Me lo dijo el r¨ªo
El bajo caudal del Paran¨¢ y los incendios de los ¨²ltimos a?os han reactivado en Argentina el milenario debate sobre c¨®mo proteger a la naturaleza. Un proyecto de ley propone convertirla en sujeto de derechos
Desde que convers¨¢ramos con el dios fluvial, no hab¨ªamos retomado un di¨¢logo del orden de la mitolog¨ªa, hasta que nombramos ¡°sujeto jur¨ªdico¡± a un r¨ªo. ?C¨®mo se conversa con lo que se ha cosificado y desacreditado a quien s¨ª lo hace por tel¨²rico y emocional?
Solo los pueblos originarios, en voz baja, insistieron en charlar.
Rodeada de periodistas, Berta C¨¢ceres, lider ind¨ªgena lenca contra la privatizaci¨®n del r¨ªo, afirm¨® que no se har¨ªan...
Desde que convers¨¢ramos con el dios fluvial, no hab¨ªamos retomado un di¨¢logo del orden de la mitolog¨ªa, hasta que nombramos ¡°sujeto jur¨ªdico¡± a un r¨ªo. ?C¨®mo se conversa con lo que se ha cosificado y desacreditado a quien s¨ª lo hace por tel¨²rico y emocional?
Solo los pueblos originarios, en voz baja, insistieron en charlar.
Rodeada de periodistas, Berta C¨¢ceres, lider ind¨ªgena lenca contra la privatizaci¨®n del r¨ªo, afirm¨® que no se har¨ªan represas. ?C¨®mo lo sabe?, le preguntaron.
¡ª Me lo dijo el r¨ªo.
En la regi¨®n andina se habl¨® fuerte de la cuesti¨®n. Ecuador teji¨® la cosmovisi¨®n indigena con la Constituci¨®n para darle la palabra a un sujeto sin voz, a la Naturaleza. Eduardo Galeano intervino en esa ocasi¨®n: ¡°Ella no es un tarjeta postal para ser mirada desde afuera; tiene sus ciclos vitales que hay que respetar¡± y, entonces, la literatura que tambi¨¦n hace sus revueltas, defini¨® con una alegor¨ªa la votaci¨®n. Los cuerpos de agua, como los r¨ªos, lagos, glaciares y acu¨ªferos subterr¨¢neos deben ser considerados como sujeto de derechos. Si hay alguna duda, continu¨® Galeano, las especies, los cuerpos de agua, no son entes abstractos como las empresas que s¨ª gozan de derechos; son reales, vivos y tangibles.
El da?o es siempre binario: separar es la condici¨®n necesaria para la dominaci¨®n. Cultura /Naturaleza, tal como Mente /Cuerpo no se han resuelto y ya sabemos cu¨¢l habla m¨¢s fuerte. La antropolog¨ªa coloca al humano en el centro para el gobierno de todo lo ¡°vivo¡±, pero ese trono est¨¢ vac¨ªo. Desconectado de su escencia natural, solo cuenta con la m¨¢quina capitalista para deglutir Naturaleza, pero no va calmar su est¨®mago dilatado hasta que la bomba ecol¨®gica le explote en las manos.
En el problema pol¨ªtico de esa separaci¨®n, se tienden fronteras h¨²medas ¡ªuna ¡°raya inundada¡±¡ª como si seccionar r¨ªos no fuese una ficci¨®n. La Cuenca del Paran¨¢ atravieza cinco mil kil¨®metros de Latinoam¨¦rica. Brasil, Paraguay, Argentina ?qu¨¦ son esos vocablos para el agua en cualquiera de sus estados y para su comunidad bi¨®tica llena de micropl¨¢sticos?
Tambi¨¦n en las lenguas se cultiva la centralidad olvidando la dimensi¨®n c¨®smica y tel¨²rica de las lenguas sagradas. Por ejemplo: tenemos al Paran¨¢, el padre de los r¨ªos, que fluye desde la Amazonia hasta el mar y tambi¨¦n a la Mama Cocha, la madre de las aguas, para conversar.
En la deriva de la cuenca se escucha el eco de las mujeres bravas guardianas de la costa a la par del grito furioso de los anfibios, del curur¨² y de las ranas. Ese r¨ªo lodoso, din¨¢mico y despierto emite un sonido atronador que surge de la Garganta del Diablo cuando llega a las cataratas. Se oyen los golpeteos de las corrientes r¨¢pidas d¨¢ndose contra las piedras sobresalientes y el murmullo verde del agua mansa del Iguaz¨², afluente del Paran¨¢. En las encrucijadas los distintos cuerpos se entregan con sus mareas al gran r¨ªo marr¨®n. Pero ahora el barullo se aquieta y un habitante del delta, de la Isla, pregunta desde la orilla, qu¨¦ pasa amigo, tu agua marr¨®n no vuelve.
Llega la noche, m¨¢s tibia, m¨¢s calma. Las dragas, que son los m¨²sculos del agronegocio encienden su ruido maqu¨ªnico, extraen el limo del fondo para que pasen los gigantes del agua cargados de grano intoxicado de qu¨ªmicos, petroleo y agua dulce que roban en el lastre de esos barcos. Con apenas una lucecita en la cabina trepanan el lecho de la arteria principal de la Cuenca, que en su lengua civilizatoria, se llama: hidrov¨ªa, una autopista fluvial que ya no existe. Mientras los monos pol¨ªticos a¨²llan por los buques graneleros detenidos, la sequ¨ªa avanza silenciosa y, pronto, el r¨ªo desnudo de agua nos turba la vista con un cementerio marino. Entre la basura nuestra, est¨¢n los bagres, bogas y cucharones, madrecitas y palometas; las rayas o chuchos, con su aguijones ponzon?osos, que se ven moribundas. Son nombres que le dio la gente, pero que ya no tendr¨¢n importancia.
El extendido marr¨®n es colosal, excesivo en belleza y abundante en muerte. Los retratos de L¨®pez Brach muestran el estr¨¦s hidrico con toda la fauna a cuestas. La divisa urgente privatiza el agua, la envasa, la represa, esconde los desechos de las industrias; no espera a que la Cuenca se recupere. Tal vez ese barro que ahora est¨¢ a la vista, guarde para la Tierra un recuerdo de s¨ª misma, de ese caldo de origen, del agua.
Libertad Demitropulos, escritora argentina, pregunta en El r¨ªo de las Congojas: ¡°?este es un r¨ªo o una persona de lomo divino, o es una fuerza que se le ha escapado de las manos a Tupasy, madre de Dios, o a Ilaj, o a mis ojos que ya empienzan a cansarse de espejar la tanteza de ese cuerpo sin cuerpo?¡±
Hemos roto otro mundo, adem¨¢s de la envoltura en la que se desarrolla la vida, que es el mundo del lenguaje. Esta biosfera entendida como el ¡°mundo de los signos y los significados¡± en el que todos interactuamos es un sistema que florece al comunicarnos, pero si lo colapsamos sobreviene el caos y ninguna conversaci¨®n sucede. Con la realidad atmosf¨¦rica limitada, sin lugar para otras voces, se consigue un ¨²nico punto de vista que lucha por el imperio del decir, se habilitan discursos que dejan una huella nociva, en pr¨¢cticas que extraen palabras y destruyen su sentido. ?Puede conversar el dios fluvial con el dios dinero? ?Cu¨¢les son los relatos que se hablan a s¨ª mismos para excusarse de tanta muerte? ?Cu¨¢l es la versi¨®n de los constructores de slogans y la de los escultores de teor¨ªas econ¨®micas que se extienden como c¨¢nceres? ?C¨®mo abrimos paso a otros decires y a la biosfera toda antes del empobrecimiento final?
En todo movimiento social el relato es muy importante y cada tanto ocurre que las humanidades en riesgo acumulan la vitalidad suficiente para que alternativas que parecen ficcionales operen. En las cat¨¢strofes hay milagros ling¨¹¨ªsticos que organizan distinto los saberes, pero si uno es cauteloso nada sucede. Las palabras, vueltas decisiones, pueden usar las herramientas del lenguaje y su h¨¢bil mec¨¢nica, no solo para condenarnos, sino tambi¨¦n para recuperar el espect¨¢culo terrestre, atmosf¨¦rico y luminoso.
El r¨ªo ser¨¢ un sujeto y tendr¨¢ derechos. Desmercantilizada la Naturaleza, tendr¨¢ una relaci¨®n de convivencia.
Quique Viale forma parte de la Alianza Global por los Derechos de la Naturaleza; ¨¦l alumbra al sujeto no humano, disputa su derecho a la existencia. Ya lo hac¨ªa con Pino Solanas, cineasta y pol¨ªtico: se burlaban en la santa C¨¢mara de senadores. ?Van a traer un ¨¢rbol a tribunales!
Entonces lo m¨¢s sensato, lo menos extra?o, ser¨¢ intercambiar alguna palabra con el dios fluvial, sobre todo si se trata de proteger al agua de nosotros mismos. En el interior de esa conversaci¨®n lo imposible se volver¨¢ inevitable.
A final del poema Oto?ea, la poeta Adela Bash escribe:
¡°El agua balbucea, an¨¢rquica y sagrada¡±.
*Al momento del art¨ªculo, en Argentina, el diputado Leonardo Grosso ha presentado el proyecto de convertir a la Naturaleza en sujeto de derechos y en el mes de marzo, la Ley de Humedales impulsada sin ¨¦xito desde 2013. El lago de Tota y el r¨ªo Atrato en Colombia, el Ganges en la India, el Wuanganui en Nueva Zelandia, el Mar Menor en Espa?a son sujetos jur¨ªdicos.