El historiador que dinamita el pedestal de los presidentes colombianos
Nicol¨¢s Pernett presenta este domingo en la Feria del Libro de Bogot¨¢ el libro ¡®Presidentes sin pedestal¡¯, una mirada c¨ªnica y divertida de la historia de Colombia
¡°Todav¨ªa hoy parece que las biograf¨ªas de nuestros expresidentes fueran escritas por sus madres: no hicieron nada malo nunca esos angelitos, todo lo reprobable que les pas¨® fue culpa de otros¡±. Nicol¨¢s Pernett escribi¨® la historia que no les gustar¨ªa a esas mam¨¢s; que har¨ªa rabiar a m¨¢s de un purista y ¡°propagandista de la patria¡±, pero hacer re¨ªr a cualquier colombiano que quiera dejar atr¨¢s las miradas endiosadas, y a menudo falsas o infladas, que han elevado a mito a algunos mandatarios del pa¨ªs. En Presidentes sin Pedestal (Penguin Random House) no queda t¨ªtere con cabeza: ni nuestr...
¡°Todav¨ªa hoy parece que las biograf¨ªas de nuestros expresidentes fueran escritas por sus madres: no hicieron nada malo nunca esos angelitos, todo lo reprobable que les pas¨® fue culpa de otros¡±. Nicol¨¢s Pernett escribi¨® la historia que no les gustar¨ªa a esas mam¨¢s; que har¨ªa rabiar a m¨¢s de un purista y ¡°propagandista de la patria¡±, pero hacer re¨ªr a cualquier colombiano que quiera dejar atr¨¢s las miradas endiosadas, y a menudo falsas o infladas, que han elevado a mito a algunos mandatarios del pa¨ªs. En Presidentes sin Pedestal (Penguin Random House) no queda t¨ªtere con cabeza: ni nuestros pr¨®ceres, ni los m¨¢s recientes y encumbrados mandatarios.
Antonio Nari?o: No era un hombre de coraz¨®n rebelde como lo ha pintado la historiograf¨ªa, sino una mala persona. Eso s¨ª, un gran librero.
Sim¨®n Bol¨ªvar: Un carroloco con suerte (en lo militar). Cual si de una l¨ªnea de mu?ecas Barbie se tratara, Bol¨ªvar viene en muchas formas y presentaciones al gusto de cada cual.
Juan Manuel Santos: premio Nobel del Oportunismo
Iv¨¢n Duque: ¨C?Qui¨¦n? No, no lo registro. Ah, al que ?lvaro Uribe le robaba los platanitos en el Congreso.
Con cinismo y un lenguaje coloquial, que recuerda su faceta de profesor, este historiador les pica el pedestal, los deja a ras de suelo y los presenta en su mediocridad. ¡°Hoy en d¨ªa, los presidentes todav¨ªa se creen monarcas (empezando por la contradicci¨®n que significa habitar un palacio presidencial) y muchos han querido ser tratados como tales, incluso caminando sobre una larga alfombra roja como si fueran la reina Maria Antonieta, cuando apenas van a votar a la esquina¡±, escribe. Es su manera de ir m¨¢s all¨¢ del derrumbamiento de estatuas, pero desde la escritura. ¡°Peor que la pared o la muralla, los pedestales han sido el papel donde se han escrito todo tipo de mentiras, deformaciones y manipulaciones¡±.
Pregunta. ?C¨®mo se suma este libro al fen¨®meno mundial de derribamiento de estatuas?
Respuesta. Surge en la ¨¦poca del paro nacional en 2021 cuando, entre otras reivindicaciones, se dio la furia iconoclasta que aqu¨ª alcanz¨® tambi¨¦n a pr¨®ceres de la Independencia. Cayeron estatuas de Francisco de Paula Santander, Antonio Nari?o; y a Sim¨®n Bol¨ªvar, en el Monumento a los H¨¦roes en Bogot¨¢, le pintaron el pedestal y escribieron Opresor encima de la palabra Libertador. Como historiador, me llam¨® la atenci¨®n esa rabia guardada contra esas figuras que, durante mucho tiempo, nos ense?aron como los h¨¦roes del pa¨ªs, dignos de amor y de recordaci¨®n.
P. ?Fue su manera de tumbar esas estatuas?
R. Como soy muy cobarde y no me ir¨ªa a tumbar estatuas, pens¨¦ que de nada sirve derribarlas si realmente la glorificaci¨®n de los personajes se mantiene en la historiograf¨ªa y en la conciencia ciudadana. El mejor modo de hacerlo y ahorrarme el esfuerzo fue escribir un libro donde uno se acerque a estos personajes sin demasiada gloria y sin demasiado respeto.
P. Afirma que el problema no son las estatuas sino los pedestales, y que la historia se ha usado en ocasiones para justificar la ¡°erecci¨®n de su homenaje en piedra¡±. ¡°La historia se vuelve en una especie de p¨ªldora para combatir la disfunci¨®n heroica de hombres que pasaron con m¨¢s pena que gloria¡±.
R. Sin pedestales, las estatuas y las personas son seres humanos con errores, virtudes, y temores. El pedestal es esa tradici¨®n tot¨¦mica y f¨¢lica de elevar a la gente mucho m¨¢s de lo que es. Es obsceno que en esta ¨¦poca de tantas revoluciones culturales todav¨ªa se mantenga esa idea de entronizar y endiosar seres humanos por cualquier motivo. Este libro parte de esa repulsi¨®n personal a los emblemas de la gloria.
P. En el libro tira a todos los presidentes de su base. ?Es posible construir la historia sin esa mirada ¨¦pica de esos personajes? ?no se necesitan esos pedestales?
R. Creo que se podr¨ªa construir sin pedestal. Ha habido figuras decisivas que s¨ª han cambiado el curso de la historia. Un m¨¦dico que salva una vida lo hace y nadie est¨¢ poni¨¦ndole pedestales, es su trabajo y lo hace humana y heroicamente, otra cosa es que se construya una entronizaci¨®n en torno a eso. Pero en este pa¨ªs tan presidencialista de ¡°s¨ª, doctor, lo que usted mande, doctor¡± se alaba a los jefes de Estado como a seres magn¨ªficos, capaces de encarnar el sentir profundo de los pueblos cuando es un trabajo de cuatro a?os.
P. Los libros de historia suelen ser serios, usted elige el cinismo. ?Por qu¨¦ es necesario contar la historia de Colombia desde el humor?
R. Se me ha acusado muchas veces de ser c¨ªnico, pero en mi caso es una afirmaci¨®n de mi nombre. He sido profesor muchos a?os y he visto que, sin humor ni pasi¨®n o cierta narraci¨®n cinematogr¨¢fica, a los estudiantes no les interesa mucho la historia. Lo entiendo. Yo mismo he sido mal estudiante. Los historiadores, adem¨¢s, escriben y hablan para sus pares acad¨¦micos. Quiero que este libro sea para gente que lee por placer, que quiere aprender de historia, pero tambi¨¦n entretenerse. Hasta un manual de instrucciones de una lavadora deber¨ªa ser agradable de leer.
P. Defiende que sigamos hablando de Patria Boba (periodo de 1810 a 1816) aunque historiadores lo critican.
R. Somos un pa¨ªs muy informal, gocetas, jod¨®n, pero a la vez nuestra vida cotidiana adquiere una formalidad excesiva y posuda. Me imagino que para muchos historiadores eso de ¡®Patria Boba¡¯ sonaba demasiado coloquial y para darle una connotaci¨®n m¨¢s grandiosa empezaron a hablar de t¨¦rminos que son v¨¢lidos: Primera Rep¨²blica, Interregno de la Corona. Pero no hay un nombre que defina tan bien una de las caracter¨ªsticas de la naci¨®n colombiana: pelear por el poder mientras se descuidan los temas importantes.
P. Hablemos de los presidentes. ?A cu¨¢l fue m¨¢s duro tumbar del pedestal?
R. El pedestal de Antonio Nari?o est¨¢ duro (risas). Le he echado pica y no cae. Cuando hablo mal de Santander mucha gente me aplaude; de Bol¨ªvar, tambi¨¦n. Pero cuando es de Nari?o se resienten. Yo mismo fui nari?ista. No es que esta gente no sea valiosa, pero tampoco lo es tanto. Nari?o se acobard¨® cuando intent¨® la Independencia; se volvi¨® un peque?o tirano cuando lleg¨® al Gobierno de Bogot¨¢, nada m¨¢s confiaba en su t¨ªo y en su familia cercana para reemplazarlo en el poder en un acto de nepotismo bastante vergonzoso, y ten¨ªa la idea de que la patria es ¨¦l. Muchos presidentes son gente valiosa hasta que llega el poder. La idea era, justamente, buscar en qu¨¦ punto estos presidentes pelaban el cobre. Entiendo que uno se proyecta en esos h¨¦roes, los ama y que duele que le muestren el rev¨¦s, pero es muy infantil creer en esa perfecci¨®n de los h¨¦roes, es como seguir creyendo en el Rat¨®n P¨¦rez.
P. De Nari?o recordamos la traducci¨®n de Los Derechos del Hombre, pero usted dice que est¨¢ sobrevalorado.
R. ?l como librero fue muy interesante, prestaba, vend¨ªa, contrabandeaba, imprim¨ªa novedades editoriales. Pero por el lado pol¨ªtico fue mucho menos decisivo de lo que se nos ha ense?ado. Esa traducci¨®n de Los derechos del Hombre no alcanz¨® ni siquiera a circular. Fueron tres copias que leyeron no m¨¢s de una docena de personas y no inspir¨® a nadie a tomar las armas contra Espa?a en ese momento. Hubiera sido inocuo si no fuera porque la propia reacci¨®n de las autoridades espa?olas fue exagerada y alborot¨® el virreinato con un proceso ruidoso contra ¨¦l. La historiograf¨ªa dice que Nari?o era un rebelde de coraz¨®n, pero la realidad es que ten¨ªa muchos enemigos en la administraci¨®n porque era mala persona. No lo quer¨ªan por cre¨ªdo, por gomelo. Cuando da ese papayazo de imprimir el documento, sus enemigos se le juntaron y lo pusieron preso, pero no era por su coraz¨®n rebelde ni nada de eso.
P. Sim¨®n Bol¨ªvar. Dice que era un carroloco con suerte.
R. A veces tuvo ¨¦xitos militares por no pensar mucho y otras, accidentes fortuitos. Por ejemplo, cuando hubo esta rebeli¨®n de Rafael del Riego en Espa?a, que impidi¨® que se mandaran 20.000 hombres desde C¨¢diz hasta Am¨¦rica a combatir a Bol¨ªvar, esa fue la mayor fortuna de los libertadores. Si mandan ese Ej¨¦rcito, es posible que no se hubieran independizado. S¨ª algo fue Bol¨ªvar es militar, porque pol¨ªtico era terrible. Y en el mundo militar ni siquiera es ese gran h¨¦roe que se pinta.
P. ?C¨®mo es el Bol¨ªvar Barbie?
R. Bol¨ªvar ha sido la mascota hist¨®rica de los conservadores, que toman el Bol¨ªvar militar que mantiene el orden; tambi¨¦n los guerrilleros le creen al Bol¨ªvar revolucionario; el Bol¨ªvar amante es la fascinaci¨®n de las guionistas de telenovelas. Y el Bol¨ªvar presidente parece que es el mu?eco favorito de Petro ahora.
P. ?Cu¨¢l fue el pedestal personal que se le cay¨® solito?
R. Crec¨ª emulando a los dirigentes del Partido Liberal. Pero me di cuenta de que esa ¨¦poca liberal fue muy corrompida. La mayor¨ªa de los presidentes tuvieron inflitraci¨®n de dinero de los narcos. Bien podr¨ªa pasar de llamarse el pedestal neoliberal al narcoliberal. Una prueba es que cuando Pablo Escobar coopt¨® a un pol¨ªtico fue uno de este partido, a Alberto Santofimio.
P. Fantasea en el libro c¨®mo ser¨ªa si hubiera que incluir a Escobar de presidente.
R. Hay un cuento de Borges, Deutsches Requiem, que cuenta la historia de un general nazi que est¨¢ a punto de ser ejecutado al finalizar la Segunda Guerra Mundial y ¨¦l dice que los nazis, aunque perdieron la guerra, la ganaron realmente porque a partir de ahora todos los poderes militares ser¨¢n como ellos. Siento que eso pas¨® con Escobar y los narcos. Fueron asesinados, pero despu¨¦s de eso la pol¨ªtica y los negocios en Colombia se hicieron con su influencia y con el mundo que ellos crearon.
P. Es pesimista y lo aten¨²a con el humor.
R. Los ¨²ltimos 40 a?os han sido los m¨¢s duros en la historia de Colombia, !C¨®mo no ser pesimista, si es que mientras mataban a 30 personas con machete en alg¨²n pueblo, nosotros est¨¢bamos viendo Pedro el escamoso! Es como si alguien dijera ¡°yo estudi¨¦ en Vietnam del 64 al 66¡å. Es decir, en plena guerra uno estaba llevando su vida. Eso ocurri¨® aqu¨ª. Si uno lo ve desde afuera es para volverse loco.
P. ?lvaro Uribe sigue en un pedestal muy fuerte
R. ?S¨ª? Creo que ya no est¨¢ tan alto en el pedestal, pero es un animal pol¨ªtico. Se sigue moviendo, acomodando, es una v¨ªbora. Los pol¨ªticos que perduran en la historia son los que se acomodan a cada ¨¦poca y poder. Ya Uribe est¨¢ defendiendo a Petro en sus reuniones. Ese es el oficio de ellos, pero, y toda la gente que se ha matado o dado golpes con familiares en nombre de Uribe y de Petro, ?qu¨¦ puede sentir ahora?
P. ?C¨®mo es el pedestal de Juan Manuel Santos?
R. Se merec¨ªa el Premio Nobel del oportunismo, lo que es un elogio. Cuando vio que le conven¨ªa ser ministro de Guerra de Uribe y seguir dando plomo a la guerrilla, lo hizo. No fue un pacifista. Luego, cuando vio que era m¨¢s oportuno ese proceso de paz, lo dirigi¨®. Es un gran jugador de cartas.
P. ?Y el reciente de Iv¨¢n Duque?
R. ?Qui¨¦n? No, no lo registro. Ah, a quien ?lvaro Uribe le robaba los platanitos en el Congreso. Realmente no queda mucho registro hist¨®rico de esa Presidencia.
P. ?Y el que est¨¢ construy¨¦ndose, el de Gustavo Petro?
R. Petro est¨¢ gobernando como la mayor¨ªa de los presidentes de Colombia porque es la inercia del poder. Ser presidente colombiano implica transar con delincuentes, crear clientelismo para sacar adelante sus proyectos de Ley, hacer acuerdos con terratenientes y empresarios; y un populismo rampl¨®n, para mantener con cierta felicidad a sus electores. Ser¨¢ como todos los dem¨¢s.
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