Guerra santa al neoliberalismo
Los poderes establecidos recientemente en Am¨¦rica Latina han entrado en una guerra santa para exorcizar el fantasma del neoliberalismo que, seg¨²n dicen, campea a sus anchas por la regi¨®n hace 40 a?os
Un fantasma recorre a Am¨¦rica Latina: el fantasma del neoliberalismo. Los poderes establecidos recientemente en el continente han entrado en una guerra santa para exorcizar ese fantasma: AMLO, Boric, Lula, Petro, Evo, Maduro, Ortega, Diaz-Canel, Correa y el Papa Francisco combaten a este espectro que, seg¨²n dicen, campea a sus anchas por la regi¨®n hace 40 a?os.
Para demostrar la existencia de ese fantasma, y las urgencias de los gobiernos para exorcizarlo, tomar¨¦ tres ejemplos, M¨¦xico, C...
Un fantasma recorre a Am¨¦rica Latina: el fantasma del neoliberalismo. Los poderes establecidos recientemente en el continente han entrado en una guerra santa para exorcizar ese fantasma: AMLO, Boric, Lula, Petro, Evo, Maduro, Ortega, Diaz-Canel, Correa y el Papa Francisco combaten a este espectro que, seg¨²n dicen, campea a sus anchas por la regi¨®n hace 40 a?os.
Para demostrar la existencia de ese fantasma, y las urgencias de los gobiernos para exorcizarlo, tomar¨¦ tres ejemplos, M¨¦xico, Chile y Colombia.
En la exposici¨®n de motivos de un proyecto de decreto remitido hace poco, el Gobierno mexicano dice que de 1934 a 1982, periodo conocido como ¡®desarrollismo mexicano¡¯, la pol¨ªtica econ¨®mica de M¨¦xico se concentr¨® en la industrializaci¨®n. Sin embargo, en 1982 con la ca¨ªda de los precios internacionales del petr¨®leo, la deuda gubernamental y la subida de las tasas de inter¨¦s a nivel internacional, una crisis abri¨® paso al modelo neoliberal. Se abandon¨® el Estado interventor, as¨ª como de su responsabilidad social; adem¨¢s, se reemplaz¨® el modelo de industrializaci¨®n sustitutiva de importaciones (¡®hacia dentro¡¯) por la liberalizaci¨®n y desregulaci¨®n industrial, comercial y financiera (¡®hacia fuera¡¯), y se aceptaron las directrices del FMI y del Banco Mundial.
Seg¨²n eso, el neoliberalismo en M¨¦xico habr¨ªa debilitado el papel del Estado sin mejorar su eficiencia ni reducir la pobreza o la desigualdad. Todo lo contrario, habr¨ªa acentuado esas carencias. Consecuentemente, la tarea actual es desandar al neoliberalismo y fortalecer al Estado.
Miremos a Chile. En el libro La Sociedad Impaciente, Eugenio Tironi argumenta que el derrocamiento de Salvador Allende ha sido, por espacio de 50 a?os, ¡°una herida no del todo reparada, fuente de sordo resentimiento¡±. Tras el golpe militar de 1973 Chile habr¨ªa pasado desde un ¡®modelo europeo¡¯, con un capitalismo volcado hacia dentro, donde el Estado, los partidos pol¨ªticos, los gremios y los sindicatos ocupaban un relevante rol de articulaci¨®n, a un ¡®modelo estadounidense¡¯, con un capitalismo volcado hacia fuera y basado en el mercado, la empresa privada y el esfuerzo individual.
En el presente, dice Tironi, una coalici¨®n de j¨®venes cre¨® una alternativa tanto a la izquierda socialdem¨®crata (tipo Concertaci¨®n) como a la comunista, desde una perspectiva libertaria, feminista, ecol¨®gica y territorial. Son j¨®venes de ¨¦lite, educados en las mejores universidades del pa¨ªs y con postgrados en Europa y Estados Unidos. Descreen del orden creado por sus padres durante los tan mentados 30 a?os que siguieron a la ca¨ªda de Pinochet.
El enemigo ya no es pol¨ªtico. Inclusive tampoco los empresarios explotadores, pues esa ret¨®rica de lucha de clases perdi¨® eficacia en 1989 con el colapso del campo socialista. Ahora hay una guerra santa contra un adversario et¨¦reo, dif¨ªcil de definir, pero con poderes similares a los de sat¨¢n: el neoliberalismo.
Es una guerra de ni?os bien, fresa como les dicen en M¨¦xico, gomelos en Colombia, que ya no necesitan del pueblo sino del resentimiento econ¨®mico contra un sistema neoliberal (¡). ¡°En suma, el nuevo gobierno [de Boric] asumi¨® el proyecto de hacer de Chile ¡®la tumba del neoliberalismo¡¯¡±.
Pasemos a Colombia, donde Gustavo Petro se ha puesto una tarea a¨²n m¨¢s ambiciosa que la de AMLO y Boric, pues no se limita a desandar el neoliberalismo dentro de las fronteras nacionales. Quiere hacerlo a escala planetaria, basado en la necesidad de desarmar lo que llama el ¡°capitalismo f¨®sil¡±, creador del cambio clim¨¢tico. Para mostrar que va en serio, quiere poner como case al pa¨ªs que preside, sacrific¨¢ndolo de primero a la transici¨®n energ¨¦tica. Opta por el decrecimiento econ¨®mico, siguiendo los ¨²ltimos avances de unos te¨®ricos en B¨¦lgica.
Propone el abandono, m¨¢s pronto que tarde, del petr¨®leo y el carb¨®n, los dos principales rubros de exportaci¨®n legal de Colombia, el reemplazo del gas nacional por el venezolano y el rechazo al extractivismo minero.
Inclusive, los sectores de servicios como la banca, los seguros y el comercio le mortifican, pues para ¨¦l no crean valor, s¨®lo la agricultura y la industria lo hacen. Coincide con la agenda reestatizadora de AMLO y Boric para servicios clave como la salud, las pensiones, los servicios p¨²blicos domiciliarios y proyectos estrat¨¦gicos de infraestructura. Es su versi¨®n de la guerra santa antineoliberal.
Dentro de esta concepci¨®n hay una ecuaci¨®n sencilla:
mercado + crecimiento = esperanza y cohesi¨®n
mercado - crecimiento = frustraci¨®n y angustia
La clave es el signo del crecimiento.
De hecho, parten de la p¨¦rdida de dinamismo econ¨®mico sucedida en Am¨¦rica Latina en la d¨¦cada pasada, resultado de la Gran Recesi¨®n de Estados Unidos (2008-2010), la ca¨ªda en el precio de los commodities (2014-2015) y el aplanamiento del crecimiento chino.
Si esta interpretaci¨®n de la era neoliberal es cierta, desde los a?os noventa se debe apreciar en los tres pa¨ªses, M¨¦xico, Chile y Colombia, un decrecimiento en el tama?o del Estado y un aumento en los ¨ªndices de pobreza. Miremos las cifras.
La gr¨¢fica muestra que desde 1990, a?o clave del presunto advenimiento neoliberal, justo despu¨¦s de la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn en 1989 y del triunfo de las doctrinas de Reagan-Thatcher (1980s), el gasto p¨²blico como proporci¨®n de la econom¨ªa aument¨® 60% en M¨¦xico (de 16.6% a 27.1%, datos) y Chile (de 20.4% a 33.5%); y se triplic¨® en Colombia (de 9.4% a 34.5%). Es decir, no hubo tal retraimiento ni en las funciones ni en el tama?o del Estado.
Miremos ahora la pobreza. La gr¨¢fica muestra que a lo largo de las ¨²ltimas dos d¨¦cadas la pobreza se ha reducido a la cuarta parte de lo que era al fin del siglo pasado.
He sido servidor p¨²blico en Colombia durante buena parte de mi carrera profesional, desde 1984 hasta el presente, en el Banco Central, Planeaci¨®n Nacional, el Ministerio de Hacienda y Ecopetrol. Conozco a fondo al Estado. El planteamiento maniqueo de una concepci¨®n progresista europea, sensible a lo p¨²blico y a lo social, y una enceguecida actitud neoliberal norteamericana, insensible y dedicada a minimizar lo p¨²blico, no puede ser m¨¢s equivocada. Realmente no resiste un an¨¢lisis serio.
Al contrario, a lo largo de estos a?os, y de una alternaci¨®n sana de gobiernos de centro derecha y centro izquierda subieron las funciones del Estado, pero no se ampliaron a la misma velocidad sus competencias administrativas, de eficacia (foco) y eficiencia (costos), el propio Estado ha necesitado sucesivas reformas que a¨²n contin¨²an.
El Estado ha crecido la atenci¨®n en salud, transferencias a hogares pobres, cobertura de servicios p¨²blicos como energ¨ªa el¨¦ctrica, agua potable y alcantarillado, gas domiciliario, infraestructura de puertos, carreteras y energ¨ªa, entre otros; as¨ª como en la provisi¨®n de justicia y seguridad. Esos dos ¨²ltimos son en la actualidad frentes desafiantes. En algunos casos se ha apalancado en la actividad privada, con buenos resultados, y un aprendizaje conjunto y crucial.
Esta evidencia muestra que el supuesto neoliberalismo es m¨¢s un fantasma inventado para focalizar la atenci¨®n de la gente frente a un enemigo com¨²n y acusarlo de todos los males. Combinar mercado y Estado es siempre una tarea dif¨ªcil. En ella veo, m¨¢s bien, en los tres pa¨ªses a miles de profesionales serios y dedicados, dando batallas gigantescas contra la ineficacia, la corrupci¨®n y la falta de foco, y tratando de que el Estado y el mercado funcionen para resolver m¨²ltiples y dif¨ªciles problemas. En el presente y el futuro el estado y el mercado servir¨¢n para alcanzar los nuevos fines pol¨ªticos de los j¨®venes as¨ª como seguir atendiendo las viejas urgencias de nuestros pa¨ªses.
He mostrado que no es sencillo definir el neoliberalismo, ni acusar a diversos gobiernos de las ¨²ltimas d¨¦cadas, de centro-derecha y centro-izquierda, de ce?irse a ¨¦l. Desandar muchas transformaciones que han funcionado bien y llevar al sistema econ¨®mico a la hoguera inquisitorial de un auto de fe por supuestos pecados neoliberales puede ser una tremenda equivocaci¨®n que pagar¨¢n muy caro justamente los m¨¢s pobres.
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