Jes¨²s Calleja: la gentrificaci¨®n del espacio
Est¨¢n haciendo con el espacio lo que Trump quiere hacer con Gaza, un Marina d¡¯Or con gravedad cero. Nos gentrifican hasta los sue?os infantiles
La Voyager 1 empez¨® su viaje hace casi medio siglo y lleva un disco de oro elaborado por Carl Sagan con muchas cosas de la Tierra. Lo importante aqu¨ª, como en los regalos de los ni?os, no es el contenido, sino la intenci¨®n: en 1977 segu¨ªa vivo el sue?o espacial, que era la sublimaci¨®n del esp¨ªritu de la aventura. Por eso se eleg¨ªa con mucho mimo el rega...
La Voyager 1 empez¨® su viaje hace casi medio siglo y lleva un disco de oro elaborado por Carl Sagan con muchas cosas de la Tierra. Lo importante aqu¨ª, como en los regalos de los ni?os, no es el contenido, sino la intenci¨®n: en 1977 segu¨ªa vivo el sue?o espacial, que era la sublimaci¨®n del esp¨ªritu de la aventura. Por eso se eleg¨ªa con mucho mimo el regalito para los extraterrestres. Hab¨ªa que quedar bien, nos jug¨¢bamos la honra de la humanidad.
Tampoco se mandaba a cualquiera al espacio. Tanto John Glenn como Yuri Gagarin estaban tallados con el mismo cincel que Miguel ?ngel us¨® para el David. No bastaba con que fueran atletas y cient¨ªficos, ten¨ªan que ser semidioses o h¨¦roes. Es bonito recuperar las cr¨®nicas de la ¨¦poca, como las que escribi¨® Oriana Fallaci, que convivi¨® con los aspirantes a astronauta en la NASA y fue testigo de la Operaci¨®n Triunfo que se mont¨® para seleccionarlos. Se percibe en esos textos el esp¨ªritu de la aventura, la ingenuidad reconfortante de los ni?os que le¨ªan ciencia-ficci¨®n.
Esos ni?os crecieron y tuvieron hijos que ya no quer¨ªan ser astronautas, sino influencers. Y el cuento termin¨® con Jes¨²s Calleja montado en una nave privada. Si la Voyager se lanzara hoy, en vez de un disco de oro con El hombre de Vitruvio y la Novena de Beethoven, llevar¨ªa unas latas de la bebida energ¨¦tica patrocinadora del lanzamiento y unos c¨®digos QR para descargar la ¨²ltima canci¨®n de Leticia Sabater.
Si el Max Estrella de Valle-Incl¨¢n se quejaba de que los h¨¦roes cl¨¢sicos hab¨ªan ido a pasearse por el callej¨®n del Gato, no s¨¦ de qu¨¦ material est¨¢n hechos los espejos deformantes en los que se miran los astronautas del ayer para que les devuelvan el reflejo de unos millonarios con sobredosis de testosterona y Ozempic. A lo mejor aquel sue?o espacial de las frases lapidarias y los peque?os pasos para el hombre era cursi e infantil, pero al menos era generoso. Hablaba de horizontes compartidos, no de caprichos de varones con la chequera tan gigante que ya no saben en qu¨¦ derrochar las criptomonedas. Y sin duda Jes¨²s Calleja no es el peor turista espacial imaginable. Por lo menos entretiene y lo cuenta con gracia, pero con su programa normaliza la cutrez de una aventura que un d¨ªa fue digna de Homero.
Est¨¢n haciendo con el espacio lo que Trump quiere hacer con Gaza, un Marina d¡¯Or con gravedad cero. Nos gentrifican hasta los sue?os infantiles.