Peleas de machos
Ser un intelectual de izquierda no puede ser una patente de corso para cometer abusos sexuales. Tampoco si se es de derecha, o si se es homosexual, trans o una persona no binaria
A los acosadores sexuales que siempre vivieron a sus anchas, protegidos por un sistema patriarcal que los convirti¨® en intocables, se les acab¨® hace rato su fiesta. Pero ellos siguen como si nada. En lugar de entender que el mundo cambi¨®, que ya no se tolera el acoso en ninguna de sus formas y que cada vez son m¨¢s las mujeres que salen a denunciarlos y a exponerlos, niegan sus delitos y, cuando quedan expuestos, se enroscan como las serpientes antes de lanzarse sobre su presa. Pierden su capacidad de reflexi¨®n cr¨ªtica, se inventan enemigos que no tienen y en lugar de asumir sus culpas y respon...
A los acosadores sexuales que siempre vivieron a sus anchas, protegidos por un sistema patriarcal que los convirti¨® en intocables, se les acab¨® hace rato su fiesta. Pero ellos siguen como si nada. En lugar de entender que el mundo cambi¨®, que ya no se tolera el acoso en ninguna de sus formas y que cada vez son m¨¢s las mujeres que salen a denunciarlos y a exponerlos, niegan sus delitos y, cuando quedan expuestos, se enroscan como las serpientes antes de lanzarse sobre su presa. Pierden su capacidad de reflexi¨®n cr¨ªtica, se inventan enemigos que no tienen y en lugar de asumir sus culpas y responderle a sus v¨ªctimas, las menosprecian y se montan la pel¨ªcula de que son v¨ªctimas de una persecuci¨®n intergal¨¢ctica.
En Colombia, un pa¨ªs machista y patriarcal, sigue siendo muy dif¨ªcil denunciar a los acosadores. Pese a que el acoso sexual es considerado un delito desde el 2008 que tiene entre uno y tres a?os de c¨¢rcel, sigue siendo una pr¨¢ctica tolerada en muchos c¨ªrculos de poder, sobre todo en colegios y universidades. Las victimas todav¨ªa tienen mucho miedo a la hora de denunciar y por eso la mayor¨ªa de las denuncias son an¨®nimas. Hace poco se denunci¨® una red de tr¨¢fico sexual en el congreso colombiano pero nadie quiso dar nombres. Debido a que muchos de los acosadores son importantes figuras p¨²blicas ¨Cvarios son intelectuales que posan de progresistas, o son reconocidos profesores, investigadores, pol¨ªticos y periodistas¨C muchas v¨ªctimas se han visto forzadas a denunciarlos en las redes, un medio en el que se sienten m¨¢s seguras.
Como la justicia en Colombia sigue siendo patriarcal, muy pocas v¨ªctimas denuncian a sus acosadores penalmente, pese a que en los ¨²ltimos dos a?os hay una nueva jurisprudencia que protege a las v¨ªctimas de la violencia de g¨¦nero por encima de la reputaci¨®n de sus presuntos acosadores. El hecho de que las v¨ªctimas no denuncien a sus acosadores penalmente les permite a ellos decir que no tienen deudas con la justicia y que contra ellos solo hay rumores. No se resignan a perder su estatus de intocables y en lugar de contribuir a un debate constructivo sobre lo que debe ser una relaci¨®n consentida o consensuada, y sobre c¨®mo asumir las relaciones de poder, han optado por declararle la guerra a todos los medios, periodistas y ciudadanos que se atrevan a darle voz a sus v¨ªctimas: peleas de machos.
Eso sucedi¨® hace poco en Colombia con un prestante profesor y reconocido intelectual de izquierda quien tuvo que renunciar a su nombramiento como embajador luego de que una de sus v¨ªctimas acept¨® contar en mi podcast c¨®mo el profesor intent¨® violarla. Aunque la victima pidi¨® que se le protegiera su identidad por temor a represalias, su testimonio fue contundente y el profesor se vio obligado a renunciar. Sin embargo, cuando anunci¨® que desist¨ªa del nombramiento, ni siquiera mencion¨® el duro testimonio en su contra y cerr¨® su comunicado con la ins¨®lita frase: ¡°la lucha contra la inquisici¨®n sigue¡±.
Decir que las acusaciones por violencia sexual son una estrategia para castigar a los grandes intelectuales de Colombia por ser hombres de izquierda y partidarios de la causas como la Palestina ¨Ccon la que yo tambi¨¦n comulgo¨C es realmente una gran estupidez. Como tambi¨¦n lo es el decir que detr¨¢s de todas las denuncias lo que hab¨ªa era una estrategia pol¨ªtica para golpear al gobierno de Petro, como si la mujer que cont¨® c¨®mo fue acosada hubiera sido sembrada por la oposici¨®n del Centro Democr¨¢tico. Usar la violencia sexual como un arma pol¨ªtica es el recurso de los machos.
Esta manera de inventarse inquisiciones donde no las hay demuestra una profunda crisis ¨¦tica en gran parte de la intelectualidad colombiana que posa de progresista. Ser un intelectual de izquierda no puede ser una patente de corso para cometer abusos sexuales. Tampoco si se es de derecha, o si se es homosexual, trans o una persona no binaria. Preocupa tambi¨¦n el silencio de universidades como la Javeriana, que ha sido blanco de varias denuncias de alumnas que dicen haber sido v¨ªctimas de acoso, y de colegios como el Marymount.
Tambi¨¦n resulta inexplicable el silencio del Gobierno en el caso del profesor. Para las v¨ªctimas de la violencia de g¨¦nero, hubiera sido muy importante que esta renuncia hubiera estado acompa?ada de un pronunciamiento del gobierno en contra del acoso sexual, hecho que no se produjo.
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