Hait¨ª trata de frenar la violencia y el caos con la renuncia de su primer ministro, Ariel Henry
Las bandas criminales que controlan Puerto Pr¨ªncipe hab¨ªan pedido la dimisi¨®n del pol¨ªtico para instaurar una tregua. Un consejo de transici¨®n intentar¨¢ organizar las elecciones presidenciales
Hait¨ª vive en estas horas una guerra civil de baja intensidad que por el momento le ha costado la renuncia al primer ministro. Presionado por la comunidad internacional, Ariel Henry, que se encuentra en Puerto Rico por miedo a un magnicidio, anunci¨® la noche del lunes que permanecer¨¢ en el cargo hasta la creaci¨®n de un consejo presidencial de transici¨®n y la formaci¨®n de un nuevo Gobierno que tome las riendas de un pa¨ªs en una situ...
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Hait¨ª vive en estas horas una guerra civil de baja intensidad que por el momento le ha costado la renuncia al primer ministro. Presionado por la comunidad internacional, Ariel Henry, que se encuentra en Puerto Rico por miedo a un magnicidio, anunci¨® la noche del lunes que permanecer¨¢ en el cargo hasta la creaci¨®n de un consejo presidencial de transici¨®n y la formaci¨®n de un nuevo Gobierno que tome las riendas de un pa¨ªs en una situaci¨®n muy cr¨ªtica. Henry asumi¨® el cargo en 2021, tras el asesinato del entonces presidente Jovenel Mo?se a manos de mercenarios colombianos. Desde ese momento no ha conseguido frenar la violencia de las pandillas que han sembrado el terror en Puerto Pr¨ªncipe. Las bandas criminales hab¨ªan pedido su renuncia como condici¨®n para una tregua y ahora queda por ver si eso reducir¨¢ los secuestros, homicidios y violaciones que se est¨¢n produciendo a plena luz del d¨ªa.
El pa¨ªs permanece incomunicado con el exterior despu¨¦s de que se hayan cerrado los principales aeropuertos. Los delincuentes han quemado comisar¨ªas, comercios, viviendas y el 2 de marzo asaltaron una prisi¨®n de la que se fugaron 3.600 presos. Ese fue el inicio de una nueva ola de violencia que las ineficientes y poco preparadas fuerzas de seguridad haitianas no han sido capaces de hacer frente. El asunto ha derivado en una crisis humanitaria. En este momento escasean los combustibles, el agua, la comida y los productos de primera necesidad que no han podido entrar por el puerto de la capital, que permanece cerrado. Cientos de contenedores contin¨²an varados.
Estados Unidos y los pa¨ªses vecinos han tenido que involucrarse en la crisis. La Comunidad del Caribe (Caricom) por fin ha conseguido la renuncia de Henry, como ven¨ªa reclamando desde hace meses, y la promesa de la conformaci¨®n de un gabinete profesional que sea capaz de celebrar, con un m¨ªnimo de garant¨ªas, unas elecciones presidenciales, que han sido imposibles de organizar desde 2016 debido a la inestabilidad del pa¨ªs.
La dimisi¨®n de Henry fue anunciada casi de madrugada por Irfaan Ali, el presidente de Guyana, que ha adquirido una gran relevancia internacional pese a representar a un peque?o pa¨ªs debido a su enfrentamiento con el presidente de Venezuela, Nicol¨¢s Maduro, que desea arrancarle a Guyana dos terceras partes de su territorio por una vieja disputa fronteriza. El consejo en cuyas manos est¨¢ el destino de Hait¨ª lo integrar¨¢n siete miembros con derecho a voto y dos sin ¨¦l. Entre esos miembros con voz en ese gabinete se encuentra el partido de Mo?se Jean-Charles, aliado de un l¨ªder rebelde que dio un golpe de Estado en 2004, que estuvo preso en Estados Unidos por lavado de dinero.
Tregua con las pandillas
La comunidad internacional sabe que cualquier atisbo de tregua pasa por negociar con las pandillas, que controlan la mayor parte de Puerto Pr¨ªncipe. Antes dominaban los barrios m¨¢s pobres, pero han extendido su poder por el resto de la ciudad. No resulta realista pensar en un escenario de relativa paz sin alcanzar con ellas un acuerdo.
La revuelta la lidera Jimmy Ch¨¦rizier, alias Barbecue, un expolic¨ªa que hab¨ªa amenazado con desatar una guerra civil ¡ªesta s¨ª de alta intensidad¡ª si Henry no pon¨ªa su cargo a disposici¨®n. En redes sociales han circulado supuestas grabaciones de ¨¦l comiendo carne humana. Aunque algunos son de tiempo atr¨¢s, han provocado la reacci¨®n de presidentes como el salvadore?o Nayib Bukele, que, envalentonado por haber acabado con las pandillas en su pa¨ªs, considera que podr¨ªa solucionar una crisis de esta magnitud.
El secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, ha insistido en la necesidad de frenar esta deriva ca¨®tica con la instauraci¨®n de un nuevo Gobierno que permita mantener en pie las instituciones, por d¨¦biles que sean. Ahora mismo no hay ni asamble¨ªstas, a los que se les acab¨® su periodo en 2023 y por falta de comicios no han podido ser renovados. Blinken asegur¨® que la ayuda econ¨®mica de la Casa Blanca se multiplicar¨¢ por dos, lo que llevar¨¢ la suma hasta los 200 millones de d¨®lares (183 millones de euros).
Henry viv¨ªa su mandato con una contin¨²a falta de legitimidad, ya que hab¨ªa asumido el cargo tras el asesinato de Jovenel Mo?se en su propia casa, tras ser amordazado y torturado. Los asesinos se dieron a la fuga, pero algunos fueron interceptados y apaleados. Los que sobrevivieron, blancos latinoamericanos a los que era f¨¢cil identificar en las calles, contin¨²an en prisi¨®n a la espera de un juicio que no ha podido celebrarse por la crisis general de Hait¨ª.
En paralelo, se ha intentado enviar al pa¨ªs una fuerza militar y policial de car¨¢cter internacional que dirigir¨ªa Kenia y tendr¨ªa la supervisi¨®n de las Naciones Unidas. Hasta ahora no ha podido llevarse a cabo debido a la dificultad de organizar la log¨ªstica de una misi¨®n de este calibre, parecida a las que intervinieron en la guerra de los Balcanes en los a?os noventa. A la espera de soluciones de esta naturaleza, la dimisi¨®n de Henry abre el horizonte a acuerdos pol¨ªticos que pacifiquen una naci¨®n que ha alcanzado cotas de violencia inimaginables.
En los pa¨ªses vecinos existen retos y problemas acuciantes, pero nada comparado con lo que vive Hait¨ª. Su situaci¨®n es l¨ªmite. Por dar un dato, 15.000 personas se han quedado sin casa en estas semanas debido a los incendios y los saqueos. En las calles reina el descontrol y la locura. Una poblaci¨®n vejada y dejada a la deriva exige soluciones urgentes.
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