Francia M¨¢rquez, Marta Luc¨ªa Ram¨ªrez y ¡®las ni?as¡¯
El gesto de la vicepresidenta Ram¨ªrez y la infantilizaci¨®n del otro es una de las formas de expresi¨®n del clasismo
El pasado viernes 24 de junio la actual vicepresidenta, Marta Luc¨ªa Ram¨ªrez, y la vicepresidenta electa, Francia M¨¢rquez, se reunieron como parte del empalme administrativo. Todo transcurri¨® en medio de la cordialidad propia de estos encuentros. Sin embargo, una i...
El pasado viernes 24 de junio la actual vicepresidenta, Marta Luc¨ªa Ram¨ªrez, y la vicepresidenta electa, Francia M¨¢rquez, se reunieron como parte del empalme administrativo. Todo transcurri¨® en medio de la cordialidad propia de estos encuentros. Sin embargo, una imagen publicada en redes por el excandidato al Senado Gilberto Tob¨®n captur¨® el momento en que Francia M¨¢rquez estrechaba la mano de las empleadas dom¨¦sticas de la Casa Vicepresidencial, mientras que Marta Luc¨ªa Ram¨ªrez omiti¨® saludarlas y continu¨® caminando.
La imagen publicada por Tob¨®n con la leyenda ¡°Pedagog¨ªa de la importancia de la igualdad desde el empalme¡± gener¨® todo tipo de reacciones en medios y redes sociales. Ante la cantidad de comentarios que desaprobaban su proceder, Ram¨ªrez se defendi¨® con un tuit se?alando que ¡°sembrar odio es el deporte de algunos¡± y a?adi¨® que ¡°ya tendr¨¢ la nueva vicepresidenta la oportunidad de conocer mejor a cada una de las ni?as que nos acompa?an en la oficina y abrazarlas como lo hice yo antes¡±.
Bien puede entenderse que la vicepresidenta lleva cuatro a?os trabajando con el personal y que al ser Francia M¨¢rquez quien reci¨¦n llega se presente y salude. Sin embargo, el gesto de Ram¨ªrez no solo marca distancia f¨ªsica sino social entre ella y las empleadas dom¨¦sticas. Por su parte, Francia M¨¢rquez se relaciona con las mujeres desde la cercan¨ªa. La vicepresidenta electa llega a este momento de la historia luego de un camino como l¨ªder social y ambiental, luego de ser ella misma empleada dom¨¦stica y estar en ese lugar de los no visibles, ¡°los nadie¡±, a los que tanto se refiere. Esta imagen de la vicepresidenta Francia M¨¢rquez, una mujer negra del Pac¨ªfico colombiano, saludando a las empleadas dom¨¦sticas blancomestizas de la Casa Vicepresidencial representa gr¨¢ficamente la inversi¨®n absoluta de las formas hegem¨®nicas de ver el poder y el ejercicio pol¨ªtico en nuestro pa¨ªs. Su valor es incalculable.
El tuit de Ram¨ªrez nos muestra que se refiere habitualmente a las empleadas del servicio como ¡°ni?as¡±; ya lo hab¨ªa hecho en la reuni¨®n cuando se?alando a las empleadas del servicio las llam¨® ¡°las ni?as de la casa¡±. Este acto concreto ofrece la oportunidad de poner sobre la mesa el tema del clasismo y el machismo enquistados en nuestro pa¨ªs y que cada vez encuentra maneras m¨¢s sofisticadas e intangibles, lo que le permite perpetuarse y ser f¨¢cil de negar por quienes lo ejercen. Si se tratara de hombres, por ejemplo, ser¨ªan ¡°los se?ores del servicio dom¨¦stico¡± y no ¡°los ni?os de la casa¡±.
La infantilizaci¨®n del otro es una de las formas de expresi¨®n de ese clasismo. Un infante no es aut¨®nomo, necesita del adulto, no es un interlocutor en igualdad de condiciones. Se entiende, en ese sentido, como inferior. Y es esa idea de la inferioridad la que se traslada a la relaci¨®n con quienes son vistos como menos debido a su origen social o al trabajo que desempe?an. Llamar ni?a a una mujer le niega su capacidad de agencia, la reduce y, en todo caso, es una forma de se?alar que es inferior. A mis 38 a?os y coordinando un programa acad¨¦mico de universidad p¨²blica, he escuchado incontables veces a compa?eros y jefes referirse a m¨ª como ¡°ni?a¡± en escenarios laborales. Llamar ¡°ni?as de la casa¡± a las empleadas del servicio es referirse con eufemismos a su labor. Solo utilizamos eufemismos para atenuar lo que consideramos socialmente inferior, inadecuado o desagradable.
Sin embargo, no se trata solo de Marta Luc¨ªa Ram¨ªrez, se trata de toda una sociedad que ha refinado sus formas de mantener bajo control la distancia social. En casos como este, detr¨¢s de la infantilizaci¨®n que nos han ense?ado a ver como muestra de afecto, se esconde una declaraci¨®n rotunda: ¡°No somos iguales, la relaci¨®n entre nosotras es vertical y, por supuesto, yo estoy arriba¡±.
En esencia, personas adultas, que trabajan como adultas y tienen responsabilidades de adultas son iguales. Sin embargo, la l¨®gica del clasismo crea la necesidad de anular tal igualdad y opera sobre el lenguaje usado para nombrar.
No todo son penas, esta situaci¨®n ha puesto un espejo ante nuestros ojos y nos invita a pensarnos, a revisar nuestras propias relaciones con los dem¨¢s, a cuestionar la aparente inocencia de nuestras palabras y lo que ellas revelan de nuestras formas de ver el mundo.
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