Todo es pol¨ªtica, tambi¨¦n Cantora
Por mucho que algunos lo reduzcan a cosas de chicas, chismorreo y menudeo informativo, los contenidos relativos al mundo de coraz¨®n van mucho m¨¢s all¨¢ de lo rosa
Le pese a quien le pese, ¡ªsiempre he querido escribir esto, expresi¨®n de reina de la copla¡ª, los contenidos relativos al mundo de coraz¨®n van mucho m¨¢s all¨¢ de lo rosa. Eso que algunos, ignorantes de la vida, a¨²n lo reducen a cosas de chicas, chismorreo, menudeo informativo. Porque llevan tanta carga pol¨ªtica como las querellas judiciales que son portada estos d¨ªas. Son una foto de lo que somos, de la caverna de la que venimos, la cara de nuestro retrato. Y mucho m¨¢s entretenido. Porque igual que el ...
Le pese a quien le pese, ¡ªsiempre he querido escribir esto, expresi¨®n de reina de la copla¡ª, los contenidos relativos al mundo de coraz¨®n van mucho m¨¢s all¨¢ de lo rosa. Eso que algunos, ignorantes de la vida, a¨²n lo reducen a cosas de chicas, chismorreo, menudeo informativo. Porque llevan tanta carga pol¨ªtica como las querellas judiciales que son portada estos d¨ªas. Son una foto de lo que somos, de la caverna de la que venimos, la cara de nuestro retrato. Y mucho m¨¢s entretenido. Porque igual que el caso de Roc¨ªo Carrasco sirvi¨® para que habl¨¢semos de violencia machista, estos d¨ªas, las personas reunidas en torno a un sof¨¢, en casa y en televisi¨®n, hablan de Mar¨ªa Isabel Pantoja, hija de Isabel Pantoja Mart¨ªn.
Hablan porque habl¨® ella en un programa de televisi¨®n, De viernes, emitido en Telecinco y que vieron 1.225.000 espectadores, el 17,1% de share. Una entrevista en la que se puso en carne viva. Y sin saber si su testimonio es veraz o no, retrat¨® entre l¨¢grimas, pero con la tensi¨®n arterial en su sitio a una familia racista, machista, esa Espa?a tan viva entonces como ahora. Que la rechaz¨® porque fue adoptada en Per¨², por el fenotipo de su piel. Una familia que la llamaba ¡°Machu Picchu¡±, que distingu¨ªa a su hijo y al de su hermano biol¨®gico diciendo ¡°?el nuestro o el otro?¡±.
Una familia que al sospechar que Mar¨ªa Isabel, siendo menor de edad, ya hab¨ªa mantenido relaciones sexuales, la llev¨® a un ginec¨®logo para comprobar si segu¨ªa siendo virgen. El rechazo de un primer m¨¦dico a cometer semejante atrocidad, el s¨ª de un segundo facultativo. Las heridas, las secuelas de todo aquello, donde ninguno alz¨® la voz. Ni aquellos con los que compart¨ªa apellidos, ni techo. Ni el coro de aduladores de entonces de la eterna viuda de Paquirri, m¨¢s numerosos que el Orfe¨®n Donostiarra. Hubo silencio, miradas hacia otro lado, ninguna denuncia. No sab¨ªan entonces, no lograron identificar lo ocurrido, o no quisieron, con tal de no perder la posibilidad de sentarse en el sof¨¢ de Cantora. Esa casa cuya due?a defiende como si fuera el ¨®rgano m¨¢s importante de su cuerpo. ¡°Cantora es mi hogar y no el castillo del Conde Dr¨¢cula¡±, le grit¨® una vez por tel¨¦fono a Carlota Corredera en una de las tardes m¨¢s tensas en Telecinco, all¨¢ por 2018. Qu¨¦ premonitorio se ve ahora todo aquello. Qu¨¦ resaca de tantas cosas que ahora resultan n¨ªtidas, al menos para unos cuantos. Y qu¨¦ mel¨®n ha dejado abierto Mar¨ªa Isabel Pantoja: ¡°Yo creo que no estaban preparados para la adopci¨®n¡±. Cosas de chicas, ?verdad?