Corte Suprema: ?protesta o agresi¨®n?
Las movilizaciones de este jueves para pedir una pronta elecci¨®n de fiscal general deben ser entendidas como un llamado de atenci¨®n, pero esta voz se apaga cuando se pasa al tono de la amenaza
S¨ª y mil veces s¨ª. La protesta es un derecho ciudadano que debe protegerse y salvaguardarse como la m¨¢s genuina de las opciones para alzar la voz y hacerse sentir dentro de una democracia. Cuestionarlo, como muchos saldr¨¢n a hacerlo despu¨¦s de las largas horas de encierro que vivieron no solo los magistrados, sino todos los trabajadores y visitantes del Palacio de Justicia, es no entender en qu¨¦ consiste el juego democr¨¢ti...
S¨ª y mil veces s¨ª. La protesta es un derecho ciudadano que debe protegerse y salvaguardarse como la m¨¢s genuina de las opciones para alzar la voz y hacerse sentir dentro de una democracia. Cuestionarlo, como muchos saldr¨¢n a hacerlo despu¨¦s de las largas horas de encierro que vivieron no solo los magistrados, sino todos los trabajadores y visitantes del Palacio de Justicia, es no entender en qu¨¦ consiste el juego democr¨¢tico. Cuestionarlo es aceptar que hay voces que merecen no ser escuchadas y eso es inaceptable.
Sin embargo, una cosa es la protesta y otra es la agresi¨®n. Una cosa es alzar la voz para ser escuchado, otra es intimidar para que hagan lo que uno quiere. Lo primero es democracia. Lo segundo es un delito.
Ayer, poco antes de que se conocieran los nuevos resultados de la infructuosa votaci¨®n para elegir fiscal general de la naci¨®n, empec¨¦ a leer barbaridades que an¨®nimos y no tan an¨®nimos personajes empezaron a escribir en esas redes sociales que d¨ªa a d¨ªa envenenan la democracia de nuestro pa¨ªs y del mundo: ¡°los magistrados deben hacer lo que quiere el pueblo¡±, ¡°la narco corte debe cumplir el mandato del pueblo¡±, ¡°que Petro acabe con la Corte¡±. En fin, los supuestos defensores del llamado ¡°pueblo¡± haciendo un llamado para acabar con la conquista m¨¢s importante (aunque imperfecta) que la sociedad ha logrado a lo largo de los ¨²ltimos siglos. Esa misma que hoy tiene a Gustavo Petro en la Presidencia. Esa misma que s¨®lo cuando se pierde se extra?a, como ocurre en Venezuela o en Nicaragua o en Rusia. ¡°El pueblo¡± en su sabidur¨ªa fue el que entreg¨® a Jes¨²s a sus verdugos, dejando libre al malvado Barrab¨¢s. ¡°El pueblo¡± a veces tiene la raz¨®n y a veces es manipulado. ¡°El pueblo¡± quiere justicia, pero aplica lo contrario dizque para lograr ese objetivo.
La torpeza de quienes ayer quisieron tomarse el Palacio de Justicia es inconmensurable. La estolidez de aquellos que quisieron dejar encerrados a los magistrados dentro del edificio no tiene parang¨®n. Pero quienes mayor responsabilidad tienen sobre las largas horas de inquietud que ayer sembraron de incertidumbre nuestro esp¨ªritu son los que desde sus c¨®modas oficinas han lanzado al ¡°pueblo¡± contra las instituciones democr¨¢ticas, como si al hacerlo no estuvieran dando ignici¨®n y terminando por incendiar de la peor manera a Colombia.
S¨ª, hay muchas cosas que funcionan mal en Colombia. S¨ª, hay muchas cosas que deben cambiar. La clase pol¨ªtica ha sido un c¨¢ncer que en sus ansias de dinero y poder termin¨® abandonando a sus electores para codearse con las peores raleas de la sociedad. Mas no hay que igualarse a ellos y sus canalladas para que Colombia d¨¦ los pasos necesarios para que las mayor¨ªas vivan con dignidad. No se puede caer en la agresi¨®n gratuita. No se puede caer en el chantaje. No se puede pensar que los pecados del ayer se resuelven con nuevos pecados.
Este jueves hubo protestas y estas deben ser entendidas como un llamado de atenci¨®n. Pero esa voz se apag¨® cuando se pas¨® del mensaje a la agresi¨®n y a la amenaza. La justicia que unos clamaron se convirti¨® en motor del delito de otros. A menos que ¡°el pueblo¡± haya decidido convertirse en lo que tanto critica, lo de ayer no tiene ninguna justificaci¨®n.
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