Revisando el contrato social a balazos
En el asesinato del consejero delegado de UnitedHealthcare ¡ªque tanto regocija a algunos¡ª la tragedia es doble: la familia Thompson perdi¨® a un padre y la familia Mangione, a un hijo
Una de las materias que ven los estudiantes de Derecho y Ciencia Pol¨ªtica es la ¡°Teor¨ªa del Estado¡±. Y una de las lecturas obligadas all¨ª es, naturalmente, El Contrato Social, del intelectual y filosofo pol¨ªtico originario de la Rep¨²blica de Ginebra (hoy parte de la Suiza moderna), Juan Jacobo Rousseau.
Aunque la obra de Rousseau es m¨¢s prol¨ªfica y completa que esto, El Contrato Social en esencia predica que los hombres desarrollaron la sociedad y el gobierno cuando su ¡°estado natural¡± dej¨® de darles igualdad e independencia y se volvi¨® necesario establecer unas reglas de convivencia, un contrato social, con el que buscan alcanzar el bienestar, la seguridad y la igualdad. Esos bienes colectivos requieren de unas disminuciones en las libertades y derechos individuales de los asociados, que los entregan a cambio de que se mantengan unas reglas de convivencia pacifica a trav¨¦s de una estructura pol¨ªtica que ejecuta y reglamenta las reglas acordadas y juzga a quienes no las cumplan.
Una de las caracter¨ªsticas de estos tiempos es la insatisfacci¨®n de much¨ªsimas personas en el mundo, incluyendo a Estados Unidos, con sus gobernantes y las instituciones en general. Mucha gente siente que la desigualdad crece, que no est¨¢ recibiendo lo que deber¨ªa y que quienes los gobiernan no cumplen con su funci¨®n y, si lo hacen, se quedan cortos en todo caso.
De acuerdo con el Pew Research Center, en una encuesta en la primavera de este a?o, solo el 22% de los adultos en Estados Unidos conf¨ªa en que el Gobierno federal hace lo correcto siempre o la mayor¨ªa de las veces. La desconfianza o la mala imagen de las instituciones se repite con el sistema judicial y con el legislativo.
En el sector privado, la confianza en las grandes compa?¨ªas se ha erosionado sustancialmente: seg¨²n Gallup, en 2024 el 72% est¨¢ insatisfecho con su tama?o en influencia, 24 puntos porcentuales menos que en 2001, cuando fue 48%. Por contraste, la mayor parte de los estadounidenses tiene una imagen positiva de las peque?as empresas por varias razones, (seg¨²n la Small Business Administration, son las de menos de 500 empleados), incluyendo que son percibidas como parte de la comunidad: 95% en 2010 y 97% en 2022.
A esto se suma la gran desconfianza de la gente en el sistema de salud, del que son parte fundamental las aseguradoras como UnitedHealthcare, vistas por muchos como m¨¢quinas de hacer dinero, con seguros excesivamente costosos y poca consideraci¨®n con sus asegurados. Estas compa?¨ªas, cuyas utilidades han crecido fenomenalmente en los ¨²ltimos a?os, son percibidas por muchos ¡ªcon raz¨®n en muchos casos¡ª como el ep¨ªtome de la avaricia e indolencia por sus asegurados. UnitedHealthcare est¨¢ en la primera fila.
En este contexto se cruzaron, seg¨²n las autoridades, Luigi Mangione, un joven profesional de 26 a?os, de una familia millonaria de la industria inmobiliaria, excelente estudiante, graduado de una de las universidades m¨¢s exclusivas de Estados Unidos, y su v¨ªctima, Brian Thompson, un contador de Iowa, de 50 a?os, casado, con dos hijos adolescentes, que ascendi¨® en la compa?¨ªa UnitedHealthcare durante 20 a?os, hasta llegar a ser su presidente. Y aunque era el presidente de la aseguradora de salud m¨¢s grande del pa¨ªs, con unos 50 millones de afiliados y utilidades por 23.000 millones de d¨®lares el a?o pasado, ten¨ªa un perfil bajo y ning¨²n guardaespaldas.
Mangione llevaba unos seis meses desaparecido socialmente, hasta que emergi¨® en Manhattan, con una pistola con silenciador, una ghost gun impresa con tecnolog¨ªa 3D y le dispar¨® a sangre fr¨ªa y por la espalda a Thompson, hiri¨¦ndolo primero y remat¨¢ndolo despu¨¦s en el piso, seg¨²n la investigaci¨®n policial. Que se sepa, Mangione no lo conoc¨ªa y ni siquiera era cliente de UnitedHealthcare; pero en las notas que le encontr¨® la polic¨ªa despu¨¦s del asesinato escribi¨® en contra de los ¡°par¨¢sitos corporativos¡±, su avaricia y juegos de poder y consider¨® el asesinato de Thompson como un derribamiento simb¨®lico.
Que el descontento con las instituciones p¨²blicas y privadas sea cada vez m¨¢s grande, que eso d¨¦ paso a propuestas radicales y que a veces haya quienes, desequilibrados o no, resuelvan tomar la justicia por sus manos, es dif¨ªcil de evitar. No es la primera vez que sucede y seguramente no ser¨¢ la ¨²ltima y quien lo haga, debe pagar el precio.
Pero la trivializaci¨®n y la celebraci¨®n de muchos por el asesinato de Brian Thompson fue terrible. Noticias desde que la chaqueta de Mangione se convirti¨® en un best-seller, hasta el fondo creado para pagarle los abogados (aunque es millonario) y los comentarios e iniciativas de miles de personas en las redes, dejan el sabor de que no solo hay descontento, sino que esa frustraci¨®n justifica la violencia y la muerte ¡°simb¨®lica¡± de otros seres humanos.
Jeffrey Sonnenfeld y Steven Tian, de la Universidad de Yale, siguieron las respuestas al asesinato de Thompson y en una publicaci¨®n el 9 de diciembre pasado mostraron ¡ªcinco d¨ªas despu¨¦s del crimen¡ª que solo en respuestas al comunicado de UnitedHealthcare lamentando el crimen, hab¨ªa 77.000 comentarios de alegr¨ªa o burla. De gente que no tiene nada que ver ¡ªseguramente¡ª con el presunto victimario o con la v¨ªctima.
Dentro de esa ola de trivializaci¨®n de este episodio, seguidores de Kim Kardashian le vienen solicitando que intervenga en favor de Mangione; asimismo, una influenciadora que habla de c¨®mo tener mejores cejas, public¨® un tutorial para tenerlas como Mangione, por citar solo dos ejemplos. Esto sin hablar de todos los oportunistas en Instagram y otras redes, reposteando las fotos de la cuenta del presunto asesino, en b¨²squeda de likes.
Estados Unidos se ha caracterizado en general por admirar a la iniciativa privada y a quien tiene ¨¦xito. Ese es precisamente uno de los atractivos de Donald Trump para muchos de sus electores. El orgullo y la ambici¨®n de los estadounidenses se basa en mucho en el emprendimiento y es en buena parte lo m¨¢s admirado por casi todos. ?Est¨¢ eso cambiando?
El establecimiento pol¨ªtico ha contribuido, sin duda, a minar la confianza en el sector privado, piedra angular de la sociedad norteamericana. El populismo de la izquierda y la derecha, expresado por Bernie Sanders al decir que no es posible hacer dinero sin pisar a ni?os que duermen en la calle y por Marjorie Taylor-Greene atacando el ¡°comunismo corporativo¡±, son solo dos muestras.
Sin perjuicio de dar el debate sobre qu¨¦ sectores econ¨®micos o de la sociedad se pueden o deben mejorar, la revisi¨®n del contrato social y la interpretaci¨®n de la voluntad general no pueden correr por cuenta de justicieros solitarios y sus likes en las redes. Si enviamos la se?al de que la ¡°voluntad general¡± patrocina, o al menos condona ese comportamiento, la siguiente v¨ªctima tr¨¢gica podr¨ªa ser cualquiera. En este episodio ¡ªque tanto regocija a algunos¡ª la tragedia es doble: la familia Thompson perdi¨® a un padre y la familia Mangione a un hijo.