Trump, la par¨¢bola del trigo y la ciza?a
Los pesimistas pueden pensar que Estados Unidos est¨¢ acabado y temen lo peor: un desquiciamiento mundial que ahogue lo mejor que produjo siempre
Tras el triunfo de Donald Trump en Estados de Unidos, la pregunta de incredulidad que m¨¢s escucho es: ¡°?Y c¨®mo ha sido posible?¡±. Me la he hecho yo mismo la noche de su victoria. Y he seguido repiti¨¦ndome c¨®mo pudo acontecer. M¨¢s a¨²n cuando se ha ido sabiendo qui¨¦nes le votaron: los negros y no pocas mujeres. Y, claro, los m¨¢s castigados por la...
Tras el triunfo de Donald Trump en Estados de Unidos, la pregunta de incredulidad que m¨¢s escucho es: ¡°?Y c¨®mo ha sido posible?¡±. Me la he hecho yo mismo la noche de su victoria. Y he seguido repiti¨¦ndome c¨®mo pudo acontecer. M¨¢s a¨²n cuando se ha ido sabiendo qui¨¦nes le votaron: los negros y no pocas mujeres. Y, claro, los m¨¢s castigados por la pobreza.
La pregunta es justa porque parece imposible que un pa¨ªs, el m¨¢s rico y poderoso del mundo, el que ha dado m¨¢s premios Nobel, el pa¨ªs de las universidades envidiadas, el del centro de la ciencia, el del mundo de la democracia, haya escogido a un personaje sobre el que ya han llovido calificativos tan duros que da verg¨¹enza enunciarlos.
Todas las canciller¨ªas del mundo libre est¨¢n en alarma con el resultado de las elecciones. Lo est¨¢ tambi¨¦n Brasil, donde el presidente Lula recibi¨® la noticia por sorpresa. Ya hab¨ªa anunciado su apoyo a Kamala Harris ante la convicci¨®n de que Trump no podr¨ªa ganar.
Me pregunto qu¨¦ m¨¢s se puede decir y escribir sobre el resultado de unas elecciones en el centro del mundo en el que ha ganado y sin discusi¨®n Trump, quien mezcla sin escr¨²pulos a Dios con el demonio. En ello, como el resto de la extrema derecha fascista, Trump ha usado a Dios y a la Biblia, sobre todo al Antiguo Testamento, el de las guerras y las violencias, para infundir miedo y sembrar ciza?a.
Habr¨ªa por ello que preguntarse por qu¨¦ ese af¨¢n de los nuevos movimientos derechistas en resucitar los resortes de la religi¨®n al servicio de la pol¨ªtica. Trump ha llegado a decir que Dios le salv¨® del fracasado atentado porque desvi¨® la bala del asesino.
Trump puede ser todo lo peor pero no tonto, y sabe que hoy la gran caravana de indigentes del mundo, los parias est¨¢n en busca no de m¨¢s democracia sino de una vida menos dura y se echan en brazos del primero que se lo promete.
¡°?Pobre Estados Unidos!¡±, escucho tras el resultado de las elecciones. ?Qu¨¦ va a pasar con el pa¨ªs que ofreci¨® siempre al mundo lo mejor de la ciencia y los cimientos de la democracia?
Los pesimistas pueden pensar que Estados Unidos est¨¢ acabado y temen lo peor: un desquiciamiento mundial que ahogue lo mejor que produjo siempre. Prefiero, sin embargo, apuntarme a la peque?a caravana de los que se resisten a creer que todo est¨¢ perdido. No lo est¨¢. Y puesto que los nuevos fantasmas autoritarios que se pasean por el mundo ya que est¨¢n resucitando lo peor del poder religioso, el de las guerras y las inquisiciones, me gustar¨ªa recordar a esos nuevos fan¨¢ticos del Viejo Testamento, una de las par¨¢bolas del jud¨ªo revolucionario, Jes¨²s de Nazareth, que apost¨® por las libertades contra el oscurantismo fariseo. Por la paz contra la guerra. Que camin¨® al lado de los olvidados calificando de zorras a los poderosos.
Me refiero a la c¨¦lebre par¨¢bola del trigo y la ciza?a, al peligro de al querer salvar el grano confundirlo con la hierba maligna. Quiz¨¢ hoy aquel profeta inconformista nos recordar¨ªa que la mejor pol¨ªtica es la de estar atentos al querer arrancar la ciza?a que amenaza al mundo y no confundirla con el trigo que alimenta.
S¨ª, la esperanza ante los empujones retr¨®grados que sufre nuestro tiempo y en este momento Estados Unidos, de las grandes esperanzas libertarias y cient¨ªficas hoy ofuscada por la vuelta de Trump, es que sepamos separar el trigo de la ciza?a. Trump pasar¨¢ y el pa¨ªs de la ciencia y de la esperanza de libertad seguir¨¢ vivo como escudo contra las incertidumbres de un momento hist¨®rico donde, lo confesemos o no, a¨²n no sabemos donde nos conducir¨¢.