Elecciones en Colombia: el cuarto relato y la met¨¢fora del volc¨¢n
Francia M¨¢rquez es el fen¨®meno pol¨ªtico que m¨¢s inter¨¦s internacional suscita en la campa?a por la presidencia
La idea de que vivimos en un escenario pol¨ªtico polarizado sugiere que vivimos en la imposibilidad de consensos. Pero s¨ª existen ciertos consensos. El consenso, por ejemplo, de que Francia M¨¢rquez Mina, formula vicepresidencia del Pacto Hist¨®rico, ¡°ha roto los esquemas del poder en Colombia¡± y es el fen¨®meno pol¨ªtico m¨¢s complejo de comprender y el que m¨¢s inter¨¦s internacional suscita en la campa?a por la presidencia de la Rep¨²blica de Colombia en 2022.
En un...
La idea de que vivimos en un escenario pol¨ªtico polarizado sugiere que vivimos en la imposibilidad de consensos. Pero s¨ª existen ciertos consensos. El consenso, por ejemplo, de que Francia M¨¢rquez Mina, formula vicepresidencia del Pacto Hist¨®rico, ¡°ha roto los esquemas del poder en Colombia¡± y es el fen¨®meno pol¨ªtico m¨¢s complejo de comprender y el que m¨¢s inter¨¦s internacional suscita en la campa?a por la presidencia de la Rep¨²blica de Colombia en 2022.
En un escenario de fintas y farsas, de ruidos e intentos de debate, donde cada candidato var¨®n batalla por encender la m¨¢s dif¨ªciles de las identificaciones ¨C¨Cser lo genuino, ser lo leg¨ªtimo¨C¨C, M¨¢rquez no parece tener que esforzarse en fintas o farsas porque su relato individual se convirti¨® en relato comunitario hace ya muchos a?os y territorios: en ella, el pueblo negro de Colombia, e incluso los feminismos de distinta naturaleza, leen sin atenuantes el relato de contestaci¨®n al abuso del poder, y detr¨¢s de su contestaci¨®n comunitaria, la posibilidad de ensanchamiento, transformaci¨®n y representaci¨®n multitudinaria.
Dicho de otro modo, la posibilidad de la democracia.
La deriva electoral de este ensanchamiento, la oferta de un relato genuino (primero individual-comunitario, segundo multitudinario) convertido en relato con vocaci¨®n de poder para reformar la gesti¨®n del poder e incluso el funcionamiento mismo del Estado, es el dulce favorito del periodismo pol¨ªtico. Ellos aman contarnos, como terceros verificadores u opinadores, qui¨¦n fue aquel o aquella o aquelle originario, porque es a partir de ese nuevo, otro, tercer relato que, nos dicen, ser¨¢ posible el an¨¢lisis y la comprensi¨®n de la realidad electoral y pol¨ªtica de una naci¨®n. (Por eso la cantidad de perfiles de l¨ªderes pol¨ªticos publicados en las ¨²ltimas semanas de una campa?a electoral. Es el tercer relato comunic¨¢ndonos su reporter¨ªa y sus convicciones anal¨ªticas: al l¨ªder lo gobierna su personalidad; la personalidad del l¨ªder muestra c¨®mo ser¨¢ su gobierno. Una narrativa acotada y c¨®moda de comprender).
Pero hay otra deriva de este ensanchamiento, una art¨ªstica, que no pretende competir en la arena de la comprensi¨®n de las urnas sino en la arena de las sensibilidades, lo que es otra manera de ocurrir en la arena de la comprensi¨®n de las urnas, solo que a trav¨¦s de un nuevo, otro, cuarto relato en el que las urnas democr¨¢ticas son tanteadas como cajas de cart¨®n con sellos oficiales donde se depositan los votos marcados, pero tambi¨¦n como micelios acotados de interconexiones emotivas.
La deriva art¨ªstica renuncia en parte a ¡®contarte¡¯ ¡®verificaciones¡¯ al tiempo que fagocita todo contar y toda verificaci¨®n y toda reporter¨ªa. No es que no est¨¦ hecha de n¨²meros y datos y perfiles; es que en ella los n¨²meros, los datos y los perfiles, tanto como los relatos mismos, han sido mordisqueados y digeridos hasta convertirlos en energ¨ªa.
La deriva art¨ªstica es energ¨ªa.
El relato period¨ªstico y editorial del tercer tipo, un g¨¦nero antiguo que en ¨¦poca electoral suele ser practicado por escritores e intelectuales de derechas, izquierdas o extremos centristas para ¡®orientan¡¯ a la gente ¡®extraviada¡¯ ¨C¨Ca los colombianos no les alcanza la imaginaci¨®n para concebir un gobierno como el que proponen Fajardo y Murillo, han dicho, por ejemplo¨C¨C, tuvo estas ¨²ltimas semanas en Colombia una vertiente pronunciada que ofreci¨® un an¨¢lisis del voto por la f¨®rmula del Pacto Hist¨®rico como acto de venganza. Con unas palabras u otras, en un esfuerzo u otro de im¨¢genes y argumentos ¨C¨Ccon una imagen, por ejemplo, de bienestar social y urban¨ªstico asociada a una visita del rey de Espa?a que pudo caminar por una comuna de Medell¨ªn que ¡®antes era peligrosa¡¯¨C¨C, esta vertiente de sentido quiso declarar su voto por otro candidato asociando el voto por la izquierda al hecho de querer vengarse de alguien.
Este relato del tercer tipo, venido de intelectuales en ¨¦poca electoral, suele poder contestarse (desinflarse) con preguntas detenidas: ?acaso el voto democr¨¢tico de millones de ciudadanos, no es el opuesto exacto de la pr¨¢ctica de vengarse de alguien? ?Por qu¨¦ la concepci¨®n de bienestar p¨²blico tiene que seguir anclada a la imagen de un rey de Espa?a caminando por lugares que antes hab¨ªan sido peligrosos? ?Qu¨¦ significa confundir la reivindicaci¨®n pol¨ªtica de un voto por un relato que contesta el abuso del poder, con el sentimiento de la venganza?
En un reportaje del Financial Times sobre la campa?a presidencial en Colombia, el exministro de Salud y hoy director program¨¢tico de la formula Fajardo/Murillo, el economista e ingeniero civil Alejandro Gaviria, contest¨® a una pregunta y en su respuesta descubri¨® una met¨¢fora: ¡°dormimos encima de un volc¨¢n. Hay mucha insatisfacci¨®n. Podr¨ªa ser mejor una explosi¨®n controlada con Petro que embotellar el volc¨¢n¡±.
En contraste con el se?alamiento (venganza/odio) del intelectual electoral, la met¨¢fora hallada por el economista Gaviria ofrece la virtud anal¨ªtica de la proliferaci¨®n. Una vez la met¨¢fora te roza y te hace saltar chispas, sus sentidos crecen en ti: no es solo que durmamos encima de un volc¨¢n, es que las observaciones que hacemos del volc¨¢n lo muestran ventilando y con acumulaci¨®n de lava en el domo, se?ales de erupci¨®n eminente.
Las met¨¢foras que proliferan, y no solo se?alan, tambi¨¦n tienen la virtud de invertir el mundo: el volc¨¢n quiz¨¢s sea el testimonio definitivo que la naturaleza se ofrece a s¨ª misma para reconocerse en su fuerza contenida y en su riqueza mineral. Solo nosotros, pobladores insignificantes de sus laderas, no queremos que se active y eche lava y estalle. Ella, la naturaleza, que es el volc¨¢n y los minerales y las laderas y el calor interior originario, quiz¨¢s ame la energ¨ªa que despliega cuando estalla. No tenemos manera de saberlo.
As¨ª las cosas, el intelectual electoral no consigue hacer de artista. Permanece en el relato del tercer tipo, igual que la corriente electoral que respalda, que sigue sin sentir el volc¨¢n porque en sus alucinaciones nocturnas ven al frente dos culebras, y no solo dos culebras sino dos culebras iguales, y no solo dos culebras iguales sino dos culebras iguales y venenosas, y no solo dos culebras iguales y venenosas sino dos culebras iguales y venenosas e igual de venenosas.
El intelectual electoral, en su uso y abuso de la noci¨®n de venganza, lee el volc¨¢n como llana violencia. Empobrece la comprensi¨®n del volc¨¢n. ¡°Mala poes¨ªa¡±, han dicho de los pronunciamientos de M¨¢rquez, pero quiz¨¢s se describen a s¨ª mismos.
El economista Gaviria es aqu¨ª entonces el artista.
Gaviria anticipa, en su met¨¢fora hallada, el tacto imaginario de la urna: el micelio social de interconexiones emotivas.
El director program¨¢tico comprende, porque sinti¨® su ausencia como la sentimos millones, que el debate democr¨¢tico no acab¨® de ocurrir porque las discusiones sobre las varias reformas que el pa¨ªs necesita ¨C¨Ctransici¨®n energ¨¦tica, reforma policial, reforma pensional, reforma tributaria, reforma educativa, implementaci¨®n del Acuerdo de paz, replanteamiento de la guerra contra el narcotr¨¢fico, etc¨¦tera¨C¨C se diluyeron en la amenaza de la lava ¨C¨Cy en las preguntas pandas y reactivas de periodistas pandos y reactivos que suelen moderar los debates televisivos¨C¨C, y los varios que subieron al domo a estudiar la lava y a pronunciarse sobre ella, Petro, M¨¢rquez, Gaviria, Fajardo y Murillo entre tantos miles de otros, intentaron ser arrojados al interior del volc¨¢n.
Las met¨¢foras no vienen al mundo para acertar. Una met¨¢fora viene al mundo para iluminar, e inmediatamente despu¨¦s rozar y desaparecer.
La poes¨ªa quiz¨¢s sea una forma subterr¨¢nea de estallidos controlados. Hallar met¨¢foras: el cuarto relato.