La Biblia en versi¨®n feminista
Cristina Fallar¨¢s novela la vida de?Mar¨ªa Magdalena impugnando con brillantez el relato tradicional. Carmen Boullosa hace lo propio con la Eva del G¨¦nesis, pero en su caso el resultado no funciona literariamente
Nuestras imaginaciones est¨¢n pobladas de fantasmas que son reflejo o proyecci¨®n de nuestros miedos, traumas, intereses y aspiraciones. Los intereses juegan en todo imaginario un gran papel porque constituyen una especie de trama oculta donde va a refugiarse la necesidad que tiene el ser humano de imponerse a los dem¨¢s, al mundo que le rodea, a aquellos que representan un peligro para ¨¦l. Las mujeres han supuesto un viejo peligro para los hombres, a menudo necesitados de un refuerzo de su personalidad. El peligro viene de la dependencia, y la dependencia ofusca porque ...
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Nuestras imaginaciones est¨¢n pobladas de fantasmas que son reflejo o proyecci¨®n de nuestros miedos, traumas, intereses y aspiraciones. Los intereses juegan en todo imaginario un gran papel porque constituyen una especie de trama oculta donde va a refugiarse la necesidad que tiene el ser humano de imponerse a los dem¨¢s, al mundo que le rodea, a aquellos que representan un peligro para ¨¦l. Las mujeres han supuesto un viejo peligro para los hombres, a menudo necesitados de un refuerzo de su personalidad. El peligro viene de la dependencia, y la dependencia ofusca porque ata emocionalmente con tal intensidad que solo la anulaci¨®n de aquello de lo que se depende puede aliviar la ansiedad, el deseo de tener el control.
Convivimos con muchas clases de fantasmas. Aqu¨ª no se hablar¨¢ de los fantasmas familiares, de los estrictamente personales sino de aquellos que tienen miles de a?os de antig¨¹edad y han conseguido sortear las dificultades que ofrec¨ªan los tiempos, adapt¨¢ndose a ellos sin perder su naturaleza esencial, el dominio del relato. A esta estructura, cuando el dominio se ha ejercido de forma sistem¨¢tica sobre el cuerpo y la mente de la mujer, la llamamos patriarcado. Y ha tenido enormes ramificaciones en el mundo de la econom¨ªa, de la sociedad, de la cultura, de la vida.
Las mujeres han permanecido en pie a lo largo de los siglos conviviendo con una incalculable sensaci¨®n de fracaso: no eran consideradas como seres humanos independientes, no se las escuchaba, no se las ten¨ªa en cuenta y se las juzgaba en funci¨®n estricta de su sexo. Un sexo sin cabeza, sin esp¨ªritu, sin ambici¨®n, sin palabra. Solo sexo o bien¡ nada de sexo (otra forma de juzgarlas por ¨¦l), enfatiz¨¢ndose una sola cualidad por la cual la mujer pod¨ªa ser moralmente interesante a los ojos del var¨®n, la castidad. De ah¨ª que la historia del arte est¨¦ sembrada de senos desnudos y explosivos, de carnes rollizas invitando al coito, de mujeres violadas fastuosamente por Zeus o v¨ªrgenes dolorosas que se consumen en su fuego interno. Este pasado hipersexualizado asedia a las mujeres porque no es f¨¢cil dejarlo atr¨¢s, comprobar que su reputaci¨®n ha dependido de su gazmo?er¨ªa. Y surge la necesidad de revisarlo con conocimiento y libertad.
¡°La culta, leal e inquieta seguidora de Jesucristo ha pasado a la historia como algo que no era: una prostituta¡±
Es la actitud que mantiene el feminismo, y eso hace Cristina Fallar¨¢s, una escritora combativa, leal a sus ideas, valiente, en un libro atrevido y provocador (como es ella, por fortuna), El Evangelio seg¨²n Mar¨ªa Magdalena, cuya lectura recomiendo vivamente. No habr¨¢ sido una obra de escritura f¨¢cil por dos razones: a) la necesidad de la autora de abrirse paso, para su objetivo, entre la supercher¨ªa cat¨®lica, que fue marginando a la mujer de cualquier esfera del esp¨ªritu (dej¨¢ndole solo la gesti¨®n de la carne), y hacerlo de forma cre¨ªble, y b) su prop¨®sito de lanzar el anzuelo del pasado hacia el presente, reconstruyendo en la figura de Mar¨ªa Magdalena ¡ªla m¨¢s fiel amiga y seguidora de Jes¨²s¡ª un prototipo de lo que pudo ser ella como evangelista, cuya autor¨ªa se da por supuesta en algunos documentos gn¨®sticos.
No es hacer ciencia ficci¨®n. Quien ha le¨ªdo la Vida de Jes¨²s, de Ernest Renan, o las Im¨¢genes de Jes¨²s, del te¨®logo Juan Jos¨¦ Tamayo, lo sabe: fue un c¨ªrculo de mujeres galileas, maravillosamente recreado por Fallar¨¢s, las primeras que rodearon a Jes¨²s de Nazaret, tal vez el primer poeta del alma que tuvo el mundo antiguo. Mujeres que rechazaban el matrimonio para preservar su independencia, que pod¨ªan hacerlo porque proced¨ªan de una buena posici¨®n socioecon¨®mica. Mujeres centradas en el cuidado de la vida que comprendieron el mensaje de paz e igualdad que transmit¨ªa Cristo, tan revolucionario para el mundo romano que acabar¨ªa con ¨¦l.
¡°La falta de vertebraci¨®n interna y la exaltada poeticidad de El libro de Eva no consiguen arraigar en una propuesta intelectualmente atractiva¡±
La culta, leal e inquieta Mar¨ªa Magdalena (el Evangelio de Marcos dice que fue pose¨ªda por siete demonios) quedar¨ªa bajo la bota de la hermen¨¦utica posterior como una ramera. No lo era. Y Cristina Fallar¨¢s reivindica su historia con inteligencia narrativa y una notable preparaci¨®n hist¨®rica. El Evangelio seg¨²n Mar¨ªa Magdalena es una novela, s¨ª, pero tambi¨¦n la oportunidad de reflexionar seriamente sobre el fecundo papel de las mujeres en la primitiva comunidad cristiana.
El mismo esp¨ªritu reivindicativo que conduce a revisar los fundamentos de la historia m¨¢s grande jam¨¢s contada preside El libro de Eva, de la escritora mexicana Carmen Boullosa, pero su falta de vertebraci¨®n interna y su exaltada poeticidad no consiguen arraigar en una propuesta intelectualmente atractiva. El punto de partida es imaginario y muy arriesgado, al tiempo que una posibilidad real, algo que pudo ser y que ignoramos: el relato del G¨¦nesis escrito desde la perspectiva de las mujeres.
Al igual que ocurre en el G¨¦nesis b¨ªblico, El libro de Eva re¨²ne diversas voces: la de la propia Eva y otras de sus descendientes. Su relaci¨®n con Ad¨¢n, con el Ed¨¦n, con Ca¨ªn, Abel, No¨¦, pero tambi¨¦n la sexualidad de la mujer son temas, en definitiva, del G¨¦nesis, pero vistos desde otra ¨®ptica, una en la que imperan las leyes ¨ªntimas de la vida ¡ªlas semillas, la agricultura, el pan, la sangre, la crianza¡ª y son ellas el centro de la historia sagrada: ¡°Lo m¨ªo es asar manzanas, cocer legumbres, rostizar semillas, encontrar sabor a lo que llevamos a la boca¡±. Se impugna el relato b¨ªblico ¡ªel episodio de la manzana, por ejemplo: si el manzano que se hallaba en el centro del Ed¨¦n era el ¨¢rbol de la sabidur¨ªa, ?a qu¨¦ vino culpar a Eva de aspirar al conocimiento?¡ª, pero no siempre se acierta en el planteamiento: los dos relatos disponibles de la Creaci¨®n (G¨¦nesis I, 27 y 2,22) deber¨ªan quedar m¨¢s claros.
El problema de El libro de Eva es la impostaci¨®n literaria (tambi¨¦n del pr¨®logo, con un ap¨®crifo de Teresa de ?vila que no funciona). Las voces no son cre¨ªbles y las posibilidades meramente especulativas que ofrece un posible G¨¦nesis escrito desde una ¨®ptica feminista, siendo magn¨ªficas, se pierden en un esfuerzo que merece reconocimiento por su dificultad, pero que no resulta convincente literariamente.