La Boca, el barrio de Buenos Aires que junta a turistas con desamparados
El incendio de un conventillo con cuatro muertos vuelve a mostrar la crisis de vivienda en una de las zonas m¨¢s visitadas por los extranjeros
¡°La Boca resiste y propone¡±. La frase se repite con insistencia en los muros del barrio m¨¢s universal de Buenos Aires, como para que nadie olvide la emergencia social que desde hace d¨¦cadas viven sus vecinos. Se trata de la zona tur¨ªstica por excelencia de la capital argentina, pero tambi¨¦n de una zona humilde que atraviesa una franca decadencia. All¨ª est¨¢n Caminito y La Bombonera, y el tango suena como m¨²sica funcional mientras personas de todo el mundo se toman selfies con una figura del Papa hecha con fibra de vidrio. Es el ¨¢mbito donde el presidente Mauricio Macri se convirti¨® en dirigente, con 12 a?os al frente del poderoso Club Boca Juniors, y es el barrio que lo vot¨® en masa en cada elecci¨®n municipal o nacional. El barrio de los contrastes atraviesa una grave crisis habitacional que queda de manifiesto con cada incendio, unos 300 al a?o, que se ensa?an con las precarias viviendas de chapa y madera que son la historia viva del barrio y se cobran v¨ªctimas de todas las edades. Martina Noailles, editora del peri¨®dico Sur Capitalino contabiliza 15 ni?os y adolescentes menores de 14 a?os fallecidos en incendios desde 2009. Hace unos d¨ªas, el fuego mat¨® a otras cuatro personas.
¡°El bajo, tal como lo conocemos va a desaparecer. Desgraciadamente somos la continuaci¨®n de Puerto Madero¡±, el barrio m¨¢s lujoso de la capital, sobre el R¨ªo de la Plata.La advertencia lleva la firma de Eduardo Pellegrino, uno de los bomberos que particip¨® del fallido rescate del pasado jueves 20 de julio y que habl¨® con EL PA?S en el acampe que hace una semana montaron quienes habitaron el conventillo quemado. El sitio es un centenario edificio donde funcion¨® la firma Zanchetti SA, una vieja f¨¢brica de uniformes laborales que quebr¨® hasta que la comuna se qued¨® con el lugar. El hombre, de 27 a?os, pertenece al destacamento de Barracas, uno de los siete que viven alertas d¨ªa y noche ante cualquier cosa que ocurra en La Boca, el lugar en donde Pedro de Mendoza fund¨® la ciudad de Santa Mar¨ªa de los Buenos Aires, en 1536.
El barrio, donde viven 45.000 personas, es una verdadera bomba de tiempo, en parte por los 400 conventillos que aun quedan en pie, una soluci¨®n habitacional comunitaria que surgi¨® a fines del siglo XIX con el arribo de numerosos inmigrantes italianos, en su mayor¨ªa genoveses. Las humildes estructuras fueron levantadas de apuro, con vigas y planchas de madera y chapas que las familias sacaban de los barcos que flotaban en la gran bah¨ªa ribere?a. De a poco, los conventillos se fueron adue?ando del paisaje hasta convertirse en identidad, tal como ocurri¨® en la ciudad chilena de Valpara¨ªso. Amparadas en la historia y la cultura fue como las casas pensadas para paliar la emergencia sobrevivieron hasta la actualidad. Pero corren tiempos de bruscos cambios.
Al igual que sucede en el madrile?o Lavapi¨¦s, La Boca tambi¨¦n sufre una gentrificaci¨®n cultural, sin m¨¢s planificaci¨®n que la impuesta por las grandes inmobiliarias que pretenden hacerse con terrenos con gran valor potencial y que hoy todav¨ªa cuestan algunos miles de d¨®lares. Encuentran como obst¨¢culo la resistencia de las familias que all¨ª viven, cerca de 20 por conventillo, despose¨ªdos de t¨ªtulos o escrituras, por lo que tambi¨¦n son frecuentes los desalojos judiciales. La voracidad inmobiliaria est¨¢ a la vista, incluso sale publicada en los diarios locales m¨¢s importantes, los cuales ofrecen venta de terrenos a¨²n con la gente adentro. ¡°Actualmente el inmueble tiene un juicio de desalojo en estado de prueba, condici¨®n con la cual se vende y transfiere¡±, es el eufemismo elegido. Es por ello que muchos creen que algunos incendios son intencionales. El resto lo hace el hacinamiento y una buena muestra es el edificio m¨¢s famoso del barrio: La Bombonera, el estadio que inclina toda su fila de palcos sobre una calle residencial, ofreciendo una sombra eterna a quien la camine.
La gentrificaci¨®n de La Boca no comenz¨® ahora; ni siquiera en los 90. El gran factor hist¨®rico que que desencaden¨® la lenta pero persistente transformaci¨®n del barrio fue el cierre del puerto, en 1970. M¨¢s tarde fue la muerte, poco a poco, de la generaci¨®n de inmigrantes que hizo de La Boca un gran barrio albergue de obreros. La misma ribera ya exhibe el contraste: los vecinos que hacen ejercicio por la ribera y los turistas sacando fotos en veredas limpias parecen fuera de contexto si se caminan apenas unos metros hacia el interior del barrio. All¨ª reina la pobreza, con hombres y perros marcando el ritmo de la tarde, echados en plena acera o en la entrada de alg¨²n comercio a la espera de alg¨²n bocado solidario.
El fuego
Daniel Vedia despert¨® de golpe por la sirena de los bomberos y pens¨®: ¡°ojal¨¢ que no sea otro incendio¡±. Estaba equivocado. Las llamas atacaron un hotel familiar a unas 15 cuadras de all¨ª la misma noche en la que ¨¦l dorm¨ªa en una carpa improvisada en plena calle, a la vera del Riachuelo. Su calvario comenz¨® hace una semana, cuando su mujer Beatriz Mendez, de 60 a?os; su hija Yaquel¨ªn Vena, de 20; su yerno Jes¨²s Mansilla, de 23 y su nieta Zoe Mansilla, de un a?o, murieron asfixiados por el humo de un incendio que devor¨® la habitaci¨®n en la que viv¨ªan, un peque?o cub¨ªculo de 4x4 metros con dos paredes de material y dos de madera, que se extinguieron en tan solo 15 minutos.
Son 30 las familias que fueron a parar a la calle y acampan a la espera de un subsidio mayor a lo que ofreci¨® el Gobierno de la Ciudad seg¨²n cada caso espec¨ªfico. Fuentes del ministerio de Desarrollo Humano y Habitat indicaron que son 4.000 pesos (220 d¨®lares) en promedio. Todos apuntan a por la tragedia a una joven y conflictuada pareja que en otra discusi¨®n prendi¨® fuego un colch¨®n. Esta vez no llegaron a ver el incendio porque huyeron. ¡°Hab¨ªa una sola entrada y salida, era la ¨²nica puerta. Nosotros pens¨¢bamos una semanas antes de como iba a hacer si se prend¨ªa fuego, pero mi mam¨¢ era terca y dec¨ªa que si en tantos a?os no hab¨ªa pasado nada, ahora tampoco¡±, relata ?rica M¨¦ndez, hija de Beatriz.¡° Cuando entr¨¦, el fuego estaba generalizado en el piso superior y cuando llegaron las dotaciones una lleg¨® sin agua. Tuvimos que hacer alimentaci¨®n en cadena y as¨ª se pudo apagar r¨¢pido. Vi a las cuatro v¨ªctimas, la abuela con la beb¨¦ estaban abrazadas¡±, cuenta todav¨ªa, impresionado aunque ya acostumbrado, Eduardo, el bombero.
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