?lvaro Uribe, la sombra pol¨ªtica de Colombia
Como presidente transform¨® la pol¨ªtica de su pa¨ªs y alent¨® una polarizaci¨®n radical en la sociedad. Pionero de una nueva derecha en la regi¨®n, l¨ªder popular, enemigo de los acuerdos de paz y dirigente inagotable, hoy es investigado por acusaciones que le persiguen desde hace d¨¦cadas
Uribe
La sombra politica de Colombia
Ilustraci¨®n de Agust¨ªn Sciammarella
Ir al contenidoLa noche en que se convirti¨® en gobernador de Antioquia, ?lvaro Uribe V¨¦lez le dio un pu?etazo a un viejo amigo que en ese momento era un rival pol¨ªtico. Era el 30 de octubre de 1994, la elecci¨®n estaba re?ida y el ganador se iba a definir por unos pocos votos. En medio de la tensi¨®n del escrutinio, Fabio Valencia Cossio, veterano dirigente conservador que impulsaba al candidato opositor, lleg¨® a la Registradur¨ªa de Medell¨ªn y dijo que tem¨ªa un fraude. Poco despu¨¦s Uribe cruz¨® la sala y sorte¨® los controles. ¡°Se pas¨® por encima al general de la Polic¨ªa y sin mediar palabra me lanz¨® un golpe¡±, recuerda Valencia Cossio, que lo conoc¨ªa desde la universidad, donde ambos hab¨ªan estudiado Derecho. Esa noche, Uribe dio un giro a su carrera y se convirti¨® en la m¨¢xima autoridad del departamento de Antioquia, el segundo territorio m¨¢s poblado y con mayores recursos de Colombia. A?os m¨¢s tarde, Valencia Cossio recibi¨® una llamada de su antiguo compa?ero de estudios: Uribe ya era presidente, le pidi¨® recuperar la amistad y le ofreci¨® un cargo en su Gobierno. Y ¨¦l acept¨®.
M¨¢s all¨¢ de su temperamento volc¨¢nico, el episodio condensaba la esencia que ha forjado la imagen de Uribe: la de un hombre de extremos, avasallador, sin talante para la duda o los matices. As¨ª de radicales son los sentimientos que despierta en la sociedad colombiana (¡°Es lo mejor que le pas¨® al pa¨ªs¡± / ¡°Es lo peor que le pas¨® al pa¨ªs¡±). As¨ª de binario es el car¨¢cter de sus v¨ªnculos pol¨ªticos, donde solo caben la lealtad o la traici¨®n. As¨ª de absolutos son los logros que le atribuyen sus incondicionales, empezando por el actual presidente, Iv¨¢n Duque, que gan¨® las elecciones del 2018 gracias a ¨¦l. As¨ª de opacas son las sombras que llevan d¨¦cadas envolviendo su figura y que en agosto motivaron un hecho sin precedentes en el pa¨ªs. La Corte Suprema dict¨® en su contra una medida de detenci¨®n domiciliaria preventiva por un caso de manipulaci¨®n y supuesto soborno de testigos. Detr¨¢s de esa investigaci¨®n est¨¢ una de las acusaciones m¨¢s graves que le persiguen desde hace a?os: sus presuntos v¨ªnculos con grupos paramilitares. La semana pasada, una juez de garant¨ªas orden¨® su libertad mientras el proceso sigue su curso.
Uribe fue el principal opositor al proceso de paz y los acuerdos con las FARC, hoy desmovilizadas. Se enfrent¨® de forma visceral con su sucesor, el entonces presidente Juan Manuel Santos, que hab¨ªa sido su ministro. Se resisti¨® a abandonar la primera l¨ªnea de batalla pol¨ªtica tras terminar sus dos mandatos presidenciales (2002-2010) y, hasta agosto, cuando present¨® su renuncia, fue senador. En 2018 fue el candidato m¨¢s votado en las legislativas. Hoy se enfrenta a la justicia, pero a sus 68 a?os conserva buena parte de su poder y no ha dejado de agitar la opini¨®n p¨²blica desde las redes sociales, ni de guiar al actual Gobierno en nombre de la defensa de su ¡°honorabilidad¡±. Los que le consideran poco menos que un salvador de Colombia siempre evocan su mano dura frente a la guerrilla. Su pol¨ªtica de seguridad, sin embargo, le ha puesto bajo la lupa por graves violaciones de los derechos humanos. Su Gobierno dej¨® atr¨¢s miles de asesinatos extrajudiciales ¡ªconocidos como ¡°falsos positivos¡±¡ª, cr¨ªmenes ejecutados por los militares contra civiles con la intenci¨®n de presentarlos luego como combatientes del campo enemigo.
Para la realizaci¨®n de este perfil, EL PA?S contact¨® con el c¨ªrculo m¨¢s cercano del expresidente, con aliados y adversarios, con v¨ªctimas y con protagonistas de la pol¨ªtica colombiana de las ¨²ltimas d¨¦cadas. Tanto Uribe como su sucesor, Santos, al igual que Duque, optaron por no pronunciarse. La mayor¨ªa de los relatos suelen coincidir en una idea que sirve para arrojar luz sobre su personalidad, sus obsesiones y su carrera, ahora al frente del partido del Gobierno, el Centro Democr¨¢tico: la construcci¨®n de la figura de autoridad. Y el af¨¢n por doblegar a todo aquel que se atreva a cuestionarla.
La construcci¨®n de un presidente
Antes de que Uribe ganara las elecciones de 2002, ning¨²n presidente de Colombia en un siglo hab¨ªa sido de un partido que no fuera el Liberal o Conservador. Para las elecciones del milenio, ambas fuerzas pol¨ªticas arrastraban un desgaste y un desprestigio abrumadores. Uribe era bien conocido en su departamento (adem¨¢s de ser gobernador de Antioqu¨ªa hab¨ªa sido senador, concejal y alcalde de Medell¨ªn), pero cuando se lanz¨® como candidato independiente, para Bogot¨¢ y el resto del pa¨ªs no era solo un outsider: era un completo desconocido. A finales de 2000, menos del 4% de los colombianos contemplaba votar por ¨¦l. ¡°Nadie lo miraba, ni para escupirle ni para insultarlo¡±, cuenta Ricardo Gal¨¢n, que fue su director de Comunicaciones de la campa?a. Recuerda cuando llev¨® a Uribe a hacer campa?a en un centro comercial de Bogot¨¢ en 2001: ¡°El tipo no exist¨ªa¡±.
Gal¨¢n, quien luego ser¨ªa secretario de prensa en la Presidencia, fue una de las personas que Uribe busc¨® para transformar su imagen de pol¨ªtico regional en uno nacional. ¡°Necesit¨¢bamos una foto, un nombre, y televisi¨®n a la lata¡±, cuenta a EL PA?S. Consiguieron primero a uno de los mejores publicistas pol¨ªticos de la capital, Carlos Duque, quien se hab¨ªa hecho famoso a?os antes por el potente afiche rojo que hizo para el candidato Luis Carlos Gal¨¢n, asesinado en 1989. ¡°A m¨ª no me gustan las gafas que usa Uribe", dijo entonces el publicista, ¡°parece el odont¨®logo de un pueblo antioque?o¡±. Duque lo bogotaniz¨® un poco al pedirle que cambiara sus lentes por unos con montura de Armani, comprados en una de las zonas m¨¢s acomodadas de Bogot¨¢. Uribe acept¨®, a rega?adientes. El publicista produjo un par de fotos ic¨®nicas en las que Uribe mira al horizonte al mismo tiempo que pone su mano izquierda encima de su coraz¨®n. ¡°Mano firme, coraz¨®n grande¡±, dec¨ªa el logo del nuevo afiche de campa?a, una de las im¨¢genes m¨¢s emblem¨¢ticas del expresidente hasta hoy, y una frase que Uribe repet¨ªa en sus eventos de campa?a.
Pero el afiche fue solo el primer paso en una ecuaci¨®n m¨¢s grande. La televisi¨®n nacional ignoraba constantemente la campa?a de Uribe: no les interesaba una entrevista o un perfil de un candidato que estaba al final de las encuestas. Entonces Gal¨¢n y Uribe decidieron buscar otros micr¨®fonos: radios y canales locales. ¡°?Por qu¨¦ esos medios? Nos daban los siguientes beneficios: eran gratis¡±, recuerda Gal¨¢n. ¡°Si yo llevaba a Uribe al canal de Jamund¨ª, Valle, el director iba a quedar eternamente agradecido porque vino un candidato presidencial a un canal que la gente dice que es pirata. Y si yo tengo un canal para el que no tengo programaci¨®n, yo repito esa vaina 200 veces. Y as¨ª lo hicimos, pueblo por pueblo¡±.
Uribe tiene una memoria prodigiosa cuando se trata de recordar eventos hist¨®ricos en cada esquina del pa¨ªs ¡ªalgo que subrayan todos los que han trabajado con ¨¦l¡ª, y eso se notaba en las radios y televisiones locales. En pueblos peque?os Uribe pod¨ªa entablar conversaciones eternas con los oyentes sobre momentos hist¨®ricos claves que pasaron en sus calles: un asesinato, una calamidad natural, un robo. ¡°En cada rinc¨®n de la carretera, ¨¦l ten¨ªa una an¨¦cdota para contar¡±, recuerda Gal¨¢n. ¡°Y le importaba cinco si a una reuni¨®n iban cinco personas o 5.000¡±.
?Por qu¨¦ medios locales? Nos daban los siguientes beneficios: eran gratisRicardo Gal¨¢n, director de Comunicaciones de la campa?a presidencial de Uribe
Mientras que la mayor¨ªa de los candidatos presidenciales pasaban tiempo intentando darles ox¨ªgeno a los moribundos di¨¢logos de paz que hab¨ªa iniciado el Gobierno de Andr¨¦s Pastrana con las FARC en 1998, Uribe se paseaba por las regiones del pa¨ªs con un discurso de ¡°mano fuerte¡± contra la guerrilla que poco a poco iba ganando en popularidad. ¡°Con la falta de liderazgo que se atribuye al Gobierno, con la inseguridad rampante, con el secuestro disparado y con el escalamiento de la guerra llegando a las ciudades, los colombianos quieren un hombre con pantalones", escribi¨® entonces la revista Semana, cuando empez¨® a notar que Uribe estaba ¡°de moda¡±.
Tras los atentados contra las Torres Gemelas y el Pent¨¢gono del 11 de septiembre de 2001, la popularidad de Uribe, que iba por un 17%, se dispar¨® radicalmente. Despu¨¦s de meses en los que la mayor¨ªa de medios nacionales ignoraban al candidato de mano dura, las cadenas de radio y televisi¨®n m¨¢s importantes pasaron a rogarle una entrevista. La imagen de Uribe en las encuestas empez¨® a escalar. Hacia finales del 2001, el 23% de los colombianos consideraban a Uribe como su candidato, el segundo en las encuestas. En marzo del 2002, ya hab¨ªa obtenido 60% de intenci¨®n de voto: lo suficiente para ganar las elecciones en primera vuelta.
A finales de mayo, ?lvaro Uribe gan¨® en primera vuelta. ¡°La naci¨®n entera clama por reposo y seguridad¡±, dijo Uribe en su discurso de posesi¨®n, en agosto del 2002. ¡°Apoyar¨¦ con afecto a las Fuerzas Armadas de la Naci¨®n y estimularemos que millones de ciudadanos concurran a asistirlas¡±. La guerrilla entendi¨® que, con la victoria de Uribe, la guerra estaba declarada. El d¨ªa de la posesi¨®n, las FARC lanzaron varios proyectiles hacia el palacio presidencial y al edificio del Congreso en el que hablaba Uribe. Mataron a m¨¢s de una decena de personas.
En sus ocho a?os como presidente, Uribe alcanz¨® un nivel de popularidad enorme gracias a una estrategia de comunicaciones parecida a la de su campa?a. Le dedicaba horas de entrevistas a las radios locales o canales nacionales, promoviendo su pol¨ªtica de seguridad democr¨¢tica que fortaleci¨®, en presupuesto e imagen, a los militares (¡°Los h¨¦roes en Colombia s¨ª existen¡±, dec¨ªa el eslogan de las Fuerzas Armadas). Visitaba a los directores de los medios m¨¢s influyentes, que en su mayor¨ªa se alinearon con el exitoso discurso b¨¦lico del presidente. Uribe cre¨® un partido a su imagen, La U, que logr¨® derrotar en las legislativas de 2006 las mayor¨ªas que hab¨ªan tenido los conservadores y liberales durante d¨¦cadas. Y realiz¨® casi trescientos consejos comunales en pueblos y ciudades: encuentros con ciudadanos todos los fines de semana, en los que daba discursos y promet¨ªa atender los reclamos del d¨ªa a d¨ªa de las personas (una versi¨®n presencial de lo que hac¨ªa Ch¨¢vez en su famoso programa Al¨® Presidente). En uno de sus consejos comunales m¨¢s recordados, Uribe revel¨® su n¨²mero de tel¨¦fono para que cualquier ciudadano pudiera llamarlo (ante el aluvi¨®n de llamadas, se disculp¨® luego por no poder contestar a todos).
Con su voz constantemente en los medios y los consejos comunales, Uribe logr¨® convertirse no solo en un pol¨ªtico popular, sino en un producto popular, casi religioso. Los ¡®furibistas¡¯, como se llama a sus seguidores fieles, cambiaron la expresi¨®n ¡®m¨¢s papista que el papa¡¯ por ¡®m¨¢s uribista que Uribe¡¯, y los m¨¢s cat¨®licos inventaron rezos nuevos para cuidarlo (¡°haz, Se?or, que derrote a los violentos con mano firme y coraz¨®n grande. Haz, Se?or, que cada jornada de su vida llene de gloria nuestro pa¨ªs¡±). La actual senadora uribista Paloma Valencia decor¨® su casa con una pintura que reemplaza la cara del Sagrado Coraz¨®n de Jes¨²s por la de Uribe. Las expresiones m¨¢s famosas del Gobierno de Uribe (¡°trabajar, trabajar y trabajar¡± para hablar de disciplina; ¡°ese gustico es para la familia¡± para desalentar la sexualidad fuera del matrimonio; o ¡°le doy en la cara, marica¡±, para amenazar a los enemigos) pasaron de ser an¨¦cdotas coyunturales a modismos cotidianos en las conversaciones del pa¨ªs. El bipartidismo tradicional que Uribe rompi¨® con su llegada a la presidencia se fue transformando en una nueva polarizaci¨®n, m¨¢s profunda y pasional, alrededor de su figura: uribismo y antiuribismo.
Desde que asumi¨® como mandatario en 2002, Uribe logr¨® formar con los medios y con su actividad en redes sociales una imagen de s¨ª mismo como padre protector, y millones de colombianos le creyeron. Pero esa representaci¨®n no naci¨® con su llegada a la presidencia, sino que fue construy¨¦ndose desde los or¨ªgenes de su vida p¨²blica.
En el nombre del padre
La vida del expresidente es at¨ªpica en el mapa del poder de la historia colombiana de las ¨²ltimas d¨¦cadas, caracterizada por ser hipercentralista y urbana. Uribe no ten¨ªa v¨ªnculos estrechos con las ¨¦lites de Bogot¨¢, por tanto tampoco contaba con capital pol¨ªtico, contactos o un trampol¨ªn que le proyectara hacia la Casa de Nari?o. Eso no significa que no gozara de otros beneficios o que no tuviera una formaci¨®n privilegiada. Simplemente no pertenec¨ªa a la oligarqu¨ªa tradicional de la capital. Naci¨® en Medell¨ªn el 4 de julio de 1952, pero su infancia transcurri¨® en los campos del suroeste de Antioquia, donde su familia ten¨ªa haciendas. Entre la Margarita, la Loreto y la Pradera pas¨® sus primeros a?os, en los que ¡°iba a la escuela en La Castalia [su caballo]¡±, seg¨²n cuentan Paola Holgu¨ªn y Camila Escamilla en el libro En carne y hueso, una biograf¨ªa de ?lvaro Uribe.
Holgu¨ªn, quien trabaj¨® con Uribe desde 2002 y hoy es senadora por el Centro Democr¨¢tico, relata a EL PA?S que si bien su car¨¢cter estricto le viene del padre, es de la madre, Laura V¨¦lez, de quien hered¨® el gusto por la pol¨ªtica. ¡°La madre fue activista liberal e impuls¨® el plebiscito de 1957 por el cual las mujeres fueron a votar por primera vez¡±, recuerda. El propio Uribe V¨¦lez ha dicho tambi¨¦n que uno de sus recuerdos m¨¢s importantes es ir de la mano de su madre a votar.
De ella le vienen tambi¨¦n el gusto por declamar poes¨ªas de Rub¨¦n Dar¨ªo, Le¨®n de Greiff y, sobre todo, Jorge Robledo Ortiz, un poeta y periodista colombiano que hac¨ªa oda a las tradiciones antioque?as y exaltaba la patria chica, algo que a¨²n marca los discursos del expresidente. Fue ella, seg¨²n Holgu¨ªn, quien le regal¨® una colecci¨®n de discos con los discursos del caudillo liberal Jorge Eli¨¦cer Gait¨¢n, cuyo asesinato en abril de 1948 desencaden¨® El Bogotazo, una sangrienta revuelta que marc¨® la historia de Colombia y el futuro de la violencia pol¨ªtica.
Uribe creci¨® entonces entre la f¨¦rrea disciplina de un padre que lo obligaba a trabajar de d¨ªa en la finca y cuyas ¨®rdenes no admit¨ªan discusi¨®n, y una madre que lo pon¨ªa a declamar poes¨ªa en la noche. Se form¨® en una familia religiosa con cuatro hermanos. Sus padres se separaron en 1964. ¡°Eso habr¨ªa formado su memoria y disciplina que es abrumadora. ?l recuerda frases enteras, cifras, poemas¡±, dice Holgu¨ªn, que escribi¨® los discursos durante sus dos mandatos presidenciales.
En 1970, Uribe se matricul¨® en Derecho en la Universidad de Antioquia, una instituci¨®n p¨²blica que fue un epicentro de toda la revoluci¨®n social de Am¨¦rica Latina en aquella ¨¦poca. Y salt¨® a la escena al oponerse a un paro estudiantil que, seg¨²n narra Fabio Valencia Cossio ¡ªantiguo compa?ero y opositor, luego aliado y amigo¡ª ¡°les har¨ªa perder tiempo¡±. A pesar de ser liberal se asoci¨® con j¨®venes conservadores, cre¨® el Movimiento por la Normalidad Acad¨¦mica y logr¨® detener el paro en lo que se cree fue su primera lucha contra la izquierda.
Valencia Cossio, como otros exfuncionarios de sus Gobiernos, recuerdan su exigencia casi marcial de trabajo, que resulta muy similar a la que el padre le impon¨ªa a Uribe. ¡°Una noche, despu¨¦s de un debate en el Senado que termin¨® a la una de la ma?ana, me llam¨® a las 4.30 por el falcon, el tel¨¦fono directo con ¨¦l, y me dijo: ¡®Ministro, ?usted ya ley¨® el editorial de El Tiempo?¡¯ Y yo: ¡®No, presidente¡¯. ¡®Bueno, lo llamo m¨¢s tarde¡¯. Yo sab¨ªa que eso significaba en 15 minutos, y as¨ª fue¡±, cuenta el pol¨ªtico, que fue su ministro del Interior. O las an¨¦cdotas de c¨®mo aprendi¨® a hablar ingl¨¦s, un idioma que tuvo que entrenar a los 46 a?os, cuando fue a tomar cursos a Oxford, antes de postularse a la presidencia: ¡°?l me contaba que cuando estaba muy cansado o se iba a quedar dormido, met¨ªa los pies en una cubeta de hielo y segu¨ªa estudiando¡±, narra Holgu¨ªn.
Esa severidad es uno de los rasgos m¨¢s conocidos del expresidente. Desde 1986 comenz¨® a practicar Yoga Nidra y Chi kung ¡ªt¨¦cnica de tradici¨®n china que involucra ejercicio f¨ªsico y respiraci¨®n¡ª y, por eso, durante las extenuantes jornadas de trabajo sol¨ªa parar 10 minutos para acostarse en el piso y meditar. Sin embargo, son a¨²n m¨¢s conocidas sus gotas homeop¨¢ticas de valeriana con las que intenta calmar sus accesos de ira. Solo estas costumbres y su pasi¨®n por los caballos logran relajar a Uribe. ¡°Cuando tiene alg¨²n problema, lo mejor es hablarle primero de caballos y as¨ª el genio se le mejora¡±, ha dicho su hermano Santiago.
Cuando estaba muy cansado o se iba a quedar dormido, met¨ªa los pies en una cubeta de hielo y segu¨ªa estudiandoPaola Holgu¨ªn, exasesora
Si la figura de su madre fue determinante para forjar algunas de las aptitudes que m¨¢s ha utilizado en su carrera ¡ªsu memoria prodigiosa, sus dotes oratorias¡ª, la de su padre ha sido central para construir su imagen como pol¨ªtico. De ¨¦l hered¨® el temperamento irascible, la obsesi¨®n por el trabajo duro, la pasi¨®n por los caballos y la afici¨®n por la compra y venta de tierras (que lo ha convertido en propietario de miles de hect¨¢reas por toda Colombia). Pero tal vez nada haya sido tan definitivo como las circunstancias de su muerte, que se convirti¨® en un hecho fundacional en la mitolog¨ªa de Uribe: el asesinato de su padre, Alberto Uribe Sierra, cuando intentaba resistir un supuesto intento de secuestro a manos de la guerrilla, impuls¨® su discurso belicista y legitim¨® su postura intransigente.
En junio de 1983, el padre de Uribe viaj¨® en su helic¨®ptero privado a visitar una de las 20 haciendas de las que era propietario, bautizada como Guacharacas: un territorio de m¨¢s de 1.300 hect¨¢reas ubicado a menos de tres horas de Medell¨ªn, en el nordeste antioque?o. Lo acompa?aban sus hijos Santiago y Mar¨ªa Isabel. Poco despu¨¦s de aterrizar, seg¨²n el relato de Santiago Uribe, fueron atacados por guerrilleros del frente 36 de las FARC. Su padre, que hab¨ªa dado el grito de alerta, ¡°sac¨® del cinto su pistola, una Walter, y comenz¨® a disparar hacia el frente. De all¨¢ le contestaron y se arm¨® la balacera¡±, recuerda el hermano menor del expresidente, que en aquel enfrentamiento recibi¨® un disparo por la espalda y sobrevivi¨® al lanzarse a un r¨ªo.
Las noticias de la ¨¦poca cuentan que ?lvaro Uribe, que entonces ten¨ªa 30 a?os y estaba en Medell¨ªn, alquil¨® un helic¨®ptero para llegar a la hacienda pero no pudo aterrizar por el mal tiempo; que el cuerpo de su padre fue trasladado en hamaca por el monte; y que la junta directiva de la fundaci¨®n fachada de Pablo Escobar, llamada Medell¨ªn sin Tugurios, public¨® un obituario lamentando su muerte. ¡°La tragedia de Guacharacas marc¨® en mi vida personal y profesional un punto de quiebre cuya influencia tal vez sea inconmensurable¡±, dice Uribe en su libro No hay causa perdida, una autobiograf¨ªa publicada en 2012.
Un pasado repleto de futuro
?lvaro Uribe V¨¦lez es un nombre recurrente para, al menos, cuatro generaciones de colombianos. Los oriundos de Medell¨ªn vienen escuch¨¢ndolo desde los ochenta, cuando se estren¨® como director de Aeron¨¢utica Civil en un momento en el que los capos de la droga enviaban sus cargamentos al exterior con facilidad. Las dos ¨²ltimas personas en ocupar aquel cargo hab¨ªan sido asesinadas por cerrar pistas clandestinas y en los c¨ªrculos pol¨ªticos se cre¨ªa que Uribe correr¨ªa el mismo destino, pero dur¨® en el puesto m¨¢s de lo que muchos esperaban y sali¨® de all¨ª sin un rasgu?o. Eso le vali¨® sospechas y acusaciones de sus adversarios.
Dos a?os despu¨¦s, en 1982, fue designado alcalde de Medell¨ªn, aunque solo permaneci¨® en el cargo poco m¨¢s de cuatro meses. Sus opositores dicen que el Gobierno de Belisario Betancourt le exigi¨® la renuncia por sus posibles nexos con los narcos. Nunca hubo una explicaci¨®n clara sobre su salida. Seg¨²n fuentes que conocen exhaustivamente su biograf¨ªa pol¨ªtica, Uribe se propuso no volver a aceptar un puesto que no fuera por elecci¨®n popular y desde entonces ha sido una m¨¢quina electoral. Fue concejal de Medell¨ªn entre 1984 y 1986 y luego estuvo en el Senado hasta 1994, a?os en los que la guerra del narcotr¨¢fico se viv¨ªa con especial intensidad en Antioquia.
Corr¨ªan los peores a?os del terrorismo de los carteles, las bombas y los asesinatos de polic¨ªas reinaban en las calles de la ciudad mientras los pol¨ªticos intentaban negociar una entrega del capo Pablo Escobar. Esos intentos dieron pie incluso a una reuni¨®n entre el senador ?lvaro Uribe, la esposa del capo ¡ªMar¨ªa Victoria Henao¡ª y el procurador de Antioquia, Iv¨¢n Vel¨¢squez, quien a?os despu¨¦s se convirti¨® en el investigador estrella de los v¨ªnculos entre los pol¨ªticos y los paramilitares, y en una de las personas m¨¢s odiadas por el expresidente. ¡°Subimos al piso ocho y nos abri¨® do?a Hermilda, la mam¨¢ de Escobar (¡) Luego, nos hicieron pasar a la sala. Yo me sent¨¦ en el mismo sof¨¢ con Uribe, ?lvaro Villegas (senador conservador) al lado y la esposa de Escobar se hizo al frente nuestro¡±, cont¨® Vel¨¢squez en el libro El retador del poder, de Martha Soto. Las gestiones para que el capo se entregara no dieron resultado.
Sus historias se volvieron a cruzar a finales de 1997, cuando Vel¨¢squez era fiscal de Medell¨ªn y Uribe gobernador de Antioquia, y la regi¨®n ya estaba plagada de paramilitares, encabezados por las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). Vel¨¢squez lider¨® una investigaci¨®n ¡ªconocida como el Parqueadero Padilla¡ª sobre las finanzas del Bloque Metro, un frente de las autodefensas que, seg¨²n testimonios judiciales en el caso que hoy investiga la Corte Suprema, se cre¨® en la hacienda Guacharacas, que pertenec¨ªa a la familia de Uribe.
El auge de la violencia y el paramilitarismo en Antioquia ha sido relacionado con el impulso que dio Uribe, cuando era gobernador del departamento, a las Convivir: una figura creada para dar un marco legal a asociaciones que ofrec¨ªan seguridad privada de forma remunerada a una comunidad, y que en los hechos permiti¨® a los due?os de las fincas contar con ej¨¦rcitos privados para defender sus propiedades y enfrentar a la guerrilla. Uno de los sucesos m¨¢s recordados de la gobernaci¨®n de Uribe fue el asesinato de Jes¨²s Mar¨ªa Valle, amigo de Iv¨¢n Vel¨¢squez. Valle, abogado y activista de derechos humanos en una zona del norte de Antioquia, hab¨ªa advertido a Uribe varias veces, en cartas oficiales y personalmente, que grupos paramilitares que hab¨ªan surgido de las Convivir estaban asesinando a ciudadanos a los que acusaban arbitrariamente de ser aliados de la guerrilla. El 6 de febrero de 1998, Valle denunci¨® oficialmente una alianza entre militares, paramilitares y ?lvaro Uribe en la masacre del pueblo El Aro, donde fueron asesinadas 15 personas, sus casas quemadas y sus familiares desplazados. D¨ªas despu¨¦s, dos sicarios asesinaron al activista en su oficina. Hasta el d¨ªa de hoy, defensores de derechos humanos exigen investigar a fondo la responsabilidad de Uribe en la masacre y en el asesinato de Valle.
M¨¢s adelante, siendo magistrado auxiliar de la Corte Suprema de Justicia, Iv¨¢n Vel¨¢squez investig¨® la llamada parapol¨ªtica y recibi¨® testimonios de jefes paramilitares que denunciaron sus relaciones con pol¨ªticos. Sesenta congresistas, muchos de la formaci¨®n pol¨ªtica uribista ¡ªentre ellos Mario Uribe, primo del entonces presidente¡ª, resultaron condenados. Desde ese momento, el exmandatario se enfrent¨® p¨²blicamente al jurista y lo acus¨® de buscar testigos en su contra.
La obsesi¨®n por controlar a su entorno y a sus adversarios, y afincar su versi¨®n de los hechos, es uno de los rasgos que han definido la actuaci¨®n pol¨ªtica de Uribe desde sus comienzos. Vel¨¢squez, como se comprob¨® despu¨¦s, fue v¨ªctima de espionaje ilegal y de montajes por parte del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS). Durante el segundo mandato de Uribe, la polic¨ªa secreta protagoniz¨® lo que se conoci¨® como el esc¨¢ndalo de las chuzadas: una trama de escuchas ilegales contra magistrados, periodistas y opositores. Vel¨¢squez tuvo que exiliarse para proteger a su familia y recientemente gan¨® una demanda en la que demostr¨® que fue v¨ªctima del Estado. ¡°El embrujo de Uribe es que aprovech¨® una incertidumbre real de principios de los 2000, logr¨® beneficiarse y apropiarse de, por ejemplo, la seguridad de las carreteras, que en realidad fue una actividad del paramilitarismo. A eso hay que sumarle un gran manejo de medios y de publicidad¡±, dice Vel¨¢squez.
Clara L¨®pez, que en su juventud fue amiga del expresidente y luego opositora, tambi¨¦n cree que la clave del ascenso de Uribe es que, en medio de la violencia, logr¨® convencer a muchos colombianos de que lo que estaba en peligro era la propiedad privada y no tanto la vida. ¡°Es un precursor de la ultraderecha colombiana y mundial que estaba arrinconada. Nadie se hab¨ªa atrevido a ser de extrema derecha tan abiertamente, eso ya no era parte de la institucionalidad. Posterior a ¨¦l han surgido Trump y Bolsonaro, que abiertamente defienden ideas contrarias al esp¨ªritu democr¨¢tico¡±, apunta la veterana dirigente, que hace d¨¦cadas comparti¨® con Uribe ideales liberales.
El pen¨²ltimo enemigo
Aunque ?lvaro Uribe ha sido denunciado penalmente en numerosas ocasiones, los procesos contra ¨¦l nunca hab¨ªan prosperado hasta que, parad¨®jicamente, termin¨® en la mira de la Corte Suprema por una causa que ¨¦l mismo inici¨®: una denuncia que present¨® hace seis a?os contra el senador del Polo Democr¨¢tico Iv¨¢n Cepeda, quien hab¨ªa expuesto los presuntos v¨ªnculos de Uribe con los paramilitares en el Congreso, se dio la vuelta y deriv¨® en una investigaci¨®n contra el expresidente y sus abogados por la sospecha de manipulaci¨®n de testigos. El 4 de agosto pasado, cuando la Corte orden¨® su detenci¨®n preventiva por los presuntos delitos de soborno y fraude procesal, hubo quienes se?alaron en las redes que su poder era tan grande que solo un proceso iniciado por Uribe era capaz de llevar a Uribe ante la justicia.
Cepeda, que tiene un largo historial de enfrentamientos legales con el expresidente ¡ªy cuenta con nueve sentencias a su favor¡ª, tambi¨¦n cree que el contexto internacional fue clave para el encumbramiento de Uribe, quien lleg¨® al poder despu¨¦s de los atentados del 11-S, que favorecieron el nacimiento de la doctrina de guerra contra el terrorismo. ¡°De esta manera se profundiza una doctrina absolutamente autoritaria y belicista que desconoce el derecho internacional de los derechos humanos y el derecho humanitario, la separaci¨®n de los poderes, el rol de la justicia. Todo eso viene como anillo al dedo y es lo que permite que su tesis de la seguridad democr¨¢tica tenga ¨¦xito en Colombia y otras partes¡±, se?ala el congresista, que ha investigado exhaustivamente a su adversario. Su an¨¢lisis coincide con el del exdirector de Comunicaciones de Uribe, Ricardo Gal¨¢n: ¡°Ese d¨ªa se convirti¨® en presidente porque ese d¨ªa el mundo dijo: no se negocia con terroristas. Y el ¨²nico que dec¨ªa eso en Colombia era ?lvaro Uribe¡±.
El auge internacional antiterrorista se sum¨® al fracasado proceso de paz que intent¨® llevar a cabo el Gobierno de Andr¨¦s Pastrana (1998-2002), el recrudecimiento de la violencia y las pr¨¢cticas muy degradadas de la guerrilla de las FARC, as¨ª como ¡°un hast¨ªo nacional de l¨ªderes pol¨ªticos muy mediocres, muy poco eficaces¡±, dice Cepeda, quien reconoce que ¡°si algo tiene Uribe es su capacidad laboriosa, su eficacia. Eso mezclado con un carisma populista¡±. El senador recuerda que el propio Uribe, en el libro No hay causa perdida, narra que lo han descrito como un Bruce Wayne, un Batman sudamericano. Es decir: un ni?o privilegiado que jura vengar la muerte de su padre, asesinado por bandidos. ¡°Esa es la mitolog¨ªa que tiene Uribe en mente. ?l cree que es un superh¨¦roe y que se enfrenta al mal. Pero obviamente su historia no es esa, est¨¢ poblada de personajes muy s¨®rdidos¡±, sostiene. Y rememora, por ejemplo, que el mismo expresidente ha reconocido que su familia era amiga de los hermanos Ochoa, uno de los clanes que dieron origen al cartel de Medell¨ªn.
En la preparaci¨®n del primero de sus debates para exhibir los presuntos v¨ªnculos de Uribe con el paramilitarismo, en 2012, Cepeda incluso viaj¨® hasta la hacienda Guacharacas donde, seg¨²n el testimonio del exparamilitar Juan Guillermo Monsalve, se conform¨® un grupo de autodefensa. Fue entonces cuando Uribe, obsesionado con su imagen y su legado, quiso llevar a Cepeda a los tribunales.
El expresidente lleg¨® al Senado en 2014 y Cepeda aprovech¨® su coincidencia en el Congreso para citar un nuevo debate, en esta ocasi¨®n en una comisi¨®n, para el que tuvo que sortear una larga cadena de obst¨¢culos: no consigui¨® convencer a los senadores de hacer su exposici¨®n en la plenaria y, cuando se le permiti¨® hacerlo en una comisi¨®n, le exigieron no mencionar el nombre de Uribe durante el debate. Cepeda ignor¨® la prohibici¨®n, pero el expresidente se gan¨® el apodo de ¡°el innombrable¡±. En el recinto, Uribe amenaz¨® con denunciar al senador del Polo Democr¨¢tico ante la Corte Suprema. As¨ª lo hizo. Lo acusaba de orquestar un complot con falsos testigos para involucrarlo con paramilitares. Y ese fue la g¨¦nesis del actual proceso por soborno y fraude procesal en su contra. En 2018, el tribunal absolvi¨® a Cepeda y pidi¨® investigar a Uribe bajo la sospecha de que ¨¦l y sus abogados fueron quienes manipularon a los testigos, exparamilitares en c¨¢rceles colombianas, para que se retractaran y se?alaran a Cepeda.
Mientras preparaba ese segundo debate sobre la vida pol¨ªtica de Uribe y sus relaciones con el narcotr¨¢fico y el paramilitarismo, Cepeda cuenta que hizo una b¨²squeda exhaustiva y que al final sinti¨® que le faltaba consultar a un psiquiatra sobre la personalidad de Uribe. Cuando lo hizo, encontr¨® elementos de ¡°megaloman¨ªa, psicop¨¢ticos y esquizoides¡±, asegura. ¡°Veo todo eso, a Uribe posando de v¨ªctima, de hombre humilde, del campo, pero al mismo tiempo no puede evitar mostrarse como lo que es en el fondo: un hombre al que le gusta el caudillismo, que no admite el disenso, que no admite la confrontaci¨®n argumentativa, acostumbrado al mon¨®logo. Veo a un hombre supremamente rencoroso y vengativo, que le gusta humillar a sus adversarios, no tiene el talante de reconocer sus errores y que miente patol¨®gicamente¡±.
Contra Uribe tambi¨¦n se han querellado las Madres de Soacha, el colectivo que re¨²ne a un grupo de v¨ªctimas de los mal llamados ¡°falsos positivos¡±, un t¨¦rmino cuestionado porque no se trat¨® de errores cometidos en combate contra la guerrilla, sino de la ejecuci¨®n de al menos 2.248 civiles, seg¨²n el conteo de la Fiscal¨ªa. En 2008, los hijos o hermanos de las mujeres de Soacha fueron reclutados con falsas promesas laborales y asesinados por militares que despu¨¦s los hac¨ªan pasar como guerrilleros muertos en combate para obtener a cambio permisos e incentivos. Uribe lleg¨® a decir que, si fueron asesinados, ¡°no estar¨ªan recogiendo caf¨¦¡±. Perdi¨® una demanda y tuvo que retractarse de sus declaraciones, en uno de varios enfrentamientos con Madres de los Falsos Positivos de Soacha y Bogot¨¢ (MAFAPO). En agosto, cuando se anunci¨® la detenci¨®n domiciliaria de Uribe, ellas celebraron la medida y dijeron que era ¡°el mejor d¨ªa¡± de sus vidas. ¡°Yo lo siento como una persona hip¨®crita, que quiso hacer ver un Estado excelente, que est¨¢bamos acabando con la guerrilla. Finalmente nos ten¨ªa los ojos vendados a la realidad que se destap¨® realmente¡±, dice Jacqueline Castillo, una de las Madres de Soacha.
El intransigente
Antes de postularse a la presidencia por primera vez, despu¨¦s de su gesti¨®n como gobernador de Antioquia (entre 1995 y 1997), Uribe se fue durante un a?o a hacer unos cursos a Oxford. All¨¢ lo entrevist¨®, para la revista colombiana Diners, Jaime Berm¨²dez, que entonces hac¨ªa su doctorado en Ciencia Pol¨ªtica y Opini¨®n P¨²blica y despu¨¦s fue su canciller. ¡°Me impresion¨® la reivindicaci¨®n de la autoridad como un concepto democr¨¢tico¡±, rememora el pol¨ªtico. ¡°Porque en Latinoam¨¦rica y en Colombia hablar de autoridad siempre ha sido visto con cierta suspicacia¡±, a?ade. Y su estilo de mando acab¨® representando lo que los sectores m¨¢s derechistas siempre hab¨ªan buscado: evitar el di¨¢logo, las aproximaciones y los acuerdos humanitarios con los grupos insurgentes.
"La gente no quer¨ªa m¨¢s hablar de paz'', cuenta Clara Rojas, exasistente de campa?a de ?ngrid Betancourt, una de las candidatas a las elecciones del 2002 que intentaba salvar el di¨¢logo entre la guerrilla y el Gobierno de Andr¨¦s Pastrana. ¡°Entonces Uribe surge como una figura joven, con mucha fuerza, como muy din¨¢mico, en parte por ese desencanto de la gente¡±. Rojas ha pensado mucho en el tema del secuestro en el contexto pol¨ªtico de Colombia y en el discurso de Uribe, no solo porque fue directora de la fundaci¨®n Pa¨ªs Libre (que representa a familias de secuestrados), sino porque ella y Betancourt fueron secuestradas por las FARC en febrero del 2002, cuando ?lvaro Uribe reci¨¦n se estaba disparado en las encuestas.
La guerrilla, que en su mayor¨ªa hab¨ªa secuestrado a soldados u otros miembros de la fuerza p¨²blica antes del 2001, sufri¨® un golpe considerable en su imagen p¨²blica al secuestrar a civiles reconocidos como Betancourt y Rojas. Ella se enter¨® de que aquel joven hab¨ªa ganado la presidencia en mayo de 2003, cuando unos guerrilleros compartieron una radio para escuchar la noticia m¨¢s importante del momento: el Gobierno de Uribe hab¨ªa ordenado a los militares una operaci¨®n para rescatar a Guillermo Gaviria, entonces gobernador de Antioqu¨ªa. La guerrilla lo asesin¨® antes de que pudiera ser liberado. "En ese momento, no d¨¢bamos un peso por nuestra vida'', cuenta Rojas. ¡°Fuimos conscientes de que los operativos militares eran la estrategia de Uribe. Pero el primero fue desastroso, el del gobernador. Luego, ya sabemos que vienen por nosotros, y los pr¨®ximos seremos nosotros¡±.
En sus ocho a?os de presidencia, el pa¨ªs se dividi¨® pol¨ªticamente entre cu¨¢l era la mejor forma de lograr la liberaci¨®n de los secuestrados. El uribismo defend¨ªa los rescates militares, a pesar de que la guerrilla amenazaba con asesinar a los secuestrados antes de que fuera exitosa la operaci¨®n. Algunos familiares de secuestrados, por otro lado, defend¨ªan una salida humanitaria. "Pero Uribe no hac¨ªa eco de eso'', cuenta Rojas.
La tensi¨®n que esa inflexibilidad generaba con algunos sectores sociales y con familiares de secuestrados emergi¨® en muchas ocasiones, pero hay un episodio emblem¨¢tico: la larga caminata de m¨¢s de mil kil¨®metros que hizo en agosto de 2007 el profesor Gustavo Moncayo, padre del suboficial secuestrado Pablo Emilio Moncayo, por la liberaci¨®n de su hijo. El profesor Moncayo, canoso y con cadenas en el cuello, lleg¨® hasta la Plaza de Bol¨ªvar de Bogot¨¢, el coraz¨®n pol¨ªtico de Colombia, y se instal¨® all¨ª para exigir un acuerdo humanitario. Uribe lo visit¨® en su cambuche. Ambos charlaron durante cuatro horas en la misma plaza, en una escena que fue televisada en directo. ¡°La perseverancia en la seguridad es el camino de la paz¡±, zanj¨® el presidente aquella ma?ana. Finalmente, en marzo de 2010, cuando apenas faltaban unos meses para que Uribe dejara el poder y despu¨¦s de 12 a?os de cautiverio en manos de las FARC, Pablo Emilio Moncayo fue liberado gracias a una gesti¨®n humanitaria de la senadora de izquierda Piedad C¨®rdoba.
Rojas estuvo seis a?os en la selva, hasta que fue posible pactar una negociaci¨®n entre el Gobierno de Hugo Ch¨¢vez y otros actores como Piedad C¨®rdoba y las FARC para su liberaci¨®n. Cuando lleg¨® a Caracas, despu¨¦s de darse una ducha, recibi¨® una llamada por primera vez de aquel presidente poderoso que ella hab¨ªa escuchado en la radio. ¡°Lo primero que me pregunta es: 'Clara, ?en la selva qu¨¦ deben pensar de m¨ª?¡±. Se refer¨ªa a las FARC: quer¨ªa saber qu¨¦ opinaban sus enemigos. Una pregunta corta que refleja el monitoreo constante que hace Uribe sobre la opini¨®n de la gente, incluso la de sus enemigos m¨¢s ac¨¦rrimos.
¡°En general la opini¨®n que exist¨ªa en las FARC es que ¨¦l era extrema derecha, por no decir que fascista¡±, se?ala Carlos Lozada, comandante de la guerrilla en esa ¨¦poca. Lozada, que hoy es senador del pa¨ªs gracias a los acuerdos de paz de 2016, explica la popularidad de Uribe con lo que algunas ONG de derechos humanos llamaron ¡°el embrujo autoritario¡±. ¡°?l sin duda es un gran comunicador, uno no puede desconocer esa forma que tiene de conectarse con la opini¨®n p¨²blica de forma tan llana y directa¡±, reconoce Lozada. Pero a?ade que ¡°se le vendi¨® a la gente la idea de que ¨¦l era la salvaci¨®n, y por ¨¦l se toleraba la violaci¨®n de derechos humanos o del derecho internacional humanitario¡±.
Parad¨®jicamente, ambas descripciones encajan en aquellos rasgos que la derecha de la regi¨®n ha atribuido a un antiguo vecino y enemigo ideol¨®gico: Hugo Ch¨¢vez. A pesar de estar en las ant¨ªpodas, Uribe permiti¨® durante su Gobierno la mediaci¨®n de Ch¨¢vez como parte de los esfuerzos para la liberaci¨®n de secuestrados, pero la colaboraci¨®n del presidente venezolano se interrumpi¨® de forma abrupta cuando, seg¨²n la versi¨®n de Bogot¨¢, Ch¨¢vez habl¨® directamente con militares colombianos.
En muchas ocasiones Colombia acus¨® al Gobierno de Venezuela de amparar a las FARC y al ELN en el pa¨ªs. Uribe y Ch¨¢vez tuvieron varios encontronazos en reuniones presidenciales. Incluso protagonizaron un acalorado altercado en una cumbre realizada en M¨¦xico en febrero de 2010. Seg¨²n los presentes, Uribe reclam¨® a Ch¨¢vez por el embargo que su pa¨ªs hab¨ªa impuesto a los productos colombianos y la discusi¨®n fue subiendo de tono. El venezolano intent¨® retirarse, pero Uribe lo intercept¨® con un grito: ¡°?Sea var¨®n, qu¨¦dese aqu¨ª y hablemos de frente!¡±, le dijo. Ch¨¢vez, literalmente, lo mand¨® al carajo. Para algunos analistas, sin embargo, ambos pol¨ªticos han sido dos caras de un mismo tipo de liderazgo.
Un animal pol¨ªtico
Aunque su trampol¨ªn pol¨ªtico fue el Partido Liberal, Uribe cambi¨® radicalmente de orientaci¨®n con el paso del tiempo. Durante sus dos mandatos aplic¨® recetas de corte neoliberal a la econom¨ªa y foment¨® la inversi¨®n extranjera, pero no cumpli¨® sus promesas de reducir la pobreza y el desempleo. ¡°La defensa de la patria¡± siempre ha sido uno de sus argumentos para justificar sus pol¨ªticas, tanto en econom¨ªa como en seguridad. ¡°Para ¨¦l, todo era trabajo y patria. No se dej¨® seducir por la ¨¦lite bogotana, nunca se le ve¨ªa en los c¨®cteles y logr¨® mostrarse m¨¢s cerca del pueblo que de los pol¨ªticos¡±, reconoce el senador Roy Barreras, que lo recuerda como un hombre que ha querido mostrarse como un asceta, que dec¨ªa sin pena que llevaba m¨¢s de 20 a?os sin ir al cine y que no sab¨ªa qui¨¦n era Michael Jackson.
¡°Esta es la primera vez, desde 1986, que como al aire libre en un restaurante¡±, les dijo Uribe al periodista Brian Winter y a Iv¨¢n Duque en 2010, en el patio de un local de hamburguesas en Washington, despu¨¦s de que lo convencieran de salir del hotel en el que se hospedaba para dar un paseo por la ciudad. El entonces presidente de Colombia estaba en la capital estadounidense por una invitaci¨®n de la Universidad de Georgetown, Duque era asesor de su Gobierno en la ONU y Winter hab¨ªa sido llamado para colaborar en la redacci¨®n de No hay causa perdida, las memorias del presidente. La an¨¦cdota del restaurante la cuenta Winter en un art¨ªculo de la revista Americas Quarterly, en el que relata la cercan¨ªa entre Uribe y Duque, que terminar¨ªa siendo el presidente m¨¢s joven y el que m¨¢s votos ha alcanzado en la historia reciente del pa¨ªs. Pero a¨²n faltaba casi una d¨¦cada para eso. Aquel a?o, Uribe estaba por traspasar el mando de su Gobierno a otro pol¨ªtico cercano, que hab¨ªa sido ministro de Defensa Nacional durante su segundo mandato: Juan Manuel Santos.
El impulso que Santos dio a las negociaciones con las FARC para lograr el desarme de la guerrilla m¨¢s antigua de Am¨¦rica fue, simb¨®licamente, aquello que la literatura llama ¡°matar al padre¡±. Pero tambi¨¦n pareci¨® revivir a Uribe, sobre todo gracias a la campa?a que lider¨® por el no en el plebiscito que realiz¨® el Gobierno por los acuerdos con las FARC, que ya llevan vigentes cuatro a?os. Luego de una campa?a furibunda, amplificada por cadenas de mentiras y la difusi¨®n de noticias falsas, Uribe obtuvo el triunfo del no, que llev¨® a hacer modificaciones de lo pactado en La Habana.
Es un ¡°animal pol¨ªtico¡±, lo describe Alejandra Barrios de la Misi¨®n de Observaci¨®n Electoral (MOE). La victoria del no supuso un nuevo impulso para el uribismo, que en 2018 eligi¨® a Iv¨¢n Duque como su candidato presidencial a pesar de su cort¨ªsima trayectoria. Era un senador de perfil bajo, a quien nadie le ve¨ªa talante para llegar a la Casa de Nari?o hasta que Uribe lo se?al¨® como su candidato. Seg¨²n la MOE, al menos el 80% de la campa?a de Duque estuvo determinada por el factor Uribe.
"Uno de los problemas centrales de la pol¨ªtica colombiana actual es qu¨¦ hacer con Uribe'', dijo en 2018 el polit¨®logo colombiano Francisco Guti¨¦rrez, ¡°porque un l¨ªder que, cuando participa, representa la mitad del voto, con una fuerza pol¨ªtica cohesionada de m¨¢s del 20%, del 30% de los ciudadanos, puede desestabilizar cualquier opci¨®n diferente¡±.
Con vistas a las pr¨®ximas presidenciales, en 2022, no aparece por ahora un nombre que pueda llevar la bendici¨®n de Uribe, cuya popularidad cay¨® tras la elecci¨®n de Duque. A finales de 2019 apenas llegaba al 26% frente al 75% que lleg¨® a tener cuando fue mandatario. Su renuncia como senador por la orden de detenci¨®n en su contra ha dejado en vilo por el momento cu¨¢l ser¨¢ el camino del uribismo en la carrera a la Casa de Nari?o. Del desarrollo del proceso judicial y mientras el expresidente se resista a renunciar a la primera l¨ªnea, depende en buena medida su legado, uno lleno de divisi¨®n y discordia, pero tambi¨¦n el futuro de los equilibrios pol¨ªticos de Colombia.
Por lo pronto, a sus 68 a?os, ¨¦l parece tener claro cu¨¢l ser¨¢ su propio camino: la segunda semana de octubre, apenas unos d¨ªas despu¨¦s de que una jueza de garant¨ªas ordenara su libertad ¡ªaunque seguir¨¢ siendo investigado por la justicia¡ª, el expresidente apareci¨® para pedir nuevamente la derogaci¨®n del tribunal de paz en Colombia, un sistema de justicia transicional surgido de la negociaci¨®n de paz con las FARC. Tal vez no est¨¦ claro cu¨¢l ser¨¢ el destino del uribismo, pero el destino de Uribe parece uno solo: la pelea.
Cronolog¨ªa
4 de julio de 1952
?lvaro Uribe V¨¦lez nace en Medell¨ªn, hijo del ganadero y terrateniente Alberto Uribe Sierra y de Laura V¨¦lez Uribe. Pasa su infancia en las haciendas de su familia en el suroeste del departamento de Antioquia.
1970-1977
Estudia Derecho y Ciencias Pol¨ªticas en la Universidad de Antioquia.
1980-1982
Con 28 a?os, es nombrado director de la Aeron¨¢utica Civil.
1982
El presidente Belisario Betancur lo nombra alcalde de Medell¨ªn ¨Cantes de que los gobernantes locales se eligieran por voto popular¨C, pero renuncia despu¨¦s de apenas cinco meses de gesti¨®n.
14 de junio de 1983
Su padre, Alberto Uribe Sierra, es asesinado en un intento de secuestro en la finca Guacharacas.
1986-1993
Tras dos a?os como concejal de Medell¨ªn, llega por primera vez al Congreso, como miembro del Partido Liberal, y se mantiene como senador en la siguiente elecci¨®n.
30 de octubre de 1994
Es elegido gobernador de Antioquia en unos re?idos comicios para el periodo 1995-1997.
1998
Estudia en la Universidad de Oxford.
26 de mayo de 2002
Como candidato independiente, gana en primera vuelta de las elecciones presidenciales con el 53% de los votos.
7 de agosto de 2002
Mientras toma posesi¨®n como presidente, las FARC atentan con morteros contra edificios p¨²blicos en el centro de Bogot¨¢ y matan a 17 personas.
15 de julio de 2003
Su Gobierno inicia negociaciones de paz con los grupos paramilitares en Santa Fe de Ralito.
4 de enero de 2005
El Gobierno colombiano anuncia en C¨²cuta la captura de Rodrigo Granda. Despu¨¦s se conoci¨® que el l¨ªder de las FARC fue capturado d¨ªas antes en Venezuela y trasladado hasta Colombia, en lo que el presidente Hugo Ch¨¢vez consider¨® una violaci¨®n de la soberan¨ªa que elev¨® la tensi¨®n entre los dos vecinos.
28 de mayo de 2006
Despu¨¦s de impulsar una reforma de la Constituci¨®n en el Congreso para permitir la reelecci¨®n, prohibida hasta entonces, es elegido para un segundo mandato con el 62% de los votos.
4 de febrero de 2008
En m¨¢s de un centenar de ciudades de Colombia y el mundo se organizan marchas masivas para repudiar las acciones de las FARC en uno de los puntos m¨¢s altos de popularidad del presidente Uribe.
1 de marzo de 2008
Ordena la Operaci¨®n F¨¦nix, un ataque militar en un campamento guerrillero en territorio de Ecuador que acab¨® con Ra¨²l Reyes, considerado el n¨²mero dos de las FARC. La incursi¨®n provoca una prolongada crisis diplom¨¢tica con el Gobierno de Rafael Correa.
12 de mayo de 2008
Extradita a Estados Unidos de manera sorpresiva a 14 jefes de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), desmovilizados como parte de la negociaci¨®n con los grupos paramilitares.
2 de julio de 2008
Ordena la Operaci¨®n Jaque, que permiti¨® la liberaci¨®n de 15 secuestrados de las FARC, entre ellos 11 militares y algunos de los rehenes de m¨¢s alto perfil, como la excandidata presidencial colombo-francesa Ingrid Betancourt y tres contratistas estadounidenses.
21 de febrero de 2011
Su primo Mario Uribe Escobar es condenado por concierto para delinquir en el marco de la parapol¨ªtica ¨Cv¨ªnculos de pol¨ªticos con grupos paramilitares¨C, un esc¨¢ndalo que involucr¨® a varios congresistas de la coalici¨®n uribista desde el a?o 2006.
11 de abril de 2012
El representante Iv¨¢n Cepeda realiza un debate de control pol¨ªtico sobre el paramilitarismo en Antioquia que involucra a Uribe. El expresidente denuncia a Cepeda ante la Corte Suprema por presentar testimonios falsos.
20 de enero de 2013
Marta Luc¨ªa Ram¨ªrez, ?scar Iv¨¢n Zuluaga, Juan Carlos V¨¦lez, Carlos Holmes Trujillo, Francisco Santos y Rafael Guar¨ªn se re¨²nen en Bogot¨¢ con el expresidente ?lvaro Uribe V¨¦lez para anunciar la creaci¨®n del partido Centro Democr¨¢tico.
9 de marzo de 2014
En las elecciones legislativas, es elegido senador por el Centro Democr¨¢tico. Toma posesi¨®n el 20 de julio.
17 de septiembre de 2014
Iv¨¢n Cepeda, ahora senador, organiza un segundo debate sobre las relaciones del expresidente con el narcotr¨¢fico y el paramilitarismo. ?lvaro Uribe abandona el recinto y atraviesa la plaza de Bol¨ªvar para ampliar la demanda contra Cepeda en la Corte Suprema.
2 de octubre de 2016
Con el 50,2 % de los votos, el no, con Uribe como abanderado, se impone en el plebiscito sobre el acuerdo de paz con las FARC.
24 de noviembre de 2016
Luego de una renegociaci¨®n entre el Gobierno y las FARC para incluir cambios propuestos por los promotores del no, se firma un nuevo acuerdo de paz en el teatro Col¨®n de Bogot¨¢. Uribe se niega a apoyarlo.
16 de diciembre de 2016
El papa Francisco re¨²ne en El Vaticano al presidente Juan Manuel Santos y al expresidente Uribe para buscar un consenso en torno al acuerdo de paz, pero no alcanzan un acuerdo para rebajar la polarizaci¨®n pol¨ªtica.
16 de febrero de 2018
La Corte Suprema archiva la denuncia de Uribe contra el senador Iv¨¢n Cepeda, y decide en su lugar investigar al expresidente por presunta manipulaci¨®n de testigos.
11 de marzo de 2018
Con m¨¢s de 800.000 votos, Uribe se convierte en el senador m¨¢s votado en la historia de Colombia. Con 19 senadores y 32 representantes, el Centro Democr¨¢tico se convierte en la mayor bancada del Congreso.
17 de junio de 2018
Iv¨¢n Duque, el ahijado pol¨ªtico de Uribe, es elegido presidente en segunda vuelta con m¨¢s de diez millones de votos.
8 de octubre del 2019
Acude a rendir indagatoria a la Corte Suprema y queda formalmente vinculado al proceso por los delitos de soborno y fraude procesal.
4 de agosto de 2020
La Sala de Instrucci¨®n de la Corte Suprema ordena la detenci¨®n domiciliaria del senador y expresidente ?lvaro Uribe.
18 de agosto de 2020
?lvaro Uribe V¨¦lez renuncia a su esca?o en el Senado de la Rep¨²blica.
10 de octubre de 2020
Una juez de garant¨ªas concede la libertad a Uribe, quien sigue siendo investigado por presunta manipulaci¨®n de testigos.
- Cr¨¦ditos
- Coordinaci¨®n y formato: Alberto Quero, Brenda Valverde, Francesco Manetto y Eliezer Budasoff
- Edici¨®n de v¨ªdeo: Montserrat Lemus
- Direcci¨®n de arte: Fernando Hern¨¢ndez
- Dise?o: Ana Fern¨¢ndez
- Maquetaci¨®n: Nelly Natal¨ª