¡®Cuando las aguas se juntan¡¯: un documental sobre la respuesta de las mujeres colombianas a la guerra
Dirigido por Margarita Mart¨ªnez, trae las voces de quienes han sido v¨ªctimas de cr¨ªmenes de guerra, de quienes los cometieron, y de quienes intentan reconstruir la sociedad que destruy¨® la violencia
Cuando las aguas se juntan es uno de esos documentales que atesora el lado B de la historia. En este caso, la historia de los cientos de mujeres colombianas cuyos cuerpos, durante m¨¢s de medio siglo de combates entre militares, paramilitares y guerrilleros, fueron usados como bot¨ªn de guerra. Las mujeres que se convirtieron en madres solteras desplazadas despu¨¦s de ver a sus esposos fueron asesinados, o las que enterraron a sus hijos cuando el Ej¨¦rcito los se?al¨® falsamente de terroristas. Las que empu?aron las armas o las que ...
Cuando las aguas se juntan es uno de esos documentales que atesora el lado B de la historia. En este caso, la historia de los cientos de mujeres colombianas cuyos cuerpos, durante m¨¢s de medio siglo de combates entre militares, paramilitares y guerrilleros, fueron usados como bot¨ªn de guerra. Las mujeres que se convirtieron en madres solteras desplazadas despu¨¦s de ver a sus esposos fueron asesinados, o las que enterraron a sus hijos cuando el Ej¨¦rcito los se?al¨® falsamente de terroristas. Las que empu?aron las armas o las que se tuvieron que callar tras una violaci¨®n. Para buena parte del p¨²blico colombiano, su sufrimiento se congel¨® en una foto, o en una estad¨ªstica. Pero la historia no acab¨® all¨ª. Cuando las aguas se juntan, un nuevo documental de la directora colombiana Margarita Mart¨ªnez, que estar¨¢ disponible en la Cinemateca de Bogot¨¢ hasta el 26 de abril (y en Madrid se expondr¨¢ el 11 de abril en Cines Embajadores), es una ventana para entender en qu¨¦ se transform¨® la vida luego la experiencia de la violencia, d¨®nde se estanc¨® o c¨®mo volvi¨® a fluir.
¡°Las mujeres, como las aguas, cuando se juntan, crecen¡±, grita una voz femenina en off mientras se ven im¨¢genes de peque?os r¨ªos colombianos juntarse en uno tan grande como el r¨ªo Amazonas.
Un documental financiado por la embajada de Suecia, e impulsado por ONU Mujeres y la Comisi¨®n de la Verdad, le permiti¨® a Mart¨ªnez y a su equipo viajar a hablar con mujeres violadas por paramilitares en el Caribe colombiano, exguerrilleras en el centro del pa¨ªs que ahora aprenden sobre la maternidad, o ex cocaleras en el piedemonte amaz¨®nico del sur de Colombia que quieren reconstruir el pa¨ªs sembrando ca?a de az¨²car. Un largometraje de hora y media que es tambi¨¦n un paseo por la geograf¨ªa del pa¨ªs con las mujeres como gu¨ªas.
¡°Hay una persona en la pel¨ªcula que dice que las mujeres han cargado la guerra en sus hombros. S¨ª, eso es cierto, pero yo lo que veo ahora es que tambi¨¦n cargan el futuro, nuestro futuro, la reconstrucci¨®n de una sociedad¡±, cuenta Mart¨ªnez a EL PA?S. ¡°Este pa¨ªs vive medio en conflicto y medio en posconflicto, pero lo que uno ve en todos los lados por donde pasa la violencia es que all¨ª quedaron las mujeres. Esta es una pel¨ªcula sobre el qu¨¦ nos pas¨® una vez el polvo de la guerra se empez¨® a asentar¡±.
Lo que queda es, por ejemplo, escuchar el pa¨ªs que existi¨® con menos miedo. Una mujer cerca a Medell¨ªn, Beatriz Montoya de la Asociaci¨®n Mujeres del Oriente Antioque?o, cuenta que ve¨ªa en la televisi¨®n a una exguerrillera como ¡°un monstruo¡±. Esa combatiente era alias ¡®Karina¡¯, quien pidi¨® perd¨®n por sus cr¨ªmenes en el 2009. Montoya trabajaba con los familiares de personas desaparecidas que mandaban cartas a Karina rog¨¢ndole una pista para encontrar a sus seres queridos, y ella se las hizo llegar a la exguerrillera. ¡°Ella empez¨® a mirar las cartas, y depronto le pregunt¨¦ yo: ¡®?usted porqu¨¦ se meti¨® a la guerrilla?¡¯ Me cont¨® su historia personal, la pobreza de su familia, y c¨®mo ella cre¨ªa que la ¨²nica manera de obtener comida era irse para la guerrilla¡±, cuenta Montoya. Cuando esta ¨²ltima vio a la que cre¨ªa un monstruo quebrarse al contarlo, cuando vio que era m¨¢s humana y no monstruo, ¡°no me aguant¨¦ las ganas, y fui, y la abrac¨¦¡±.
Pero lo que queda tambi¨¦n es, por ejemplo, enfrentar el miedo en un pa¨ªs que ha tenido muchas desmovilizaciones pero no ha superado la violencia. ¡°Cuando empezamos el proceso legal, se recibieron muchas amenazas¡±, cuenta una mujer del caribe colombiano, el corregimiento de Libertad del departamento de Sucre. All¨ª el exparamilitar ¡®El Oso¡¯, Marco Tulio P¨¦rez Guzm¨¢n, us¨® su poder para violar a muchas mujeres. Despu¨¦s de muchos a?os de cargar el dolor en silencio, ellas decidieron denunciarlo ante la justicia, a un alto costo, puesto que ¨¦l segu¨ªa teniendo apoyo en la zona. ¡°Todos los casos se llevaban aqu¨ª en Bogot¨¢, ning¨²n caso aparec¨ªa a nombre de ellas, todas aparec¨ªan a mi nombre¡±, cuenta la abogada de ellas para describir c¨®mo se proteg¨ªan. El Oso y otros paramilitares pod¨ªan admitir masacres, o desapariciones. Pero las sobrevivientes de violaciones saben que a ellos les cuesta mucho m¨¢s admitir la violencia sexual.
¡°La sociedad no rechaza igual al asesino que al violador, porque de alguna manera hay un c¨®digo: ¡®asesin¨® porque estaba en la guerra¡¯¡±, explica la abogada. Algo como ¡®viol¨® porque estaba en la guerra¡¯, en cambio, no se escucha.
Cuando las aguas se juntan es el primer documental en el que Mart¨ªnez se enfoca ¨²nicamente en la voz de las mujeres. Excorresponsal de AP, fue directora del documental La Sierra (2004), sobre la violencia urbana en las comunas de Medell¨ªn, y de La Negociaci¨®n (2018) sobre el dif¨ªcil acuerdo de paz que se firm¨® en 2016 entre la delegaci¨®n del gobierno y la extinta guerrilla de las FARC. ¡°Cuando volv¨ª de La Habana me criticaron varias personas diciendo que no reflej¨¦ la experiencia all¨¢ de las mujeres¡±, confiesa Mart¨ªnez. Ha buscado redimir esa ausencia.
En este nuevo documental est¨¢n, adem¨¢s de las mujeres m¨¢s pobres que vivieron la guerra, las que tuvieron poder para intentar detenerla. La excanciller Maria ?ngela Holguin, la exguerrillera y hoy senadora Victoria Sanguino, y las acad¨¦micas menos conocidas asesorando el proceso de paz.
¡°De lo m¨¢s importante que tiene el Acuerdo de Paz fue introducir el tema g¨¦nero en una resoluci¨®n de un conflicto, algo que nunca se hab¨ªa dado¡±, dice orgullosa la excanciller. ¡°Lo que le dej¨® la negociaci¨®n de paz al movimiento LGBT es inmenso porque, primero, nos permiti¨® sacar un tema del cl¨®set: en las guerras s¨ª hay personas LGBT afectadas; en ninguna otra parte, quiz¨¢s en Per¨² en la Comisi¨®n de la Verdad, sali¨® algo [sobre este tema]¡±, a?ade Marcela S¨¢nchez, l¨ªder del movimiento Colombia Diversa.
Mart¨ªnez, quien entrevist¨® a mujeres arriba y abajo del poder, cerca y lejos de las ciudades, no suena ni pesimista ni optimista en el tel¨¦fono. ¡°Aunque s¨ª creo que estamos mejor despu¨¦s del acuerdo de paz, no estamos bien tampoco¡±, dice. Mujeres que cuentan lo que pas¨® hace a?os hoy est¨¢n siendo extorsionadas por el Clan del Golfo; las que cambiaron la coca por ca?a de az¨²car est¨¢n viviendo en uno de los departamentos m¨¢s violentos del pa¨ªs. ¡°En algunos sitios quedaron organizaciones de mujeres fuertes, pero en otros no, porque esos movimientos fueron arrasados por la guerra¡±, dice Mart¨ªnez.
Entre las im¨¢genes de las mujeres se mezclan las del Guernica, la famosa pintura antiguerrerista de Picasso, pero en una reinterpretaci¨®n de la artista colombiana Beatriz Gonz¨¢lez. La c¨¢mara se enfoca en una esquina donde una mujer lleva una vela. ¡°La opci¨®n en la guerra es morirse o sacar la antorcha, y yo creo que muchas mujeres en Colombia van por la historia haciendo eso, sacando la antorcha, unas detr¨¢s de las otras¡±, concluye Mart¨ªnez.
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