La crisis argentina agrieta la relaci車n entre los movimientos sociales y el peronismo
El Gobierno de Alberto Fern芍ndez acepta resignado los reclamos para reducir la tensi車n en la calle
La alianza entre el peronismo y los movimientos sociales argentinos est芍 en crisis. El deterioro de la econom赤a y las peleas internas que desangran a la Casa Rosada corroen d赤a a d赤a el principal sost谷n pol赤tico del Gobierno de Alberto Fern芍ndez: la calle. El heterog谷neo abanico de sindicatos, piqueteros y organizaciones que hasta ahora controlan las protestas hacen equilibrio entre las presiones de sus bases, que piden soluciones, y los acuerdos con el poder. El peligro...
La alianza entre el peronismo y los movimientos sociales argentinos est芍 en crisis. El deterioro de la econom赤a y las peleas internas que desangran a la Casa Rosada corroen d赤a a d赤a el principal sost谷n pol赤tico del Gobierno de Alberto Fern芍ndez: la calle. El heterog谷neo abanico de sindicatos, piqueteros y organizaciones que hasta ahora controlan las protestas hacen equilibrio entre las presiones de sus bases, que piden soluciones, y los acuerdos con el poder. El peligro no es menor: los movimientos sociales son la v芍lvula que quita presi車n a la olla de la crisis.
El mi谷rcoles, organizaciones aliadas al Gobierno marchar芍n a la Plaza de Mayo en Buenos Aires para exigir la creaci車n de un salario b芍sico universal. El 17 de agosto lo har芍n los sindicatos peronistas de la CGT, que se concentrar芍n frente al Congreso. La convocatoria es ※contra la inflaci車n§ y ※los formadores de precios§, esto es, las empresas. En todos los casos, las consignas son dignas de un malabarista. Deben protestar ante una situaci車n social insostenible, pero sin romper con el Ejecutivo. Saben que una escalada de la tensi車n social puede terminar con un Gobierno que consideran propio, pero que ahora se tambalea fruto de su propia inoperancia para ponerse de acuerdo.
La disputa entre Alberto Fern芍ndez y su vicepresidenta, Cristina Kirchner, se sald車 hace dos semanas con la renuncia del ministro de Econom赤a, Mart赤n Guzm芍n, garante del acuerdo firmado con el FMI en enero pasado. Desde entonces, todo ha empeorado. La inflaci車n se ha disparado -ya supera el 60% interanual- y el peso argentino se derrumb車 frente al d車lar en todos los mercados informales. Kirchner dio su bendici車n a la nueva ministra, Silvina Batakis, luego de dos a?os de pedir la renuncia de Guzm芍n por considerarlo aliado del Fondo.
Acorralada por la crisis, Batakis prometi車 fidelidad al FMI y lanz車 un plan de ajuste m芍s duro que su predecesor: congelamiento de los gastos del Estado, m芍s restricciones al uso de d車lares para contener la fuga de divisas y acuerdos de precios para contener la inflaci車n. El kirchnerismo no le ha dado un apoyo expl赤cito, pero al menos no la humilla en p迆blico, como hac赤a con Guzm芍n. Una cuesti車n de supervivencia pol赤tica. Pero la calle es otra cosa.
Los movimientos sociales argentinos son hijos de la crisis de 2001, la del ※corralito§. Cuando la desocupaci車n hacia estragos y la pobreza superaba el 50%, los expulsados del sistema se organizaron en lo que llamaron ※sindicatos de desocupados§. Esos movimientos maduraron, se agruparon y crecieron. Hoy son parte fundamental del entramado social argentino, a costa de los sindicatos tradicionales que nacieron en la d谷cada del cincuenta del siglo pasado. Adem芍s de coordinar las ayudas sociales del Gobierno, administran cooperativas de trabajo, escuelas y cientos de comedores en los barrios m芍s pobres. Forman un mosaico muy heterog谷neo, que va desde la extrema izquierda trotskista hasta el peronismo m芍s combativo. Y tienen la llave de gobernabilidad: pueden calentar la calle, pero tambi谷n controlarla.
Cuando el peronismo volvi車 al poder en 2019, Alberto Fern芍ndez sum車 a parte de ellos al Gobierno. L赤deres del Movimiento Evita y Barrios de Pie se sumaron al ministerio de Desarrollo Social. Desde all赤 reparten los planes de ayuda. Solo el Evita administra unos 120.000. La apuesta por el Gobierno los distanci車 de los movimientos sociales de extrema izquierda y profundiz車 la grieta que ya ten赤an con los sindicatos peronistas. La CGT es la columna vertebral del sistema, pero el cambio en los modelos de trabajo, con cada vez m芍s informales y menos asalariados, le ha quitado protagonismo.
El equilibrio de fuerzas fue siempre muy fr芍gil. Y la pelea interna en la Casa Rosada amenaza con romperlo. Hace un mes, Cristina Kirchner reclam車 en un mitin por el papel del Movimiento Evita y Barrios de Pie en el Gobierno. Ambos est芍n integrados en la Uni車n de Trabajadores y Trabajadoras de la Econom赤a Popular (UTEP), donde se suman todos los grupos que viven de autoempleo y la econom赤a informal. La UTEP naci車 en 2019 para apoyar a Alberto Fern芍ndez. Kirchner vio all赤 demasiado poder concentrado y poca docilidad. Por ello pidi車 al presidente que los saque de la Casa Rosada y devuelva el manejo de los planes sociales a gobernadores provinciales e intendentes locales. All赤, en los barrios pobres, la UTEP compite por el favor de la gente con la agrupaci車n ultrakirchnerista La C芍mpora.
※Cuando habl車 Cristina est芍bamos dolidas y enojadas. Hay una realidad, hay sectores que no nos quieren§, dice la secretaria general adjunta de UTEP y portavoz del Frente Popular Dario Santill芍n, Dina S芍nchez. ※Estamos abocadas a la econom赤a popular porque el Estado no ha podido resolverlo desde el lado p迆blico y privado. Muchas compa?eras son jefas de hogar con varios hijos. Dentro de la econom赤a popular encuentran un plato de comida, trabajo§, explica S芍nchez.
La UTEP celebra el desgaste pol赤tico al que sometieron al presidente liberal Mauricio Macri durante cuatro a?os. Cuando lleg車 al poder el Frente de Todos, con Fern芍ndez y Kirchner como timoneles, no previeron que las tensiones internas entre ambos terminar赤an por poner en riesgo la gobernabilidad. ※Ahora somos realistas. ?En el Frente de Todos nos quieren todos? No, pero somos parte de este Gobierno§, dice S芍nchez. Eso no impide que salgan a la calle para marcar lo que consideran una pol赤tica acorde a sus necesidades. La bandera es el salario b芍sico universal, una demanda que comparten la UTEP y tambi谷n el kirchnerismo.
Para Alberto Fern芍ndez es una demanda v芍lida pero imposible de financiar en el contexto de d谷ficit fiscal y falta de reservas internacionales que lastran a su Administraci車n. Por eso ha optado por, al menos, controlar que la protesta no se salga de cauce. La Casa Rosada est芍 resignada.
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