¦s de los cristales, los vis a vis, el sufrimiento de las familias que est¨¢n fuera (¡°mi madre ha perdido 26 kilos desde que estoy preso¡±), el dolor por no poder hacerse cargo de los hijos, el conocimiento casi obsesivo de los expedientes y de los procedimientos judiciales, las sanciones disciplinarias, los enfados, la desesperaci¨®n por no saber si tu abuelo seguir¨¢ vivo cuando salgas de la c¨¢rcel (¡±Yayo, tienes que aguantar hasta diciembre¡±), los sue?os. Y el miedo a salir. Un momento que se vive con esperanza, con emoci¨®n y a veces tambi¨¦n con terror.
- Yo tengo miedo. Mucho, mucho miedo. Yo ya s¨¦ c¨®mo es el mundo de nosotros fuera, las discotecas. Si vuelvo a drogarme, volver¨¦ aqu¨ª. Tengo miedo al fracaso. S¨¦ que va a ser un camino de espinas, pero tampoco imposible. La mochila sigue ah¨ª, pero le voy quitando piedras poco a poco.
- S¨¦ que me va a costar, que me van a se?alar con el dedo como diciendo: ¡°t¨² eres una delincuente y eres lo peor¡±. Pero no, se?ores. Hay mucha historia detr¨¢s. No todos delinquimos porque queremos, porque nos da la gana. Mi historia no es esa.
Feli insiste en que, como dec¨ªa Miralles, cualquiera puede, en un momento dado y ante determinadas circunstancias extremas, desviarse del camino. Y en que la l¨ªnea que separa a los de dentro de los de fuera es fina. ¡°Ni los buenos son tan buenos, ni los malos somos tan malos¡±, concluye Cata. ?l conf¨ªa en que cuando salga, esta vez, le vaya bien la vida.
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