A mitad de mandato, Petro desaf¨ªa la tormenta
El medio tiempo del presidente llega en medio de muchas tormentas, como su baja popularidad y sus ataques a la prensa. Depender¨¢ de Juan Fernando Cristo jugarse a fondo para convencer al pa¨ªs de que el acuerdo nacional s¨ª es posible
Mientras en los estadios de Estados Unidos la selecci¨®n colombiana de f¨²tbol une al pa¨ªs, y James Rodr¨ªguez renace y se eleva a las alturas como el mejor jugador, con una zurda maravillosa y una genialidad sin par, y el pa¨ªs sue?a con alzarse con la Copa Am¨¦rica, en Colombia la pol¨ªtica hierve, incendia, polariza, enajena y condena a la naci¨®n a la incertidumbre, la frustraci¨®n y el miedo a que el futuro se desvanezca y la democracia se ...
Mientras en los estadios de Estados Unidos la selecci¨®n colombiana de f¨²tbol une al pa¨ªs, y James Rodr¨ªguez renace y se eleva a las alturas como el mejor jugador, con una zurda maravillosa y una genialidad sin par, y el pa¨ªs sue?a con alzarse con la Copa Am¨¦rica, en Colombia la pol¨ªtica hierve, incendia, polariza, enajena y condena a la naci¨®n a la incertidumbre, la frustraci¨®n y el miedo a que el futuro se desvanezca y la democracia se fracture.
El presidente Petro ha llegado a la mitad de su mandato en medio de muchas tormentas, y como en La piragua, la inmortal cumbia del maestro Jos¨¦ Barros, a pesar del baj¨®n en su popularidad, que apenas sobrepasa el 30% de favorabilidad, se muestra seguro capoteando el vendaval e impasible desaf¨ªa la tormenta.
Una tormenta que ha generado ¨¦l mismo con su estilo confrontacional de gobernar, retando al establecimiento y el statuo quo, atacando a la prensa, en negociaciones con guerrillas y paramilitares en medio de la guerra, que no auguran un buen final; impulsando reformas bloqueadas por el Congreso, desnudando la incapacidad de reacci¨®n de una oposici¨®n inane e inocua que est¨¢ tres pasos atr¨¢s de la din¨¢mica pol¨ªtica y, sobre todo, por su voluntarismo de convocar el poder constituyente y promover una nueva Constituci¨®n, sin que el pa¨ªs se sume a esa cruzada, porque no entiende las razones de fondo para andar ese camino lleno de sobresaltos.
Para enfrentar el desaf¨ªo de su propia agenda, el mandatario ha hecho un recambio de su gabinete, sacando fusibles fundidos o desconectados del circuito petrista, o a algunos ministros invisibles que pasaron sin pena ni gloria, como la de Vivienda, Catalina Velasco, que fue incapaz de reactivar el sector y congel¨® los sue?os de millones de ciudadanos en la pobreza que votaron por Petro, confiados en que tendr¨ªan un lugar donde meter la cabeza y solo consiguieron promesas vacuas y sonrisas postizas.
Para rearmar su gabinete el presidente se ha rodeado, como se hab¨ªa previsto, de gente sacada de sus propias canteras. Hombres y mujeres leales a su doctrina reformista, que lo han acompa?ado en su brega pol¨ªtica y en su lucha por el poder. Gente obediente que se acomoda a su estilo, sus formas, su est¨¦tica, sus silencios y sus delirios. A su manera de gobernar por Twitter y confrontar a todo el que decida contrariarlo. A gente como Daniel Rojas, surgido de la barriada, a quien ha encargado del ministerio de Educaci¨®n y ha sido sometido al m¨¢s exigente examen de ortograf¨ªa y buenas maneras, y desde ya lo han condenado al pared¨®n los fan¨¢ticos de la urbanidad de Carre?o.
Con ese nombramiento Petro ha demostrado que est¨¢ decidido a poner en la primera l¨ªnea a los m¨¢s fieles escuderos, sin importar su experticia en los temas, y que la educaci¨®n tendr¨¢ al frente a un l¨ªder pol¨¦mico que le hablar¨¢ al o¨ªdo a su jefe, quien lo considera presidenciable. ¡°Me parece que perfectamente un joven salido de las comunas populares de Medell¨ªn, que haya vivido su barrio, su resistencia, puede llegar no solo a ser ministro de educaci¨®n sino presidente¡±, trin¨® Petro al respecto.
Tal vez esa reacci¨®n se dio por el fuerte rechazo de los medios a la salida de la ministra Aurora Vergara, experta en el sector. Quiz¨¢ para compensar la balanza el presidente se vea obligado a nombrar un equipo asesor de alto nivel en el campo de la educaci¨®n, una especie de Comisi¨®n de Sabios, para que el funcionario entrante pueda cumplir las ambiciosas metas del Plan Nacional de Desarrollo, como incluir 500 mil nuevos cupos en educaci¨®n superior y garantizar el derecho a la educaci¨®n con calidad, pertinencia e infraestructura de avanzada, con un enfoque territorial, ¨¦tnico y de g¨¦nero.
En el gabinete el ministro del Interior, el liberal Juan Fernando Cristo ser¨¢ diferente. Viene de otra cantera. Tiene otra historia. Repite el cargo que ocup¨® en el Gobierno Santos, cuando particip¨® en las negociaciones de paz en La Habana, impuls¨® la JEP, y se bati¨® en el Congreso por afianzar una agenda legislativa que garantizara que la paz no la fundiera en el camino la extrema derecha. Despu¨¦s de liderar el partido En Marcha, que perdi¨® la personer¨ªa jur¨ªdica y est¨¢ en camino de disolverse, vuelve a tratar de hacer milagros, a hacer posible lo que parece imposible a los ojos de la opini¨®n p¨²blica: lograr un acuerdo nacional que permita convocar una Asamblea Nacional Constituyente, siguiendo el cauce constitucional, sacando la reelecci¨®n del camino, mientras el presidente impulsa en los territorios el poder constituyente y las negociaciones con el ELN y las disidencias, atraviesan un campo minado, la poblaci¨®n ind¨ªgena del Cauca vive en medio del terror, y los acuerdos se ven lejanos.
El ministro Cristo, que tiene un tono conciliador, es paciente, conoce los vericuetos del Congreso y sabe de comunicaci¨®n pol¨ªtica, debe tener claro que esta vez ha aceptado cargar una cruz sin saber cu¨¢ntas estaciones le esperan antes de ver abrirse el mar para llegar a la tierra prometida del acuerdo nacional y la Constituyente. Mientras el presidente impulse el poder constituyente, un concepto del fil¨®sofo marxista italiano Antonio Negri, la desconfianza marcar¨¢ la pol¨ªtica colombiana, precisamente porque no es claro el mensaje de lo qu¨¦ se busca. Para la extrema derecha el poder constituyente es la revoluci¨®n permanente, apoyada por el ELN y las disidencias de las Farc; para el resto del pa¨ªs quiz¨¢s sea una utop¨ªa revolucionar¨ªa que se convertir¨¢ en una narrativa petrista que terminar¨¢ cuando se elija un nuevo presidente en 2026.
El mandatario, precisamente, el pasado 10 de julio trin¨® en Twitter: ¡°A mi no me interesa si el poder constituyente se concreta en mi gobierno o despu¨¦s, eso lo determina la gente misma; me interesa que se convoque ya, que el pueblo se declare en poder¡±. ?C¨®mo se conjuga ese mandato presidencial con la gesti¨®n de un acuerdo nacional que despolarice a Colombia y le trace una ruta de profundas transformaciones y el fin de la guerra? El poder constituyente es, en s¨ª, una amenaza a la clase pol¨ªtica tradicional, incapaz y culpable de la falta de liderazgo que afecta la democracia, un deseo presidencial a¨²n no dimensionado, y un concepto elevado de participaci¨®n ciudadana que el pa¨ªs no comprende o no identifica en medio de tanto discurso de odio y narrativas fatalistas.
En un clima de tanta desconfianza el ministro Cristo tendr¨¢ que jugarse a fondo para convencer al pa¨ªs de que el acuerdo nacional s¨ª es posible y no tiene como objetivo reelegir a Petro, ni viabilizar una Constituyente salt¨¢ndose los cauces constitucionales. Resulta parad¨®jico que cuando se habla de un acuerdo nacional, la extrema derecha crea que ha encontrado una mina para expandir su narrativa de la venezolanizaci¨®n de Colombia, con la activaci¨®n del poder constituyente.
En el universo petrista la revoluci¨®n del poder constituyente ha comenzado. El pa¨ªs incr¨¦dulo a¨²n no dimensiona el alcance de ese proceso que, seg¨²n los te¨®ricos, deber¨¢ transformar todo a su paso. Lo concluyente es que a mitad de su mandato Petro ha redoblado su apuesta y est¨¢ jugando m¨¢s duro, saltando hacia adelante, poniendo todo su capital pol¨ªtico sobre la mesa, demostrando que lo suyo es la b¨²squeda incesante del poder constituyente que desaf¨ªa la tormenta.
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