El ajedrez del comercio
El pa¨ªs preferido por Estados Unidos para producir una ampliaci¨®n del tratado entre Estados Unidos, M¨¦xico y Canad¨¢ es Uruguay. Y el inter¨¦s de los norteamericanos se explica por la ambici¨®n de integrar al Mercosur
Luis Lacalle Pou, el presidente de Uruguay, volvi¨® a plantear el mi¨¦rcoles de la semana pasada la urgencia con que su pa¨ªs pretende liberalizar el comercio entre el Mercosur y otros pa¨ªses o regiones. Fue durante una reuni¨®n de presidentes del bloque celebrada en la localidad argentina de Puerto Iguaz¨². El argumento de Lacalle estaba motivado por la reticencia de Brasil y, sobre todo, de la Argentina, a implementar el acuerdo de integraci¨®n celebrado...
Luis Lacalle Pou, el presidente de Uruguay, volvi¨® a plantear el mi¨¦rcoles de la semana pasada la urgencia con que su pa¨ªs pretende liberalizar el comercio entre el Mercosur y otros pa¨ªses o regiones. Fue durante una reuni¨®n de presidentes del bloque celebrada en la localidad argentina de Puerto Iguaz¨². El argumento de Lacalle estaba motivado por la reticencia de Brasil y, sobre todo, de la Argentina, a implementar el acuerdo de integraci¨®n celebrado con la Uni¨®n Europea en 2019. Pero la posici¨®n uruguaya va mucho m¨¢s all¨¢. Ese pa¨ªs es una pieza principal del juego de competencias y tensiones que proyecta sobre Am¨¦rica Latina la rivalidad entre los Estados Unidos y China.
Mercosur es una uni¨®n aduanera, lo que implica la existencia de un arancel externo com¨²n para los intercambios con terceros actores. Quiere decir que cualquier tratado de complementaci¨®n internacional debe ser suscrito por sus cuatro miembros: Brasil, la Argentina, Paraguay y Uruguay. La largu¨ªsima demora en flexibilizar el comercio ha llevado a los uruguayos a insinuar que est¨¢n dispuestos a abandonar el bloque. O, por lo menos, a reducir su grado de participaci¨®n para estar en condiciones de suscribir tratados bilaterales.
Para entender la presi¨®n de Uruguay hay que observar el mapa global. Ese pa¨ªs ha recibido una oferta de China para suscribir un tratado de libre comercio con independencia de los otros tres socios del Mercosur. Es inveros¨ªmil que esa audaz jugada de los chinos est¨¦ guiada por la codicia que les despierta el mercado uruguayo, integrado por tres millones y medio de personas. La seducci¨®n a Uruguay es un desaf¨ªo para Brasil y la Argentina.
Los brasile?os reaccionaron, sobre todo en los ¨²ltimos meses. Apenas Lula da Silva regres¨® al poder, inici¨® una tarea sistem¨¢tica de acercamiento a Uruguay por la v¨ªa de la cooperaci¨®n y las inversiones, sobre todo en infraestructura. El Gobierno de Brasil defiende desde siempre su papel de l¨ªder regional, que lo vuelve muy refractario a la intrusi¨®n de potencias extranjeras en su zona de influencia.
Los chinos lo entendieron. En abril, el canciller uruguayo, Francisco Bustillo, viaj¨® a Pek¨ªn y mantuvo reuniones con el vicepresidente Han Zheng, con el canciller Qin Gang y con el representante internacional de comercio Wang Shouwen. Todos le dijeron que manten¨ªan su inter¨¦s en llegar a un entendimiento pero que prefer¨ªan esperar a que se pueda suscribir con el Mercosur, para evitar susceptibilidades.
Estas aproximaciones chinas est¨¢n provocando numerosas reacciones en los Estados Unidos. La ¨¦lite de ese pa¨ªs es cada d¨ªa m¨¢s consciente de que una batalla principal del conflicto con China se libra en Am¨¦rica Latina, que es un proveedor principal de alimentos, minerales y energ¨ªa demandados desde Asia.
El marco general de esta disputa, tal como la interpreta el Gobierno de Joe Biden, fue expuesto por el asesor del Consejo Nacional de Seguridad, Jake Sullivan, en un discurso pronunciado en la Brookings Institution el 27 de abril pasado. Esa presentaci¨®n ha sido, acaso, la m¨¢s contundente y novedosa de un funcionario de Washington para explicar los desaf¨ªos actuales tal como se observan desde esa administraci¨®n. Sullivan habla de los fracasos del Consenso de Washington, de la necesidad de construir otro modelo industrial y de la urgencia por asistir a los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo reformulando el rol de los organismos multilaterales de cr¨¦dito y de la Asociaci¨®n para la Infraestructura y la Inversi¨®n Global (PGII seg¨²n su sigla en ingl¨¦s), propuesta por el Grupo de los Siete. El objetivo expreso de estas iniciativas es contrarrestar el avance chino, sobre todo en Am¨¦rica Latina, a trav¨¦s del programa La Franja y la Ruta (One belt, one road).
El mismo prop¨®sito aparece en otros programas formulados desde el Congreso. El senador republicano por Luisiana, Bill Cassidy, y su colega dem¨®crata por Colorado, Michael Bennet, presentaron un proyecto denominado America¡¯s Act (Ley de las Am¨¦ricas), que consiste en un plan de expansi¨®n del comercio a escala continental. El 13 de junio pasado, ambos presentaron su plan en el Atlantic¡¯s Council Latin American Center, en una reuni¨®n organizada bajo el t¨ªtulo Closer to Home: Bringing Supply Chains Back to the Americas. (M¨¢s cerca de casa: traer las cadenas de suministro de regreso a las Am¨¦ricas). All¨ª Bennet dijo lo siguiente: ¡°Durante d¨¦cadas, Washington no ha logrado crear ninguna pol¨ªtica integral ni ofrecer una alternativa convincente a la inversi¨®n china en la regi¨®n. Si bien hemos estado ocupados en otros lugares, China se ha apresurado a llenar el vac¨ªo con un aumento del comercio, la inversi¨®n y la tecnolog¨ªa. Ya hemos visto que estas relaciones representan una amenaza a largo plazo para las industrias locales, los minerales, el medio ambiente, el estado de derecho en todo el hemisferio occidental, y creo que la Ley de las Am¨¦ricas ofrece una oportunidad para que Estados Unidos renueve nuestras asociaciones en Am¨¦rica Latina y el Caribe y adoptar nuestros valores juntos en una lucha compartida por la democracia y la prosperidad¡±.
El programa incluye, entre sus numerosas propuestas, la creaci¨®n de un fondo crediticio de 40.000 millones de d¨®lares administrado por la Secretar¨ªa del Tesoro; la fundaci¨®n de una Corporaci¨®n de Inversiones para las Am¨¦ricas, con pr¨¦stamos preferenciales, garant¨ªas y seguros; el establecimiento de un Fondo Empresarial, para extender pr¨¦stamos y garant¨ªas privados a compa?¨ªas de la regi¨®n; la creaci¨®n de un nuevo subsecretario para el comercio con los pa¨ªses del continente, etc¨¦tera.
En el proyecto de Cassidy y Bennet, al que los dem¨®cratas apuestan con m¨¢s convicci¨®n si se verifica la reelecci¨®n de Biden, hay un rengl¨®n significativo. Se refiere a la extensi¨®n del Acuerdo de Estados Unidos, M¨¦xico y Canad¨¢ (USMCA, seg¨²n su sigla en ingl¨¦s), versi¨®n actualizada del NAFTA, a otros pa¨ªses de Am¨¦rica Latina. Se trata de una estrategia cada vez m¨¢s aconsejada a nivel acad¨¦mico, a trav¨¦s de la cual se pretende sortear la resistencia que existe en el Congreso, sobre todo en los legisladores dem¨®cratas de izquierda, a aprobar nuevos tratados de libre comercio.
Aqu¨ª es donde se advierte con toda claridad c¨®mo el conflicto entre los Estados Unidos y China se expresa en la regi¨®n a trav¨¦s de un ajedrez comercial. Porque el pa¨ªs preferido para producir esa ampliaci¨®n de USMCA es Uruguay. Como en el caso de los chinos, el inter¨¦s de los norteamericanos en ese pa¨ªs se explica por la ambici¨®n de integrar al Mercosur. La invitaci¨®n a formar parte del USMCA es una manera m¨¢s sencilla de caminar hacia la meta que se hab¨ªa fijado Bill Clinton cuando, en 1994, inaugur¨® el ?rea de Libre Comercio de las Am¨¦ricas, que sucumbi¨® en la Cumbre de las Am¨¦ricas de Mar del Plata, en 2005, por iniciativa de Lula y del argentino N¨¦stor Kirchner.
En el siglo XIX, Uruguay fue visto por los brit¨¢nicos como un actor crucial de su pol¨ªtica hacia el sur de Am¨¦rica Latina. Una pieza a trav¨¦s de la cual impulsar ciertas din¨¢micas. Hoy China y los Estados Unidos se disputan la adhesi¨®n de ese pa¨ªs, como una v¨ªa para flexibilizar el alt¨ªsimo proteccionismo del Mercosur. A la historia le agradan las repeticiones.