Luis Acosta: ¡°Los militares entendieron que tenemos que aprender de los ind¨ªgenas¡±
El coordinador nacional de la Guardia Ind¨ªgena cuenta a EL PA?S c¨®mo se ganaron la confianza del Amazonas e hicieron una alianza excepcional con el Ej¨¦rcito colombiano para encontrar a los cuatro peque?os que estuvieron perdidos durante 40 d¨ªas. ¡°Tenemos que conocer el coraz¨®n de la Guardia Ind¨ªgena, pero tambi¨¦n el del Ej¨¦rcito¡±, dice.
Una combinaci¨®n de saber tradicional y tecnolog¨ªa de punta fue lo que permiti¨® que un grupo de 85 ind¨ªgenas y 120 soldados encontraran a los cuatro ni?os que estuvieron perdidos durante 40 d¨ªas en la selva colombiana, seg¨²n cuenta Luis Acosta, coordinador nacional de la Guardia Ind¨ªgena. El primer reto fue ganarse la confianza de la selva, dice este hombre de 49 a?os que naci¨® en Caloto, Cauca, una zona m¨¢s mont...
Una combinaci¨®n de saber tradicional y tecnolog¨ªa de punta fue lo que permiti¨® que un grupo de 85 ind¨ªgenas y 120 soldados encontraran a los cuatro ni?os que estuvieron perdidos durante 40 d¨ªas en la selva colombiana, seg¨²n cuenta Luis Acosta, coordinador nacional de la Guardia Ind¨ªgena. El primer reto fue ganarse la confianza de la selva, dice este hombre de 49 a?os que naci¨® en Caloto, Cauca, una zona m¨¢s monta?osa que selv¨¢tica, y quien estuvo a cargo de la operaci¨®n de b¨²squeda desde el lado ind¨ªgena. ¡°La selva no entiende al ser humano, lo ve como un peligro¡±, cuenta. Hab¨ªa que saber interpretarla, no solo geogr¨¢fica sino espiritualmente. ¡°La selva fue quien nos entreg¨® a los ni?os¡±, a?ade. M¨¢s retador para la Guardia Ind¨ªgena, una organizaci¨®n no armada de seguridad comunitaria, fue construir una relaci¨®n de confianza con el Ej¨¦rcito. Guardia y militares han sido m¨¢s opositores que aliados durante d¨¦cadas, pero lograron combinar exitosamente sus saberes para encontrar a los cuatro peque?os. ¡°Esos muchachos lloraron con nosotros, sufrieron con nosotros. All¨¢ no se mostr¨® el militar sino el humano¡±, dice Acosta. Prefiere ser identificado como Lucho y recibe a EL PA?S en una cafeter¨ªa frente al Hospital Militar de Bogot¨¢, el lugar a donde fueron trasladados los ni?os. Espera paciente, y sonriente por haber sido parte de la operaci¨®n que para muchos parec¨ªa imposible.
Pregunta. ?Qui¨¦nes eran los miembros de la Guardia Ind¨ªgena que estaban en el operativo de b¨²squeda?
Respuesta. Yo era el coordinador nacional y hab¨ªa guardias Coreguaje del Caquet¨¢, los Sionas del Putumayo, Isimali del Meta, de Araracuara, nosotros del Cauca, y como 15 personas Uitoto de la familia de los ni?os. ?ramos como 85 personas en la Guardia, trabajando con unos 120 soldados.
P. ?Sent¨ªan que estaban cerca a los ni?os? ?O fue una sorpresa encontrarlos?
R. Hab¨ªamos encontrado una prueba un d¨ªa antes: una cueva con se?as de los ni?os y del [perro buscador] Wilson, huellas de todos ellos, as¨ª que sab¨ªamos que estaban cerca. Pero, culturalmente, la selva los ten¨ªa atrapados. Entonces hicimos un pagamento, un ritual, y al otro d¨ªa la selva nos los entreg¨®. La selva es una abuela, tiene sus seres espirituales, sus duendes, y tambi¨¦n el esp¨ªritu de la mam¨¢ de los ni?os, que muri¨® all¨¢ y sab¨ªa que la selva cuidaba y proteg¨ªa a los ni?os. La selva no entiende al ser humano, lo ve como un peligro, entonces al llegar gente como nosotros, dice ¡°yo no voy a entregar a mis hijos as¨ª no m¨¢s¡±. Por eso se tom¨® yag¨¦, una planta tradicional que te fortalece espiritualmente, te hace esp¨ªritu, te hace entender la selva y ver m¨¢s all¨¢ de lo que uno ve. Eso permiti¨® que el joven guardia de Araracuara, que tom¨® yag¨¦ y supo interpretar a la selva, los encontrara.
P. ?D¨®nde estaba usted cuando los encontraron?
R. En el ¨¢rea, muy cerca. Como coordinador de la guardia estaba con los soldados en el terreno, no con los generales que no entraban al ¨¢rea de b¨²squeda. ?Encontramos a los ni?os en un sitio por donde pasamos mil veces! Mandamos comunicaciones, movimos muy r¨¢pido todo el sistema: conseguir nutrici¨®n, atenci¨®n m¨¦dica y espiritual, helic¨®pteros. Cuando los vi, vi a mis hijos, me acord¨¦ de ellos porque su mam¨¢ tambi¨¦n muri¨® cuando estaban chiquitos. Ped¨ª que solo el personal m¨¦dico los tocara, porque no sab¨ªamos qu¨¦ tra¨ªamos que pudiera afectarlos, como una gripa. Todo el mundo se les quer¨ªa lanzar encima, pero solo se acercaron quienes los cargaron. Sent¨ª mucha gratitud. Ellos casi no hablaban porque estaban d¨¦biles, desnutridos, pero a momentos ellos se re¨ªan conmigo. La ni?a mayor [que cuid¨® a sus hermanos] es una gran guerrera, una luchadora, y esos ni?os est¨¢n ahora cargados de sabidur¨ªa ancestral, tradicional: la selva les ense?¨® durante 40 d¨ªas c¨®mo ser grandes guerreros y l¨ªderes. Ser¨¢n un gran ejemplo para la convivencia, para la vida.
P. ?C¨®mo entiende que hayan podido sobrevivir cuatro peque?os como ellos en la selva?
R. Hemos sobrevivido 500 a?os, ?c¨®mo no vamos a sobrevivir 40 d¨ªas? A nosotros nos ha alimentado la selva, el territorio, y ellos aguantaron porque estaban preparados, porque desde ni?os nos preparan para entender nuestro territorio. T¨² vives en Bogot¨¢ pero no sabes qu¨¦ es Bogot¨¢, o en Espa?a pero no sabes qu¨¦ es Espa?a a profundidad, o en Alemania pero no la conoces bien. A nosotros nos ense?an desde chiquitos la ombligada: nos ombligan a los ¨¢rboles, a los animales, a los cerros, al agua, al tigre. Estos ni?os tienen una ense?anza de la selva, para ellos moverse en la selva es como para un ni?o de Bogot¨¢ moverse en un Carrefour. Estaban educados en la selva, mientras que ni?os de Bogot¨¢ quiz¨¢s se morir¨ªan al otro d¨ªa. Ahora estoy preocupado por eso, porque esta ciudad no es su territorio, deber¨ªan volver a la selva.
P. El padre quer¨ªa sacarlos de la selva por razones de seguridad
R. S¨ª, ¨¦l estaba amenazado. Ya est¨¢ con los ni?os, y a¨²n no sabemos qu¨¦ decisi¨®n vaya a tomar, si quedarse en la ciudad o volver a la selva.
P. ?C¨®mo se complementaron la guardia ind¨ªgena y el Ej¨¦rcito en esta b¨²squeda?
R. La Guardia Ind¨ªgena tiene capacidad organizativa, cultural y espiritual. El Ej¨¦rcito ten¨ªa capacidad t¨¦cnica, operacional, con sus naves. La combinaci¨®n nos permiti¨® llegar al punto donde estaban los ni?os. Por ejemplo, mont¨¢bamos en helic¨®pteros pero los helic¨®pteros no pueden entrar a la selva si no hay buen tiempo, y en esta ¨¦poca llueve sin parar. Nuestros mayores hac¨ªan ceremonias para que el cielo se despejara y pudieran entrar. A eso me refiero con una combinaci¨®n entre lo cultural y lo t¨¦cnico. Tambi¨¦n vi muchos soldados que nos pidieron chimu, una planta que se mambea para tener fuerza y que las culebras no los piquen. Yo nunca hab¨ªa visto a un soldado mascando ni mambeando; all¨¢ lo vi por primera vez. Y ellos nos ense?aron a manejar la br¨²jula y el GPS satelital. Compartimos comida tambi¨¦n: ellos nos daban raciones militares, nosotros les d¨¢bamos coca tostada, casabe, fari?a. Compartimos ante el fog¨®n el mensaje de los abuelos. Compartimos todo.
P. ?Este tipo de cooperaci¨®n es excepcional?
R. S¨ª, esta fue una alianza muy importante para Colombia. Veo a este ej¨¦rcito muy abierto a conocernos, y nosotros tambi¨¦n estamos muy abiertos a conocerlos. Yo all¨¢ a?oraba al soldado, cuando ac¨¢ [en Bogot¨¢] lo despreciaba. All¨¢ ellos a?oraban a la Guardia Ind¨ªgena, mientras que ac¨¢ nos despreciaban. Ahora cuando veo un soldado, lo abrazo. Esos muchachos lloraron con nosotros, sufrieron con nosotros. All¨¢ no se mostr¨® el militar sino el humano.
Esa para m¨ª esta es realmente la paz total: conocernos. Los colombianos a¨²n no conocen Colombia. El pa¨ªs ha sido tan centralista que no se sabe que una ni?a puede darle una clase a estos muchachos sobre c¨®mo vivir en la selva, c¨®mo conocerla, c¨®mo identificar elementos para que no les de diarrea, por ejemplo. Pero eso no es ciencia para la visi¨®n occidental de la educaci¨®n. Los militares esta vez entendieron que tenemos que aprender de los ind¨ªgenas. ¡®Saben demasiado¡¯, nos dec¨ªan, y ellos nos van a ense?ar a nosotros sobre situaciones de emergencia, de desastres. Ya hab¨ªamos hecho coordinaciones, pero esta fue mucho m¨¢s compacta. Creo que hay que seguir haci¨¦ndolo.
P. ?Esa alianza naci¨® desde el primer d¨ªa de b¨²squeda?
R. No, naci¨® cuando el presidente dijo al Ej¨¦rcito que necesita de los pueblos ind¨ªgenas, son quienes m¨¢s conocen la selva. Eso fue en la segunda semana de b¨²squeda.
P. Pocos d¨ªas antes de esta operaci¨®n la Guardia Ind¨ªgena estaba siendo estigmatizada en Bogot¨¢ por llegar al centro de la ciudad con sus bastones de mando.
R. S¨ª, hab¨ªamos ido a Bogot¨¢ a defender el Plan Nacional de Desarrollo, y un periodista dijo que ten¨ªamos ¡°armas¡± en la Plaza de Bol¨ªvar. La Guardia no somos eso; somos vida, no somos muerte. Somos un arma espiritual, no de fuego. Pero hay mucho desconocimiento e ignorancia, aunque tambi¨¦n la hay sobre el Ej¨¦rcito: tenemos que conocer el coraz¨®n de la Guardia y el del Ej¨¦rcito. La verdad es que yo ahora veo comandantes con otros principios, otra visi¨®n. Me pidieron dar clases sobre qu¨¦ es el movimiento ind¨ªgena. La guerra nos separ¨®, pero esta Operaci¨®n Esperanza lleg¨® para reconstruir el tejido social de la vida.
P. ?Fue dif¨ªcil mantener la moral d¨ªa tras d¨ªa despu¨¦s de tantas semanas en las que no encontraban a los ni?os?
R. Nunca perdimos la esperanza pero s¨ª hubo situaciones dif¨ªciles: soldados que se golpearon, se enfermaron; momentos en los que ya no encontr¨¢bamos ni un rastro de los ni?os. Hubo mucho ¡°??Pero d¨®nde est¨¢n?!¡± Sab¨ªamos que estaban por ah¨ª, pero no d¨®nde, y hubo especulaciones de que se los hubiera llevado la guerrilla, pero no, nada de eso pas¨®.
P. ?Qu¨¦ pas¨® con el perrito buscador Wilson?
R. La madre tierra lo llam¨®, el esp¨ªritu lo llam¨® y se lo llev¨® para que los acompa?ara. Desde que se solt¨® fue el que le dio fuerzas a esos ni?os cuando lo encontraron; a nosotros nos dio indicaciones, nos dio esperanza. Los ni?os le dieron de comer. Ellos no se com¨ªan las raciones militares, que vienen en una bolsa con agua caliente, algo asqueroso, pero s¨ª com¨ªan ma?oco, casabe y unos dulces. Creo que la selva al final nos dijo: les damos a los ni?os, pero el perro se queda.
P. ?La selva no quer¨ªa devolver al perrito?
R. S¨ª, y Wilson se quiso quedar. Pensar¨¢n que esto es mitol¨®gico, pero hay muchas historias de personas que se han quedado en la selva y se volvieron esp¨ªritu.
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