La revoluci¨®n del ajedrez que lidera Carlsen tendr¨¢ su propio circuito en cuatro continentes
El mecenas Buettner augura que la modalidad 960 (o freestyle) convivir¨¢ con la cl¨¢sica, y no descarta dos Mundiales paralelos
Hay indicios de que Felipe II patrocin¨® grandes torneos en el siglo XVI porque el ajedrez era muy apreciado en su corte. Casi 500 a?os despu¨¦s, el alem¨¢n Jan Henric Buettner es, de momento, un mecenas que ha invertido dos millones de euros en revolucionar el deporte mental como un ¡°reto apasionante¡±. Pero asegura que 120 millones de personas (¨¦l esperaba 20) ya han recibido el impacto del torneo que ocho astros disputan en su complejo tur¨ªstico de gran lujo Weisse...
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Hay indicios de que Felipe II patrocin¨® grandes torneos en el siglo XVI porque el ajedrez era muy apreciado en su corte. Casi 500 a?os despu¨¦s, el alem¨¢n Jan Henric Buettner es, de momento, un mecenas que ha invertido dos millones de euros en revolucionar el deporte mental como un ¡°reto apasionante¡±. Pero asegura que 120 millones de personas (¨¦l esperaba 20) ya han recibido el impacto del torneo que ocho astros disputan en su complejo tur¨ªstico de gran lujo Weissenhaus, en la costa del B¨¢ltico. Y conf¨ªa en recuperar el dinero cuando a?ada EEUU, India y Sur¨¢frica a los torneos de la modalidad 960 (¨¦l la llama freestyle), que obliga a pensar en profundidad desde la jugada inicial porque la posici¨®n de las piezas se sortea minutos antes de cada partida. El n¨²mero uno, el noruego Magnus Carlsen, lo apoya sin ambages. Este jueves y viernes se enfrenta en la final con el estadounidense Fabiano Caruana.
Los 45 minutos de conversaci¨®n con EL PA?S indican que Buettner, de 60 a?os, se mueve mucho por intuiciones. Fue pionero de la telefon¨ªa m¨®vil y de internet cuando a¨²n parec¨ªan ciencia-ficci¨®n, y as¨ª hizo su fortuna. En 2005 compr¨® las 75 hect¨¢reas del pueblo abandonado de Weissenhaus, en el min¨²sculo municipio de Wangels, sin saber qu¨¦ iba a hacer con ¨¦l. Luego invirti¨® m¨¢s de cien millones en reformarlo, y hoy es uno de los complejos tur¨ªsticos m¨¢s lujosos de Europa.
Despu¨¦s su esposa le convenci¨® de que bajase el pist¨®n, hacia una vida m¨¢s relajada. Un d¨ªa, en su casa de Sur¨¢frica, decidi¨® que ten¨ªa que aprender algo. Pens¨® en estudiar italiano, o m¨²sica, pero de pronto se acord¨® del ajedrez, que practic¨® en la escuela a los 10 a?os, y su intuici¨®n le dijo que tirase por ah¨ª. Tras algunas clases con el gran maestro alem¨¢n Niclas Huschenbeth, Buettner decidi¨® organizar un gran torneo con la presencia esencial de Carlsen, con quien se reuni¨® durante un torneo en Qatar tras convencer en siete horas de charla a su padre, Henrik.
El noruego le dijo que s¨ª, pero con un golpe radical de tim¨®n: en lugar de ajedrez cl¨¢sico, el 960, que hace inservibles las toneladas de art¨ªculos, libros, v¨ªdeos y DVD sobre la teor¨ªa de aperturas y defensas. Como muchos ajedrecistas -aunque no est¨¢ claro que sean mayor¨ªa-, Carlsen est¨¢ harto de que los veinte o m¨¢s primeros movimientos se hagan de memoria, fruto de la preparaci¨®n casera con computadoras potent¨ªsimas. ?l quiere potenciar la parte art¨ªstica y deportiva del ajedrez, obligando a que el jugador deba utilizar su propia cabeza desde el minuto uno.
Eso ocurri¨® a finales del pasado octubre. En tres meses, Buettner mont¨® un torneo revolucionario en el superlujo de Weissenhaus, con innovaciones que ¨¦l y Carlsen pactaron: ¡°Entonces naci¨® mi pasi¨®n, no tanto por el ajedrez sino por ser capaz de hacer bien este torneo, pensando con perfeccionismo en cada detalle¡±, recuerda el mecenas. Cada jugador dispone de su camerino, como los pilotos en la F¨®rmula 1. Tras el sorteo de la posici¨®n inicial de la jornada, los ocho participantes s¨®lo disponen de diez minutos (en lugar de dos horas, como en torneos anteriores de 960) para pensar en ella antes de iniciar la partida.
Y ah¨ª se aplica una idea del escandinavo que aporta mucho a los espectadores (presentes o por internet) y que entusiasma a Buettner: ¡°Quienes van a jugar con las piezas blancas se re¨²nen ante un tablero, y quienes conducir¨¢n las negras en otro, separados por un tabique, y discuten juntos sobre la mejor estrategia de apertura y los puntos fuertes y d¨¦biles de la posici¨®n inicial. Creo que esta novedad est¨¢ siendo uno de los aspectos m¨¢s interesantes del torneo porque nos permite ver muy de cerca, a un metro de los mejores jugadores del mundo, su proceso creativo y de pensamiento¡±.
Con la misma idea funciona el ¡°confesionario¡±: los jugadores, voluntariamente y cuando le toca mover a su rival, se meten en un peque?o locutorio y cuentan a la c¨¢mara c¨®mo se sienten, qui¨¦n tiene ventaja en la posici¨®n y por qu¨¦. Ciertamente, saber c¨®mo piensa un gran maestro es un gran regalo para los aficionados que siguen las retransmisiones por internet mientras escuchan a los comentaristas, el h¨²ngaro Peter Leko y la india Tania S¨¢chdev.
Buettner y Carlsen siguen mucho la m¨¢xima del fil¨®sofo S¨®crates: ¡°S¨®lo s¨¦ que no s¨¦ nada¡±, y subrayan con frecuencia lo mucho que les falta por aprender. De su convivencia con ocho astros del deporte mental, el mecenas alem¨¢n ha aprendido que ¡°los ajedrecistas que parecen muy introvertidos pueden ser personas muy divertidas e interesantes, y con ganas de comunicar e intercambiar ideas, m¨¢s flexibles de lo que todos pensamos¡±.
Tambi¨¦n se ha hecho consciente de que el ajedrez, que ense?a a pensar, es muy ¨²til en un mundo que cambia a toda velocidad, donde los maestros de escuela ¡°no saben bien qu¨¦ ense?ar hoy para que sea ¨²til en diez a?os¡±. Pero su mente de empresario impone el pragmatismo: ¡°Debo concentrarme en objetivos muy concretos, sin dispersarme. Y el principal es convencer a los nuevos aficionados en todo el mundo de que el ajedrez freestyle les ahorra tener que invertir un mont¨®n de horas en estudiar aperturas y defensas. De ah¨ª que el circuito que planeo se juegue en pa¨ªses estrat¨¦gicos de cuatro continentes¡±.
Pero admite que se va a encontrar con un obst¨¢culo muy duro: un porcentaje considerable -no hay datos para concretarlo por ahora, pero sin duda es alto- de los 700 millones de aficionados estimados est¨¢ radicalmente en contra de la modalidad 960. Han invertido a?os en estudiar aperturas y defensas, y se sienten mentalmente desnudos si les privan de ese vasto conocimiento. Buettner aplica el pragmatismo: ¡°Ambas modalidades convivir¨¢n durante un periodo transitorio de diez, veinte o treinta a?os, como el voleibol cl¨¢sico y el de playa, o la F¨®rmula 1 y los rallies; en este ¨²ltimo caso, si eres un buen piloto puedes triunfar en los dos ¨¢mbitos, y en el ajedrez tambi¨¦n. La FIDE [Federaci¨®n Internacional de Ajedrez] me ha propuesto que Weissenhaus sea la sede simult¨¢nea de los Mundiales cl¨¢sico y 960 a fines de este a?o. Me lo estoy pensando¡±.
De varios documentos hist¨®ricos se deduce que Felipe II reuni¨® en su corte a los mejores ajedrecistas de la ¨¦poca, espa?oles e italianos, a mediados del siglo XVI. Y as¨ª pas¨® a la historia como el organizador el primer Mundial oficioso. Buettner dice que no le importa nada lo que digan de ¨¦l cuando haya muerto: ¡°Pero s¨ª me estimula mucho ver que la hermana de mi abuela, de 100 a?os, quiere aprender a jugar al ajedrez tras ver las retransmisiones de mi torneo por internet. Recuerdo que el tenis y el golf triunfaron como deportes profesionales masivos cuando las asociaciones de jugadores [ATP y PGA, respectivamente] se hicieron fuertes. De momento, Carlsen es mi mejor aliado, y yo soy el altavoz de sus ideas. Su padre, Henrik, y yo, so?amos con que dentro de veinte a?os celebremos juntos el gran ¨¦xito del ajedrez freestyle¡±.
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