Desamor y desigualdad
Isabel P¨¦rez Montalb¨¢n consigue en ¡®Vikinga¡¯ una s¨ªntesis perfecta entre mirada cr¨ªtica y palabra reveladora para retratar la cruda realidad
Vikinga es un libro duro, desesperanzado, en el que Isabel P¨¦rez Montalb¨¢n (C¨®rdoba, 57 a?os) transita dos caminos que se entrecruzan y relacionan dial¨¦cticamente. El de las contradicciones de clase, con su descarnada verdad de la exclusi¨®n social, de la divisi¨®n del mundo, de sus secuelas de violencia, marginaci¨®n e impotencias econ¨®micas y sociales. De otra, las heridas del amor/desamor y las se?ales que la memoria conserva.
El sujeto po¨¦tico de Vikinga viene con una ¡°marca d...
Vikinga es un libro duro, desesperanzado, en el que Isabel P¨¦rez Montalb¨¢n (C¨®rdoba, 57 a?os) transita dos caminos que se entrecruzan y relacionan dial¨¦cticamente. El de las contradicciones de clase, con su descarnada verdad de la exclusi¨®n social, de la divisi¨®n del mundo, de sus secuelas de violencia, marginaci¨®n e impotencias econ¨®micas y sociales. De otra, las heridas del amor/desamor y las se?ales que la memoria conserva.
El sujeto po¨¦tico de Vikinga viene con una ¡°marca de origen¡± que condiciona la mirada al mundo y, por derivaci¨®n, el discurso po¨¦tico: ¡°Desde los a?os sesenta, Los Vikingos es una zona pobre, obrera y marginal de la ciudad de C¨®rdoba en la que yo nac¨ª¡±, escribe en una nota previa. Es, en consecuencia, la mirada de una hija de las clases subalternas atravesando los parajes de la crisis econ¨®mica iniciada en 2008 y adentr¨¢ndose emocional y racionalmente en sus secuelas ¨ªntimas y colectivas. Es la Historia viviendo en los poemas del mismo modo que cuando aborda la experiencia amorosa, quien los habita es una cotidianidad con aristas, con escasa felicidad y abundancia de sue?os rotos.
Isabel P¨¦rez Montalb¨¢n domina el lenguaje con precisi¨®n y maestr¨ªa. Sabe que no hay poes¨ªa sin el descubrimiento, la sorpresa, la iluminaci¨®n. En pocos autores encontramos ese equilibrio entre mirada cr¨ªtica y palabra reveladora, entre certezas acerca de la realidad y b¨²squeda de la esquina imaginativa sin pleites¨ªas al hermetismo. A ello se a?ade una poderosa carga referencial sobre la que se extiende en las notas finales y que va de Pedro Guerra o Llu¨ªs Llach a Gramsci, de Coppola a Bardem entre otros muchos.
Es, adem¨¢s, curiosa la identidad del segundo apellido de la autora de Vikinga, con el de Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n. Hay en sus poemas (desde sus primeros libros, por cierto) resonancias de los mitos que el autor barcelon¨¦s mostr¨® en su inici¨¢tico Una educaci¨®n sentimental (1968): ¡°All¨ª madre vikinga cantando por la Flores / pena, penita, pena, con cordeles de esclava, gran desierto de arena¡±. La infancia turbia, desangelada, el mundo familiar condicionado por el barrio, la violencia de g¨¦nero y los acosos en el interior de la familia, el peso de la realidad y de la pol¨ªtica. El amor y sus grietas y sus decepciones y ternuras¡ Cruda cr¨®nica que se clava en la conciencia del lector como un estilete en un libro s¨®lido y conmovedor.