Los cuatro ni?os colombianos sobrevivientes en la selva son una bofetada para Brasil
Lula, en vez de preocuparse en exceso por la guerra en Ucrania, debe mirar hacia la Amazonia y la defensa del medio ambiente y no verlo como una simple a?adidura en su Gobierno
El Brasil de hoy, liberado ya de las truculencias de la extrema derecha bolsonarista, deber¨ªa haber dado mayor relieve a la haza?a de los cuatro ni?os ind¨ªgenas que consiguieron sobrevivir 40 d¨ªas perdidos en la selva colombiana. Y ello porque durante los cuatro a?os del l¨²gubre Gobierno de Bolsonaro el tema de los ind¨ªgenas fue en Brasil obje...
El Brasil de hoy, liberado ya de las truculencias de la extrema derecha bolsonarista, deber¨ªa haber dado mayor relieve a la haza?a de los cuatro ni?os ind¨ªgenas que consiguieron sobrevivir 40 d¨ªas perdidos en la selva colombiana. Y ello porque durante los cuatro a?os del l¨²gubre Gobierno de Bolsonaro el tema de los ind¨ªgenas fue en Brasil objeto m¨¢s bien de burla, de intereses espurios y mercantilistas que de preocupaci¨®n por la defensa de esos pueblos y del medio ambiente.
Sobre el misterio de los cuatro ni?os ind¨ªgenas capaces de sobrevivir solos en la selva se han escrito estos d¨ªas cientos de art¨ªculos poniendo de relieve la fuerza y el misterio de la naturaleza al estado puro, todav¨ªa no profanada por el capitalismo salvaje, sobre la que existe toda una literatura incluso filos¨®fica y religiosa.
Si el mundo se ve hoy amenazado de extinci¨®n por el abuso que de la naturaleza estamos haciendo los llamados civilizados, lo ocurrido con los cuatro ni?os ind¨ªgenas no puede dejar de ser un aldabonazo en la conciencia mundial.
Aqu¨ª en Brasil, el Gobierno de Bolsonaro estuvo jalonado de intentos de destrucci¨®n de la selva amaz¨®nica, dejada en manos de ganaderos y buscadores de oro, ignorando que se trata de una reserva mundial de ox¨ªgeno.
Bolsonaro, en el colmo de su cinismo frente al problema de los ind¨ªgenas que fueron los primeros propietarios de estas tierras, lleg¨® a decir y ri¨¦ndose, que lo que ellos quieren y sue?an es ¡°ser gente como nosotros¡±. La traducci¨®n es f¨¢cil: esos pueblos que llamamos primitivos no son gente, no son personas, y se desviven por injertarse en nuestro deslumbrante consumismo.
Como ha escrito con iron¨ªa y amargura en su columna Fernando Gabeira, en el diario O Globo, uno de los intelectuales m¨¢s respetados del pa¨ªs y que conoce personalmente los pueblos ind¨ªgenas, ¡°?C¨®mo ser¨ªa maravilloso para ellos [los ind¨ªgenas] si tuvieran nuestro patr¨®n de consumo, se movieran en coche y se vistieran de traje y corbata!¡±.
Habr¨ªa que preguntarse, en efecto, si cuatro ni?os de la llamada civilizaci¨®n habr¨ªan resistido 40 d¨ªas y 40 noches en plena selva como los peque?os colombianos.
Hoy en que la nueva Administraci¨®n progresista de Lula da Silva cuenta por primera vez y presidido por una ind¨ªgena, con el ministerio de los Pueblos Originales, deber¨ªa haber celebrado con relieve la gesta de los ni?os colombianos como s¨ªmbolo y hasta profec¨ªa de la importancia mundial de la preservaci¨®n del medio ambiente del que los pueblos ind¨ªgenas son sus mejores guardianes naturales. No lo ha hecho.
Fue la Constituci¨®n brasile?a de 1988 la que tuvo la idea luminosa de garantizar que los pueblos originales, reducidos hoy a poco m¨¢s de medio mill¨®n de habitantes, abandonados a su suerte cuando no perseguidos y aniquilados para apoderarse de sus riquezas, tienen derecho a ser due?os de su territorio, de su cultura y de su religi¨®n.
Brasil est¨¢ en el centro del inter¨¦s mundial en el tema espinoso del medio ambiente y con un Gobierno que se proclama defensor de todos los derechos humanos. Cuenta con dos ministras aguerridas en la defensa de los pueblos originarios, una reserva no solo del clima sino de valores naturales y ancestrales que nuestra civilizaci¨®n del ruido, de la prisa y del consumo desmedido intenta silenciar.
En los primeros meses del nuevo Gobierno democr¨¢tico ya ha habido en el Congreso intentos de desvalorizar a las dos ministras ambientalistas quit¨¢ndoles poderes y releg¨¢ndolas a segunda categor¨ªa, despojadas de poder para actuar. Ello supone una prueba importante para Lula. Deber¨¢ demostrar defendiendo a ambas ministras impidiendo que se les despoje de las atribuciones, que ¨¦l y su Gobierno no son indiferentes a la gran preocupaci¨®n mundial sobre el medio ambiente.
Bien est¨¢ que Lula se interese, a veces hasta exageradamente, por el tema de la guerra de Ucrania. As¨ª como que pretenda dedicar buena parte de su tiempo a viajar por el mundo como l¨ªder pol¨ªtico global para lo que ha pedido un nuevo avi¨®n m¨¢s amplio y m¨¢s c¨®modo. Lo que no puede es considerar el tema de la defensa de la Amazonia como una simple a?adidura y considerar a las dos ministras ambientalistas como meros floreros del Gabinete. Ser¨ªa una traici¨®n y lo que es peor, hacerle un gui?o al bolsonarismo que considera un desperdicio el no realizar la aniquilaci¨®n de los pueblos ind¨ªgenas, a los que no se les considera ni humanos y de dejar sus tierras como pasto para los especuladores.
Dif¨ªcil olvidar cuando en una reuni¨®n con Bolsonaro, su entonces ministro del Medio Ambiente propuso la c¨ªnica idea de aprovechar que ¡°Brasil estaba distra¨ªdo y preocupado con la pandemia de la covid para hacer pasar el ganado¡± en la Amazonia. Lula no puede olvidarlo. Ser¨ªa la peor forma de perder su sue?o de ser galardonado con el Nobel de la Paz.
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