De la esperanza al miedo: Europa durante el reino de Isabel II
El mundo es otro desde el a?o del acceso al trono de la monarca. Un viaje del continente europeo del a?o 1952 al del 2022
Si se pudiese regresar, con una m¨¢quina del tiempo, a la Europa (y a la Inglaterra) de 1952, el a?o de la muerte de Jorge VI y del acceso al trono de Isabel II, seguramente nos sentir¨ªamos como extraterrestres. Todo ¡ªo casi¡ª ha cambiado en estas siete d¨¦cadas. Menos la reina, ¡°un centro estable en un torbellino de caos¡±, como ha escrito en The Guardian el columnista Jonathan Freedland.
Esta es la historia de dos Europas: la de 1952 y la que en septiembre 2022 despide a la monarca brit¨¢nica y, con ella, a una ¨¦poca. La de entonces era una Europa dividida por el tel¨®n de acero y sometida, en su mitad oriental, al totalitarismo sovi¨¦tico; hoy es otra: reunificada. ?rase una Europa gobernada exclusivamente por hombres nacidos en el siglo XIX, hombres que ya eran adultos en la I Guerra Mundial y que sobrevivieron a la II Guerra Mundial; ahora otra en la que los l¨ªderes son hombres y mujeres ¡ªpero todav¨ªa mayoritariamente hombres¡ª que no han conocido guerras y ni siquiera han hecho el servicio militar, y muchos desconocen lo que es vivir bajo una dictadura.
Una Europa, la de la hace 70 a?os, donde las ruinas de los bombardeos a¨²n eran visibles, pero cuyo motor econ¨®mico se hab¨ªa puesto en marcha y que se permit¨ªa mirar al futuro con optimismo; la de ahora es m¨¢s rica, con m¨¢s bienestar y protecci¨®n social, con libertad y m¨¢s igualdad de derechos para hombres, mujeres y minor¨ªas, pero es una Europa en la que la desigualdad econ¨®mica y el descalabro financiero de 2008 han socavado la fe en un futuro pr¨®spero y en la que la guerra ha regresado. Una Europa, la de 2022, en la que, como en 1952, la amenaza viene de Mosc¨², y una Europa en la que palabras como control de precios o racionamiento, habituales hace 70 a?os en el continente y las islas, han dejado de ser ex¨®ticas.
¡°En 1952, la emoci¨®n predominante era la esperanza¡±, explica Dominique Mo?si, ensayista, geopolit¨®logo y autor de La geopol¨ªtica de la emoci¨®n. ¡°Hoy es el miedo¡±. Europa estaba objetivamente peor entonces, pero sacaba la cabeza de debajo del agua tras lo que Mo?si llama ¡°30 a?os de guerra civil¡±, incluyendo ambas guerras mundiales. Los europeos viven infinitamente mejor hoy, pero se extiende un temor difuso al hundimiento: clim¨¢tico, econ¨®mico, b¨¦lico; hay d¨®nde escoger.
¡°Europa¡±, dice la veterana soci¨®loga Dominique Schnapper, ¡°a¨²n ten¨ªa la ilusi¨®n de ser un actor importante en la marcha del mundo. Hoy Europa es una regi¨®n en declive contra la cual se afirma el resto del mundo¡±. El problema, a?ade, ¡°es m¨¢s grave en Reino Unido que en la Europa continental, porque Inglaterra se construy¨® sobre la idea de su victoria en la guerra y el hero¨ªsmo de 1940¡å. ¡°Y es una imagen obsoleta¡±, prosigue Schnapper, ¡°pero que les ha servido para mantener la ilusi¨®n¡±.
¡°El pasado es un pa¨ªs extranjero: ah¨ª hacen las cosas de otra manera¡±, comenzaba El mensajero, una novela inglesa publicada en 1953, cuando se celebr¨® la coronaci¨®n de Isabel. El autor, L. P. Hartley, hablaba de su infancia a principios del siglo XX, pero tambi¨¦n produce un efecto desconcertante asomarse a las cr¨®nicas y relatos de los a?os del acceso al trono de la reina, y descubrir la ambivalencia del momento: entre las penurias de entonces y las primeras se?ales del milagro econ¨®mico en las democracias occidentales.
¡°La preocupaci¨®n principal de la mayor¨ªa de personas de todas las edades en la Europa de la posguerra era arregl¨¢rselas con lo que ten¨ªa¡±, escribi¨® el historiador Tony Judt en Postguerra : una historia de Europa desde 1945 (Taurus, en castellano). Judt explica que en 1950, en la Alemania Occidental que estaba a punto de protagonizar el milagro econ¨®mico, 17 de los 47 millones de habitantes eran clasificados en la categor¨ªa de ¡°necesitados¡±, porque no ten¨ªan donde vivir. En Gran Breta?a, a?ade, ¡°el racionamiento continu¨® m¨¢s tiempo¡± que en otras democracias industriales. Y en el caso de la carne y otros alimentos, dur¨® hasta 1954, ¡°aunque se suspendi¨® temporalmente para la coronaci¨®n de la reina Isabel II en junio de 1953, cuando a todo el mundo se le asign¨® una libra extra de az¨²car y cuatro onzas de margarina¡±.
Era un mundo, contin¨²a Judt, que retrat¨® el cine neorrealista en Italia o comedias inglesas como Pasaporte a Pimlico: dramas familiares, buscavidas, ciudades en ruinas. Pero era un mundo, tambi¨¦n, que pasaba la p¨¢gina de la guerra y sus desgracias: olvidar y a reconstruir. Porque 1952 es el a?o en que se pone fin al Plan Marshall, el colosal y eficaz proyecto de ayuda econ¨®mica de Estados Unidos a Europa que, seg¨²n un art¨ªculo publicado ese mismo a?o en la revista Foreign Affairs, hab¨ªa supuesto ¡°unos logros positivos impresionantes, sin comparaci¨®n en la historia¡±. A finales de 1951, recordaba en el art¨ªculo el economista John H. Williams, la producci¨®n industrial en la Europa Occidental superaba en un 41% a la de antes de la II Guerra Mundial; la agr¨ªcola, en un 9%, y el producto interior bruto hab¨ªa crecido un 25% en los cuatro a?os anteriores y superaba en un 15% el de la preguerra.
Era la Europa y el Occidente que creaba las instituciones que estructurar¨ªan el planeta en las d¨¦cadas siguientes: desde el FMI a la OTAN. Y la integraci¨®n europea: 1952 fue el a?o de la entrada en vigor del tratado de la Comunidad Europea del Carb¨®n y del Acero (CECA), embri¨®n de la actual Uni¨®n Europea, y de la Comunidad Europea de Defensa (CED), que el 7 de febrero de 1952 compart¨ªa portada del diario Le Monde con la nueva reina Isabel. La CED, embri¨®n de la nunca realizada Europa de la defensa, muri¨® entonces por el veto franc¨¦s. El Reino Unido no particip¨® en ninguna de las dos iniciativas.
Hab¨ªa, por supuesto, otra Europa, ¡°un Occidente secuestrado¡±, como lo llamar¨ªa a?os despu¨¦s el novelista checo Milan Kundera. Mientras Isabel Windsor se convert¨ªa en monarca, Stalin todav¨ªa impon¨ªa su pu?o de hierro en medio continente. Judt documenta que, en el mismo 1952, 1,7 millones de personas viv¨ªan encerradas en campos de trabajo sovi¨¦ticos, 800.000 en ¡°colonias laborales¡± y 2,7 en ¡°asentamientos especiales¡±. En Checoslovaquia, sobre una poblaci¨®n de 13 millones de habitantes, 100.000 eran presos pol¨ªticos. ¡°La escala del castigo infligido a los ciudadanos de la URSS y de Europa Oriental en la d¨¦cada posterior a la II Guerra Mundial¡±, se lee en Postguerra, ¡°fue monumental¡±.
Reunificaci¨®n de Europa
Habr¨ªa que esperar casi cuatro d¨¦cadas para que se derrumbase el bloque sovi¨¦tico y Europa pudiera reunificarse. Antes, se hab¨ªan desintegrado los imperios coloniales brit¨¢nico y franc¨¦s. Las sociedades occidentales vivieron a?os de boom econ¨®mico. La juventud se erigi¨® en actor de la sociedad de consumo, de la cultura popular y de la pol¨ªtica en 1968. M¨¢s tarde, el encarecimiento del petr¨®leo dio un primer toque de alerta sobre la sociedad de la abundancia. Margaret Thatcher y Ronald Reagan revolucionaron la econom¨ªa desregulando el libre mercado y alumbrando el capitalismo global. El islam pol¨ªtico despert¨® en Oriente Pr¨®ximo y acabar¨ªa golpeando, al inicio del milenio, los pa¨ªses occidentales. Las sociedades se volvieron multiculturales y las mujeres y los homosexuales conquistaron los derechos civiles y cuotas de igualdad que habr¨ªan parecido ciencia ficci¨®n en 1952. Y Europa, a golpe de crisis y con Reino Unido ¨Dcon un pie dentro y otro fuera, o del todo fuera como ahora tras el Brexit¨D avanz¨® hacia su integraci¨®n.
¡°No circulamos por el mismo lado de la carretera, pero vamos en la misma direcci¨®n¡±, resumi¨® Isabel II en una de sus visitas al palacio del El¨ªseo. La reina ¨Dal contrario que Margaret Thatcher, o que Mija¨ªl Gorbachov, otro gigante de su ¨¦poca que ha muerto este verano¨D nunca particip¨® en estos saltos hist¨®ricos; como m¨¢ximo, con su presencia perenne los acompa?¨®.
Dominique Schnapper, hija del gran intelectual liberal franc¨¦s Raymond Aron, estaba escolarizada en Inglaterra durante la II Guerra Mundial y recuerda los discursos de Isabel a los ni?os, y su papel en aquellos a?os. ¡°Fue admirable¡±, dice. ¡°Su muerte¡±, comenta, ¡°significa constatar el fin de las ilusiones en las que Reino Unido vivi¨® desde el fin de la guerra. Es triste: quer¨ªamos creer en esa ilusi¨®n¡±.
La fotograf¨ªa de Hollande
Hace unos d¨ªas, antes de la muerte de Isabel II, alguien que la trat¨® ofrec¨ªa, durante un almuerzo en petit comit¨¦, una fotograf¨ªa del mundo que ¨Dese d¨ªa nadie lo sab¨ªa¨D la reina se aprestaba a abandonar. Era el expresidente franc¨¦s Fran?ois Hollande: ¡°Salimos de una d¨¦cada con una serie de crisis y un hilo conductor: ya no hay regulaci¨®n del mundo. Hasta la ca¨ªda del Muro de Berl¨ªn exist¨ªa una forma de equilibrio del terror. Despu¨¦s vino la superpotencia americana. Pero a partir de 2012, se forj¨® un bloque entre China y Rusia. Al mismo tiempo, y despu¨¦s de los desenga?os en Irak y Afganist¨¢n, Estados Unidos se retira de la escena. Y entran otros: Turqu¨ªa, Ir¨¢n, Arabia Saud¨ª.¡±
La idea, despu¨¦s de la ca¨ªda del Muro de Berl¨ªn, de que las democracias avanzar¨ªan inexorablemente ¨Dlas democracias que, con Estados Unidos y Reino Unido a la cabeza, vencieron en 1945¨D ¡°se revel¨® una ilusi¨®n¡±, dice el menos mon¨¢rquico, en su manera de ejercer el poder, de los jefes de Estado franceses del ¨²ltimo medio siglo. Y estos principios ¡°se desintegran¡± en el interior mismo de las democracias, como mostr¨® el asalto al Capitolio de Washington en 2021. A esto se suman l¨ªderes como un dirigente en Rusia, Vlad¨ªmir Putin, que agita la amenaza at¨®mica ¡°para impresionar¡±, aunque ¡°sabe que el miedo a lo nuclear es real en [las] opiniones p¨²blicas [europeas] y que puede ser un factor de intimidaci¨®n¡±.
Para Dominique Mo?si, 2022 tiene el inquietante aspecto de un ¡°anti-1989¡å. ¡°Recuerdo que a partir de mayo de 1989 los sistemas sovi¨¦ticos empiezan a hundirse. Cada mes hab¨ªa una buena noticia: Hungr¨ªa se abre, Polonia se abre, Checoslovaquia se abre¡ Parec¨ªa el fin de la Historia, como dec¨ªa Francis Fukuyama¡±, dice Mo?si. ¡°Hoy es lo contrario. Estamos a la espera de malas noticias¡±.
El autor de La geopol¨ªtica de la emoci¨®n alude al entierro del rey Eduardo VII en 1910. Acudi¨® el qui¨¦n es qui¨¦n de las casas reales de Europa, incluido el k¨¢iser Guillermo. Fue quiz¨¢ la c¨²spide del poder europeo, imperial, colonial, mon¨¢rquico. Cuatro a?os despu¨¦s, los congregados se declaraban la guerra. ¡°En cierto modo el entierro de la reina ahora puede ser la culminaci¨®n del entierro de una fase positiva de Europa¡±, reflexiona Mo?si. ¡°?Ser¨¢ un nuevo funeral de Europa?¡±
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