Trump contra Petro: lecciones de una brev¨ªsima pelea
El conflicto por las deportaciones revela que el presidente de EE UU subordina la relaci¨®n con Am¨¦rica Latina a sus prioridades locales. La compleja encrucijada que enfrenta Colombia
El llamativo entredicho entre Donald Trump y Gustavo Petro en torno a la deportaci¨®n de colombianos cobija, en su brevedad, varias lecciones. En principio, obliga a ajustar la lente sobre el significado de la presencia de numerosos funcionarios relacionados con Am¨¦rica Latina en la nueva administraci¨®n republicana. Entre ellos, el secretario de Estado, ...
El llamativo entredicho entre Donald Trump y Gustavo Petro en torno a la deportaci¨®n de colombianos cobija, en su brevedad, varias lecciones. En principio, obliga a ajustar la lente sobre el significado de la presencia de numerosos funcionarios relacionados con Am¨¦rica Latina en la nueva administraci¨®n republicana. Entre ellos, el secretario de Estado, Marco Rubio. Ese pelot¨®n de colaboradores procedente de Florida autorizaba a imaginar una agenda exterior privilegiada en relaci¨®n con Am¨¦rica Latina. Ahora hay que pensar que es un error. Trump subordin¨® la relaci¨®n con la regi¨®n a sus prioridades de pol¨ªtica dom¨¦stica. Los pa¨ªses latinoamericanos son, antes que otra cosa, emisores de migrantes ilegales. Esa condici¨®n, que en los ¨²ltimos a?os se limitaba a M¨¦xico y Centroam¨¦rica, fue extendida a Colombia y a Brasil.
Habr¨ªa que precisar todav¨ªa m¨¢s el contorno de estas decisiones. Porque el presidente de los Estados Unidos es un deportador selectivo. No cualquier inmigrante irregular es remitido a su lugar de origen. En general fueron escogidos ilegales que viven en estados gobernados por dem¨®cratas. Y proceden de pa¨ªses con gobiernos ¡°enemigos¡±. Se devuelve gente a Colombia o a Brasil, pero no, por ejemplo, a la Argentina de Javier Milei.
Lula da Silva reaccion¨® con profesionalismo frente al env¨ªo de deportados que llegaron a su pa¨ªs atados con esposas, como si fueran criminales. El canciller Mauro Vieira ofreci¨® una conferencia de prensa para expresar que trabajar¨ªan con las autoridades de los Estados Unidos para que las operaciones se inscriban en las reglas ya acordadas en 2018 y 2021 para cuestiones migratorias. Dej¨® en claro tambi¨¦n que el avi¨®n norteamericano fue detenido por problemas t¨¦cnicos en el equipo de aire acondicionado. Es decir, no se debi¨® a una decisi¨®n del Gobierno brasile?o. S¨ªntesis: la relaci¨®n de Trump con Lula se inaugur¨® en el campo de la seguridad interior de los Estados Unidos.
Petro, a diferencia de Lula, orden¨® que la aeronave con repatriados no ingresara a territorio colombiano. Trump anunci¨® de inmediato retaliaciones. La imposici¨®n de un arancel del 24% para productos importados desde Colombia y la prohibici¨®n de ingresar a su pa¨ªs para funcionarios colombianos, incluido el presidente. Petro dobl¨® la apuesta con una ret¨®rica encendida. Pero, en pocas horas, retrocedi¨® sobre sus pasos.
Podr¨ªa pensarse que la retracci¨®n de Petro se inspir¨® en la escasa solidaridad internacional que recibi¨® su arrebato contra Trump. Pero, en rigor, en esa vuelta de carnero est¨¢ sintetizada la compleja encrucijada en la que est¨¢ su Gobierno. Mejor dicho: en la que est¨¢ Colombia. No solo porque todo el empresariado se uni¨® para presionar en contra de un enfrentamiento que cerrar¨ªa el mercado estadounidense para los productos del pa¨ªs. El conflicto con Trump encuentra a Petro en su hora m¨¢s dif¨ªcil: el fracaso de su estrategia pacificadora frente a la guerrilla. En la regi¨®n septentrional de Catatumbo, fronteriza con Venezuela, una acci¨®n sin precedentes del Ej¨¦rcito de Liberaci¨®n Nacional dej¨® 80 muertos y alrededor de 38.000 desplazados.
Ese levantamiento armado reconfigur¨® la situaci¨®n de Petro en el poder y de Colombia en la regi¨®n. El desaf¨ªo guerrillero devuelve al primer plano a las fuerzas armadas, movilizadas para la represi¨®n. Los militares perdieron protagonismo y gravitaci¨®n con los sucesivos intentos de pacificaci¨®n que se iniciaron con la gesti¨®n del presidente Juan Manuel Santos. El Gobierno actual los debilit¨® m¨¢s, recortando su presupuesto como nunca antes. Petro debe tambi¨¦n desandar ese camino y revitalizar a su ej¨¦rcito.
Esta nueva pol¨ªtica tiene una dimensi¨®n externa. Primero, porque los soldados colombianos han sido siempre y siguen siendo pro-norteamericanos. Segundo, porque Colombia es, en raz¨®n de su gesti¨®n de Defensa, un aliado global de la OTAN, que es una organizaci¨®n liderada por los Estados Unidos. Tercero: esa relaci¨®n estrecha se materializa en numerosos programas de asistencia de los Estados Unidos a las fuerzas armadas colombianas, sobre todo en entrenamiento, capacitaci¨®n y dotaci¨®n de recursos para la lucha contra el narcotr¨¢fico.
S¨ªntesis: es imposible imaginar un conflicto como el que Petro abri¨® con Trump en un momento en que el frente interno se militariza a trav¨¦s de fuerzas armadas muy dependientes de los Estados Unidos.
El giro de Petro se proyecta hacia el exterior en otro plano: su relaci¨®n con la dictadura venezolana. El ELN opera en la frontera con ese pa¨ªs. Y recibe protecci¨®n de militares que obedecen a Nicol¨¢s Maduro. Se trata del denominado Cartel de los Soles, formado por uniformados del Ej¨¦rcito Bolivariano y dedicado, seg¨²n numerosos testimonios, al tr¨¢fico de coca¨ªna. Este es el tel¨®n de fondo de un comunicado que el presidente de Colombia emiti¨® el s¨¢bado pasado, reclamando cooperaci¨®n a las fuerzas armadas de Venezuela. Le contest¨® la m¨¢xima autoridad de esas fuerzas, el general Vladimir Padrino L¨®pez, asegurando que habr¨ªa esa colaboraci¨®n. El cinismo al que obliga un m¨ªnimo de institucionalidad.
El intercambio de mensajes oculta que el vinculo de Petro con Maduro est¨¢ destinado a resentirse. Entre otras cosas, porque Maduro est¨¢ preso de sus militares. La dictadura chavista se sostiene sobre las armas. Si hac¨ªa falta algo para detectarlo, alcanza con leer el mensaje que Marco Rubio emiti¨® antes de la forzada reasunci¨®n del mando del fraudulento Maduro: pidi¨® a los militares que se abstengan de castigar a quienes se movilizaran protestando por ese arrebato del poder.
Rubio profesa un antichavismo que deriva de su animadversi¨®n al r¨¦gimen cubano. En la anterior presidencia de Trump, fue el inspirador de una maniobra fracasada: una movilizaci¨®n humanitaria desde la frontera colombiana, muy cerca de donde hoy hace estragos el ELN, para corroer las bases del r¨¦gimen de Caracas. La apuesta ¨²ltima consist¨ªa en que Padrino L¨®pez se levante contra Maduro. Sucedi¨® todo lo contrario. El r¨¦gimen se militariz¨® todav¨ªa m¨¢s.
Aqu¨ª se asienta uno de los corolarios de la relaci¨®n triangular que se tiende entre Washington, Bogot¨¢ y Caracas: el papel que, cada vez con mayor intensidad, ejercen las fuerzas armadas en el sostenimiento de algunos gobiernos. Convertidas en factor de orden, en un horizonte todav¨ªa brumoso pueden ser tambi¨¦n una causa de desequilibrio.
?Seguir¨¢ siendo tan severa la posici¨®n de Rubio, ahora ¡°canciller¡± de Trump, en relaci¨®n con Caracas? Hay un factor que lo impide: la influencia de Chevron, la petrolera norteamericana que retom¨® sus actividades en Venezuela. El negocio de Chevron siempre estuvo vigente en ese pa¨ªs, sobre todo por la audacia de un antiguo directivo de la compa?¨ªa, el iran¨ª Al¨ª Moshiri. Es un dato clave: Venezuela es el tercer proveedor de petr¨®leo a los Estados Unidos, despu¨¦s de M¨¦xico y Canad¨¢. Le exporta, promedio, 295.000 barriles diarios. Ese comercio es el mayor aliado de la dictadura.
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