La batalla sin fin de Boca Juniors contra los vecinos para ampliar su estadio
Uno de los equipos m¨¢s populares de Argentina quiere ampliar su cancha, pero necesita terrenos que hoy est¨¢n urbanizados
Unos 15 metros separan las casas m¨¢s antiguas de la Buenos Aires que naci¨® en los puertos y el estadio m¨¢s euf¨®rico del f¨²tbol argentino. El mito de que La Bombonera, la cancha de Boca Juniors, late cuando se llenan sus tribunas est¨¢ probado por un sism¨®grafo: hace unos a?os el aliento de sus fan¨¢ticos midi¨® m¨¢s de seis puntos en la escala Richter. El resto es ...
Unos 15 metros separan las casas m¨¢s antiguas de la Buenos Aires que naci¨® en los puertos y el estadio m¨¢s euf¨®rico del f¨²tbol argentino. El mito de que La Bombonera, la cancha de Boca Juniors, late cuando se llenan sus tribunas est¨¢ probado por un sism¨®grafo: hace unos a?os el aliento de sus fan¨¢ticos midi¨® m¨¢s de seis puntos en la escala Richter. El resto es ingenier¨ªa. El estadio fue construido con hormig¨®n armado y aguanta el peso de los fan¨¢ticos a pesar de las rajaduras. Pero hace unas semanas, un video viral de una grieta entre los pies de los fan¨¢ticos termin¨® con la inhabilitaci¨®n judicial de una de las bandejas que suele ocupar la barra brava. La furia de la 12 se traslad¨® entonces a los vecinos:
¨C ?Vend¨¦ la casa, la puta que te pari¨®!
El canto de las tribunas iba en contra de los residentes de la calle Iberlucea, dos manzanas que quedaron pegadas al costado del estadio cuando se inaugur¨® en 1940. La Bombonera, levantada entre los conventillos y las casas bajas del coraz¨®n del barrio de La Boca, en el sur popular de Buenos Aires, naci¨® incompleta: en un espacio estrecho, qued¨® como una herradura de tres bandejas y una tribuna baja abierta hacia el barrio. Su ampliaci¨®n es una discusi¨®n que lleva d¨¦cadas, y estas semanas, mientras su eterno rival, River Plate, reinaugur¨® su estadio con 83.000 butacas, ha vuelto a la agenda. Boca tiene m¨¢s de 300.000 socios y un estadio que apenas puede recibir a 54.000. La mayor¨ªa de los vecinos afirma que est¨¢n listos para vender, pero una vida entera de barrio familiar no se entrega cualquier precio. Y no escuchan ofertas desde hace a?os.
¡°El club nunca tom¨® la decisi¨®n de hacer una oferta concreta¡±, afirma Pablo Abbat¨¢ngelo, arquitecto y socio de Boca Juniors. Secretario del colegio profesional inmobiliario de la ciudad, antiguo director de obras del club y nieto del presidente del equipo que orden¨® la construcci¨®n del estadio hace casi 80 a?os, Abbat¨¢ngelo tambi¨¦n estuvo a cargo del ¨²ltimo sondeo serio que se hizo entre los vecinos en 2017. Su relevamiento cont¨® 129 ¡°unidades funcionales¡±, casas, pisos y negocios por los que se deber¨ªa negociar la compra. ¡°De este relevamiento surge que el 65% de los propietarios estaban en condiciones de vender ya, otro 20% tiene alg¨²n problemita de papeles totalmente subsanable, como una sucesi¨®n inconclusa, y el 15% restante tiene cierto af¨¢n especulativo¡±, cuenta. Seg¨²n los c¨¢lculos de entonces, Boca Juniors deb¨ªa pagar unos 19,6 millones de d¨®lares para hacerse con las dos manzanas que necesita para la ampliaci¨®n. ¡°Aunque el mercado inmobiliario sufri¨® una merma en los ¨²ltimos a?os¡±, afirma el arquitecto, ¡°entendemos que hoy el valor ronda los 15 millones de d¨®lares¡±.
La Boca es un barrio con una identidad tan profunda que se hace llamar rep¨²blica. Los inmigrantes genoveses que le dieron color a sus casas de hojalata a finales del siglo XIX tambi¨¦n quisieron formar una naci¨®n para jurarle lealtad a Humberto I de Saboya, el pen¨²ltimo rey de Italia. Diluida la herencia italiana en un siglo, le queda la identificaci¨®n con Boca Juniors, los lazos entre sus vecinos y el estigma de ser uno de los barrios m¨¢s peligrosos de la ciudad.
Basta con visitarlo mientras despierta para pensar lo contrario. Un jueves a las ocho de la ma?ana, la calle Iberlucea se levanta de a poco entre los vecinos que sacan la basura, pasean perros o se van a trabajar. La mayor¨ªa se qued¨® con miedo por las amenazas de la barra que llegaron desde las tribunas, pero ninguno se niega a hablar.
Rub¨¦n cuenta que vive en el barrio desde hace 52 a?os y que vender¨ªa, pero piensa que dejar su casa de cuatro ambientes, sin gastos y con terraza por lo que se paga el metro cuadrado en el barrio ser¨ªa un suicidio. Con ese dinero no podr¨ªa comprar algo semejante en otra zona de la ciudad. ¡°Si al menos nos ofrecieran una platea a cambio de lo que vamos a gastar en expensas¡±, lamenta.
Mar¨ªa del Carmen tiene 58 a?os en el barrio. Es fan¨¢tica de Independiente, otro equipo poderoso de Buenos Aires, pero entiende que es importante para Boca y el barrio que el estadio se ampl¨ªe. ¡°Si me pagan lo que quiero, vendo¡±, afirma. ¡°Dicen que no queremos vender y es mentira, lo hacen para que los socios del club se enojen con nosotros¡±. Ezequiel, de 34 a?os, vivi¨® toda su vida en el barrio. Desde la terraza del edificio donde vive tiene una vista de lujo sobre todo el estadio.
Alejandro Santucco, antiguo taxista de 57 a?os, cuenta que creci¨® en La Boca y que volvi¨® para cuidar a su madre, que ya ha pasado los ochenta. Antes de que la administraci¨®n del expresidente del equipo y del pa¨ªs, Mauricio Macri, levantara palcos de lujo en las plateas donde se proyectaba la ampliaci¨®n, desde su balc¨®n se pod¨ªa ver la cancha. ¡°Cuando Maradona lleg¨® a jugar al club en 1982, los fan¨¢ticos me ofrec¨ªan monedas para subir a ver el partido desde mi casa¡±, recuerda. ¡°No podr¨ªa imaginarme una vida fuera del barrio¡±. Santucco tambi¨¦n resume el pensamiento de muchos de sus vecinos: ¡°Si piensan comprar solo por lo que cuesta el metro cuadrado del barrio la respuesta es un no rotundo¡±.
¡°Si vos ten¨¦s un Fiat 600 y con su venta te quer¨¦s comprar el ¨²ltimo Mercedes Benz, seguro que la ecuaci¨®n no te va a dar¡±, responde el arquitecto Abbat¨¢ngelo. ¡°Pero lo entiendo, yo nac¨ª en el barrio y quiero que esto sea una negociaci¨®n en donde ambas partes resulten beneficiadas. Ya se ha extendido por 25 a?os y deber¨ªa tener una soluci¨®n¡±.
Abbat¨¢ngelo, que preside una organizaci¨®n partidaria del club llamada La Bombonera, afirma que la gran batalla ¡°cultural¡± que ha querido dar su agrupaci¨®n ya se gan¨®: tras d¨¦cadas de planes para ampliar el estadio, una voz mayoritaria tiene claro que Boca no se puede ir del barrio. Los dos proyectos que se manejan ahora incluyen adquirir las dos manzanas y cerrar el estadio o comprar solo las parcelas que miran sobre la calle Iberlucea para ampliar la tribuna actual. Un vecino, Rub¨¦n Lopresti, de 53 a?os, afirma que junto a 67 vecinos de esas parcelas est¨¢n listos para negociar. ¡°Todos somos hinchas del equipo o le tenemos cari?o¡±, dice. ¡°Pero los vecinos viven ac¨¢ hace tanto tiempo que les deber¨ªan pagar algo m¨¢s. Lo ¨²nico que recibimos son amenazas de que vendr¨¢n con topadoras¡±.
Hace unas semanas, el arquitecto Alejandro Csome contaba en un hilo de Twitter que en 1938, cuando se comision¨® el estadio, las normas de construcci¨®n ten¨ªan un coeficiente de seguridad tan alto que el estadio us¨® mucho m¨¢s acero del que necesitaba. Tanto como para sostener a 10 personas de 75 kilos por cada metro cuadrado. Pasar¨¢n los a?os, pasar¨¢n jugadores, quedar¨¢n menos vecinos y La Bombonera, a¨²n resquebrajada, estar¨¢ ah¨ª.
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